Mentiras y el atentado magnicida "casi perfecto".

8/6/2009


Mentiras y el atentado magnicida “casi perfecto”


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El gobierno nacional ha sido tan incompetente en su política de mentir que bien pudiera competir con la de administrar los dineros públicos.

Incluir a Posada Carriles y de nuevo a la CIA, como hace el presidente Chávez… no sólo es una extravagancia sino un disparate




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Por Orlando Ochoa Terán

Si no fuera tan torpe la manera como el gobierno bolivariano pretende transformar la realidad se pudiera decir que sigue la política de la impostura de la Unión Soviética y su gran mentira histórica que algunos todavía se la creen.

Sería absolutamente extraño que en estos diez años de gobierno, columnistas en desacuerdo con este gobierno, no se hayan referido alguna vez o varias veces a la práctica revolucionaria de mentir sistemáticamente. Nosotros somos un ejemplo de reincidencia. No puede ser de otra manera. El gobierno nacional ha sido tan incompetente en su política de mentir que bien pudiera competir con la de administrar los dineros públicos.

Nietzsche sostenía que “mentir es una necesidad de la vida” y Goethe que “la verdad es contraria a nuestra naturaleza”. La Biblia incluso está salpicada de mentiras y engaños. Con la serpiente y la tentación de la manzana comienza la tesis creacionista.

Pero quizás las mentiras más devastadoras son las de políticos y gobernantes. Pero en un gobierno revolucionario lleno de relamidos mentirosos difícilmente alguien le hace sombra a José Vicente Rangel a quien se le podría endilgar lo que un conservador británico solía decir del líder laborista Harold Wilson: “Sé cuando miente, basta verle mover los labios”.

Políticos mentirosos
La misteriosa desaparición del presidente Chávez por cuatro días y su recurrente explicación de otro atentado de asesinato esta vez por el anciano de 82 años Posada Carriles, sometido a juicio en EE UU y la infaltable CIA, trae de nuevo a colación la política de la impostura y la falta de imaginación. Cualquiera con una PC puede accesar las incidencias del proceso que actualmente se le sigue a Posada Carriles y la fecha del 10 de agosto fijada para el juicio ordenado por el Western Distric of Texas, Case No. EP-07-CR-87-KC, el pasado 13 de abril.

Incluir a Posada Carriles y de nuevo a la CIA, como hace el presidente Chávez, al tiempo que exculpa a “my friend Obama”, no sólo es una extravagancia sino un disparate.

Nadie puede escandalizarse porque un político mienta tal como lo explicaba Abraham Lincoln cuando decía que se podía engañar a todo el mundo por algún tiempo, a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar, como lo pretende la revolución bolivariana, a todo el mundo todo el tiempo.

Sorprendido en una mentira el secretario de Estado, Alexander Haig, aclaró que “no era una mentira sino una inexactitud terminológica. Una distorsión táctica”. Margareth Thatcher alguna vez comentó: “No miento deliberadamente, sólo soy evasiva”. Los bolivarianos ruborizarían al mismo Pinocho.

El “fanático sincero”
La doctrina penal diferencia la verdad procesal de la verdad verdadera. ¿Piensa el gobierno nacional que existe una verdad verdadera y una verdad bolivariana? ¿Existe la mentira de Estado?

Si no fuera tan ridícula la manera de cambiar la realidad de los líderes bolivarianos se pudiera decir que siguen la práctica de la Unión Soviética que se inventó una gran mentira histórica hasta alcanzar dimensiones de epopeya. La historia oficial de URSS fue mentirosamente elaborada y actualizada a conveniencia. Hasta el final hizo creer al mundo acerca de un supuesto poder militar y económico que solo existía en una propaganda que engañó incluso a los más avispados chicos de la CIA.

Pero no todos los bolivarianos son mentirosos a conciencia. Al observar la natural candidez de la señora Cilia Flores, cuando respalda o justifica al presidente Chávez, es posible notar el síndrome del “fanático sincero”, una expresión acuñada por M. Lamar Keene que describe un aparente desorden cognoscitivo que compele a un individuo, de otra manera normal, a creer lo absolutamente increíble, más allá de toda razón y deviene enamorado de una fantasía o de la impostura de cualquier charlatán. Mientras más se le demuestra a un “fanático sincero” su falta de lógica más se aferra a su creencia.

Por ejemplo, Cilia debe creer, que tal como lo asegura El Aissami, el plan que elaboró Posada Carriles desde un geriátrico de la policía de Texas era “casi perfecto”. Este autoengaño no significa en modo alguno que se miente a sí mismo, pues implicaría que sabe que es mentira. Los “fanáticos sinceros” como Cilia Flores y Lina Ron, están persuadidos de lo que creen independientemente que la realidad le indique otra cosa. No son mentirosos y en cierto modo son inimputables de los desafueros cometidos en nombre del objeto de su adoración.

Son fáciles de identificar entre dirigentes bolivarianos y en opositores. En caso de que el lector trate de identificar a alguno, ¡por favor!, no confunda nunca a José Vicente Rangel con un “fanático sincero”.

El que haya creido en esa mentira, que es mas que ridicula, no tiene cerebro..pero alla va la caterva de cretinos siguiendo a su amo el que les arroja algunos manojitos de dinero negro...y se conforman.