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Es que esto parece una peliculita de espanto, pero es que yo he estado frente a un panteon familiar abierto, ahi en el cementerio de Colon..

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Es que esto parece una peliculita de espanto, pero es que yo he estado frente a un panteon familiar abierto, ahi en el cementerio de Colon.. Empty Es que esto parece una peliculita de espanto, pero es que yo he estado frente a un panteon familiar abierto, ahi en el cementerio de Colon..

Mensaje por Azali Jue Ago 30, 2012 9:58 pm

Los muertos perdidos





  • Es que esto parece una peliculita de espanto, pero es que yo he estado frente a un panteon familiar abierto, ahi en el cementerio de Colon.. Olpardo
  • Orlando Luis Pardo
    La Habana, Cuba



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  • ago 30, 2012 • 12:10h
  • 14 comentarios



Es que esto parece una peliculita de espanto, pero es que yo he estado frente a un panteon familiar abierto, ahi en el cementerio de Colon.. Cementerio-reina

Ella es una señora sola, católica devota de un famoso barrio de las afueras, y conservaba a todos sus muertos en un panteón familiar. El Cementerio Colón, más temprano que tarde, la reuniría con ellos y con Dios. Santa palabra. La tristeza de vivir no es eterna.

Pero, ay, ahora el encuentro tendrá que esperar hasta la resurrección programada en el trailer final de la Biblia. Apocubalipsis. Porque hace pocas semanas ella descubrió que los restos de sus ocho cadáveres amados habían desaparecido. Necrofagia y punto final. Ni un molar o un cabello o una hebilla de cinto o una suela de zapato para su consuelo. Le robaron los muertos imaginados de su memoria. Su biografía no vale ya nada. Mujer muerta en vida, de un buró a otro de la necrópolis cubana, donde todos la dan por loca de atar, a pesar de (o precisamente por) blandir los papeles de sus ocho enterramientos con cuño, exhumaciones firmadas por el entonces administrador (hoy inhumado o exiliado, da igual), recibos anuales de pago puntual, entre otras formalidades fuera de fecha.

Para colmo, la solitaria señora está aterrada y es incapaz de contar en público su horror (el terror es simplemente esa mudez, esa imposibilidad de decir: a mí me ocurrió). La víctima no quiere politizar este vandalismo. Prefiere, sin embargo, confiar todavía en el sistema necrológico cubano. Apela a las instancias pertinentes (es decir, a las mismas que la desvalijaron). Y le ha escrito incluso a Caridad Diego y Eusebio Leal, menudo par de confe$ore$ para su indecible, casi indecente, dolor.

Cuando comienzo a contar esta historia espeluznante, a atizar la indignación y el caos en La Habanada, resulta que soy un gil. Las familias de muchos de mis amigos comparten alegremente historias así. No es el fin del mundo ni mucho menos. Los cementerios de provincia son el paraíso de los ladrones. A casi todos, en algún momento, le han robado uno o dos muertecitos enterrados en la tierra santa de la Revolución (propiedad, por cierto, de la Oficina del Historiador, propiedad a su vez del Consejo de Estado: acaso tenía razón nuestra señora al elegir a sus destinatarios y rechazarme a mí).

Se supone sea cosa de brujeros con la complicidad corrupta de enterradores y funcionarios (los que bajaron el ataúd de Oswaldo Payá Sardiñas, con uniformes de estreno y músculos de entrenamiento profesional, no eran los famélicos empleados del cementerio, sino de un ministerio mucho más interior: de hecho, todavía custodian su tumba quién sabe si para evitar que se lucre con sus despojos democratizantes).

Hay mil y un amarres y tragedias que se cocinan con sazón de muertos (los niños serían los más cotizados, junto con la raza china, esa exquisitez). Pero ni una sola de tales recetas es para atizar el Bien: los cubanos nos desgastamos sólo para desgraciarnos más la existencia, nunca para liberarnos ni curarnos del Mal. Con esos ripios podridos de carne y hueso se montan temidos maleficios para a su vez matar a otros cubanos, en una espiral asquerosa que los etnólogos esteticistas de la revista Catauro llamarían “el crisol de la cubanidad”.

Por el momento, sobre todo si no vives en la Isla porque te desterraron o te fugaste años atrás, te reto a que busques en tu panteón familiar. A lo mejor te falta una tía del alma, la pobre, a quien ayudaste con vitaminas y minerales hasta el final de su lenta e irreversible enfermedad. A lo peor ya no tienes padres y eres un huérfano de tercera generación porque: 1) se murieron de verdad, 2) se los robaron pa´l carajo, 3) tú lo ignoras cuando te humillas al pedir un Permiso de Entrada para ponerle una flor a nadie.

Tal vez por esto desde los generales hasta los pordioseros están pidiendo ser cremados en Cuba. Renuncian al envoltorio de Dios con tal de no terminar envenenando a algún prójimo en un bayú del diablo entre tambores y alcohol. Pero ni eso. El polvo también funciona. Y se cotiza sabroso.

Compatriota de cadáveres al descampado, disculpa que insista con una morbosidad de peliculita clásica de espanto, pero: ¿ya chequeaste a tus muertos?

Orlando Luis Pardo
La Habana

http://www.penultimosdias.com/2012/08/30/los-muertos-perdidos/



Y donde vi ,han faltado los huesos del osario....

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Es que esto parece una peliculita de espanto, pero es que yo he estado frente a un panteon familiar abierto, ahi en el cementerio de Colon.. Cdba10
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