En la línea de arrancada
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En la línea de arrancada
En la línea de arrancada
Por: Yoani Sánchez | 10 de enero de 2013
En la misma cama duermen los cuatro. Debajo del colchón hay un par de maletas y en una esquina de la habitación se alza la percha con muy poca ropa. Cada día compran pizzas o bocaditos, porque ya ni siquiera cuentan con útiles para cocinar, ni platos, ni cucharas. Lo han vendido todo, o casi todo. La casa, el auto de los años cincuenta y los equipos electrodomésticos que una vez tuvieron. Remataron también el panteón familiar en el cementerio, los jarrones de porcelana y una casilla postal -en el correo del barrio- que apenas si usaban. A los parientes del campo le regalaron lo que nadie quiso comprarles: los vestidos usados, los juguetes despintados y la vieja máquina de coser. Después alquilaron la pequeña habitación donde están ahora, a la espera de que el próximo lunes entre en vigor la reforma migratoria.
Como tantos cubanos, esta pareja ha aguardado por años para poder emigrar junto a sus dos hijos menores de edad. Sólo cuando empiecen a regir las nuevas flexibilizaciones se permitirán finalmente los viajes temporales para quienes aún no han cumplido los 18 años. Parece un detalle intrascendente, pero conozco numerosos padres atados a esta tierra por no dejar atrás a sus pequeños. Gente que tuvo que elegir entre radicarse en otro lugar del planeta en solitario o quedarse aquí acompañada pero frustrada. Durante décadas, los únicos niños que lograron viajar fueron aquellos pocos privilegiados cuyos padres cumplían una misión oficial o aquellos que salían de forma definitiva, sin retorno. No había términos medios cuando de infantes se trataba.
Así que, como ansiosos corredores en la línea de arrancada, muchos esperan la señal para enrumbar hacia el aeropuerto con sus hijos de la mano. Mientras tanto, viven en cuartos alquilados y tratan de cambiar sus pesos convertibles en una moneda que funcione por allá afuera. Desde que en octubre pasado se publicara el Decreto-Ley 302, esta fiebre de escapar se ha expandido. Nada más saberse la noticia, aumentaron los anuncios clasificados con ofertas de casas y otras propiedades en los sitios digitales. Parte del capital para pagar boletos y comenzar una nueva vida en otro lugar se está obteniendo a través de la liquidación del patrimonio en territorio nacional. Desprenderse de todo para irse, deshacerse para ser. Una tendencia que comenzó con la autorización de la compra y venta de viviendas a finales de 2011, pero que ahora se agudiza.
A pesar de que varias embajadas han reforzado los requisitos para obtener una visa, no debe subestimarse el ingenio y los mil y un trucos de los que hacen gala los cubanos. Incluso anda circulando por ahí una lista de naciones que no exigen visado para esos pasaportes con el escudo de la palma solitaria. Aunque, lamentablemente, hacia la mayoría de esos destinos no hay vuelos directos y por tanto se necesita el permiso del país donde el avión realice la escala. Pero eso no es motivo suficiente para desestimular a quienes quieren emigrar. Han aguardado con paciencia este momento y ningún obstáculo les va a destruir su ilusión. Cuentan los días, vegetan a media máquina. El 14 de enero puede empezar para ellos una nueva vida. ¿La alcanzarán?
http://blogs.elpais.com/cuba-libre/2013/01/en-la-l%C3%ADnea-de-arrancada.html
Por: Yoani Sánchez | 10 de enero de 2013
En la misma cama duermen los cuatro. Debajo del colchón hay un par de maletas y en una esquina de la habitación se alza la percha con muy poca ropa. Cada día compran pizzas o bocaditos, porque ya ni siquiera cuentan con útiles para cocinar, ni platos, ni cucharas. Lo han vendido todo, o casi todo. La casa, el auto de los años cincuenta y los equipos electrodomésticos que una vez tuvieron. Remataron también el panteón familiar en el cementerio, los jarrones de porcelana y una casilla postal -en el correo del barrio- que apenas si usaban. A los parientes del campo le regalaron lo que nadie quiso comprarles: los vestidos usados, los juguetes despintados y la vieja máquina de coser. Después alquilaron la pequeña habitación donde están ahora, a la espera de que el próximo lunes entre en vigor la reforma migratoria.
Como tantos cubanos, esta pareja ha aguardado por años para poder emigrar junto a sus dos hijos menores de edad. Sólo cuando empiecen a regir las nuevas flexibilizaciones se permitirán finalmente los viajes temporales para quienes aún no han cumplido los 18 años. Parece un detalle intrascendente, pero conozco numerosos padres atados a esta tierra por no dejar atrás a sus pequeños. Gente que tuvo que elegir entre radicarse en otro lugar del planeta en solitario o quedarse aquí acompañada pero frustrada. Durante décadas, los únicos niños que lograron viajar fueron aquellos pocos privilegiados cuyos padres cumplían una misión oficial o aquellos que salían de forma definitiva, sin retorno. No había términos medios cuando de infantes se trataba.
Así que, como ansiosos corredores en la línea de arrancada, muchos esperan la señal para enrumbar hacia el aeropuerto con sus hijos de la mano. Mientras tanto, viven en cuartos alquilados y tratan de cambiar sus pesos convertibles en una moneda que funcione por allá afuera. Desde que en octubre pasado se publicara el Decreto-Ley 302, esta fiebre de escapar se ha expandido. Nada más saberse la noticia, aumentaron los anuncios clasificados con ofertas de casas y otras propiedades en los sitios digitales. Parte del capital para pagar boletos y comenzar una nueva vida en otro lugar se está obteniendo a través de la liquidación del patrimonio en territorio nacional. Desprenderse de todo para irse, deshacerse para ser. Una tendencia que comenzó con la autorización de la compra y venta de viviendas a finales de 2011, pero que ahora se agudiza.
A pesar de que varias embajadas han reforzado los requisitos para obtener una visa, no debe subestimarse el ingenio y los mil y un trucos de los que hacen gala los cubanos. Incluso anda circulando por ahí una lista de naciones que no exigen visado para esos pasaportes con el escudo de la palma solitaria. Aunque, lamentablemente, hacia la mayoría de esos destinos no hay vuelos directos y por tanto se necesita el permiso del país donde el avión realice la escala. Pero eso no es motivo suficiente para desestimular a quienes quieren emigrar. Han aguardado con paciencia este momento y ningún obstáculo les va a destruir su ilusión. Cuentan los días, vegetan a media máquina. El 14 de enero puede empezar para ellos una nueva vida. ¿La alcanzarán?
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