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Mi tío el desempleado, Ángel Santiesteban La Habana

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Mi tío el desempleado, Ángel Santiesteban La Habana Empty Mi tío el desempleado, Ángel Santiesteban La Habana

Mensaje por Azali Sáb Ene 09, 2010 10:58 pm

lunes 4 de enero de 2010


Mi tío el desempleado


Mi tío el desempleado, Ángel Santiesteban La Habana Tio+pepe


MI TÍO PEPE SE ALZÓ Como rebelde en las lomas de la Sierra Maestra, sin haberse rasurado por primera vez. Se dijo que fue precoz o vidente y supo, pensó él, y el resto de mi familia, cuándo subirse al tren de los futuros triunfadores. De todas formas, lo hizo por conciencia, soñaba con una revolución.
Al bajar de las lomas en enero del 59, trajo una espesa barba negra y varios collares de santajuanas, y la ametralladora Thompson sobre los hombros donde lucía su grado de capitán. Pertenecía a la tropa del Comandante Camilo Cienfuegos, quien meses después cayera al mar en una avioneta. Y extrañamente, a continuación, fueron licenciando a sus oficiales; de alguna forma, ellos también se hundieron con él. “Mi único Comandante”, repetía mi tío, y fue en cincuenta años un silencioso acto de insubordinación por lealtad a su extinto Jefe.
A partir de entonces mi tío aprendió a esperar como el proverbio árabe: se sentó en la puerta de su cabaña para ver pasar los triunfos por lo que se sacrificaron. Continuó apoyando el “proceso”, pues nada tenía que ver con sus intereses personales, y aseguraba que el cambio político había sido para beneficiar al pueblo.
La barba tupida de mi tío se hizo canosa y luego rala, los dientes desaparecieron, la escoliosis le impidió continuar la larga espera. Apenas conversaba. Dejó de asistir a las reuniones con los veteranos de la guerra. Hace pocos meses lo encontramos llorando, sentía vergüenza, nos dijo, no podía entender que en breve se llegara a cincuenta años de la “victoria” y la población se encontrara en peores condiciones.
Finalmente, enterramos a mi tío Pepe sin honores militares, le negaron a sus hijas colocar la bandera sobre su ataúd y exhibir las medallas que él suponía bien ganadas, pues el jefe de la Casa de los Combatientes aseguró que había claudicado al poner una soga en su cuello: dejó de ser un digno hijo de la patria.


Publicado por Los Hijos que nadie quiso en 12:31
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