Cuanto Tetro era feto ha de haber recibido mala nutrición
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Cuanto Tetro era feto ha de haber recibido mala nutrición
Alimento para el cerebro
La nutrición de la madre es esencial para el correcto desarrollo y
funcionamiento del cerebro. Los crucialmente importantes ácidos grasos
esenciales deben venir necesariamente de la madre porque el feto es
incapaz de fabricar los suyos propios. Si no tienes una cantidad
suficiente, el feto los sustituirá por otros ácidos grasos, inferiores,
que pueden ejercer un efecto a largo plazo sobre su cerebro y sistema
nervioso.
El ácido fólico es una vitamina B que ayuda a prevenir los defectos
de la médula espinal y el cerebro, llamados “defectos del tubo neural”
(DTN), como por ejemplo la espina bífida o la anencefalia (ausencia
de cerebro). Los DTN suceden en el primer mes de embarazo, por lo que
un par de meses antes de quedarte embarazada deberías estar tomando
400 microgramos (mcg) de ácido fólico al día para reducir el riesgo de
que tu bebé tenga DTN. Y una vez embarazada, se debe de aumentar esta
cantidad hasta los 600 u 800 mcg.
Además, la colina y el yodo también son esenciales para el
desarrollo cerebral. La primera –también una vitamina B- es necesaria
para fabricar las membranas celulares y para la división celular; es
empleada por las células nerviosas y, según estudios efectuados sobre
animales, se asocia a los centros de memoria y aprendizaje del cerebro.
Una dieta equilibrada suele proporcionar suficiente colina, aunque
sus principales fuentes son los huevos, la carne roja, la soja, las
lentejas, los garbanzos, el arroz o los cacahuetes.
En cuanto
al yodo, hay que señalar que el desarrollo del cerebro depende, entre
otros, del suministro materno de la hormona tiroidea, en cuya síntesis
interviene el yodo. De ahí la crucial importancia de este
micronutriente esencial en el menú diario de toda embarazada. Una
alimentación pobre en este mineral puede acarrear enfermedades
tiroideas en las madres, y puede suponer asimismo el riesgo de que el
bebé nazca con hipotiroidismo y causar lesiones cerebrales en el niño
durante el embarazo y la lactancia.
Como las cantidades diarias requeridas son difíciles o imposibles de
mantener, siempre que lo recomiende el médico debe suplementarse la
dieta con productos farmacológicos.
Aparte de estos micronutrientes, el tejido cerebral también requiere
grasa. De hecho, más del 60% del cerebro está compuesto de grasa,
sobre todo de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LCP). Como
el bebé no es capaz de fabricar sus propios ácidos grasos, y necesita
que sus suministros provengan de las reservas de su madre, la dieta
de una embarazada debe contener: DHA (ácido docosahexaeonico), un
ácido graso esencial omega 3 que supone el 10-15% del peso del córtex
cerebral de un bebé y que se encuentra mayoritariamente en el salmón,
el arenque o la anchoa; AA (ácido araquidónico), que se encuentra
sobre todo en las semillas, como las pipas de girasol y de calabaza y
en sus aceites, y cuya carencia puede favorecer una menor inteligencia
y problemas como la dislexia.
Si tu dieta es pobre en LCP, tu bebé seguramente obtendrá el AA y
DHA que necesita de tu cerebro, lo que explica la falta de
concentración y memoria y la imprecisión que experimentan muchas
mujeres embarazadas al final del embarazo.
La nutrición de la madre es esencial para el correcto desarrollo y
funcionamiento del cerebro. Los crucialmente importantes ácidos grasos
esenciales deben venir necesariamente de la madre porque el feto es
incapaz de fabricar los suyos propios. Si no tienes una cantidad
suficiente, el feto los sustituirá por otros ácidos grasos, inferiores,
que pueden ejercer un efecto a largo plazo sobre su cerebro y sistema
nervioso.
El ácido fólico es una vitamina B que ayuda a prevenir los defectos
de la médula espinal y el cerebro, llamados “defectos del tubo neural”
(DTN), como por ejemplo la espina bífida o la anencefalia (ausencia
de cerebro). Los DTN suceden en el primer mes de embarazo, por lo que
un par de meses antes de quedarte embarazada deberías estar tomando
400 microgramos (mcg) de ácido fólico al día para reducir el riesgo de
que tu bebé tenga DTN. Y una vez embarazada, se debe de aumentar esta
cantidad hasta los 600 u 800 mcg.
Además, la colina y el yodo también son esenciales para el
desarrollo cerebral. La primera –también una vitamina B- es necesaria
para fabricar las membranas celulares y para la división celular; es
empleada por las células nerviosas y, según estudios efectuados sobre
animales, se asocia a los centros de memoria y aprendizaje del cerebro.
Una dieta equilibrada suele proporcionar suficiente colina, aunque
sus principales fuentes son los huevos, la carne roja, la soja, las
lentejas, los garbanzos, el arroz o los cacahuetes.
En cuanto
al yodo, hay que señalar que el desarrollo del cerebro depende, entre
otros, del suministro materno de la hormona tiroidea, en cuya síntesis
interviene el yodo. De ahí la crucial importancia de este
micronutriente esencial en el menú diario de toda embarazada. Una
alimentación pobre en este mineral puede acarrear enfermedades
tiroideas en las madres, y puede suponer asimismo el riesgo de que el
bebé nazca con hipotiroidismo y causar lesiones cerebrales en el niño
durante el embarazo y la lactancia.
Como las cantidades diarias requeridas son difíciles o imposibles de
mantener, siempre que lo recomiende el médico debe suplementarse la
dieta con productos farmacológicos.
Aparte de estos micronutrientes, el tejido cerebral también requiere
grasa. De hecho, más del 60% del cerebro está compuesto de grasa,
sobre todo de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LCP). Como
el bebé no es capaz de fabricar sus propios ácidos grasos, y necesita
que sus suministros provengan de las reservas de su madre, la dieta
de una embarazada debe contener: DHA (ácido docosahexaeonico), un
ácido graso esencial omega 3 que supone el 10-15% del peso del córtex
cerebral de un bebé y que se encuentra mayoritariamente en el salmón,
el arenque o la anchoa; AA (ácido araquidónico), que se encuentra
sobre todo en las semillas, como las pipas de girasol y de calabaza y
en sus aceites, y cuya carencia puede favorecer una menor inteligencia
y problemas como la dislexia.
Si tu dieta es pobre en LCP, tu bebé seguramente obtendrá el AA y
DHA que necesita de tu cerebro, lo que explica la falta de
concentración y memoria y la imprecisión que experimentan muchas
mujeres embarazadas al final del embarazo.
luik- Cantidad de envíos : 9436
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