EL PARTIDO DE WALL STREET GOBIERNA EL MUNDO Y CAUSA LAS CRISIS
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EL PARTIDO DE WALL STREET GOBIERNA EL MUNDO Y CAUSA LAS CRISIS
Pablo Iglesias
Profesor de Ciencia Política en la Complutense, donde también estudió Derecho. Tras doctorarse, se especializó en humanidades en la Universidad Carlos III y en filosofía de los media y comunicación en el European Graduate School. Polemista por vocación y fascinado por la comunicación política, dirige y presenta la tertulia política La TuerKa, que muchos consideran la más crítica de la televisión.
Twitter: @Pablo_Iglesias_
15-S: El Partido del Pueblo frente al Partido de Wall Street
15 sep 2012
Compartir: Etiquetas: 15S, Capitalismo, Neoliberalismo, Wall Street
Poco después de ser elegido presidente de los EEUU, Bill Clinton declaró irónicamente: “¿Pretenden decirme que el éxito del programa económico y de mi reelección dependen de la Reserva Federal y de un puñado de mercaderes de bonos?”. Viniendo de alguien que se jugó su carrera política dejándose hacer (o exigiendo que le hicieran) una mamada en el despacho oval, no deberíamos restarle valor a lo que dijo el más seductor de los presidentes norteamericanos desde Kennedy. Clinton, sin duda, le echó agallas al reconocer que en los Estados Unidos, al menos desde que saltara por los aires el sistema de Bretton Woods con el abandono del patrón oro, manda un solo partido, el Partido de Wall Street.
Pero si algo hemos aprendido desde la quiebra de Lehman Brothers es que el de Wall Street es el más leninista de los partidos; no sólo manda en Estados Unidos, es un partido de clase con vocación internacional.
El Partido de Wall Street representa a aquellos que viven hoy en el ático del sistema económico. Es el que favoreció las hipotecas subprime en los Estados Unidos que sirvieron para desahuciar a millones de estadounidenses pobres primero (afroamericanos, latinos y mujeres separadas con hijos) y de clase media después. El Partido de Wall Street, encabezado por el secretario del Tesoro y ex director ejecutivo de Goldman Sachs Henry Paulson, fue el que dio un golpe de Estado en Washington obligando al gobierno norteamericano a inyectar setecientos mil millones de dólares en el sistema bancario. Es el mismo partido en el que milita Merkel, el que ayer fijaba planes de ajuste estructural en países periféricos y hoy programas de recortes en Europa.
Este partido lleva activo desde mucho antes de que estallara esta crisis y ha mantenido siempre una línea política precisa: proteger a las instituciones financieras. El Partido de Wall Street fue el que obligó a México a rescatar a sus bancos en 1982 aplicando una máxima que los europeos del sur conocemos hoy muy bien “privatizar los beneficios y socializar los riesgos” y el que hizo secretario general de su sección en aquel país a Carlos Slim (el hombre más rico del mundo) que a principios de los noventa pudo privatizar el sistema mexicano de telecomunicaciones. Entre los ilustres funcionarios del Partido de Wall Street en las últimas décadas destacan Margaret Thatcher, que aplastó al movimiento obrero en Reino Unido, Augusto Pinochet que hizo lo propio con el Gobierno de la Unidad Popular a costa de miles de muertos, o Ronald Reagan que diseñó un sistema fiscal que concentraba toda la presión sobre las familias pobres y de clase media al tiempo que libraba a los ricos de pagar impuestos. Este partido fue el que favoreció la deslocalización de la producción industrial para aumentar los beneficios a costa de mano de obra barata y sin derechos. El Partido de Wall Street también tiene funcionarios en España, entre los que destacan prominentes gobernantes (algunos con carnet del PSOE y otros con carnet del PP) que pasan de los consejos de administración de las grandes empresas a los consejos de ministros y viceversa. Una de las más destacas funcionarias de este partido en las últimas semanas es Esperanza Aguirre que ha logrado finalmente convencer a su camarada Adelson de hacer negocios juntos en Madrid (yo haré que te forres y tú me financiarás la campaña como has hecho en EEUU).
Pero entonces ¿Qué significa lo que hemos visto este 15 de septiembre en las calles? Quizá estemos ante lo más parecido en España a la militancia del partido de los que no viven en el ático del sistema económico; trabajadores sindicados, ciudadanos indignados, grupos de izquierdas, migrantes, movimientos sociales, gente normal, mucha gente que ha vuelto a confluir en un clamor contra los recortes.
Sin embargo, los dirigentes del Partido de Wall Street tienen mucha más conciencia de sí mismos, de sus intereses, de su proyecto político y de no tener más patria que su dinero y sus privilegios, que la gente normal que no vive en el ático.
Está claro que la pregunta política crucial a responder en estos momentos es quien está llamado a asumir el papel de contención a la lógica del capital que, en los siglos XIX y XX, correspondió al movimiento obrero y a los movimientos de liberación nacional.
Habrá quien quiera responder que precisamente eso es lo que hay que hacer: recuperar las banderas y los símbolos de un glorioso pasado. Pero la historia sólo se repite como farsa y la política no permite el atajo de sustituir las horas grises de estudio que requieren los diagnósticos y los análisis por cuadros de santos en la pared y fraseologías repetidas. Es indudable que el marxismo tiene más vigencia que nunca para explicar el funcionamiento histórico de la economía, pero la política, aunque nunca haya sido autónoma ni independiente de la economía, tiene su propia lógica (de esto se dieron cuenta los mejores marxistas), como hemos comprobado con la inmensa demostración popular catalana el martes en la Diada.
Por eso la izquierda no debería olvidar que el único partido que podrá enfrentarse al Partido de Wall Street será el Partido del Pueblo, cualquiera que sea su forma o el color de sus banderas.
http://blogs.publico.es/pablo-iglesias/77/15-s-el-partido-del-pueblo-frente-al-partido-de-wall-street/
Sócrates- Admin
- Cantidad de envíos : 11525
Fecha de inscripción : 18/03/2009
Re: EL PARTIDO DE WALL STREET GOBIERNA EL MUNDO Y CAUSA LAS CRISIS
PAYASO.
Jamás los estadounidenses aceptarán el intervencionismo del estado en la ideología y en la libertad del pueblo.
Jamás los estadounidenses aceptarán el intervencionismo del estado en la ideología y en la libertad del pueblo.
CalaveraDeFidel- Cantidad de envíos : 19144
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: EL PARTIDO DE WALL STREET GOBIERNA EL MUNDO Y CAUSA LAS CRISIS
Los estadounidenses se harán revolucionarios cuando dejen de vivir en la abundancia, cuando el capitalismo de su país deje de ser tan fuerte o incluso se hunda, y eso claro que puede ocurrir puesto que ninguna potencia mundial lo ha sido siempre sino que siempre se han turnado en la cumbre del mundo las diferentes potencias y sus imperios: Roma, el imperio persa, el griego de Alejandro Magno, el imperio turco y otros imperios musulmanes, el imperio español, el portugués, Francia, Inglaterra y ahora Estados Unidos.
Todos ellos fueron en su momento la mayor potencia del mundo, y TODO CAMBIA.
Los yanquis ahora viven con el cuento de que se creen los mejores y que el mundo es suyo, pero también se van dando cuenta poco a poco de sus meteduras de pata.
La guerra de Vietnam tuvieron que abandonarla por cansancio ante un pueblo decidido a liberarse que no les daba tregua y ante una opinión pública internacional y sobre todo nacional que cada vez se oponía con más fuerza. El partido republicano perdió las últimas elecciones en favor de Obama por el cansancio y desengaño ante las guerras de Irak y Afganistán, porque esta gente no para de meterse en guerras para luego hacer películas de Rambo, Chuck Norris, Swazeneger, otras glorificando a la CIA y demás. En Irak y en Afgnistán cada vez está más claro el fracaso de la intromisión yanqui y la realidad de que guerras que creían ganadas LAS ESTÁN PERDIENDO y van a retirarse (ya lo están haciendo).
El resultado de esas intervenciones es que aumenta el odio de los países musulmanes hacia Estados Unidos y Occidente en general y que prendan con más fuerza las ideas de los fanáticos religiosos islámicos.
Mientras tanto, esos mismos estadounidenses apoyan y sostienen tiranías islámicas en varios países árabes sólo porque se ponen de su parte. Apestan por todas partes, no hay por donde cogerlos.
Todos ellos fueron en su momento la mayor potencia del mundo, y TODO CAMBIA.
Los yanquis ahora viven con el cuento de que se creen los mejores y que el mundo es suyo, pero también se van dando cuenta poco a poco de sus meteduras de pata.
La guerra de Vietnam tuvieron que abandonarla por cansancio ante un pueblo decidido a liberarse que no les daba tregua y ante una opinión pública internacional y sobre todo nacional que cada vez se oponía con más fuerza. El partido republicano perdió las últimas elecciones en favor de Obama por el cansancio y desengaño ante las guerras de Irak y Afganistán, porque esta gente no para de meterse en guerras para luego hacer películas de Rambo, Chuck Norris, Swazeneger, otras glorificando a la CIA y demás. En Irak y en Afgnistán cada vez está más claro el fracaso de la intromisión yanqui y la realidad de que guerras que creían ganadas LAS ESTÁN PERDIENDO y van a retirarse (ya lo están haciendo).
El resultado de esas intervenciones es que aumenta el odio de los países musulmanes hacia Estados Unidos y Occidente en general y que prendan con más fuerza las ideas de los fanáticos religiosos islámicos.
Mientras tanto, esos mismos estadounidenses apoyan y sostienen tiranías islámicas en varios países árabes sólo porque se ponen de su parte. Apestan por todas partes, no hay por donde cogerlos.
Sócrates- Admin
- Cantidad de envíos : 11525
Fecha de inscripción : 18/03/2009
Socialismo y capitalismo
China capitalista socialista, Cuba socialista abriendose al capitalismo y Sócrates hablando de USA socialista, los paises capitalistas de Europa son mas socialistas que Cuba, USA es mas socialista que Cuba, los servicios sociales de USA, existen gracias al capitalismo. El capital es la base, sin capital no hay progreso, lo malo es cuando el gobierno controla todas las actividades de un pais, cuando eso pasa, los ciudadanos se convierten en policías de sus hermanos, como ocurrió en la URSS, como ocurre enCuba
Tetro- Cantidad de envíos : 5903
Fecha de inscripción : 08/03/2009
Re: EL PARTIDO DE WALL STREET GOBIERNA EL MUNDO Y CAUSA LAS CRISIS
Tetro, no confundamos ser más socialista con ser mucho más rico.
Sócrates- Admin
- Cantidad de envíos : 11525
Fecha de inscripción : 18/03/2009
Re: EL PARTIDO DE WALL STREET GOBIERNA EL MUNDO Y CAUSA LAS CRISIS
Tienes razón.Tetro escribió:China capitalista socialista, Cuba socialista abriendose al capitalismo y Sócrates hablando de USA socialista, los paises capitalistas de Europa son mas socialistas que Cuba, USA es mas socialista que Cuba, los servicios sociales de USA, existen gracias al capitalismo. El capital es la base, sin capital no hay progreso, lo malo es cuando el gobierno controla todas las actividades de un pais, cuando eso pasa, los ciudadanos se convierten en policías de sus hermanos, como ocurrió en la URSS, como ocurre enCuba
Y Sócrates ¿por fin admite que los USA son socialistas? Jua, Pero no te confundas, socialista rico es inadmisible, para un gallego lo pase de un plato medio vacío y dos cubiertos por persona es despilfarro consumista.
CalaveraDeFidel- Cantidad de envíos : 19144
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: EL PARTIDO DE WALL STREET GOBIERNA EL MUNDO Y CAUSA LAS CRISIS
Socrates, que conio en el socialismo? pobreza? ....
_________________
Azali- Admin
- Cantidad de envíos : 50978
Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: EL PARTIDO DE WALL STREET GOBIERNA EL MUNDO Y CAUSA LAS CRISIS
Cuando un ciudadano que tiene que hacer un gasto extra –vivienda, una
enfermedad, solidaridad con amigos o familiares, inversión en estudios,
un vehículo para trabajar- decide endeudarse para afrontar el problema
sobrevenido, no está viviendo por encima de sus posibilidades: está
haciendo un cálculo de necesidades para que su vida sea menos miserable.
Los que tienen dinero no viven estos problemas. Su fondo de seguridad
es amplio e histórico. En cambio, a perro flaco, todo se le vuelven
pulgas. Es así desde el comienzo de la humanidad. Como antes no había
seguridad social, los pueblos inventaron el cuento de Cenicienta. Sólo
te saca del agujero un golpe de suerte. Hoy sabemos que Pretty Woman es
mentira y que los príncipes sólo se salvan a ellos mismos y a sus
descendientes. Celo laboral. El grueso de la gente, o va a la revolución
o a la resignación. La televisión y el fútbol se encargan de que nos
interese más la maldad de Mourinho que la de la OTAN o el dedo que meten
en el ojo de la vida de otros los que asesinan de hambre a niños en
Somalia.
El sistema financiero no debiera nunca prestar dinero a quien no lo
necesita. Lo que no significa que no lo haga. Es lugar común con los
especuladores, que casi siempre juegan con dinero de otros. Lo hizo
también metiendo los billetes en los bolsillos de la gente hasta que les
convencieron de que no pasaba nada, de que vivir es gastar, de que ya
arreglarían cuentas. Una manera de hacer más propia de la mafia que de
bancos con alguna conciencia del medio plazo (véase las Confesiones de un ganster económico,
de John Perkins, para ahuyentar ingenuidades). La alternativa sería
prestar con inteligencia, gastar con inteligencia. La sensatez de los
que se sientan a la hora de la cena con la familia a repasar las
cuentas. Cualquier persona vinculada al mundo financiero sabe que los
pobres son muy buenos pagadores.
Las actuales democracias de partidos han ido degenerando al calor de
la degeneración económica. La justificación de la imposibilidad de
formas de democracia directa (algo que sólo sería posible, según
argumentó el liberal Bobbio, en la polis griega), la comprensión de la democracia como un mercado (las tesis de Anthony Downs), el fin de la historia o las tesis de la tercera vía (Fukuyama
y Giddens) que disolvieron las diferencias ideológicas entre la
socialdemocracia y los democristianos y liberales, o la reducción de la
democracia a fórmulas electorales (hasta el punto en el que el sentido común cree que la culpa de la mala democracia la tiene D´Hondt) cartelizó
el sistema de partidos, al punto que los controladores del cártel
dejaron de lado el hecho incontrovertible del alejamiento ciudadano de
los políticos. Esto les permitió hacer de las elecciones cartas a los
reyes magos, crecer como profesión allá donde hubiera el menor nicho de
mercado, tomar decisiones irresponsables y, en definitiva, convertirse
en rehenes de los grupos que terminaban financiando su modus vivendi (los bancos).
Hoy, una vez más –recordemos el Pacto de Estabilidad, el proyecto de
Constitución Europea-, se pretende constitucionalizar el fin de la
política socialdemócrata, incumpliendo para ello las reglas
constitucionales que reclaman a la soberanía popular su consentimiento.
La política, sabemos los politólogos, es conflicto, y la lucha de clases
existe aunque los trabajadores estén más entretenidos con la huelga del
futbol que con la huelga general.
Que el déficit se convierta en una realidad permanente no es
positivo. Estar toda la vida endeudado y pagando intereses no es un
proyecto atractivo, salvo para los amigos del sablazo y los que viven de
esos intereses. Cuentas equilibradas, en el medio y largo plazo, son
una propuesta económica sensata.
Pero si se mira a los últimos treinta años, hay unas preguntas que
dirigen la mirada hacia la cara oculta de la luna: ¿por qué de manera
invariable la recaudación del impuesto sobre la renta crece mientras la
del impuesto de sociedades baja? ¿Por qué las constructoras, en
conciliábulo con los poderes públicos, han hecho su agosto, su
septiembre y su octubre con obras faraónicas a mayor gloria de su cuenta
de resultados? ¿Por qué ha crecido tanto el gasto militar, que además
nos lleva a guerras en donde no se nos ha perdido nada que sea nuestro?
¿Por qué se han suprimido impuestos que sólo benefician a los más
ricos? ¿Por qué no hay avances sustanciales en la lucha contra el fraude
fiscal? ¿Por qué no se persiguen a los paraísos fiscales y a sus
inquilinos? ¿Para cuándo la regulación del capital financiero?
El capitalismo es un modo de producción con un comportamiento
cíclico. Tiene ciclos de subida y ciclos de bajada. En uno de estos
últimos estamos. La propuesta keynesiana es contracíclica: enfriar
cuando la inflación es un problema, estimular –con déficit- cuando es
menester un “gasto extra” para salir del atolladero. Las políticas de
gasto –de gasto social, pero también de ese gasto al servicio de los
privilegiados señalado-, junto con el apoyo del grueso de la clase
política a la lógica neoliberal, nos han llevado a la situación actual.
La solución de Zapatero-Rajoy-Rubalcaba (éste último haciendo un papelón
que parecía exclusivo del “digo-Diego de su jefe de Gobierno) pasa por
que sean los trabajadores los que paguen el ajuste. Los mercados nos
gobiernan y los dos grandes partidos comparten las líneas principales.
¿Hace falta el Parlamento? Para que no haya dudas, se trata de
constitucionalizar ese techo. Y, por supuesto, sin preguntar a la
ciudadanía, no vaya a ser que esté en contra.
Aumentar el déficit público cuando tenemos dificultades como país
tiene claras ventajas. Primero, porque cuando te estás muriendo de
hambre, reducirte la ración de alimento sólo te lleva a la muerte. En
segundo lugar, si un país -y no los particulares- tiene un problema de
deuda, el problema lo tenemos todos. Suelen ser momentos en
donde necesitamos ponernos de acuerdo para ver cómo, entre todas y
todos, salimos del agujero. Entonces, el país -entero- se sienta a la
hora de la cena alrededor de la mesa y decide cómo planear el futuro. Y
en vez de reformas constitucionales neoliberales, se plantea que es
momento de reinventar el pacto social.
El techo constitucional al déficit es una medida que desecha
solventar los problemas atendiendo a las necesidades de las mayorías. La
solución que ofrece para solventar la diferencia entre ingresos y
gastos pasa casi exclusivamente por reducir el gasto público que
beneficia a las mayorías. No tiene otro sentido la constitucionalización
del techo del déficit. De ahí que los prestamistas, agazapados detrás
del anonimato de “los mercados”, celebren esas medidas que esclavizan a
la ciudadanía para que pague una deuda que crecientemente va a ver, como
en Islandia, como ilegítima. Y que nadie se engañe: si tomas una medida
dirigida a que sean los sectores medios y bajos de la población quienes
carguen con el peso de la crisis, no busques luego políticas públicas
que vayan en otra dirección. Si te maniatan, te ponen una venda en la
cabeza y te arrodillan, haces bien en pensar que te van a ejecutar.
Incluir en la Constitución un techo para el déficit público implica
buscar soluciones en la tradición neoliberal: subidas de impuestos
indirectos, endurecimiento de las condiciones laborales,
privatizaciones, venta del patrimonio público o reducciones del gasto
social.
Si esta medida viniera acompañada de algún tipo de “acuerdo social”,
de manera que los grandes capitales, los empresarios, las sociedades de
inversión o los bancos dejaran clara cuál va a ser su colaboración, su
parte de pago del ajuste, la discusión sería otra (y que no nos vengan
con patrañas, como la que están representando esos grandes capitales
franceses que, después de haber estado sobornando a políticos para no
pagar impuestos, ahora hacen declaraciones afirmando que lo que en
verdad arden en deseos de hacer es contrubuir generosamente al erario
público). No es extraño que esta medida la presentara hace meses la
derecha y que hoy la apoye el PP y CiU.
Lo inexplicable sigue siendo la interminable deriva del PSOE, cada
vez más miope ideológicamente. Entendemos la propuesta del techo del
gasto proveniente de Angela Merkel, defendida por la derecha europea y
española y argumentada desde los centros económicos que han traído la
crisis. ¿Pero qué pinta el PSOE en todo esto? Parece la venganza de
Bono. La gran coalición entre los dos grandes partidos ya está
funcionando. A Borrell, en su propio partido le llamaron Mortadelo,
porque se disfrazaba constantemente a ver si le sacaban los medios y
superaba el cerco que le hacía su propio partido. Algunos tenemos
nostalgia de Rompetechos. ¿Por qué no hay disidencia dentro del
socialismo español? Queda cada vez más claro que el PSOE hace tiempo
que prefirió ser el tendero de la13, rúe del Percebe.
http://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2011/08/24/techos-de-gasto-y-rompetechos-ideologicos/
enfermedad, solidaridad con amigos o familiares, inversión en estudios,
un vehículo para trabajar- decide endeudarse para afrontar el problema
sobrevenido, no está viviendo por encima de sus posibilidades: está
haciendo un cálculo de necesidades para que su vida sea menos miserable.
Los que tienen dinero no viven estos problemas. Su fondo de seguridad
es amplio e histórico. En cambio, a perro flaco, todo se le vuelven
pulgas. Es así desde el comienzo de la humanidad. Como antes no había
seguridad social, los pueblos inventaron el cuento de Cenicienta. Sólo
te saca del agujero un golpe de suerte. Hoy sabemos que Pretty Woman es
mentira y que los príncipes sólo se salvan a ellos mismos y a sus
descendientes. Celo laboral. El grueso de la gente, o va a la revolución
o a la resignación. La televisión y el fútbol se encargan de que nos
interese más la maldad de Mourinho que la de la OTAN o el dedo que meten
en el ojo de la vida de otros los que asesinan de hambre a niños en
Somalia.
El sistema financiero no debiera nunca prestar dinero a quien no lo
necesita. Lo que no significa que no lo haga. Es lugar común con los
especuladores, que casi siempre juegan con dinero de otros. Lo hizo
también metiendo los billetes en los bolsillos de la gente hasta que les
convencieron de que no pasaba nada, de que vivir es gastar, de que ya
arreglarían cuentas. Una manera de hacer más propia de la mafia que de
bancos con alguna conciencia del medio plazo (véase las Confesiones de un ganster económico,
de John Perkins, para ahuyentar ingenuidades). La alternativa sería
prestar con inteligencia, gastar con inteligencia. La sensatez de los
que se sientan a la hora de la cena con la familia a repasar las
cuentas. Cualquier persona vinculada al mundo financiero sabe que los
pobres son muy buenos pagadores.
Las actuales democracias de partidos han ido degenerando al calor de
la degeneración económica. La justificación de la imposibilidad de
formas de democracia directa (algo que sólo sería posible, según
argumentó el liberal Bobbio, en la polis griega), la comprensión de la democracia como un mercado (las tesis de Anthony Downs), el fin de la historia o las tesis de la tercera vía (Fukuyama
y Giddens) que disolvieron las diferencias ideológicas entre la
socialdemocracia y los democristianos y liberales, o la reducción de la
democracia a fórmulas electorales (hasta el punto en el que el sentido común cree que la culpa de la mala democracia la tiene D´Hondt) cartelizó
el sistema de partidos, al punto que los controladores del cártel
dejaron de lado el hecho incontrovertible del alejamiento ciudadano de
los políticos. Esto les permitió hacer de las elecciones cartas a los
reyes magos, crecer como profesión allá donde hubiera el menor nicho de
mercado, tomar decisiones irresponsables y, en definitiva, convertirse
en rehenes de los grupos que terminaban financiando su modus vivendi (los bancos).
Hoy, una vez más –recordemos el Pacto de Estabilidad, el proyecto de
Constitución Europea-, se pretende constitucionalizar el fin de la
política socialdemócrata, incumpliendo para ello las reglas
constitucionales que reclaman a la soberanía popular su consentimiento.
La política, sabemos los politólogos, es conflicto, y la lucha de clases
existe aunque los trabajadores estén más entretenidos con la huelga del
futbol que con la huelga general.
Que el déficit se convierta en una realidad permanente no es
positivo. Estar toda la vida endeudado y pagando intereses no es un
proyecto atractivo, salvo para los amigos del sablazo y los que viven de
esos intereses. Cuentas equilibradas, en el medio y largo plazo, son
una propuesta económica sensata.
Pero si se mira a los últimos treinta años, hay unas preguntas que
dirigen la mirada hacia la cara oculta de la luna: ¿por qué de manera
invariable la recaudación del impuesto sobre la renta crece mientras la
del impuesto de sociedades baja? ¿Por qué las constructoras, en
conciliábulo con los poderes públicos, han hecho su agosto, su
septiembre y su octubre con obras faraónicas a mayor gloria de su cuenta
de resultados? ¿Por qué ha crecido tanto el gasto militar, que además
nos lleva a guerras en donde no se nos ha perdido nada que sea nuestro?
¿Por qué se han suprimido impuestos que sólo benefician a los más
ricos? ¿Por qué no hay avances sustanciales en la lucha contra el fraude
fiscal? ¿Por qué no se persiguen a los paraísos fiscales y a sus
inquilinos? ¿Para cuándo la regulación del capital financiero?
El capitalismo es un modo de producción con un comportamiento
cíclico. Tiene ciclos de subida y ciclos de bajada. En uno de estos
últimos estamos. La propuesta keynesiana es contracíclica: enfriar
cuando la inflación es un problema, estimular –con déficit- cuando es
menester un “gasto extra” para salir del atolladero. Las políticas de
gasto –de gasto social, pero también de ese gasto al servicio de los
privilegiados señalado-, junto con el apoyo del grueso de la clase
política a la lógica neoliberal, nos han llevado a la situación actual.
La solución de Zapatero-Rajoy-Rubalcaba (éste último haciendo un papelón
que parecía exclusivo del “digo-Diego de su jefe de Gobierno) pasa por
que sean los trabajadores los que paguen el ajuste. Los mercados nos
gobiernan y los dos grandes partidos comparten las líneas principales.
¿Hace falta el Parlamento? Para que no haya dudas, se trata de
constitucionalizar ese techo. Y, por supuesto, sin preguntar a la
ciudadanía, no vaya a ser que esté en contra.
Aumentar el déficit público cuando tenemos dificultades como país
tiene claras ventajas. Primero, porque cuando te estás muriendo de
hambre, reducirte la ración de alimento sólo te lleva a la muerte. En
segundo lugar, si un país -y no los particulares- tiene un problema de
deuda, el problema lo tenemos todos. Suelen ser momentos en
donde necesitamos ponernos de acuerdo para ver cómo, entre todas y
todos, salimos del agujero. Entonces, el país -entero- se sienta a la
hora de la cena alrededor de la mesa y decide cómo planear el futuro. Y
en vez de reformas constitucionales neoliberales, se plantea que es
momento de reinventar el pacto social.
El techo constitucional al déficit es una medida que desecha
solventar los problemas atendiendo a las necesidades de las mayorías. La
solución que ofrece para solventar la diferencia entre ingresos y
gastos pasa casi exclusivamente por reducir el gasto público que
beneficia a las mayorías. No tiene otro sentido la constitucionalización
del techo del déficit. De ahí que los prestamistas, agazapados detrás
del anonimato de “los mercados”, celebren esas medidas que esclavizan a
la ciudadanía para que pague una deuda que crecientemente va a ver, como
en Islandia, como ilegítima. Y que nadie se engañe: si tomas una medida
dirigida a que sean los sectores medios y bajos de la población quienes
carguen con el peso de la crisis, no busques luego políticas públicas
que vayan en otra dirección. Si te maniatan, te ponen una venda en la
cabeza y te arrodillan, haces bien en pensar que te van a ejecutar.
Incluir en la Constitución un techo para el déficit público implica
buscar soluciones en la tradición neoliberal: subidas de impuestos
indirectos, endurecimiento de las condiciones laborales,
privatizaciones, venta del patrimonio público o reducciones del gasto
social.
Si esta medida viniera acompañada de algún tipo de “acuerdo social”,
de manera que los grandes capitales, los empresarios, las sociedades de
inversión o los bancos dejaran clara cuál va a ser su colaboración, su
parte de pago del ajuste, la discusión sería otra (y que no nos vengan
con patrañas, como la que están representando esos grandes capitales
franceses que, después de haber estado sobornando a políticos para no
pagar impuestos, ahora hacen declaraciones afirmando que lo que en
verdad arden en deseos de hacer es contrubuir generosamente al erario
público). No es extraño que esta medida la presentara hace meses la
derecha y que hoy la apoye el PP y CiU.
Lo inexplicable sigue siendo la interminable deriva del PSOE, cada
vez más miope ideológicamente. Entendemos la propuesta del techo del
gasto proveniente de Angela Merkel, defendida por la derecha europea y
española y argumentada desde los centros económicos que han traído la
crisis. ¿Pero qué pinta el PSOE en todo esto? Parece la venganza de
Bono. La gran coalición entre los dos grandes partidos ya está
funcionando. A Borrell, en su propio partido le llamaron Mortadelo,
porque se disfrazaba constantemente a ver si le sacaban los medios y
superaba el cerco que le hacía su propio partido. Algunos tenemos
nostalgia de Rompetechos. ¿Por qué no hay disidencia dentro del
socialismo español? Queda cada vez más claro que el PSOE hace tiempo
que prefirió ser el tendero de la13, rúe del Percebe.
http://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2011/08/24/techos-de-gasto-y-rompetechos-ideologicos/
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