Lattel y su contra-inteligencia
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Lattel y su contra-inteligencia
Lattel y su contra-inteligencia (I)
Enviado por ei en abril 27, 2012 – 10:32 am
Arnaldo M. Fernández
Al pasar por los telecentros de Hialeah Gardens (Canal 41) y Medley (Canal 22), el teniente coronel de la inteligencia militar estadounidense (DIA, por sus siglas en inglés) Christopher Simmons subió el listón de las revelaciones hasta la persuasión racional. Para persuadirnos de que Castro sabía que Lee Harvey Oswald iba a matar a Kennedy —y pasar gato de Rolando Cubela preso 13 años por libre de doble agente de Castro— el ex analista de mesa de la CIA Brian Latell abunda en frívolas persuasiones de mercadotecnia y politiquería. El plan estriba en revelar Castro’s Secrets adentrándose en the CIA and Cuba’s Intelligence Machina para dar el libro que ya viene adelantando hasta extractos en los Heralds anglo e hispano de Miami.
La primera entrega del pasado sábado encierra —según Simmons—un error histórico garrafal. Latell asevera que «al final de los años sesenta, nosotros, los analistas de mesa de la CIA, nada sabíamos acerca del equipo personal de asesinos de Castro y, francamente, muy poco acerca de esa compulsión suya hacia la venganza mortal». Latell busca de antemano ceñirse al asesinato de personas bien individualizadas para explicar que Castro dejó a Oswald matar a Kennedy. Así pasa por alto un episodio que hubiera sido —por enfilarse contra EE. UU. y guardar precedencia y proximidad en el tiempo al asesinato de JFK— mejor argumento que la cacería puntual de ciertos bolivianos vinculados a la ejecución extrajudicial del Che Guevara.
Se trata de la acción terrorista de mayor envergadura dentro de EE. UU. antes de 9-11, planificada por Castro para el «Black Friday» de 1962 con más de mil libras de TNT, granadas y hasta dispositivos incendiarios. Los objetivos eran las tiendas Macy’s, Gimbels y Bloomingdale de Nueva York; la Estatua de la Libertad, la estación de ómnibus de Calle 42, la Grand Central Station y otras paradas del metro en Manhattan, así como refinerías de petróleo en Nueva Jersey. Sólo que el FBI detuvo (noviembre 17, 1962) a 3 agentes castristas disfrazados de diplomáticos ante Naciones Unidas (Roberto Lázaro Santiesteban Casanova, José Gómez Abad y su esposa, Elisa Montero – Foto © NYT) y a 2 inmigrantes (Marino Antonio Esteban del Carmen Sueiro y José García Orellana). Así se desbarató el complot, que se estima involucraba de 25 a 50 personas. Al parecer había tanto ajetreo en la mesa de análisis de la CIA y otro tanto ahora en dar a imprenta el libro Castro’s Secrets: The CIA and Cuba’s Intelligence Machina (Palgrave Macmillan, 2012, 288 páginas), que Latell olvidó este antecedente de tanto peso sobre la pulsión de Castro a «la venganza mortal».
http://eichikawa.com/2012/04/lattel-y-su-contra-inteligencia-i.html
Enviado por ei en abril 27, 2012 – 10:32 am
Arnaldo M. Fernández
Al pasar por los telecentros de Hialeah Gardens (Canal 41) y Medley (Canal 22), el teniente coronel de la inteligencia militar estadounidense (DIA, por sus siglas en inglés) Christopher Simmons subió el listón de las revelaciones hasta la persuasión racional. Para persuadirnos de que Castro sabía que Lee Harvey Oswald iba a matar a Kennedy —y pasar gato de Rolando Cubela preso 13 años por libre de doble agente de Castro— el ex analista de mesa de la CIA Brian Latell abunda en frívolas persuasiones de mercadotecnia y politiquería. El plan estriba en revelar Castro’s Secrets adentrándose en the CIA and Cuba’s Intelligence Machina para dar el libro que ya viene adelantando hasta extractos en los Heralds anglo e hispano de Miami.
La primera entrega del pasado sábado encierra —según Simmons—un error histórico garrafal. Latell asevera que «al final de los años sesenta, nosotros, los analistas de mesa de la CIA, nada sabíamos acerca del equipo personal de asesinos de Castro y, francamente, muy poco acerca de esa compulsión suya hacia la venganza mortal». Latell busca de antemano ceñirse al asesinato de personas bien individualizadas para explicar que Castro dejó a Oswald matar a Kennedy. Así pasa por alto un episodio que hubiera sido —por enfilarse contra EE. UU. y guardar precedencia y proximidad en el tiempo al asesinato de JFK— mejor argumento que la cacería puntual de ciertos bolivianos vinculados a la ejecución extrajudicial del Che Guevara.
Se trata de la acción terrorista de mayor envergadura dentro de EE. UU. antes de 9-11, planificada por Castro para el «Black Friday» de 1962 con más de mil libras de TNT, granadas y hasta dispositivos incendiarios. Los objetivos eran las tiendas Macy’s, Gimbels y Bloomingdale de Nueva York; la Estatua de la Libertad, la estación de ómnibus de Calle 42, la Grand Central Station y otras paradas del metro en Manhattan, así como refinerías de petróleo en Nueva Jersey. Sólo que el FBI detuvo (noviembre 17, 1962) a 3 agentes castristas disfrazados de diplomáticos ante Naciones Unidas (Roberto Lázaro Santiesteban Casanova, José Gómez Abad y su esposa, Elisa Montero – Foto © NYT) y a 2 inmigrantes (Marino Antonio Esteban del Carmen Sueiro y José García Orellana). Así se desbarató el complot, que se estima involucraba de 25 a 50 personas. Al parecer había tanto ajetreo en la mesa de análisis de la CIA y otro tanto ahora en dar a imprenta el libro Castro’s Secrets: The CIA and Cuba’s Intelligence Machina (Palgrave Macmillan, 2012, 288 páginas), que Latell olvidó este antecedente de tanto peso sobre la pulsión de Castro a «la venganza mortal».
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