Las Torres del Silencio zoroástricas

Las Torres del Silencio (también conocidas como dakhma o dokhma) son edificios funerarios de la religión zoroástrica. Se utilizan para la descomposición de los cuerpos por la acción del sol y la lluvia, ademas de su depredacion a cuenta de los buitres.

Su estructura es circular, y consta de una terraza para la exposición de los cuerpos y de un osario central, situado en un nivel inferior. La terraza esta dividida en tres círculos concentricos: el exterior para albergar a los hombres, el intermedio para las mujeres, y el interior para los niños. Incluye unos canalones radiales que permiten la evacuación de los fluidos corporales y de la lluvia hasta el osario central.Esta religión considera al cadáver humano como un elemento impuro, en el que ha entrado el espíritu malvado Ahriman, cuyo fin consiste en la destrucción del orden divino. Para evitar que el cuerpo del difunto contamine alguna de las Siete Creaciones, el código de leyes zoroastrico establece un estricto protocolo para deshacerse de los restos de la manera más segura posible.
Como parte de este protocolo, el cadáver ha de ser expuesto en alguna de estas torres. Una vez este sea devorado por los buitres y blanqueado por el sol, se depositaran los restos en el osario para que, con la ayuda de la cal, se desintegren totalmente.Aquí tenemos la vista aérea de una antigua torre situada en las afueras de Yadz, Iran. Actualmente se encuentra en desuso. Por razones sanitarias, en la década de los setenta del siglo pasado fue prohibida en aquel país la practica los ritos funerarios zoroastricos.En el cerro Malabar de Bombay, India, aun se encuentran en uso algunas de estas torres. La siguiente imagen data de alrededor de 1880. Notese la hilera de buitres posados en el borde de la torre.Estas otras, que muestran el interior de una torre, son de finales de los 90.Para entonces ya se consideraba un grave problema la desaparición de los buitres a causa del desarrollo urbanístico de Bombay. La ausencia de los carroñeros ha alargado considerablemente el proceso de descomposición de los cuerpos, hasta el punto que los zoroastricos se han visto obligados a utilizar, sin mucho éxito, alternativas artificiales tales como los concentradores solares