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LAS MUJERES EN LA DICTADURA FRANQUISTA (TODO JUNTO Y SIN INTERFERENCIAS)

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LAS MUJERES EN LA DICTADURA FRANQUISTA (TODO JUNTO Y SIN INTERFERENCIAS) Empty LAS MUJERES EN LA DICTADURA FRANQUISTA (TODO JUNTO Y SIN INTERFERENCIAS)

Mensaje por Sócrates Miér Sep 22, 2010 12:50 pm

     Voy a publicar una serie de mensajes basándome en el libro de Judith Astelarra "Veinte años de políticas de igualdad", publicado en Madrid en 2005, de Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S.A.).
 
 


I





 
     Cuando en 1975 murió Franco, terminó con él un régimen absolutamente patriarcal que había condicionado la vida de las mujeres españolas durante 40 años. Este modelo de patriarcado, creado en el siglo XIX en los países europeos de nuestro entorno, hacía décadas que había dejado de existir no sólo en Europa sino en muchos otros países del mundo. España en eso, como en tantas otras cosas, se había convertido en un país anacrónico. De ahí que en la sociedad española hubiera ansias de cambio y las fuerzas políticas se pusieran de acuerdo, en un consenso pocas veces visto en su historia, para traer la democracia y el cambio social. El movimiento feminista de los años 70 se incorporó a las movilizaciones que demandaban los cambios políticos y fue así como las reivindicaciones en contra de la discriminación de las mujeres pasaron a formar parte de la agenda pública. En los años 80 y 90 se crearon las instancias institucionales que impulsaron políticas de igualdad de oportunidades, para terminar con la herencia franquista y cambiar la situación social de las mujeres.

 
     Estas demandas fueron asumidas por el gobierno central ya en los años de la transición y posteriormente ampliadas con la creación del Instituto de la Mujer en 1983. La vinculación entre sectores del movimiento feminista y los partidos de izquierda con responsabilidades primero en los ayuntamientos, y a continuación en el gobierno central, permitió que la temática de género fuera parte de la actividad legislativa y gubernamental.






II





Franco murió en noviembre de 1975, después de 40 años de poder absoluto y de haber construido un Estado dictatorial cuyas instituciones públicas actuaban de forma acorde. La ideología acerca de las mujeres que caracterizó su régimen fue la de total subordinación femenina. Las mujeres, al igual que los hombres, no tenían derechos políticos, pero su situación social era incluso peor, pues estaban sujetas a unas normas patriarcales muy fuertes.

 

En la sociedad moderna, industrial y urbana, la organización del sistema de género se expresó a través de una forma de división sexual del trabajo que acentuó la separación del espacio privado, el hogar, destinado a las mujeres, del espacio público, predominantemente masculino. División de actividades sociales, pues, que coincidían con la definición de los roles de género. La familia perdió las funciones económicas, sociales y políticas que tenía en la sociedad preindustrial. Desde la perspectiva de las mujeres, esto significó que su participación social fue restringida al ámbito de la familia nuclear y del hogar. El trabajo doméstico y su papel de esposa y madre se convirtieron en su única actividad económica, cultural y social. Ocasionalmente, por necesidades económicas, se incorporaba al mundo del trabajo asalariado o empresarial.

 

Un sistema de género es patriarcal en la medida en que existe una relación de jerarquía entre lo masculino y lo femenino y los hombres tienen poder sobre las mujeres. La familia es la institución patriarcal por excelencia y la base social del patriarcado. En la medida en que la sociedad moderna era un sistema patriarcal hubo una jerarquización entre el ámbito público y los roles masculinos y el ámbito privado y los roles femeninos. El ámbito público adquirió valor económico, social y de prestigio, mientras que al ámbito privado sólo se le asignó un valor simbólico. El Estado nación del siglo XIX había excluido a las mujeres de la ciudadanía, restringiendo sus actividades al ámbito de la familia y convirtiendo a los hombres en sus jefes, con poder casi completo sobre ellas. La ley, por lo tanto, sancionaba la inferioridad jurídica y política femenina.

Todos estos componentes que definen a una sociedad patriarcal estuvieron presentes en el modelo franquista que rigió en España durante los 40 años de dictadura. A diferencia de Estados Unidos, Gran Bretaña o los países del norte de Europa, España no tuvo un movimiento feminista fuerte en el siglo XIX. Hasta la Segunda República, en los años 30, los derechos de las mujeres no fueron tenidos en cuenta. En España nunca hubo un partido liberal que tuviera una gran presencia pública y cuotas de poder, como el que fue aliado del feminismo en el Reino Unido o en Estados Unidos. Aunque había algunas mujeres de clase media, políticamente moderadas, que simpatizaban con las demandas de las sufragistas, su significación fue más bien escasa.






III





 
 

     El papel de las mujeres fue un asunto explícito de la agenda política en el contexto de las ideas republicanas y democráticas, y fue expresado en la aprobación de diferentes leyes. La Constitución aprobada en 1931 estableció la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y se garantizó el voto a las mujeres. En 1932 se aprobó una ley de divorcio, y el acceso a la educación y al trabajo remunerado eran parte de las políticas del gobierno. Luego se hicieron cambios en la legislación que significaron mejoras en la vida familiar para las mujeres, como el divorcio, el derecho a la educación, al empleo y, en general, la igualdad entre hombres y mujeres. Las leyes de la República significaron importantes cambios en la situación de las mujeres.
Todo esto encontraba en las fuerzas conservadoras y en la Iglesia una fuerte oposición.
 

     Tras la guerra, la organización de mujeres que había apoyado las  fuerzas de la derecha, la Sección Femenina de la Falange, recibió la tarea de reeducar a las mujeres de forma que se hiciera desaparecer todos los signos del feminismo previo. Todas las leyes progresistas fueron abolidas y sustituidas por las nuevas que prohibían a las mujeres casadas trabajar como mano de obra y daban a sus maridos y padres todo el poder en la familia. El patriarcado se estableció como la ideología del régimen hacia las mujeres, afirmando la superioridad de los hombres, dándoles todo el poder en la familia, prohibiendo el empleo a las mujeres casadas y negando los derechos civiles a los niños nacidos fuera del matrimonio. Por supuesto, la contracepción era ilegal y estaba penalizada tanto para la mujer como para cualquier doctor que la prescribiera.

 
     Para imponer su modelo patriarcal, la dictadura empleó dos procedimientos: uno, las leyes y las medidas políticas; y dos, la educación y la socialización. Aunque ambos eran complementarios, el elemento central que se impuso a lo largo de los 40 años fue el ideológico. El régimen franquista tuvo dos períodos diferentes a lo largo de su existencia: 1) desde el fin de la guerra hasta finales de los años 50, y 2) desde entonces hasta la muerte de Franco en noviembre de 1975. El primer período se caracterizó por la imposición de medidas para consolidar el sistema patriarcal y para eliminar toda la legislación igualitaria de la República. Esta situación continuó hasta los años 60, cuando debido al rápido desarrollo económico que se estaba produciendo, se introdujeron algunos cambios. Se entró así a un segundo período, en el que se buscó relajar los aspectos referidos a la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo.






IV

 





Leyes y medidas políticas





 
 
     El Fuero del Trabajador, aprobado en 1938, se propuso sacar a la mujer del taller y devolverla a casa a través de la dote, una compensación económica cuando se casaba, para que abandonara el mercado de trabajo. En materia de política social, en los primeros años de la dictadura, el sistema de seguridad social era muy restringido y cubría sólo a una pequeña parte de la población (trabajadores industriales).
 
     Las políticas relacionadas con la familia y la mujer reforzaban el papel de la familia tradicional y estaban fundamentadas en la ideología católica. Se derogó la ley de divorcio de la República y se sancionó con fuertes penas el aborto y todo tipo de contracepción (nada de anticonceptivos, preservativos, etc.). Se legisló sobre el adulterio y el amancebamiento (y con discriminación por sexo en las penas). Finalmente, se expulsó a las mujeres del trabajo asalariado, obligando a las mujeres casadas a tener permiso del marido para poder ocupar un empleo remunerado. A través de estas medidas se logró que a mediados de los años 40 sólo hubiera un 8% de mujeres que tenía trabajo remunerado.
 
     La educación se convirtió en una herramienta central para resocializar a las mujeres en su nueva realidad social y familiar. Se comenzó por prohibir la coeducación en las escuelas primarias. Al mismo tiempo se incluyó como obligatorias asignaturas y exámenes sobre el hogar y el trabajo doméstico. Se hace obligatorio el examen de Hogar para las mujeres que quisieran un título universitario (1944). El examen de Hogar se hizo extensivo a las Escuelas de Magisterio para la Formación de maestras (1950).
 
     En 1966, se permite a las mujeres litigar ante las Magistraturas de Trabajo sin necesidad del permiso del marido. En el mismo año, la mujer es admintida en la carrera judicial y fiscal.
 
     En los años 70, por lo tanto, había cambiado la organización patriarcal de la dictadura, en lo que se refiere a una mayor flexibilidad para la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo.




V




 

Ideología patriarcal y socialización





 

     Las medidas que se tomaron a lo largo de los dos períodos fueron acompañadas de una fuerte campaña ideológica, en la sociedad y las instituciones, que definían cuál debía ser la identidad de las mujeres, cuáles los roles aceptables y cómo debían ejercerlos. Las relaciones entre los hombres y las mujeres que se exigían eran absolutamente jerarquizadas. La mujer debía aceptar que era inferior al hombre, que él tenía derecho a ejercer un poder casi total sobre ella y que esto no debía ser cuestionado. El feminismo era condenado abiertamente.

 

     En el caso de la identidad personal se acentuaba la oposición entre la feminidad y la masculinidad como dos estereotipos de personalidad diametralmente opuestos. En cuanto a los roles, se trataba de mentalizar a las mujeres de que su único rol era el de madre y ama de casa, porque eso respondía a su naturaleza. A los hombres les correspondía ser los proveedores materiales de la familia. Finalmente, se hacía una clara distinción entre el hogar, territorio femenino, y el mercado de trabajo, que pertenecía en exclusiva a los varones.

 

     Los predicadores de las virtudes femeninas, además de la Sección Femenina, eran curas, médicos y educadores.

 

     El adoctrinamiento de las mujeres se expresaba en los textos educativos, en los libros de medicina y psicología de mayor divulgación y en las revistas femeninas. En ellos aparecían reflejados los principios del régimen, y son el mejor ejemplo del grado de patriarcalismo de la dictadura franquista. Lo que más destaca de su lectura es que no cambiaron a través del tiempo, de modo que afirmaciones que se hacían en los años 40 siguieron vigentes, a pesar de los cambios, en los años 70. Por ello se puede afirmar que el cemento más importante del patriarcado franquista fue precisamente la ideología. Para comenzar tenemos las cuatro grandes verdades que reivindicaba la Sección Femenina en 1943 sobre las mujeres:

 

* Una mujer no ha realizado nunca una invención mecánica.
* Una mujer no ha tenido nunca el genio de la creación musical.
* Una mujer no ha hecho el menor progreso en la cirugía.
* Una mujer no ha tenido nunca "La cabeza filosófica".

 

          Revista "Y" de la Sección Femenina, agosto de 1943.

 
     Lo que no se decía es que las mujeres no habían tenido a lo largo de la Historia demasiadas oportunidades para hacer esas cosas, debido al rol que siempre habían tenido asignado y que aún hoy dista mucho de estar totalmente superado.






VI


 
 
Identidad y maternidad





 

     Todos los ingredientes de los estereotipos conservadores sobre las mujeres aparecen aquí. Es sentimental, tonta, sin capacidad de reflexión, pero al mismo tiempo servicial y generosa. Son las mejores virtudes para que una mujer asuma que lo único que puede hacer en la vida es ser esposa, madre y ama de casa. Por si acaso tiene la tentación de ser algo diferente, se le recuerda que cualquier otra cosa es prerrogativa masculina y que romper las diferencias asignadas a hombres y mujeres va contra la naturaleza. Terminada la guerra, en los años 40, se les decía:

 

     "Las mujeres nunca descubren nada; les falta el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho".

 

(Pilar Primo de Rivera, Delegada Nacional de la Sección Femenina, febrero de 1942).

 

     "Las virtudes sociales que más simpatías os suman, señoras, son la modestia y la sabia efusión del corazón; la modestia, que realza todas las situaciones y que es capaz de suplir muchas cualidades que os falten; y la efusión del corazón, ese riquísimo aroma de la vida de la mujer, dotada por Dios, más que el hombre, de perecepción finísima y de sensibilidad exquisita, fuentes inagotables de generosidad y de abnegación. Sólo en el corazón de la mujer puede hallarse el amor de madre
(claro, no va a ser de padre); sólo entre las mujeres pueden reclutarse las Hermanas de la Caridad (evidentemente, caso contrario serían Hermanos).
 

(Cardenal Gomá, primado de España, Las modas y el lujo, 3ª edición, 1938).

 

     El paso del tiempo no cambió la postura del régimen en las décadas siguientes. Si bien la realidad social fue cambiando a través del tiempo, la socialización de las mujeres a través de la educación y de los medios de comunicación se mantuvo igual.

 

     "Debe evitarse a todo trance el que la mujer, preocupada de su igualdad con el hombre, quisiera ser un doble suyo, y trate de copiarle, cambiando los constitutivos esenciales de su psicología, ahogando sus intuiciones con exagerados procedimientos cerebrales, sustituyendo sus delicadezas por modos fuertes, más o menos violentos, sus emociones por procesos intelectuales, la fuerza de la seducción por la fuerza arrolladora".

 

(Emilio Enciso Viana, canónigo, En la guerra de Dios, 1972).

 

     La maternidad, por supuesto, era el destino más glorioso de las mujeres. Pero no sólo en términos personales, sino también por la enorme trascendencia que se le daba a la natalidad como la función más importante de la familia. Por ello, se les decía a las y los españoles:

 

     "La fecundidad es una de las glorias del matrimonio cristiano, que lo orienta hacia su fin principal y hace a los esposos merecer bien de Dios y de la Patria. Hablar contra ella es pecado muy grave. Avergonzarse de ella es una insensatez. El anticoncepcionismo, de cualquier forma que sea, es un grave pecado. El Estado debe apoyar con todo su poder la fecundidad del matrimonio y reprimir cualquier propaganda contra ella".

 

(Comisión Episcopal de Ortodoxia y Moralidad, Normas de decencia cristiana, 1959).

 
 

     "¡Si no tenéis hijos, acabaréis por tener perros!  
Pues a mí me gustan más los gatos.  LAS MUJERES EN LA DICTADURA FRANQUISTA (TODO JUNTO Y SIN INTERFERENCIAS) Icon_cat Miauuuuuuu!
 

(Jesús Urteaga, sacerdote, Dios y los hijos, 1961).





VII



Roles y ámbitos de género



 





     La división sexual del trabajo del patriarcado moderno, tal como existía en la Europa del siglo XIX, es la que el franquismo defendía a capa y espada. Señalaba sin ambages que ser ama de casa es lo único que las mujeres pueden y deben hacer. La pata quebrada y en casa fue la consigna. La división de trabajo entre hombres y mujeres es la que se ha definido como la de "breadwinner" (hombre proveedor del pan): el hombre debe proveer a la faminlia de su sustento económico y la mujer del servicio doméstico. Se aceptaba que las mujeres son capaces de hacer otros trabajos, pero se afirmaba que no se les debía permitir tal cosa. Nuevamente el mensaje fue continuista a través del tiempo, como indican estas citas de los años 50 y 60:

     "
Ella ha de cuidar que la casa esté bien organizada, para que el marido, al volver de su trabajo, la encuentre agradable, guste de estar en ella, y en las ausencias la añore; y los hijos se encuentren bien en su hogar, en él sueñen sus sueños de ilusión, y su ambiente contribuya a modelar sus almas y a dejar en ellas sedimentos de bondad y de dulces recuerdos que, al ser agitados más tarde por las convulsiones de la vida, sean freno de pasiones y estímulo de buen vivir".
    
Emilio Enciso Viana, canónigo, El Evangelio de la madre, 1952.

 

     "La mujer podrá poner en marcha un complejo industrial con la perfección de un hombre; trazará un plano de construcción más bello que el hombre. Aun más, un mundo gobernado por mujeres podría ser un mundo mejor, pero sería un mundo al revés, al revés de como Dios lo planeó y lo quiso. Lo que, pues, Dios hizo, no lo cambien... las mujeres".
     Quintín de Sariegos, capuchino, Luz en el camino, 1960.

 

     "La función social de la mujer es, precisamente, la de servir en su hogar en aquellas funciones que el hombre no puede desempeñar porque está en otros menesteres".

     Sección Femenina, Economía doméstica, 1961.





VIII





 
 
[b]
La función de la educación




 
 





 

     Como se ha señalado, la educación fue el principal mecanismo de socialización que utilizó el régimen para consolidar la ideología patriarcal. El primer paso fue eliminar la coeducación, puesto que, dado que lo masculino y lo femenino son dos universos separados, cada género debía aprender aquello que le es "natural" de forma separada. Es evidente que si fuera efectivamente natural, la educación no lo podría cambiar. De modo que al insistir tanto en que la educación debe ser separada, pero señalar al mismo tiempo que el proceso educativo no puede cambiar lo que la naturaleza determina, esto es que la inteligencia no es una cualidad femenina, se cae en una contradicción. En todo caso, la educación fue utilizada claramente como factor socializador de hombres y mujeres en los roles e identidad personal sustentada por el régimen. Al mismo tiempo sirvió para impedir que las mujeres tuvieran veleidades educacionales que las apartaran de sus roles naturales. También como en los casos anteriores, hubo una gran coherencia en lo que se afirmó a través del tiempo.

 
 
 

     "Pasados los años decisivos, biológica y culturalmente, de la Segunda Enseñanza, entregadas a la memorización de volúmenes indigestos y a menudo incomprensibles y obligadas a un trabajo mental para ellas excesivo, que roba riego sanguíneo a regiones orgánicas fundamentales para su porvenir de mujeres; sometidas a insomnios por la urgencia de competir con los muchachos en pruebas de fin de curso y exámenes de Estado, se da en ellas un destino triste: ni están preparadas para llenar su misión de madres y amas de casa ni pueden contender, sino en contadísimos casos, con los hombres para alcanzar los puestos de la Cultura y la Administración que les hicieron soñar como meta de sus vidas."

 

     Adolfo Maíllo, inspector de la Primera Enseñanza, Educación y Revolución, 1943.

 
 
 

     "La repugnancia que la mujer siente por la abstracción y todo lo que tiene carácter especulativo y su superioridad en todo aquello que es de orden práctico, intuitivo y de imaginación, deberían alejarla de todos aquellos estudios que no la ponen en contacto con la vida concreta y emotiva, como el Derecho, la Política, la Filosofía y las Matemáticas, e inclinarla, por el contrario, hacia aquellas profesiones intelectuales que la relacionan con el mundo que la rodea, como la puericultura, la enseñanza, la música, la pintura, la decoración, la literatura en todas sus formas, las funciones de Directora de Bibliotecas y Museos y todos los trabajos en general de costura, tejido, decorado y mobiliario, lo mismo en materia de confección que al frente de establecimientos de venta."

 

     Francisco Peiró, jesuita, Problemas de cada día, 1955.










[/b]
IX




 
 
El sistema de poder: jerarquía de los hombres




 
     Por si las leyes y medidas de actuación pública no bastaran, desde la ideología se mostraba por qué los hombres eran superiores y las mujeres debían aceptar sin cuestionarlo su poder. La socialización para la conformidad con el patriarcado siempre ha sido un mecanismo importante de este tipo de regímenes y el franquismo no fue una excepción
(por cierto, eso no ha ocurrido en la Cuba de Castro, ni en los países del Este de Europa, ni en China..., a pesar de que en esos países tampoco ha habido muchas mujeres dirigentes, pero sí igualdad de derechos; lo digo para los que pretenden comparar).
 
 
 

     "La mujer se somete sin dolor y sin amargura a jefaturas masculinas, aun en el caso de reconocer la carencia de dotes de mando en la persona que lo ejerce. Pues bien: aun en estos casos, el trabajo se ejecuta normalmene, lo que no suele acontecer en la situación inversa."

 
    
Francisca Bohigas, inspectora de Enseñanza primaria, ¿Qué profesión elegir?, 1947.
 
 
 

     "La docilidad de la mujer se traduce en el plano amoroso por un afán de someterse, y en el social, por una desconfianza sistemática ante todo afán renovador, aunque sea en su beneficio. Por otra parte, algunas mujeres aman su sujeción por los privilegios que ello les confiere, sobre todo cuando los disfrutan sobrados. Éstas pueden ser las razones de que las mujeres se hallen divididas ante su propia causa, y también de que tantos hombres con inquietudes sociales renuncien paulatinamente a ellas, por efecto de la corrosión que infringe en sus ideales la falta de entusiasmo de sus esposas."

 
     José María Dexeus Trías de Bes, ginecólogo, La sexualidad en la práctica médica, 1963.

 
 
 

     "Fuera el caso de necesidad, cometería un error la esposa que quiera arrogarse en el hogar el papel de directora. Esto puede ser necesario. Pero tenga en tal caso la habilidad de contentarse con la realidad del poder, sin alardear de lo que posee. Un hombre, aunque sea poco enérgico y de temperamento blando, no dejará de rebelarse en su orgullo si, a los ojos de los suyos o de los ajenos, parece no detentar la autoridad en su casa."
Educación en roles "de hombres" y "de mujeres".
 
     Ángel del Hogar, Para ti, novia y esposa, 1968.






x 

 





 
El rechazo del cuestionamiento: opiniones sobre el feminismo





 
    
El feminismo español, como hemos mostrado, había existido durante la República y había conseguido avances importantes en la situación de las mujeres. Pero todos ellos fueron derogados desde el inicio mismo del franquismo, y se hizo necesario reivindicar que habían sido producto de políticas equivocadas, porque habían sido antinaturales. En los años 60 había habido un resurgir del feminismo en Europa y Estados Unidos, es decir, fuera de las fronteras españolas. Como en esos años ya comenzaba a existir una oposición al régimen y habían surgido algunos colectivos de mujeres, nuevamente el régimen decidió volver a oponerse a un movimiento feminista. Las siguientes afirmaciones muestran cómo a lo largo de la dictadura se les dijo a las mujeres españolas los horrores que el feminismo significaba.
 
 
 
     "El movimiento feminista, la aspiración de la mujer a disfrutar de los mismos derechos sociales que el hombre, es un intento absurdo y que desprestigia a la mujer como ser inteligente. ¿No se da cuenta de que al pedir la igualación sale perdiendo? ¿No ve que esto, además de ser imposible, porque no somos iguales, la perjudicaría? La única explicación posible de semejante disparate es la falta de feminidad entre quienes plantearon tales reivindicaciones y con pertinacia siguen persiguiéndolas. Las que acaudillan este movimiento suelen ser solteronas o mujeres psíquicamente viriles."
 
    
A. Clavero, médico, Antes de que te cases, 1946.
 
 
 

     "El verdadero feminismo es el que ensalza las virtudes propias de la mujer y particularmente las que se hallan vinculadas con la función augusta de la maternidad y entroniza la madre como reina del hogar; el falso feminismo, el que en el campo de la Eugenesia proclamaron Lady Somerset, Magdalena Pelletier, Gisela Streiberg y Elena Stóker, es que abrió de par en par las puertas del neomaltusianismo, emancipando a la mujer y haciéndola igual al hombre en sus derechos; para conseguir sus fines y obtener medios de subsistencia, les estorban a estas mujeres los hijos y la dependencia del marido, y así llegan a considerar el matrimonio como una traba, la maternidad como un impedimento degradante y el hogar como el mayor aburrimiento. Hay que luchar, pues, encarnizadamente contra ese pseudo feminismo, desarrollando en las mujeres, cualquiera que sea la clase social a que pertenezcan, la afición por la casa y un gran amor a todo lo que a ella pertenece."

 
    
Pedro Puig y Roig, médico, Para una generación mejor, 1955.
 
 
 
     "Una mujer puede defender sus derechos y hacer valer todas las prerrogativas sin caer en extremos de feminismo que convierten a la mujer en una caricatura de sí misma, cuando este modo de actuar se lleva a extremos tales. Por otra parte, la mujer feminista no debe ser confundida con el tipo viril, marimacho, falto de feminidad; por el contrario, el feminismo es la exacerbación de esa feminidad que en su deseo de elevar el sexo la lleva a crear su inconfundible tipo."
 
     María del Pilar Bueno y Antonio P. Ureta, Vida íntima de la mujer, 1961.
 
 
 
     Las afirmaciones que hemos reseñado son una buena muestra del adoctrinamiento ideológico que acompañó a las medidas políticas como sustento del modelo patriarcal vigente en los 40 años de dictadura. Como hemos señalado, a partir de los años 60 cambió la realidad social y económica, y también las medidas con respecto a la incorporación de las mujeres al mundo laboral. Esta realidad más el impacto que el turismo tuvo en las ideas y costumbres hizo que cuando Franco murió, España fuera muy diferente. Existía una generación de gente joven que tenía unas ideas más progresistas y quería cambios democráticos tanto en el Estado como en otras instituciones sociales. Esto hizo que el régimen no pudiera sobrevivir a Franco.
 
     Al mismo tiempo, a finales de los 60 y comienzos de los 70, se crearon importantes organizaciones de mujeres que eran parte de la oposición al régimen. Algunas estaban conectadas con las fuerzas democráticas ilegales y otras con grupos feministas. Estos grupos se hicieron bastante visibles en la transición a la democracia, y sus demandas volvieron a ser parte de la agenda democrática.





y XI




 
Anexo referente a las leyes





 
Esto es de una conferencia de Amparo Rubiales Torrejón. Vicepresidenta del Congreso de los Diputados.Sevilla, 31 de Octubre, de 2003
 
[url=http://www.ciudadanas.org/documentos/textoCONFERENCIA.pdf]http://www.ciudadanas.org/documentos/textoCONFERENCIA.pdf[/url]

 
Pero con la llegada de la dictadura franquista, muchos aspectos relacionados con la mujer, en particular, y con la familia, en general, cambiaron. A lo largo de toda ella, el deseo de proteger a la familia del Estado lo llevó a penalizar severamente los delitos sexuales (aborto, todo tipo de propaganda favorable a la contracepción, el amancebamiento y el adulterio femenino). Conseguir la armonía entre la realidad social correspondía a la Iglesia Católica y a la Sección Femenina. La abnegación y el sacrificio serían las virtudes que la niña, futura madre, habría de aprender en la escuela. El sexo sólo era tolerable con vista a la procreación en la familia. Fuera de este marco, constituía una aberración para el cuerpo y para el alma.
Las Constituciones españolas, hasta la de la Segunda República, omitían toda referencia al principio de igualdad entre los sexos. La Constitución de 1931 reconoció, por primera vez en nuestra historia, este principio, al establecer en su artículo 25 que: "No podrán ser fundamento de privilegio jurídico, el nacimiento, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas y las creencias religiosas" y aprobó el sufragio femenino, diciendo en su artículo 36 que "Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes", pero llegar a esta redacción no fue nada pacífico, de ello me he ocupado en otras ocasiones. Hubo un debate apisonado y apasionante en las Cortes constituyentes de la Segunda República, que esta publicado por el Congreso de los diputados, con un magnifica introducción de Amelia Valcárcel, y su consecución se hizo posible gracias a una mujer, Clara Campoamor, y a un partido, el socialista, que, aunque con divisiones en su seno, lo hicieron posible.

Reincorpora el llamado "uxoricidio por causa de honor" que suprimió el Código republicano. El delito de uxoricidio constituía un autentico privilegio concedido al hombre en defensa de su honor, en virtud del cual podía matar o lesionar a la esposa sorprendida en flagrante adulterio o a la hija menor de veintitrés años, mientras viviere en la casa paterna, cuando fuere sorprendida en análogas circunstancias.
Este delito se mantuvo en vigor en el ordenamiento jurídico español hasta la aprobación de la ley 79/1961 de 23 de diciembre de bases para la revisión y reforma del Código Penal y otras leyes penales, pero no se suprimió porque se pensara en que era arcaico e injusto, sino porque se consideraba que los mismos efectos podían conseguirse con la aplicación de la parte general del Código. La pena era solo de destierro.
La incriminación del adulterio es conocida por su grado de patetismo; se regula el adulterio solo de la mujer, pues para el hombre el tipo delictivo es otro, el amancebamiento
. El Código Penal de la República no consideró delito el adulterio, ni para el hombre ni para la mujer, puesto que la ley de divorcio existente en la época republicana, consideraba a la infidelidad como causa de disolución del matrimonio y no se necesitaba ninguna pena; con la dictadura se produjo la enorme regresión de la que ahora nos ocupamos.
La ley de 11 de mayo de 1942 vuelve a considerar punible tanto el adulterio como el amancebamiento y así pasa al Código Penal de 1944, el cual en su artículo 449 dice que: "Cometen adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido y el que yace con ella sabiendo que es casada, aunque después se declare nulo el matrimonio". El artículo 452 dice que para que haya delito hace falta que: "El marido tuviera manceba dentro de la casa conyugal o notoriamente fuera de ella". A la mujer se la castiga porque yazca una sola vez con varón que no sea su marido, aunque exista separación de hecho del marido, mientras que esta misma conducta realizada por este no resulta punible
; para que lo fuera hacía falta permanencia y habitualidad, una "canita al aire" no era delito, mientras que para la mujer, sí. Una sentencia de 8 de abril de 1958, dice que: "Los yacimientos extramatrimoniales del procesado tuvieron lugar en el domicilio de su madre y es improcedente la pretensión de la   querellante de que, por habitar en él el marido, fuese por tal circunstancia el domicilio conyugal". Hasta el 19 de enero de 1978 no se despenalizarían los delitos de adulterio y amancebamiento.
En el Código Penal también se castiga, faltaría más, el aborto causado de propósito y castigándose tanto a quien lo causa como a la mujer que consiente en que se lo realicen, aunque aparece privilegiado el aborto "honoris causa", producido por la mujer embarazada o por sus padres con el consentimiento de ella.
El honor es lo único que "favorece" a la mujer, hasta el punto de que hay figuras delictivas que privilegian conductas cuando las realiza una mujer para ocultar su deshonra; se regulan tipos atenuados del correspondiente tipo básico: parricidio, aborto, abandono de niños. En el "infanticidio privilegiado" se decía que: "La madre que para ocultar su deshonra matare a su hijo recién nacido será castigada con la pena de prisión menor. En la misma pena incurrirán los abuelos maternos que, para ocultar la deshonra de la madre, cometieren este delito". No se trataba de proteger a la mujer, sino a trasnochados conceptos del honor y de la honra que solo tienen las mujeres y los familiares cercanos. También está penalizada, lógicamente con la época, la difusión de los anticonceptivos.
En algunos de los delitos sexuales la mujer parece aparentemente protegida, pero en realidad esta protección no se dispensa en atención a ella, sino en atención a otros valores que nada o bien poco tienen que ver con la misma, como son el estupro simple, el rapto impropio o consensual y los delitos relativos a la prostitución.
En el estupro simple se castiga el yacimiento con mujer mayor de dieciséis años y menor de veintitrés, conseguido mediante engaño. La doctrina jurisprudencial, recoge Saínz Cantero, exige que la mujer sea honesta y de buenas costumbres; en la figura del estupro simple se "supone que hasta los veintitrés años la mujer es un ser frágil, quebradizo, débil, inexperto, inmaduro e irreflexivo, que puede ser sin autentica voluntad y libre consentimiento, seducida por el artificio varonil hasta el punto de decidirse a entablar relaciones .

 

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Pues éste era el panorama de las mujeres en el régimen de Franco. Como se ve, las leyes al respecto son una auténtica joya. Por supuesto, ninguna ley contra la violencia de género, ese problema ni se tenía en cuenta. No se hablaba del tema, la prensa no lo consideraba una realidad reseñable y las autoridades se dedicaban a otras cosas. Era inútil denunciar porque la policía y los jueces lo tomaban a broma.
     Pero entonces había muchas mujeres que aceptaban aquellas cosas, se casaban ilusionadas en las condiciones legales del momento, eran convencidas por la educación y lo consideraban como "natural", y hasta admiraban mucho a Franco. Incluso hoy en día...
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LAS MUJERES EN LA DICTADURA FRANQUISTA (TODO JUNTO Y SIN INTERFERENCIAS) Empty Re: LAS MUJERES EN LA DICTADURA FRANQUISTA (TODO JUNTO Y SIN INTERFERENCIAS)

Mensaje por Tetro Miér Sep 22, 2010 1:10 pm

En todo el mundo han habido muchos cambios en tabaquismo, machismo, alcoholismo, abuso de los niños, proteccion de los animales, etc

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