La vida siempre ha sido asi
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Longino
comocomo
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La vida siempre ha sido asi
La vida es perra, siempre ha sido asi, desgraciadamente los que están encarcelados son los pacificos y los delincuentes andan sueltos, no se puede salir a pie en la noche, nomas oscurece y la gente se encierra, pues las calles se llenan de malvivientes, gente que no deberia de haber venido a este mundo, hay paises en los cuales los secuestros son cosa de todos los dias, los gobiernos ya no tienen control de nada, paises con terrorismo, con paramilitares, nunca de los nuncas el mundo habia estado tan podrido, esa podredumbre es algo que parece que no es cosa humana, pero desgraciadamente hay humanos degradados
comocomo- Cantidad de envíos : 2208
Fecha de inscripción : 19/11/2008
Re: La vida siempre ha sido asi
El Evangelio del León Negro
o
La Revelación de la Estrella Negra
¡Alégrense hombres y mujeres del mundo, porque el Fin está cerca y pronto la Promesa será cumplida! Alégrense pues pronto serán testigos y vuestros hijos protagonistas. Los tambores de la Guerra ya resuenan y el Designio de Dios se hace evidente. ¿O acaso no sienten que el viento sopla ya más frío, la llama arde más caliente y la noche se cierne más oscura? Allí donde el sol se oculta un terrible señor se prepara ya para tomar las riendas del mundo y la tribu olvidada pronto habrá de resurgir con furia, mientras en el Este el mejor de los pastores comienza a comprender cuál será su tarea y cuál es su destino. Pues el Pueblo de Dios se encuentra hoy confuso y disperso y ha perdido la Palabra hace siglos. Mas el Santo Profeta pronto les develará nuevamente la Palabra, despojada de toda mentira en su forma más pura. Y así el Pueblo de Dios volverá a ser uno.
Y el Dragón se alzará sobre las ruinas de la devastada Babilonia y acabará con todos aquellos que pretendan levantarla de nuevo, pues es la Voluntad de Dios que no exista jamás Imperio alguno entre los hombres y será el Dragón su azote. Pues tal es la perfección del Plan Divino que incluso aquellos que viven de espalda a la Gracia de Dios obran en su beneficio, pues tal es su Grandeza.
Dos Bestias habrán de caer cuando el final esté cerca, pero antes habrá señales y prodigios y nadie, por necio que fuere, podrá ignorarlas ni negarlas, pues el Designio de Dios será innegable. La luna y el sol se ocultarán y la oscuridad será prolongada, y los hombres habrán de sentir los primeros avisos de la furia divina por viento, tierra y agua.
Los reinos del mundo temblarán y ya nadie podrá sentirse a salvo, pues montañas enteras se derrumbarán en el mar y las aguas se alzarán sobre la tierra. Y entonces verás a las antiguas y poderosas ciudades lamentarse entre las ruinas. Y verás a la rica y ufana ciudad, que se jactaba de su grandeza y que creía estar por encima de Dios mismo, ahogarse entre las aguas entre lamentos. Y sus sobrevivientes sollozarán y viendo a sus muertos se preguntarán “¿Por qué hemos de sufrir esto?”, más seguirán ciegos ante sus faltas y pronto habrán de volver a sus vicios, mas su tiempo estará agotado y un destino aún peor les aguarda.
Y así la Destrucción y el Caos se extenderán sobre la faz de la Tierra y los hombres, con el corazón endurecido, no extenderán su mano hacia el herido y no habrá compasión o auxilio alguno. Ni darán agua al sediento, ni alimento al hambriento, ni refugio al huérfano temeroso y asustado.
En su lugar estos se aprestarán a dar muerte a sus hermanos y vecinos, por odio o por codicia, para arrebatarles aquello que hubieren conservado. Y así los hombres se precipitarán hacia el Fin. Y dirán con sus mentes obnubiladas “No hay Dios alguno en el Cielo” y se entregarán a toda clase de vicio y de violencia. Y así los hombres se precipitarán hacia el Fin.
Y el último rey de Babilonia dirá entonces: “El fruto está maduro. ¿Y quién será capaz ahora de evitar que lo tome?”. Y será este un rey ciego, que encantará a los hombres con voz dulce y palabras de grandeza, que les recordarán a los grandes patriarcas del pasado. Mas en su corazón no habrá grandeza, honor ni nobleza algunos; sólo Codicia y Ambición colmarán su espíritu.
Y el rey ciego dirá: “Aplastaré a mis enemigos, pues estos son ahora débiles y han sido diezmados. Y aplastaré incluso a mis propios hermanos si estos intentan interponerse, pues ellos no son nada comparados con mi poder y mi gloria”. Y así arrastrará a todo su pueblo hacia el Abismo sin retorno, pues ninguno de ellos será salvo.
Y así la poderosa Babilonia marchará una vez más hacia la guerra, mas ésta será la última.
El mundo estará envuelto en el Caos y la Confusión, y los antiguos enemigos serán aliados y los hermanos se aprestarán a darse muerte los unos a los otros, mientras los desamparados e indefensos no podrán huir al horror que se avecina y alzarán su voz al cielo y rogarán en busca de socorro. Pero nadie podrá estar seguro, pues ésta será una guerra de hombres, y estos no distinguen a justos de pecadores. Y cuando la guerra se desate justos y pecadores morirán en partes iguales.
Y la poderosa Babilonia creerá ser entonces capaz de luchar contra el mundo entero, pero se atraerá contra sí la Furia de dos grandes imperios. Y estos habrán de herirla de muerte, tras lo cual, una miríada de sus más pequeños enemigos desmembrará su cuerpo y dará muerte a todos y cada uno de sus hijos, pues sus crímenes fueron muchos y todos habrán de ser pagados el mismo día.
Cuando la guerra comience los hombres volverán a vestir armaduras y el presente y el pasado parecerán haberse mezclado. Y la guerra será luchada con armas nuevas, jamás vistas por hombre alguno, y cada hombre tendrá en sí el poder de matar a cientos. Y la muerte llegará rápida, silenciosa e invisible.
Horrores indescriptibles serán realizados y los hombres, cubiertos de acero y plomo, pelearán junto a bestias y monstruos por ellos mismos creados. Y éste será el punto cúlmine del Poder del Hombre, pues habrá dominado un Poder que hasta entonces sólo Dios había poseído y lo usará para dar muerte a sus hermanos.
Y así el hombre levantará a sus propios muertos y les dará sus armas y sus estandartes y estos serán enviados para aniquilar a sus hermanos. Estas abominaciones carentes de alma no estarán ni muertas ni vivas, y darán muerte a los hombres y se alimentarán con su carne y beberán su sangre, pues tal será la voluntad de los nigromantes y titiriteros que serán sus amos, y llenarán de terror el corazón de sus enemigos, que verán en esto la máxima afrenta y la mayor Blasfemia contra el Señor de los Cielos.
Ancestrales y poderosas naciones de la antigüedad se alzarán entonces para escribir su último capítulo en la historia, pues ninguno de sus hijos habrá de sobrevivir, y todas sus antiguas glorias y esplendores se perderán para siempre en las arenas del tiempo.
Mas por la noche una saeta se hundirá en el pecho de la poderosa Babilonia y atravesará su corazón ardiente y palpitante, y su sangre se derramará a través de valles y llanos ahogando y dando muerte a sus hijos. Y sus ojos serán cegados y ya no será capaz de defensa alguna, pues es el designio de Dios que perezca y lleva grabado el Signo de la Destrucción en su frente.
Pero aún herida de muerte, será esta Bestia capaz de lanzar un último golpe, y alzará su mano monstruosa sobre la tierra y sus largos dedos rasgarán la tercera parte del mundo y la tercera parte de los hombres morirá, y sus enemigos serán alcanzados. Mas finalmente la Bestia caerá y se dará muerte a todos sus hijos, allí donde éstos se encuentren, pues es el designio de Dios que perezca y lleva grabado el Signo de la Destrucción en su frente.
Por eso escuchen la advertencia, hombres justos de Babilonia, si es que en verdad alguno mora en su seno todavía. Pues aún tienen chances de escapar a una muerte segura y al fin de vuestro linaje si huyen mientras todavía queda tiempo. Mas deberán evitar tanto el Este como el Oeste, pues allí el sol habrá de abrasarlos.
La otra Bestia que habrá de caer será muy distinta en su naturaleza y más antigua, aunque su caída será igual de estrepitosa, tras la caída del Palacio de Piedra que sepultará para siempre en sus entrañas al último Pedro.
Pues el venerable y antiguo árbol dio a luz dos retoños. El primero de ellos debía dar los frutos más dulces y su semilla le fue entregada al último Gran Profeta de los Judíos. Mas ésta fue arrebatada por el peor de sus discípulos y fue plantada en el más amargo de los terrenos y fue regada con la sangre de los inocentes.
Y así sus frutos se agriaron y su tronco y sus ramas crecieron bajos y torcidos, y en su corazón pútrido sólo prosperaron la inmundicia y las alimañas y su sombra monstruosa trajo Oscuridad y Temor sobre el mundo.
Es por eso que antes del fin será el mismo Dios de los Cielos quien dé por tierra con ella, para que no quede duda alguna entre los hombres de que es Su divina Voluntad que el árbol muera, por lo que un rayo cercenará su tronco desde la base y junto con el se derrumbarán todas sus ramas.
Y entonces los hombres que vivían bajo su sombra podrán volver a alzar sus ojos hacia el cielo y se reencontrarán con su Luz y su Gloria, y entonces volverán a oír la Palabra y sabrán que Dios está de nuevo entre ellos.
Mas en el antiguo árbol que le dio origen ya no queda vida alguna y ya no habrá de volver a florecer ni a dar frutos. Sin embargo, su imponente efigie es el solemne recordatorio del tiempo en que los hombres descubrieron al Dios vivo, tras las vagas sombras de los Elohim. Por eso éste habrá de mantenerse en pie, aún después de que el antiguo monte sea asolado.
Por el contrario, el segundo vástago aún es fuerte y vigoroso, y aunque fue sembrado en un terreno duro y árido y bajo la funesta sombra de su hermano, éste aún conserva en su corazón la Nobleza de su padre. Y aunque los hombres lograron torcer sus ramas, su tronco aún es recto y su corazón impoluto.
Es por eso que cuando el Mesías retorne encontrará bajo su sombra su morada, y éste podará las ramas que los hombres torcieron y todos se acercarán para cobijarse bajo su sombra gentil. Sus ramas volverán a crecer en dirección a la luz del cielo y reverdecerá con flores renovadas y sus frutos serán los más dulces que el hombre haya probado.
Pero antes el hombre habrá de probar toda la amargura del Infierno, y éste será su obra. Equivocados estarán todos aquellos que increpen al Cielo por enviar sobre ellos tantos males, pues estos serán la Obra del Hombre y el resultado del camino que ellos eligieron.
Pues para cuando la guerra termine tres cuartas partes del mundo habrán sido destruidas, y tres cuartas partes de los mares serán envenenados, y tres cuartas partes de la tierra serán arrasadas. Y junto con ellas tres cuartas partes de los seres del mar y la tierra habrán perecido y tres cuartas partes de los hombres habrán dejado de existir.
Mas éste será sólo el comienzo de sus dolores y sus males, pues los hombres habrán abierto las compuertas del Abismo, y la Muerte rondará soberana sobre todos los confines del mundo.
Y aunque el viento soplará más frío y la oscuridad amenazará con tragarse al día, el sol brillará más caliente y abrasará a los hombres, trayéndoles Locura, Enfermedad y Muerte.
Y el viento será sucio y pestilente y todo lo invadirá, llevando su corrupción allí donde se encuentre. La tierra se volverá amarga y pesada, y ya nada sano podrá crecer allí donde el Hombre haya derramado la sangre de sus hermanos.
Y las aguas de los ríos serán turbias y deletéreas y en el mar ya no se encontrarán peces. ¡Muy profundo habrán de cavar los hombres para encontrar aguas claras!
Y observen a las ricas y poderosas ciudades de antaño, convertidas en fantasmas. Miren sus altas torres ahora truncadas y devastadas por el suelo. Miren a la ufana ciudad convertida en cementerio y observen a los muertos convertirse en carroña para los animales que invadirán sus ruinas. Allí la Muerte rondará en cada rincón y su hedor pestilente brotará de cada agujero y cada resquicio.
Los sobrevivientes de estas ciudades muertas deberán huir hacia los bosques, mas la Muerte habrá de perseguirlos y les dará caza uno por uno, dejando una estela de huesos secos y carne podrida entre los bosques moribundos. ¡Disfrutad del sabor amargo de esta copa condenados, pues es éste el trago que ustedes mismos ordenaron!
Mas unas pocas ciudades habrán de sobrevivir, aunque aquí también la Enfermedad y la Muerte serán omnipresentes. Y por eso los hombres jugarán una carrera contra el tiempo y enterrarán sus ciudades, y se ocultarán del sol como los topos y sólo se atreverán a salir cuando el sol esté bajo y el viento no sople.
Los vientres de las mujeres se secarán y la Vida se convertirá en un tesoro raro y precioso, y sólo las más jóvenes serán capaces de traer vida al mundo. Aun así, la mayoría sólo será capaz de engendrar seres enfermizos y deformes, que estarán condenados a morir tan pronto como abran sus ojos y exhalen su primer aliento.
Por esta razón benditos serán aquellos capaces aún de engendrar hijos sanos y fuertes, pues será su progenie la heredera del mundo cuando la Muerte sea domada nuevamente para ser devuelta a los Abismos. Mas para esto deberá pasar mucho tiempo aún, pues es la Muerte una Señora poderosa e irrefrenable incluso cuando está sujeta, y como un río desbocado, será muy difícil hacerla volver a su cauce. Liberada, habrá de amenazar la existencia misma de la Vida y sólo con la Voluntad Divina de su parte podrán escapar los hombres a su sino.
El desierto avanzará entonces y tragará enteros bosques, campos y ciudades, y en él no se esconderá vida ni maravilla alguna. Pues estos no serán jardines de Dios, sino que serán los Desiertos del Hombre.
Sin cultivos ni animales que comer ni aguas puras que tomar, los hombres encontrarán su fin en agonías terribles e interminables. Y quienes sobrevivan no tendrán un destino más feliz ni placentero, pues habrán de convivir con la Enfermedad y la Muerte y nadie escapará al terrible destino de ver morir a los suyos.
Y así el corazón de los hombres se llenará de Miedo y de Violencia, pues todos temerán perder lo suyo y desearán poseer lo ajeno, más allí donde los hermanos no sean capaces de confiar los unos en los otros y la mezquindad se imponga, la Muerte habrá de triunfar.
Éste es el mundo que crearán los hombres, y es éste el Infierno que los hombres crearán. Y en este Infierno sólo un Hombre-Demonio será capaz de reinar e impondrá el Orden sobre el Caos, y sólo un Hombre Santo y Bendecido por Dios podrá guiar a los hombres nuevamente desde el Caos y la Oscuridad hacia la Luz.
Ambos habrán de llegar a tiempo a su cita, pues tal es la Promesa que Dios ha hecho a los hombres, y sus nombres fueron escritos en el Libro de la Vida desde el momento mismo en que los hombres fueron creados. Y así como el día sigue a la noche y la noche sigue al día, el Dragón y el Mesías vendrán cuando la Hora del Fin haya llegado, pues así está escrito y tal es la Voluntad del Dios Todopoderoso que habita en los Cielos. ¡Alabado sea Su Nombre por los siglos de los siglos!
o
La Revelación de la Estrella Negra
¡Alégrense hombres y mujeres del mundo, porque el Fin está cerca y pronto la Promesa será cumplida! Alégrense pues pronto serán testigos y vuestros hijos protagonistas. Los tambores de la Guerra ya resuenan y el Designio de Dios se hace evidente. ¿O acaso no sienten que el viento sopla ya más frío, la llama arde más caliente y la noche se cierne más oscura? Allí donde el sol se oculta un terrible señor se prepara ya para tomar las riendas del mundo y la tribu olvidada pronto habrá de resurgir con furia, mientras en el Este el mejor de los pastores comienza a comprender cuál será su tarea y cuál es su destino. Pues el Pueblo de Dios se encuentra hoy confuso y disperso y ha perdido la Palabra hace siglos. Mas el Santo Profeta pronto les develará nuevamente la Palabra, despojada de toda mentira en su forma más pura. Y así el Pueblo de Dios volverá a ser uno.
Y el Dragón se alzará sobre las ruinas de la devastada Babilonia y acabará con todos aquellos que pretendan levantarla de nuevo, pues es la Voluntad de Dios que no exista jamás Imperio alguno entre los hombres y será el Dragón su azote. Pues tal es la perfección del Plan Divino que incluso aquellos que viven de espalda a la Gracia de Dios obran en su beneficio, pues tal es su Grandeza.
Dos Bestias habrán de caer cuando el final esté cerca, pero antes habrá señales y prodigios y nadie, por necio que fuere, podrá ignorarlas ni negarlas, pues el Designio de Dios será innegable. La luna y el sol se ocultarán y la oscuridad será prolongada, y los hombres habrán de sentir los primeros avisos de la furia divina por viento, tierra y agua.
Los reinos del mundo temblarán y ya nadie podrá sentirse a salvo, pues montañas enteras se derrumbarán en el mar y las aguas se alzarán sobre la tierra. Y entonces verás a las antiguas y poderosas ciudades lamentarse entre las ruinas. Y verás a la rica y ufana ciudad, que se jactaba de su grandeza y que creía estar por encima de Dios mismo, ahogarse entre las aguas entre lamentos. Y sus sobrevivientes sollozarán y viendo a sus muertos se preguntarán “¿Por qué hemos de sufrir esto?”, más seguirán ciegos ante sus faltas y pronto habrán de volver a sus vicios, mas su tiempo estará agotado y un destino aún peor les aguarda.
Y así la Destrucción y el Caos se extenderán sobre la faz de la Tierra y los hombres, con el corazón endurecido, no extenderán su mano hacia el herido y no habrá compasión o auxilio alguno. Ni darán agua al sediento, ni alimento al hambriento, ni refugio al huérfano temeroso y asustado.
En su lugar estos se aprestarán a dar muerte a sus hermanos y vecinos, por odio o por codicia, para arrebatarles aquello que hubieren conservado. Y así los hombres se precipitarán hacia el Fin. Y dirán con sus mentes obnubiladas “No hay Dios alguno en el Cielo” y se entregarán a toda clase de vicio y de violencia. Y así los hombres se precipitarán hacia el Fin.
Y el último rey de Babilonia dirá entonces: “El fruto está maduro. ¿Y quién será capaz ahora de evitar que lo tome?”. Y será este un rey ciego, que encantará a los hombres con voz dulce y palabras de grandeza, que les recordarán a los grandes patriarcas del pasado. Mas en su corazón no habrá grandeza, honor ni nobleza algunos; sólo Codicia y Ambición colmarán su espíritu.
Y el rey ciego dirá: “Aplastaré a mis enemigos, pues estos son ahora débiles y han sido diezmados. Y aplastaré incluso a mis propios hermanos si estos intentan interponerse, pues ellos no son nada comparados con mi poder y mi gloria”. Y así arrastrará a todo su pueblo hacia el Abismo sin retorno, pues ninguno de ellos será salvo.
Y así la poderosa Babilonia marchará una vez más hacia la guerra, mas ésta será la última.
El mundo estará envuelto en el Caos y la Confusión, y los antiguos enemigos serán aliados y los hermanos se aprestarán a darse muerte los unos a los otros, mientras los desamparados e indefensos no podrán huir al horror que se avecina y alzarán su voz al cielo y rogarán en busca de socorro. Pero nadie podrá estar seguro, pues ésta será una guerra de hombres, y estos no distinguen a justos de pecadores. Y cuando la guerra se desate justos y pecadores morirán en partes iguales.
Y la poderosa Babilonia creerá ser entonces capaz de luchar contra el mundo entero, pero se atraerá contra sí la Furia de dos grandes imperios. Y estos habrán de herirla de muerte, tras lo cual, una miríada de sus más pequeños enemigos desmembrará su cuerpo y dará muerte a todos y cada uno de sus hijos, pues sus crímenes fueron muchos y todos habrán de ser pagados el mismo día.
Cuando la guerra comience los hombres volverán a vestir armaduras y el presente y el pasado parecerán haberse mezclado. Y la guerra será luchada con armas nuevas, jamás vistas por hombre alguno, y cada hombre tendrá en sí el poder de matar a cientos. Y la muerte llegará rápida, silenciosa e invisible.
Horrores indescriptibles serán realizados y los hombres, cubiertos de acero y plomo, pelearán junto a bestias y monstruos por ellos mismos creados. Y éste será el punto cúlmine del Poder del Hombre, pues habrá dominado un Poder que hasta entonces sólo Dios había poseído y lo usará para dar muerte a sus hermanos.
Y así el hombre levantará a sus propios muertos y les dará sus armas y sus estandartes y estos serán enviados para aniquilar a sus hermanos. Estas abominaciones carentes de alma no estarán ni muertas ni vivas, y darán muerte a los hombres y se alimentarán con su carne y beberán su sangre, pues tal será la voluntad de los nigromantes y titiriteros que serán sus amos, y llenarán de terror el corazón de sus enemigos, que verán en esto la máxima afrenta y la mayor Blasfemia contra el Señor de los Cielos.
Ancestrales y poderosas naciones de la antigüedad se alzarán entonces para escribir su último capítulo en la historia, pues ninguno de sus hijos habrá de sobrevivir, y todas sus antiguas glorias y esplendores se perderán para siempre en las arenas del tiempo.
Mas por la noche una saeta se hundirá en el pecho de la poderosa Babilonia y atravesará su corazón ardiente y palpitante, y su sangre se derramará a través de valles y llanos ahogando y dando muerte a sus hijos. Y sus ojos serán cegados y ya no será capaz de defensa alguna, pues es el designio de Dios que perezca y lleva grabado el Signo de la Destrucción en su frente.
Pero aún herida de muerte, será esta Bestia capaz de lanzar un último golpe, y alzará su mano monstruosa sobre la tierra y sus largos dedos rasgarán la tercera parte del mundo y la tercera parte de los hombres morirá, y sus enemigos serán alcanzados. Mas finalmente la Bestia caerá y se dará muerte a todos sus hijos, allí donde éstos se encuentren, pues es el designio de Dios que perezca y lleva grabado el Signo de la Destrucción en su frente.
Por eso escuchen la advertencia, hombres justos de Babilonia, si es que en verdad alguno mora en su seno todavía. Pues aún tienen chances de escapar a una muerte segura y al fin de vuestro linaje si huyen mientras todavía queda tiempo. Mas deberán evitar tanto el Este como el Oeste, pues allí el sol habrá de abrasarlos.
La otra Bestia que habrá de caer será muy distinta en su naturaleza y más antigua, aunque su caída será igual de estrepitosa, tras la caída del Palacio de Piedra que sepultará para siempre en sus entrañas al último Pedro.
Pues el venerable y antiguo árbol dio a luz dos retoños. El primero de ellos debía dar los frutos más dulces y su semilla le fue entregada al último Gran Profeta de los Judíos. Mas ésta fue arrebatada por el peor de sus discípulos y fue plantada en el más amargo de los terrenos y fue regada con la sangre de los inocentes.
Y así sus frutos se agriaron y su tronco y sus ramas crecieron bajos y torcidos, y en su corazón pútrido sólo prosperaron la inmundicia y las alimañas y su sombra monstruosa trajo Oscuridad y Temor sobre el mundo.
Es por eso que antes del fin será el mismo Dios de los Cielos quien dé por tierra con ella, para que no quede duda alguna entre los hombres de que es Su divina Voluntad que el árbol muera, por lo que un rayo cercenará su tronco desde la base y junto con el se derrumbarán todas sus ramas.
Y entonces los hombres que vivían bajo su sombra podrán volver a alzar sus ojos hacia el cielo y se reencontrarán con su Luz y su Gloria, y entonces volverán a oír la Palabra y sabrán que Dios está de nuevo entre ellos.
Mas en el antiguo árbol que le dio origen ya no queda vida alguna y ya no habrá de volver a florecer ni a dar frutos. Sin embargo, su imponente efigie es el solemne recordatorio del tiempo en que los hombres descubrieron al Dios vivo, tras las vagas sombras de los Elohim. Por eso éste habrá de mantenerse en pie, aún después de que el antiguo monte sea asolado.
Por el contrario, el segundo vástago aún es fuerte y vigoroso, y aunque fue sembrado en un terreno duro y árido y bajo la funesta sombra de su hermano, éste aún conserva en su corazón la Nobleza de su padre. Y aunque los hombres lograron torcer sus ramas, su tronco aún es recto y su corazón impoluto.
Es por eso que cuando el Mesías retorne encontrará bajo su sombra su morada, y éste podará las ramas que los hombres torcieron y todos se acercarán para cobijarse bajo su sombra gentil. Sus ramas volverán a crecer en dirección a la luz del cielo y reverdecerá con flores renovadas y sus frutos serán los más dulces que el hombre haya probado.
Pero antes el hombre habrá de probar toda la amargura del Infierno, y éste será su obra. Equivocados estarán todos aquellos que increpen al Cielo por enviar sobre ellos tantos males, pues estos serán la Obra del Hombre y el resultado del camino que ellos eligieron.
Pues para cuando la guerra termine tres cuartas partes del mundo habrán sido destruidas, y tres cuartas partes de los mares serán envenenados, y tres cuartas partes de la tierra serán arrasadas. Y junto con ellas tres cuartas partes de los seres del mar y la tierra habrán perecido y tres cuartas partes de los hombres habrán dejado de existir.
Mas éste será sólo el comienzo de sus dolores y sus males, pues los hombres habrán abierto las compuertas del Abismo, y la Muerte rondará soberana sobre todos los confines del mundo.
Y aunque el viento soplará más frío y la oscuridad amenazará con tragarse al día, el sol brillará más caliente y abrasará a los hombres, trayéndoles Locura, Enfermedad y Muerte.
Y el viento será sucio y pestilente y todo lo invadirá, llevando su corrupción allí donde se encuentre. La tierra se volverá amarga y pesada, y ya nada sano podrá crecer allí donde el Hombre haya derramado la sangre de sus hermanos.
Y las aguas de los ríos serán turbias y deletéreas y en el mar ya no se encontrarán peces. ¡Muy profundo habrán de cavar los hombres para encontrar aguas claras!
Y observen a las ricas y poderosas ciudades de antaño, convertidas en fantasmas. Miren sus altas torres ahora truncadas y devastadas por el suelo. Miren a la ufana ciudad convertida en cementerio y observen a los muertos convertirse en carroña para los animales que invadirán sus ruinas. Allí la Muerte rondará en cada rincón y su hedor pestilente brotará de cada agujero y cada resquicio.
Los sobrevivientes de estas ciudades muertas deberán huir hacia los bosques, mas la Muerte habrá de perseguirlos y les dará caza uno por uno, dejando una estela de huesos secos y carne podrida entre los bosques moribundos. ¡Disfrutad del sabor amargo de esta copa condenados, pues es éste el trago que ustedes mismos ordenaron!
Mas unas pocas ciudades habrán de sobrevivir, aunque aquí también la Enfermedad y la Muerte serán omnipresentes. Y por eso los hombres jugarán una carrera contra el tiempo y enterrarán sus ciudades, y se ocultarán del sol como los topos y sólo se atreverán a salir cuando el sol esté bajo y el viento no sople.
Los vientres de las mujeres se secarán y la Vida se convertirá en un tesoro raro y precioso, y sólo las más jóvenes serán capaces de traer vida al mundo. Aun así, la mayoría sólo será capaz de engendrar seres enfermizos y deformes, que estarán condenados a morir tan pronto como abran sus ojos y exhalen su primer aliento.
Por esta razón benditos serán aquellos capaces aún de engendrar hijos sanos y fuertes, pues será su progenie la heredera del mundo cuando la Muerte sea domada nuevamente para ser devuelta a los Abismos. Mas para esto deberá pasar mucho tiempo aún, pues es la Muerte una Señora poderosa e irrefrenable incluso cuando está sujeta, y como un río desbocado, será muy difícil hacerla volver a su cauce. Liberada, habrá de amenazar la existencia misma de la Vida y sólo con la Voluntad Divina de su parte podrán escapar los hombres a su sino.
El desierto avanzará entonces y tragará enteros bosques, campos y ciudades, y en él no se esconderá vida ni maravilla alguna. Pues estos no serán jardines de Dios, sino que serán los Desiertos del Hombre.
Sin cultivos ni animales que comer ni aguas puras que tomar, los hombres encontrarán su fin en agonías terribles e interminables. Y quienes sobrevivan no tendrán un destino más feliz ni placentero, pues habrán de convivir con la Enfermedad y la Muerte y nadie escapará al terrible destino de ver morir a los suyos.
Y así el corazón de los hombres se llenará de Miedo y de Violencia, pues todos temerán perder lo suyo y desearán poseer lo ajeno, más allí donde los hermanos no sean capaces de confiar los unos en los otros y la mezquindad se imponga, la Muerte habrá de triunfar.
Éste es el mundo que crearán los hombres, y es éste el Infierno que los hombres crearán. Y en este Infierno sólo un Hombre-Demonio será capaz de reinar e impondrá el Orden sobre el Caos, y sólo un Hombre Santo y Bendecido por Dios podrá guiar a los hombres nuevamente desde el Caos y la Oscuridad hacia la Luz.
Ambos habrán de llegar a tiempo a su cita, pues tal es la Promesa que Dios ha hecho a los hombres, y sus nombres fueron escritos en el Libro de la Vida desde el momento mismo en que los hombres fueron creados. Y así como el día sigue a la noche y la noche sigue al día, el Dragón y el Mesías vendrán cuando la Hora del Fin haya llegado, pues así está escrito y tal es la Voluntad del Dios Todopoderoso que habita en los Cielos. ¡Alabado sea Su Nombre por los siglos de los siglos!
Longino- Cantidad de envíos : 262
Fecha de inscripción : 29/03/2009
Re: La vida siempre ha sido asi
Perdon me equivoque
Desestimar el anterior mensaje
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Longino- Cantidad de envíos : 262
Fecha de inscripción : 29/03/2009
Re: La vida siempre ha sido asi
Pues parece un mensaje tetrico....los dos, Comocomo es como si hubieran vampiros al acecho..mala cosa..
Longino de que es ese evangelio?..bue no lo desechare lo leere
Longino de que es ese evangelio?..bue no lo desechare lo leere
Azali- Admin
- Cantidad de envíos : 50978
Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: La vida siempre ha sido asi
Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia, nada construyen, porque sus simientes son de odio.
El que tiene un derecho no obtiene el de violar el ajeno para mantener el suyo.
La patria es dicha, dolor y cielo de todos y no feudo ni capellanía de nadie.
La libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía.
Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas.
José Martí. 1853-1895. Político y escritor cubano.
El que tiene un derecho no obtiene el de violar el ajeno para mantener el suyo.
La patria es dicha, dolor y cielo de todos y no feudo ni capellanía de nadie.
La libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía.
Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas.
José Martí. 1853-1895. Político y escritor cubano.
Azali- Admin
- Cantidad de envíos : 50978
Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: La vida siempre ha sido asi
La Orden del Sol Negro
fue uno de los dogmas teologicos del nazismo
fue uno de los dogmas teologicos del nazismo
Longino- Cantidad de envíos : 262
Fecha de inscripción : 29/03/2009
Eclesiastés
Capítulo 1
Todo es vanidad
1:1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
1:2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
1:3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
1:4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.
1:5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.
1:6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.
1:7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
1:8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.
1:9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.
1:10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
1:11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.
La experiencia del Predicador
1:12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.
1:13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.
1:14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
1:15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.
1:16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.
1:17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.
1:18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.
Capítulo 2
é
2:1 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.
2:2 A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?
2:3 Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.
2:4 Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;
2:5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto.
2:6 Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.
2:7 Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.
2:8 Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.
2:9 Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría.
2:10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.
2:11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
2:12 Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho.
2:13 Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.
2:14 El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.
2:15 Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.
2:16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.
2:17 Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
2:18 Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.
2:19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.
2:20 Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.
2:21 ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.
2:22 Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?
2:23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.
2:24 No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.
2:25 Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?
2:26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Capítulo 3
Todo tiene su tiempo
é
3:1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
3:2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
3:3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
3:4 tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
3:5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
3:6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
3:7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
3:8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
3:9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
3:10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
3:11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
3:12 Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;
3:13 y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
3:14 He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
3:15 Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
Injusticias de la vida
3:16 Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.
3:17 Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.
3:18 Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias.
3:19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.
3:20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.
3:21 ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?
3:22 Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?
Capítulo 4
é
4:1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.
4:2 Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía.
4:3 Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.
4:4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
4:5 El necio cruza sus manos y come su misma carne.
4:6 Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.
4:7 Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol.
4:8 Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.
4:9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
4:10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
4:11 También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?
4:12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
4:13 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos;
4:14 porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.
4:15 Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél.
4:16 No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.
Capítulo 5
La insensatez de hacer votos a la ligera
é
5:1 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal.
5:2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
5:3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
5:4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
5:5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.
5:6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
5:7 Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.
La vanidad de la vida
5:8 Si opresión de pobres y perversión de derecho
http://www.iglesia.net/biblia/libros/eclesiastes.html
Todo es vanidad
1:1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
1:2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
1:3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
1:4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.
1:5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.
1:6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.
1:7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
1:8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.
1:9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.
1:10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
1:11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.
La experiencia del Predicador
1:12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.
1:13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.
1:14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
1:15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.
1:16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.
1:17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.
1:18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.
Capítulo 2
é
2:1 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.
2:2 A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?
2:3 Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.
2:4 Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;
2:5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto.
2:6 Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.
2:7 Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.
2:8 Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.
2:9 Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría.
2:10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.
2:11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
2:12 Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho.
2:13 Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.
2:14 El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.
2:15 Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.
2:16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.
2:17 Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
2:18 Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.
2:19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.
2:20 Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.
2:21 ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.
2:22 Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?
2:23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.
2:24 No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.
2:25 Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?
2:26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Capítulo 3
Todo tiene su tiempo
é
3:1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
3:2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
3:3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
3:4 tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
3:5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
3:6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
3:7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
3:8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
3:9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
3:10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
3:11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
3:12 Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;
3:13 y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
3:14 He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
3:15 Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
Injusticias de la vida
3:16 Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.
3:17 Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.
3:18 Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias.
3:19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.
3:20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.
3:21 ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?
3:22 Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?
Capítulo 4
é
4:1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.
4:2 Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía.
4:3 Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.
4:4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
4:5 El necio cruza sus manos y come su misma carne.
4:6 Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.
4:7 Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol.
4:8 Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.
4:9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
4:10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
4:11 También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?
4:12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
4:13 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos;
4:14 porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.
4:15 Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél.
4:16 No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.
Capítulo 5
La insensatez de hacer votos a la ligera
é
5:1 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal.
5:2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
5:3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
5:4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
5:5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.
5:6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
5:7 Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.
La vanidad de la vida
5:8 Si opresión de pobres y perversión de derecho
http://www.iglesia.net/biblia/libros/eclesiastes.html
comocomo- Cantidad de envíos : 2208
Fecha de inscripción : 19/11/2008
Re: La vida siempre ha sido asi
me dicen cuando recojo mis 72 virgenes,....
mikimbyjodon1- Cantidad de envíos : 2453
Fecha de inscripción : 15/06/2009
Re: La vida siempre ha sido asi
Expliquen
Azali- Admin
- Cantidad de envíos : 50978
Fecha de inscripción : 27/10/2008
Azali
Azali
No sé, Mikimby quiere virgenes
No sé, Mikimby quiere virgenes
comocomo- Cantidad de envíos : 2208
Fecha de inscripción : 19/11/2008
Re: La vida siempre ha sido asi
Ah ya veo, todos y todas en contacto.....
No entiendo porque todos y todas?, cuando se dice TODO, TODOS, engloba a todos y a todas..
No entiendo porque todos y todas?, cuando se dice TODO, TODOS, engloba a todos y a todas..
Re: La vida siempre ha sido asi
Tradicionalmente el pensamiento derechista va incautado a hacerle creer a la gente que todo esta predeterminado, que no hay solución a nada.
Tu mensajes, Comocomo, es pesimista y conformista hasta masoquista diría yo.
¡Qué más, que una profunda contradicción la tuya que andas como loco histórico proclamando la caída de l modelo cubanos, pero de la misma forma vos pretendes que los esclavos del capitalismo se conformen con la migajas de tus “amos los ricos”.
Tu mensajes, Comocomo, es pesimista y conformista hasta masoquista diría yo.
¡Qué más, que una profunda contradicción la tuya que andas como loco histórico proclamando la caída de l modelo cubanos, pero de la misma forma vos pretendes que los esclavos del capitalismo se conformen con la migajas de tus “amos los ricos”.
Dalton77- Cantidad de envíos : 3837
Fecha de inscripción : 19/02/2009
Re: La vida siempre ha sido asi
Dalton, en realidad leiste?
Azali- Admin
- Cantidad de envíos : 50978
Fecha de inscripción : 27/10/2008
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