"Empecé a matar para salvarle la vida a mi hermanita"
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"Empecé a matar para salvarle la vida a mi hermanita"
Empecé a matar para salvarle la vida a mi hermanita
“La vez que me ordenaron mi primer jale -de ir a matar-, sentí miedo de que algo fuera a salir mal. Pero yo tenía un único objetivo en mente, que era salvar la vida de mi hermanita”, así comienza el testimonio del joven sicario que, al sentirse sin más oportunidades, se vio orillado a enlistarse en el ejército del infierno que ha sembrado de cadáveres las calles de Juárez.
“Tuve que dejar mi sueño de ser ingeniero civil, para pagar las consultas, el tratamiento y las medicinas de mi pequeña hermana que está enferma de leucemia”, refiere.
Así lo platica éste asesino a sueldo que accedió a conceder una entrevista para UM-News, en la sombra de la noche, en un predio alejado de la ciudad.
La reportera aguardaba sentada en el asiento del copiloto de un auto cuando repentinamente, en medio de la oscuridad, llegó una troca de la que descendió uno de los tantos roba vidas que hay esta urbe. El hombre que conducía el mueble volvió a arrancar la camioneta y se marchó.
La verdad es que yo pensaba que la entrevista no se iba a dar, pues el encuentro con el pistolero lo había acordado a través de una tercera persona, quien me informó del lugar en donde debíamos esperarlo, bajo la advertencia que de último minuto su amigo sicario podría desistirse.
El sujeto se apeó de la troca de un brinco y se dirigió al vehículo en que me encontraba, a cuyo volante estaba mi amigo, quien previamente había acordado la entrevista.
El sicario se desfajó una pistola -ante el pánico indecible que yo sentí en ese momento- y se metió al auto ocupando el asiento posterior, en donde dejó recostada el arma mientras se disponía a la plática.
“Disculpa, pero a la ‘morena’ la debo cargar a todas partes”, dice refiriéndose a la pistola.
YA NO ME PUEDO SALIR DE ESTO
Yo me hallaba en el asiento del copiloto con la mirada al frente viendo la nada -la noche-, y él estaba sentado en la parte trasera del auto y dice:
“Mi vida a está llena de dificultades y cosas malas pero siempre he tratado de ser fuerte con lo que me pasa.
“Pero hubo algo en mi vida que me pegó muy duro; la enfermedad de mi hermana. Pensar en que se podía morir me llenaba de coraje y a la vez de miedo. Era prácticamente lo único bueno en mi vida”, explica.
“De niño veía como mi papá le pegaba a mi mamá cuando llegaba bien borracho. Había días en que no teníamos que comer y él se lo gastaba todo en la tomada, le tengo mucho coraje a mi papá, pero pues es mi papá”, dice con una voz recia llena de dolor y apretando las mandíbulas y su puño como si se estuviera viviendo otra vez aquellos terribles días.
“Yo sabía que si le entraba a este trabajo, solamente podría salir con los pies por delante. Pero la verdad eso ya no me importa, porque ya cumplí con mi principal objetivo que era salvar la vida de mi hermana.
“Sé que lo que ahora tengo es a base del dolor de otros, pero prefiero que sufran ellos a sufrir yo”, añade como si pretendiera desquitar con el dolor de sus víctimas el dolor que de niño tuvo que padecer.
-¿No crees que estás jugando a ser Dios?, pregunté.
Dio una pequeña risilla burlona, y dijo entre dientes Dios: “Yo no juego a ser Dios, simplemente cobro una factura cuyo monto es la vida.
“Yo cumplo las órdenes que me dan y si me ordenan matar a alguien es porque algo hizo, la vida nunca va a ser justa”, externa y mientras el joven asesino me da más confianza de seguir preguntando cosas que jamás pensé que escucharía de otro ser humano.
-¿Que sientes cuando matas?
Se queda pensativo, por unos momentos creíamos que la entrevista había terminado.
“Ahora que lo pienso bien ya no siento nada. Allá por el tercer o cuarto trabajo si me dio un poco de remordimiento y en las noches a veces hasta llegué a soñarlos.
“Pero luego ya me hice indiferente, es como en cualquier otro trabajo. Como comerciante muy pocas veces te preocupas por las personas que te compran algo, pues el objetivo es vender. En esto mi objetivo es ganar dinero, para mí no son víctimas, para mí son ingresos”, confiesa.
“A mí también han intentado matarme. Una vez, durante una balacera, veníamos de ver al jefe y estábamos en una borrachera. De repente se nos cerró una camioneta desde la que comenzaron a dispararnos.
“Andábamos tan borrachos y drogados que ni tiempo nos dio de contestar. No sé cómo fue pero no me vieron porque me hice bola detrás del asiento. Pero me tocó una bala en la espalda que nunca me saqué, pero como no me estorbaba pues hay la dejé mira, tiéntala”, explica y se descubre el costado en donde se aprecia una protuberancia.
La sonrisa que había dibujado en los labios, de pronto desapareció cuando mencionó que sus tres acompañantes murieron ese día.
“Los conocía desde que entré a este rollo. Uno de ellos fue el que me enseñó como se mueve todo aquí”, refiere y luego guarda silencio y se queda callado por unos segundos:
“A veces he sentido como si alguien me cuidara. Dios sabe que yo entré aquí por lo de mi hermana y Él sabe que yo me hubiera quedado en el barrio si no hubiera necesitado el dinero, Él sabe también que ya no me puedo salir de esto”, dijo mientras acariciaba la cruz de un rosario que colgaba de su cuello.
-¿Qué pensaste en ese momento? ¿Cuándo te dispararon?
“Me sentí aturdido como si estuviera perdido. Cuando me tocó el balazo empecé a recordar toda mi vida, pero no lo malo, sino las cosas buenas que me habían pasado: vi a mi madre riendo, a mi hermana jugando y a mi padre en sus cinco sentidos.
“Pensé que mi misión en esta vida ya había terminado al fin y al cabo viví algún tiempo feliz, porque lo que ahora tengo no lo hubiera tenido ni con 50 años trabajando honestamente y mucho menos hubiera podido salvar a mi hermana”, apunta.
Y ahí nos encontrábamos dos personas -y un testigo mudo- totalmente diferentes en medio de la oscuridad y de la nada, sintiéndome tan vulnerable y el tan imponente con su arma en la mano.
El hizo una llamada y en cuestión de minutos llegó la misma troca a recogerlo y su última frase fue “las cosas no son como parecen. Todo tiene una razón de ser”.
Al tiempo que se fajaba la pistola en el cinturón, lentamente caminaba y se iba perdiendo en la oscuridad de la noche. Entonces subió a la camioneta y tomó de nuevo su camino para seguir robando vidas.
“La vez que me ordenaron mi primer jale -de ir a matar-, sentí miedo de que algo fuera a salir mal. Pero yo tenía un único objetivo en mente, que era salvar la vida de mi hermanita”, así comienza el testimonio del joven sicario que, al sentirse sin más oportunidades, se vio orillado a enlistarse en el ejército del infierno que ha sembrado de cadáveres las calles de Juárez.
“Tuve que dejar mi sueño de ser ingeniero civil, para pagar las consultas, el tratamiento y las medicinas de mi pequeña hermana que está enferma de leucemia”, refiere.
Así lo platica éste asesino a sueldo que accedió a conceder una entrevista para UM-News, en la sombra de la noche, en un predio alejado de la ciudad.
La reportera aguardaba sentada en el asiento del copiloto de un auto cuando repentinamente, en medio de la oscuridad, llegó una troca de la que descendió uno de los tantos roba vidas que hay esta urbe. El hombre que conducía el mueble volvió a arrancar la camioneta y se marchó.
La verdad es que yo pensaba que la entrevista no se iba a dar, pues el encuentro con el pistolero lo había acordado a través de una tercera persona, quien me informó del lugar en donde debíamos esperarlo, bajo la advertencia que de último minuto su amigo sicario podría desistirse.
El sujeto se apeó de la troca de un brinco y se dirigió al vehículo en que me encontraba, a cuyo volante estaba mi amigo, quien previamente había acordado la entrevista.
El sicario se desfajó una pistola -ante el pánico indecible que yo sentí en ese momento- y se metió al auto ocupando el asiento posterior, en donde dejó recostada el arma mientras se disponía a la plática.
“Disculpa, pero a la ‘morena’ la debo cargar a todas partes”, dice refiriéndose a la pistola.
YA NO ME PUEDO SALIR DE ESTO
Yo me hallaba en el asiento del copiloto con la mirada al frente viendo la nada -la noche-, y él estaba sentado en la parte trasera del auto y dice:
“Mi vida a está llena de dificultades y cosas malas pero siempre he tratado de ser fuerte con lo que me pasa.
“Pero hubo algo en mi vida que me pegó muy duro; la enfermedad de mi hermana. Pensar en que se podía morir me llenaba de coraje y a la vez de miedo. Era prácticamente lo único bueno en mi vida”, explica.
“De niño veía como mi papá le pegaba a mi mamá cuando llegaba bien borracho. Había días en que no teníamos que comer y él se lo gastaba todo en la tomada, le tengo mucho coraje a mi papá, pero pues es mi papá”, dice con una voz recia llena de dolor y apretando las mandíbulas y su puño como si se estuviera viviendo otra vez aquellos terribles días.
“Yo sabía que si le entraba a este trabajo, solamente podría salir con los pies por delante. Pero la verdad eso ya no me importa, porque ya cumplí con mi principal objetivo que era salvar la vida de mi hermana.
“Sé que lo que ahora tengo es a base del dolor de otros, pero prefiero que sufran ellos a sufrir yo”, añade como si pretendiera desquitar con el dolor de sus víctimas el dolor que de niño tuvo que padecer.
-¿No crees que estás jugando a ser Dios?, pregunté.
Dio una pequeña risilla burlona, y dijo entre dientes Dios: “Yo no juego a ser Dios, simplemente cobro una factura cuyo monto es la vida.
“Yo cumplo las órdenes que me dan y si me ordenan matar a alguien es porque algo hizo, la vida nunca va a ser justa”, externa y mientras el joven asesino me da más confianza de seguir preguntando cosas que jamás pensé que escucharía de otro ser humano.
-¿Que sientes cuando matas?
Se queda pensativo, por unos momentos creíamos que la entrevista había terminado.
“Ahora que lo pienso bien ya no siento nada. Allá por el tercer o cuarto trabajo si me dio un poco de remordimiento y en las noches a veces hasta llegué a soñarlos.
“Pero luego ya me hice indiferente, es como en cualquier otro trabajo. Como comerciante muy pocas veces te preocupas por las personas que te compran algo, pues el objetivo es vender. En esto mi objetivo es ganar dinero, para mí no son víctimas, para mí son ingresos”, confiesa.
“A mí también han intentado matarme. Una vez, durante una balacera, veníamos de ver al jefe y estábamos en una borrachera. De repente se nos cerró una camioneta desde la que comenzaron a dispararnos.
“Andábamos tan borrachos y drogados que ni tiempo nos dio de contestar. No sé cómo fue pero no me vieron porque me hice bola detrás del asiento. Pero me tocó una bala en la espalda que nunca me saqué, pero como no me estorbaba pues hay la dejé mira, tiéntala”, explica y se descubre el costado en donde se aprecia una protuberancia.
La sonrisa que había dibujado en los labios, de pronto desapareció cuando mencionó que sus tres acompañantes murieron ese día.
“Los conocía desde que entré a este rollo. Uno de ellos fue el que me enseñó como se mueve todo aquí”, refiere y luego guarda silencio y se queda callado por unos segundos:
“A veces he sentido como si alguien me cuidara. Dios sabe que yo entré aquí por lo de mi hermana y Él sabe que yo me hubiera quedado en el barrio si no hubiera necesitado el dinero, Él sabe también que ya no me puedo salir de esto”, dijo mientras acariciaba la cruz de un rosario que colgaba de su cuello.
-¿Qué pensaste en ese momento? ¿Cuándo te dispararon?
“Me sentí aturdido como si estuviera perdido. Cuando me tocó el balazo empecé a recordar toda mi vida, pero no lo malo, sino las cosas buenas que me habían pasado: vi a mi madre riendo, a mi hermana jugando y a mi padre en sus cinco sentidos.
“Pensé que mi misión en esta vida ya había terminado al fin y al cabo viví algún tiempo feliz, porque lo que ahora tengo no lo hubiera tenido ni con 50 años trabajando honestamente y mucho menos hubiera podido salvar a mi hermana”, apunta.
Y ahí nos encontrábamos dos personas -y un testigo mudo- totalmente diferentes en medio de la oscuridad y de la nada, sintiéndome tan vulnerable y el tan imponente con su arma en la mano.
El hizo una llamada y en cuestión de minutos llegó la misma troca a recogerlo y su última frase fue “las cosas no son como parecen. Todo tiene una razón de ser”.
Al tiempo que se fajaba la pistola en el cinturón, lentamente caminaba y se iba perdiendo en la oscuridad de la noche. Entonces subió a la camioneta y tomó de nuevo su camino para seguir robando vidas.
luik- Cantidad de envíos : 9436
Fecha de inscripción : 11/07/2011
Edad : 41
Re: "Empecé a matar para salvarle la vida a mi hermanita"
http://www.oem.com.mx/elmexicano/notas/n2261617.htm
Tetro- Cantidad de envíos : 5903
Fecha de inscripción : 08/03/2009
Re: "Empecé a matar para salvarle la vida a mi hermanita"
Siempre se debe de poner el enlace(la fuente)
Tetro- Cantidad de envíos : 5903
Fecha de inscripción : 08/03/2009
Re: "Empecé a matar para salvarle la vida a mi hermanita"
Tetro escribió:Siempre se debe de poner el enlace(la fuente)
A veces me da huevonada hacerlo.
luik- Cantidad de envíos : 9436
Fecha de inscripción : 11/07/2011
Edad : 41
Re: "Empecé a matar para salvarle la vida a mi hermanita"
Como de costumbre, correlaciono este tema con el aborto:
¿No está aplicando este tipo una filosofía semejante a la que subyace al aborto terapéutico?
luik- Cantidad de envíos : 9436
Fecha de inscripción : 11/07/2011
Edad : 41
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