Otra perpespectiva de la perra Dolores Ibarruri.
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Otra perpespectiva de la perra Dolores Ibarruri.
Su singularidad iconográfica oculta una nulidad intelectual casi
absoluta. Fue la adaptación celtibérica del estalinismo. Estuvo a punto
de meterse a monja. En el 68 suscribió una tibia crítica a la invasión
de Checoslovaquia. Apoyó con entusiasmo las masacres de los demócratas
alemanes, húngaros o checos.
Dolores
Ibárruri es la española más fotografiada de nuestra Historia, su nombre
es más conocido que el de cualquier mujer realmente importante en la
cultura o la política del siglo XX, ha tenido la veneración de una parte
de nuestro pueblo y concitado el odio de otra parte mucho mayor. Pero
casi nada de lo que se le atribuye, bueno o malo, es propiamente suyo.
Su singularidad iconográfica oculta una nulidad intelectual casi
absoluta: no hay un libro, un artículo, una sola frase que, de ser
buenos, sean suyos, y que, de ser suyos, sean buenos.
Como gran sacerdotisa de la iglesia marxista-leninista, fue vulgar hasta
en la sumisión con que siguió las directrices del más genocida de los
movimientos políticos contemporáneos: el comunismo de la época de
Stalin, en el que interpreta un papel de poco guión y mucha cámara.
La Pasionaria, como se le conoció siempre, es la carátula
hispánica del dogma estalinista; una imagen clásica y sombría, elegante y
arrogante, derrotada y noble, convencional en el fondo, de lo español
para extranjeros.
Si la Carmen de Merinée fue una popularísima españolada para la pequeña burgesía occidental, Pasionaria
fue una representación del antifascismo mediterráneo para la izquierda
de todo el mundo. Dolores Ibárruri es la Carmen de Stalin, una rebelde
de lo más obediente.
Nació en Gallarta (Mizcaya) en 1895, de familia minera y carlista.
Comenzó su andadura política por vía matrimonial, al casarse con un
minero socialista llamado Julián Ruiz, con el que adquirió ciertos
rudimentos de marxismo.
No pasó hambre de niña, como se ha dicho, y su formación escolar hasta
los 15 años fue buena para la época. El ambiente familiar, las lecturas
piadosas y su fortísimo carácter favorecieron una devoción religiosa que
la levó a las puertas del convento. Pero, leyendas aparte, no pasó de
ahí.
Ayudó a su marido en la Huelga Revolucionaria de 1917, lo acompañó en la
escisión procumunista del PSOE en 1919 y entró en el PCE y en el Comité
Provincial de Vizcaya en 1920.
Tras unos cuantos años de penalidades y aventuras en los que tuvo cinco
hijos: Ester, Rubén, Amagoya, Azucena y Amaya (éstas trillizas, de las
que murió Amagoya al poco de nacer y Azucena a los dos años), fue
afirmando su vocación política y encauzándola a través del periodismo de
partido. El Minero Vizcaíno y La Lucha de Clases fueron los escaparates del pseudónimo Pasionaria, que eligió ella misma porque su primer artículo salió durante la Semana de Pasión de 1918.
Su carrera fue lenta, condicionada por el carácter minúsculo y sectario
del comunismo español. Después del empujón inicial del marido, su
padrino político fue José Bullejos. Por él entró en el Comité Central en
1929, pero en 1932, la troika Bullejos-Adame-Trilla cayó por pretender cierta autonomía con respecto a Moscú.
Dolores Ibárruri, tras un amago de respaldo, traicionó a Bullejos y lo
injurió ritualmente. Nunca más se rebeló en serio contra la URSS. Así
sobrevivió en la dirección del PCE hasta su muerte en 1989, pocos meses
antes de la caída del Muro.
Pasionaria fue publicista eficaz y mitinera notable
dentro del género tremendista, pero la II República tenía oradores
formidables y en las Cortes a las que llegó en febrero del 36 el nivel
parlamentario de los comunistas era bajísimo.
Aunque no había muchas mujeres dedicadas a la política, La Pasionaria era superada en prestigio y popularidad dentro de la izquierda por Victoria Kent, Margarita Nelken o Federica Montseny.
Al fracasar parcialmente el Alzamiento del 18 de julio y convertirse en
Guerra Civil, el PCE va tomando importancia en función de la presencia
soviética, previo pago del oro del Banco de España. Pero son Negrín y
Alvarez del Vayo los hombres de Moscú en el Gobierno.
Los ministros Hernández y Uribe, José Díaz, secretario general del PCE, y
la muy fotografiada Dolores simplemente obedecen al hombre de Stalin,
Palmiro Togliatti, escoltado siempre por el búlgaro Stepanov y el
húngaro Erno Gerö.
La gran historia de amor y rencor de La Pasionaria comenzó
entonces, en plena Guerra Civil, cuando en 1937 se enamoró de Francisco
Antón, guapo mozo pero de nulo nivel intelectual y político al que
Dolores Ibárruri convirtió en super-comisario político, por el que se
enfrentó con Indalecio Prieto para que no fuera a pelear al frente y al
que promocionó hasta la cúpula del Partido Comunista de España (PCE).
Terminada la guerra, fue atrapado en Francia por los nazis, pero La Pasionaria
consiguió que Stalin se lo reclamara a Hitler y volviera a sus brazos
en Moscú. Mantuvieron relaciones durante una década. Pero cuando Dolores
pasaba de 50 él no tenía 40, y además ella tuvo problemas de salud y se
separaron.
Por aquel entonces, Francisco Antón se había enamorado en Francia de una
chica muy joven y muy guapa, tuvieron familia -una hija nació
subnormal- y pareció que, simplemente, su historia había terminado. ¡Sí,
sí, terminar! Cuando fracasaron las guerrillas del todo, Pasionaria siguió siempre con su táctica habitual de culpar a alguien de haber hecho mal lo que ella había pensado bien.
Todas las purgas del PCE, encabezadas finalmente por Pasionaria,
son iguales. Alguien es un obstáculo, por listo o por tonto. La
dirección, con Dolores al frente, carga contra él. Si los rusos no lo
respaldan, lo aplastan. Si ella se da cuenta de que la URSS puede no
estar de acuerdo, pacta en secreto con los rebeldes y carga contra sus
compañeros de la víspera. Así una y otra vez.
El golpe más asombroso lo dio en 1956, cuando Uribe, su mano derecha, se
dispone a terminar con la disidencia calculada de Carrillo y Claudín.
Santiago Carrillo acaba siendo la mano derecha de Dolores y Uribe es
condenado por el «culto a la personalidad» de Dolores y rematado por el
objeto de culto. Aplauso unánime.
Pero la venganza contra Antón fue algo especial. Primero lo hizo
culpable, junto a Santiago Carrillo , del fracaso del Partido en el
interior. Carrillo defendió a Antón pero, viendo que nada detendría a
Dolores, traicionó a su compañero de París y pasó a acusarlo de las
peores fechorías. Llamado a Moscú, Antón acepta su derrota y suscribe
una humillante autocrítica. Dolores no está satisfecha. Quiere que se le
acuse de más delitos. Antón se arrastra y se acusa de todo. No es
suficiente.
En Checoslovaquia tiene que trabajar hasta 20 horas diarias, con su
joven esposa que no puede atender a la hijita subnormal, pero la antigua
amante es implacable.
Cuando Antón ha reconocido hasta el número de sus víctimas en el partido
durante años, es cuando Dolores revela para sorpresa de todos algo que
sólo podía conocer por su intimidad con él: que su padre pertenecía a un
organismo policial. Vuelta a confesar y arrastrarse. Y para rematarlo
del todo -pues eso acarreaba la liquidación física-, Dolores lo acusa
finalmente de ser un agente extranjero.
Todo esto se hace en la cúpula del PCE, sin que se entere la base. Nadie
puede preguntar por qué, si Pasionaria sabía que era un hijo de policía
y un agente capitalista, se calló durante tantos años, mientras dormía
con él. Pero Líster, Uribe, Carrillo y demás estaban dispuestos a
liquidar a Antón. Lo salvó la muerte de Stalin.
Vázquez Montalbán ve en esta historia el feminismo de Dolores. De su
marido, exiliado, sólo se acordó en 1977, para un reportaje. ¡Tuvo
suerte!
De la guerra se recuerdan sus fotos. No cuando trabajó para derribar a
Largo Caballero y luego a Prieto, cuando pidió públicamente, y obtuvo,
la ilegalización del POUM, con el encarcelamiento de su dirección, la
tortura y asesinato de Nin y la calumnia póstuma.
Preconizó la resistencia a ultranza contra Franco, como quería Stalin,
aunque ella huyó por avión con la dirección del Partido sin haber
facilitado un éxodo menos horrible ni preparado una mínima estructura de
resitencia.
Inmediatamente después, ensalzó el pacto nazi-soviético y glosó el
reparto y represión de Polonia entre Stalin y Hitler. Algunos se lo
recordaron cuando murió su hijo Rubén en Stalingrado. Pero ella siguió
apoyando con entusiasmo las masacres de los demócratas alemanes, checos o
húngaros por la policía y el ejército soviéticos.
En el 68 suscribió la tibia crítica carrillista a la invasión de
Checoslovaquia, aunque el PCE nunca rompió con la URRS. Exiliada de lujo
en Moscú, nada hizo imprevisible o que pusiera en riesgo sus prebendas.
Volvió convertida en mito a España en 1977 y presidió la Mesa de Edad de
las primeras Cortes democráticas. ¡Suprema ironía! Sus alabanzas a
Stalin y a la represión comunista en medio mundo darían para un libro
tan grueso como repetitivo. Su carrera y su vida son bastante banales,
salvo para los mitómanos impenitentes, pero resultó fotogénica hasta el
final.
absoluta. Fue la adaptación celtibérica del estalinismo. Estuvo a punto
de meterse a monja. En el 68 suscribió una tibia crítica a la invasión
de Checoslovaquia. Apoyó con entusiasmo las masacres de los demócratas
alemanes, húngaros o checos.
Dolores
Ibárruri es la española más fotografiada de nuestra Historia, su nombre
es más conocido que el de cualquier mujer realmente importante en la
cultura o la política del siglo XX, ha tenido la veneración de una parte
de nuestro pueblo y concitado el odio de otra parte mucho mayor. Pero
casi nada de lo que se le atribuye, bueno o malo, es propiamente suyo.
Su singularidad iconográfica oculta una nulidad intelectual casi
absoluta: no hay un libro, un artículo, una sola frase que, de ser
buenos, sean suyos, y que, de ser suyos, sean buenos.
Como gran sacerdotisa de la iglesia marxista-leninista, fue vulgar hasta
en la sumisión con que siguió las directrices del más genocida de los
movimientos políticos contemporáneos: el comunismo de la época de
Stalin, en el que interpreta un papel de poco guión y mucha cámara.
La Pasionaria, como se le conoció siempre, es la carátula
hispánica del dogma estalinista; una imagen clásica y sombría, elegante y
arrogante, derrotada y noble, convencional en el fondo, de lo español
para extranjeros.
Si la Carmen de Merinée fue una popularísima españolada para la pequeña burgesía occidental, Pasionaria
fue una representación del antifascismo mediterráneo para la izquierda
de todo el mundo. Dolores Ibárruri es la Carmen de Stalin, una rebelde
de lo más obediente.
Nació en Gallarta (Mizcaya) en 1895, de familia minera y carlista.
Comenzó su andadura política por vía matrimonial, al casarse con un
minero socialista llamado Julián Ruiz, con el que adquirió ciertos
rudimentos de marxismo.
No pasó hambre de niña, como se ha dicho, y su formación escolar hasta
los 15 años fue buena para la época. El ambiente familiar, las lecturas
piadosas y su fortísimo carácter favorecieron una devoción religiosa que
la levó a las puertas del convento. Pero, leyendas aparte, no pasó de
ahí.
Ayudó a su marido en la Huelga Revolucionaria de 1917, lo acompañó en la
escisión procumunista del PSOE en 1919 y entró en el PCE y en el Comité
Provincial de Vizcaya en 1920.
Tras unos cuantos años de penalidades y aventuras en los que tuvo cinco
hijos: Ester, Rubén, Amagoya, Azucena y Amaya (éstas trillizas, de las
que murió Amagoya al poco de nacer y Azucena a los dos años), fue
afirmando su vocación política y encauzándola a través del periodismo de
partido. El Minero Vizcaíno y La Lucha de Clases fueron los escaparates del pseudónimo Pasionaria, que eligió ella misma porque su primer artículo salió durante la Semana de Pasión de 1918.
Su carrera fue lenta, condicionada por el carácter minúsculo y sectario
del comunismo español. Después del empujón inicial del marido, su
padrino político fue José Bullejos. Por él entró en el Comité Central en
1929, pero en 1932, la troika Bullejos-Adame-Trilla cayó por pretender cierta autonomía con respecto a Moscú.
Dolores Ibárruri, tras un amago de respaldo, traicionó a Bullejos y lo
injurió ritualmente. Nunca más se rebeló en serio contra la URSS. Así
sobrevivió en la dirección del PCE hasta su muerte en 1989, pocos meses
antes de la caída del Muro.
Pasionaria fue publicista eficaz y mitinera notable
dentro del género tremendista, pero la II República tenía oradores
formidables y en las Cortes a las que llegó en febrero del 36 el nivel
parlamentario de los comunistas era bajísimo.
Aunque no había muchas mujeres dedicadas a la política, La Pasionaria era superada en prestigio y popularidad dentro de la izquierda por Victoria Kent, Margarita Nelken o Federica Montseny.
Al fracasar parcialmente el Alzamiento del 18 de julio y convertirse en
Guerra Civil, el PCE va tomando importancia en función de la presencia
soviética, previo pago del oro del Banco de España. Pero son Negrín y
Alvarez del Vayo los hombres de Moscú en el Gobierno.
Los ministros Hernández y Uribe, José Díaz, secretario general del PCE, y
la muy fotografiada Dolores simplemente obedecen al hombre de Stalin,
Palmiro Togliatti, escoltado siempre por el búlgaro Stepanov y el
húngaro Erno Gerö.
La gran historia de amor y rencor de La Pasionaria comenzó
entonces, en plena Guerra Civil, cuando en 1937 se enamoró de Francisco
Antón, guapo mozo pero de nulo nivel intelectual y político al que
Dolores Ibárruri convirtió en super-comisario político, por el que se
enfrentó con Indalecio Prieto para que no fuera a pelear al frente y al
que promocionó hasta la cúpula del Partido Comunista de España (PCE).
Terminada la guerra, fue atrapado en Francia por los nazis, pero La Pasionaria
consiguió que Stalin se lo reclamara a Hitler y volviera a sus brazos
en Moscú. Mantuvieron relaciones durante una década. Pero cuando Dolores
pasaba de 50 él no tenía 40, y además ella tuvo problemas de salud y se
separaron.
Por aquel entonces, Francisco Antón se había enamorado en Francia de una
chica muy joven y muy guapa, tuvieron familia -una hija nació
subnormal- y pareció que, simplemente, su historia había terminado. ¡Sí,
sí, terminar! Cuando fracasaron las guerrillas del todo, Pasionaria siguió siempre con su táctica habitual de culpar a alguien de haber hecho mal lo que ella había pensado bien.
Todas las purgas del PCE, encabezadas finalmente por Pasionaria,
son iguales. Alguien es un obstáculo, por listo o por tonto. La
dirección, con Dolores al frente, carga contra él. Si los rusos no lo
respaldan, lo aplastan. Si ella se da cuenta de que la URSS puede no
estar de acuerdo, pacta en secreto con los rebeldes y carga contra sus
compañeros de la víspera. Así una y otra vez.
El golpe más asombroso lo dio en 1956, cuando Uribe, su mano derecha, se
dispone a terminar con la disidencia calculada de Carrillo y Claudín.
Santiago Carrillo acaba siendo la mano derecha de Dolores y Uribe es
condenado por el «culto a la personalidad» de Dolores y rematado por el
objeto de culto. Aplauso unánime.
Pero la venganza contra Antón fue algo especial. Primero lo hizo
culpable, junto a Santiago Carrillo , del fracaso del Partido en el
interior. Carrillo defendió a Antón pero, viendo que nada detendría a
Dolores, traicionó a su compañero de París y pasó a acusarlo de las
peores fechorías. Llamado a Moscú, Antón acepta su derrota y suscribe
una humillante autocrítica. Dolores no está satisfecha. Quiere que se le
acuse de más delitos. Antón se arrastra y se acusa de todo. No es
suficiente.
En Checoslovaquia tiene que trabajar hasta 20 horas diarias, con su
joven esposa que no puede atender a la hijita subnormal, pero la antigua
amante es implacable.
Cuando Antón ha reconocido hasta el número de sus víctimas en el partido
durante años, es cuando Dolores revela para sorpresa de todos algo que
sólo podía conocer por su intimidad con él: que su padre pertenecía a un
organismo policial. Vuelta a confesar y arrastrarse. Y para rematarlo
del todo -pues eso acarreaba la liquidación física-, Dolores lo acusa
finalmente de ser un agente extranjero.
Todo esto se hace en la cúpula del PCE, sin que se entere la base. Nadie
puede preguntar por qué, si Pasionaria sabía que era un hijo de policía
y un agente capitalista, se calló durante tantos años, mientras dormía
con él. Pero Líster, Uribe, Carrillo y demás estaban dispuestos a
liquidar a Antón. Lo salvó la muerte de Stalin.
Vázquez Montalbán ve en esta historia el feminismo de Dolores. De su
marido, exiliado, sólo se acordó en 1977, para un reportaje. ¡Tuvo
suerte!
De la guerra se recuerdan sus fotos. No cuando trabajó para derribar a
Largo Caballero y luego a Prieto, cuando pidió públicamente, y obtuvo,
la ilegalización del POUM, con el encarcelamiento de su dirección, la
tortura y asesinato de Nin y la calumnia póstuma.
Preconizó la resistencia a ultranza contra Franco, como quería Stalin,
aunque ella huyó por avión con la dirección del Partido sin haber
facilitado un éxodo menos horrible ni preparado una mínima estructura de
resitencia.
Inmediatamente después, ensalzó el pacto nazi-soviético y glosó el
reparto y represión de Polonia entre Stalin y Hitler. Algunos se lo
recordaron cuando murió su hijo Rubén en Stalingrado. Pero ella siguió
apoyando con entusiasmo las masacres de los demócratas alemanes, checos o
húngaros por la policía y el ejército soviéticos.
En el 68 suscribió la tibia crítica carrillista a la invasión de
Checoslovaquia, aunque el PCE nunca rompió con la URRS. Exiliada de lujo
en Moscú, nada hizo imprevisible o que pusiera en riesgo sus prebendas.
Volvió convertida en mito a España en 1977 y presidió la Mesa de Edad de
las primeras Cortes democráticas. ¡Suprema ironía! Sus alabanzas a
Stalin y a la represión comunista en medio mundo darían para un libro
tan grueso como repetitivo. Su carrera y su vida son bastante banales,
salvo para los mitómanos impenitentes, pero resultó fotogénica hasta el
final.
CalaveraDeFidel- Cantidad de envíos : 19144
Fecha de inscripción : 21/02/2009
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Nos anuncia el Secretario General de PCE de Langreo la “V Semana cultural Pasionaria”. Ahora que estamos con la “Media Memoria Histérica” conviene hacer memoria de todos los mitos de la época. Justo y saludable es. No sé ahora porque a “La Pasionaria” le llaman Pasionaria, ¿será más fino? Cuando ella empezó a escribir en la prensa (El Minero Vizcaíno y La Lucha de Clases) firmaba La Pasionaria. La razón era que su primer artículo se publicó (7-4-18) durante la Semana de Pasión de 1918. Y así siguió hasta ahora. Contar la historia de tan virtuosa dama sería largo, pero unas pinceladas se pueden dar.Toquemos sus frases rotundas y heroicas, por la que murió tanta gente. ¡MÁS VALE MORIR DE PÍE QUE VIVIR DE RODILLAS! ¡NO PASARÁN! ¡MÁS VALE SER VIUDA DE UN HEROE QUE MUJER DE UN COBARDE! ¡LUCHA NUMANTINA! Y demás ingeniosas ocurrencias, Azaña se olía la tostada: “los numantinos, que cuentan con aviones y cuentas corrientes secretas en Suiza”. I. Prieto, Convulsiones de V.II, p.83. Eran magnificas, el único problema serio era que doña Dolores no se creía ni media. A los suyos les convencía rápidamente para que no les hiciesen ningún caso, cierto que a los otros les fusilaba y no tenían más remedio que hacérselo. Así por ejemplo tenía a un joven, 27 sabrosos añitos, bastante menos que ella, de compañero sentimental y marchoso comunista llamado Francisco de Antón. Los fascistas decían su querido (ya sabemos como son). De él decía Ángel Maestre: “guapo mozo de nulo nivel intelectual y político al que Dolores convirtió en súper-comisario político, al que promocionó hasta la cúpula del PCE”. Al legítimo y padre de sus hijos lo tenía en Somosierra, dando tiros a los moros, cumpliendo como un hombre las viriles frases que se le ocurrían a su señora Supongo que contento. Era Antón valiente comisario (teniente coronel al cambio) de una Brigada que estaba en el frente (Teruel), en los lugares de mayor riesgo y fatiga, naturalmente la brigada, no su Paco. Éste casualmente, desde su lío con nuestra virtuosa dama, esta viviendo en Madrid. Prieto (PSOE, ministro de Defensa) desaprensivo, decidió que todos los comisarios estuviesen donde deberían estar, y mira por donde, nuestro Paco se iba a la guerra, dejando de prestar los imprescindibles e insustituibles servicios al PCE, a la República y a la Patria en Madrid. A La Pasionaria tan dura con los demás combatientes no le sentó muy bien el asunto, no se sabe porque. Uribe (PCE, ministro de Agricultura) provocó una reunión del Consejo Superior de Guerra, para que Antón se mantuviese en su puesto anterior, mucho más necesario para el bien de la democrática II República, por la que los demás estaban peleando y muriendo. “Para los comunistas Antón era imprescindible”. Prieto no cedió. Fue a verle Jesús Fernández (PCE, ministro de Instrucción), “para indicarme que si no era posible en el terreno oficial, diese cualquier otra solución al caso Antón”. Se mantuvo firme y confirmo el destino al frente. No se incorporó, Prieto le dio de baja en el Comisariado. La Pasionaria le visitó sin conseguir nada. I. Prieto, Convulsiones de España, V.II, p. 27 y ss. Contaba en el Comité Nacional del PSOE: “La tremolina que se armó porque... tuviera... que irse a una unidad combatiente... fue verdaderamente pueril”. I. Prieto, Como y por qué salí del Ministerio de Defensa Nacional, p.42 Los comunistas deciden echar a Prieto, no era capaz de comprender la magnitud del sufrido servicio que Antón cumplía con todo su entusiasmo, y no digamos nada del entusiasmo de doña Lola. Ésta abre el fuego. “Para la Pasionaria… Teruel le brindaba la oportunidad de desacreditarle”. Eusebio Cimorra (editor de Mundo Obrero), Un mito llamado Pasionaria, p.183. La Pasionaria se refería a Prieto: “Quienes siembran el derrotismo... son los incapaces y cobardes... desde el Comisariado se realiza una política... de eliminación de comisarios... citados... por su heroísmo... no estamos dispuestos a que se continué por ese camino”. (Salvó Prieto que salió corriendo para México, pues me la estaba poniendo de los nervios). D. Ibárruri, En la lucha, p.248-61. Falta casi un mes para el fin de la guerra, la sufrida dama sale en el primer avión para Argel desde Elda. Por aquello de los numantinos que decía don Manuel, no tenía cuanta en Suiza pero sí una muy sustanciosa en París. “El PC francés había administrado para compras de material de guerra dos mil quinientos millones de francos (10 billones de pesetas actuales) entregados por Negrín… había retirado para si (el PCF)... cantidades considerables de dinero proporcionadas por Negrín... Parte del tesoro español sacado... estaba “custodiado” por comunistas franceses”. Prieto. Convulsiones de España II, p.16. Exiliada muy ricamente en Moscú, puso al pacto nazi-soviético por las nubes, iba conseguir la paz en Europa, como mandaba el padrecito Stalin. Le encantó que se repartiesen la católica Polonia. Como sería su amistad con los nazis, que La Pasionaria consiguió que su Paco, aquel que tantos servicios importantes y tan próximos, pegaditos mejor, le había prestado, a la sazón detenido por estos en Francia, fuese enviado a Moscú en vez de a Madrid como se lo habían prometido a Franco, con gran cabreo de éste, mayor respiro de Paco e inmenso gustirrinín de nuestra heroína. Que cada vez que lo pensaba le entraba un cosquilleo que no se podía aguantar. Mantuvieron relaciones durante una década y Antón se fue. Se había enamorado en Francia de una joven muy guapa, tuvieron una hija subnormal, y pareció que la historia había terminado. ¡Sí, sí, terminar! ¡Empezaba! Habían fracasado las guerrillas en España (intento de penetración por el Pirineo que duró tres días), de aquello hacía casi diez años, nuestra Lola echo toda la culpa a Antón. Primero le hizo culpable, junto a Carrillo, del fracaso del Partido en el interior. Carrillo, viendo que era la ocasión de hacer méritos, traicionó a su compañero de París y pasó a acusarlo de las peores fechorías. Llamado a Moscú, Antón suscribe una humillante autocrítica. Dolores no está satisfecha. Antón se arrastra y se acusa de todo. No es suficiente. Cuando ha reconocido hasta el número de sus víctimas en el partido durante años (que eran muchas), es cuando Dolores revela, para sorpresa de todos, algo que sólo podía conocer por su intimidad con él: Su padre pertenecía a la policía franquista. Vuelta a confesar y arrastrarse. Y para rematarlo del todo, pues eso acarreaba la liquidación física, Dolores lo acusa finalmente de ser un agente extranjero. Le salvó la muerte de Stalin. Otro día podemos hablar de los niños de la guerra, que tanto deben a doña Lola. La Pasionaria impidió por todos los medios el regreso de los niños refugiados en Rusia, que constantemente solicitaron el Gobierno español y sus familias. Jesús Hernández (PCE, miembro del CC, ministro en guerra, luego arrepentido tuvo que huir de la URSS) en "El país de la gran mentira" así lo asegura, cuando la caritativa mujer ejemplar dijo en el Comité Central del PCE a los que se lo proponían: "No podemos permitir que salgan de aquí como furibundos antisoviéticos". Solo pudieron venir en el 56 después de la muerte de Stalin y la perdida de influencia de doña Lola. |
CalaveraDeFidel- Cantidad de envíos : 19144
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: Otra perpespectiva de la perra Dolores Ibarruri.
la odiosa perra
CalaveraDeFidel- Cantidad de envíos : 19144
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: Otra perpespectiva de la perra Dolores Ibarruri.
Era stalinista , eso resume todo lo que era.
_________________
Azali- Admin
- Cantidad de envíos : 50980
Fecha de inscripción : 27/10/2008
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