Carlos Alberto Montaner
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Carlos Alberto Montaner
La cita del día
August 15, 2011
“Quienes queremos el fin de la dictadura cubana y el establecimiento de un régimen plural y democrático en el que se respeten los derechos humanos, cometeríamos un error estratégico si hoy no le tendemos la mano a [Pablo] Milanés dentro del mejor espíritu de cordialidad cívica. Queremos una Cuba en la que quepan todos y se respete a todos, independientemente de los detalles que nos separen.
Lo que la dictadura de los Castro secretamente desea es que se prohíba el concierto, o que las manifestaciones de oposición sean tan estridentes como las que ellos orquestan, para transmitirles a sus huestes el mensaje de que no son posibles la reforma política, ni la ampliación de los márgenes de participación de la sociedad cubana, ni la tolerancia o aceptación de quienes se oponen al régimen comunista, simplemente porque se trata de opciones excluyentes con las que no es posible ninguna clase de entendimiento.
Nunca debe olvidarse esta paradójica premisa política: lo que desmoraliza y desconcierta a los totalitarios no es el empujón, sino el abrazo.”
August 15, 2011
“Quienes queremos el fin de la dictadura cubana y el establecimiento de un régimen plural y democrático en el que se respeten los derechos humanos, cometeríamos un error estratégico si hoy no le tendemos la mano a [Pablo] Milanés dentro del mejor espíritu de cordialidad cívica. Queremos una Cuba en la que quepan todos y se respete a todos, independientemente de los detalles que nos separen.
Lo que la dictadura de los Castro secretamente desea es que se prohíba el concierto, o que las manifestaciones de oposición sean tan estridentes como las que ellos orquestan, para transmitirles a sus huestes el mensaje de que no son posibles la reforma política, ni la ampliación de los márgenes de participación de la sociedad cubana, ni la tolerancia o aceptación de quienes se oponen al régimen comunista, simplemente porque se trata de opciones excluyentes con las que no es posible ninguna clase de entendimiento.
Nunca debe olvidarse esta paradójica premisa política: lo que desmoraliza y desconcierta a los totalitarios no es el empujón, sino el abrazo.”
Carlos Alberto Montaner, hoy, en Diario de Cuba.
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Re: Carlos Alberto Montaner
Estampas
862
Así que no tenemos que combatir al enemigo, tenemos que abrazarlo. ¡Qué digo abrazarlo! Amarlo. Vivir pendientes de cualquier chorrada que diga y amorosamente corresponder. A ver Pablito, besitos. Qué más da que digas esto hoy aquí cuando te conviene y mañana le mandes una carta de amor y una caja de chiviricos a tu querido Comandante.
Hay que abrazarte… es que se me humedecen los ojos.
Aunque se explica. Nadie se atreve a combatir a los Castro. Ni aquí ni allá. ¿Qué hacer para no quedar como consumados cobardes y arrastrapanzas mientras los sirios y los libios se hacen matar en las calles por la libertad? Pues dárnoslas de pacifistas catolicones fervorosos. Amor, amor, abrazos. No a la violencia. Paz Paz.
Hay quien dice que la prohibición del concierto de Milanés convendría a la dictadura. Señores, hay que demostrar que somos los demócratas, los buenos. Hace tiempo no leía nada tan ridículo. Así que después de medio siglo de dictadura feroz, horror, ausencia total de libertades, campos de trabajo, fusilamientos, decenas de miles de presos y asesinados, después de incalculables muertos en el mar, después de enterrar en los cementerios de Miami a los ahogados, después de las avionetas derribadas, después de los remolcadores hundidos, después de todo eso, ¿aún tenemos que demostrar que somos los buenos?
Mi respuesta a esa pregunta es muy sencilla: váyanse a la mierda.
Abrazos y besos y toda ese meapílico sermón estarán bien después, cuando haya terminado la dictadura.
Nunca antes.
Después, graciosamente, magnánimamente, aceptaremos a los traidores, a los colaboradores, incluso a los torturadores (como aceptamos en Miami a Ventura y a Masferrer). Pero no antes. Antes, equivale a una rendición. Una rendición grotesca porque se nota que estamos cagados de miedo. Se nota que jugamos la carta del abrazo no por grandeza, sino por resignación y porque nos hemos rendido miserablemente.
Viene el esbirro Milanés a cantar a Miami dirigido, corregido y aumentado por Villa Marista y en el exilio cubano proponen abrazarlo.
Aconsejo, ya que estamos en eso, chuparle también las enormes tetas.
Todo por la Patria.
http://www.emanaciones.com/
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Así que no tenemos que combatir al enemigo, tenemos que abrazarlo. ¡Qué digo abrazarlo! Amarlo. Vivir pendientes de cualquier chorrada que diga y amorosamente corresponder. A ver Pablito, besitos. Qué más da que digas esto hoy aquí cuando te conviene y mañana le mandes una carta de amor y una caja de chiviricos a tu querido Comandante.
Hay que abrazarte… es que se me humedecen los ojos.
Aunque se explica. Nadie se atreve a combatir a los Castro. Ni aquí ni allá. ¿Qué hacer para no quedar como consumados cobardes y arrastrapanzas mientras los sirios y los libios se hacen matar en las calles por la libertad? Pues dárnoslas de pacifistas catolicones fervorosos. Amor, amor, abrazos. No a la violencia. Paz Paz.
Hay quien dice que la prohibición del concierto de Milanés convendría a la dictadura. Señores, hay que demostrar que somos los demócratas, los buenos. Hace tiempo no leía nada tan ridículo. Así que después de medio siglo de dictadura feroz, horror, ausencia total de libertades, campos de trabajo, fusilamientos, decenas de miles de presos y asesinados, después de incalculables muertos en el mar, después de enterrar en los cementerios de Miami a los ahogados, después de las avionetas derribadas, después de los remolcadores hundidos, después de todo eso, ¿aún tenemos que demostrar que somos los buenos?
Mi respuesta a esa pregunta es muy sencilla: váyanse a la mierda.
Abrazos y besos y toda ese meapílico sermón estarán bien después, cuando haya terminado la dictadura.
Nunca antes.
Después, graciosamente, magnánimamente, aceptaremos a los traidores, a los colaboradores, incluso a los torturadores (como aceptamos en Miami a Ventura y a Masferrer). Pero no antes. Antes, equivale a una rendición. Una rendición grotesca porque se nota que estamos cagados de miedo. Se nota que jugamos la carta del abrazo no por grandeza, sino por resignación y porque nos hemos rendido miserablemente.
Viene el esbirro Milanés a cantar a Miami dirigido, corregido y aumentado por Villa Marista y en el exilio cubano proponen abrazarlo.
Aconsejo, ya que estamos en eso, chuparle también las enormes tetas.
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