¿Hay una carrera para tener más inflación?
Página 1 de 1.
¿Hay una carrera para tener más inflación?
¿Hay una carrera para tener más inflación?
Tanta expectación es lógica. Japón lleva 15 años atrapado en un proceso deflacionario (el IPC interanual está en torno al -0,2%) causado por el estallido de una burbuja inmobiliaria. Sucesivos gobiernos han intentado todo tipo de soluciones ortodoxas y no han conseguido nada. Da la impresión de que el país está cautivo en la famosa «trampa de liquidez» que describió Lord Keynes. Esta consiste, de manera simplificada, en que cuando los tipos de interés con que se remunera el ahorro son muy bajos, las personas prefieren conservar el dinero en vez de invertirlo y la política monetaria pierde eficacia. En Japón, los tipos llevan años cerca del 0%. Y nada pasa.
Cuando ya has agotado las medicinas tradicionales, mucha gente cree que no se pierde nada con intentar una herejía. Y es lo que ha hecho Kuroda con la complicidad del primer ministro, Shinzo Abe.
Ahora, pueden pasar varias cosas. Una, que el plan salga bien y que con un poco de inflación, Japón recupere la senda del crecimiento rompiendo una maldición que ha durado tres lustros. Dos, que la emisión inorgánica de dinero (que se produce cuando el banco central imprime billetes que no tienen un verdadero respaldo en el PIB del país, que es lo que sucede en este caso) se vea neutralizada y no cause ningún efecto.
¿Neutralizada por qué? Por ejemplo, si el nuevo dinero se dedica a la adquisición de deuda extranjera, la emisión queda neutralizada («esterilizada», dicen los expertos) al cambiar de moneda. Si los bancos retienen el dinero -para fortalecer sus balances por ejemplo-, y otros agentes económicos lo hacen porque sienten desconfianza, también podría suceder algo parecido.
Y tres, que Kuroda y Abe hayan puesto en marcha un proceso que conduzca a una serie de aberraciones económicas que precipiten a Japón y a sus socios en un maelstrom que se los trague a todos.
La expectación también se debe a que, poco a poco, las distintas sensibilidades económicas comienzan a aceptar la idea de que un poco de inflación, entre un 4% y un 6%, provocada por la impresión de dinero, no le vendría mal a la economía. Esta subida de precios licuaría las deudas, lo que vendría muy bien a economías superendeudadas como la española. De hecho, de la gran mayoría de los procesos de endeudamiento de la Historia se ha salido con inflación o guerras.
Los únicos que realmente rechazan de plano esta estrategia son amplios sectores de la escuela monetarista y los seguidores de la escuela austriaca. Porque la inflación no sólo reduce las deudas, es que también se come el poder adquisitivo de las rentas y de los ahorros.
El experimento japonés hay que seguirlo de cerca. Bajar los tipos de interés no les sirvió de nada según su experiencia. EEUU, por su parte, ha visto que con los Quantitative Easing casi ha duplicado su masa monetaria y no hay una inflación desbocada. Pero el dólar es moneda de reserva mundial, claro. Ahora veremos qué pasa con el yen, y sobre todo con su economía.
john.muller@elmundo.es
http://rsocial.elmundo.orbyt.es/epaper/xml_epaper/El%20Mundo/10_04_2013/pla_11014_Madrid/xml_arts/art_14231972.xml?SHARE=6C23C0F29C6C4F158F7CA6264B486305BBAFA6996A8205011E698C47DF3660287FE2B8C54F773FB845111C1CBCAA53870BC1E9D9731F86B45839BFCBA00DA1ECAC9E18F50A1F723A54E0A7F5A5DD1B33DA67F9767C0FC17B5018CFE59A4D0196
- Disminuye el tamaño del texto
- Aumenta el tamaño del texto
Tanta expectación es lógica. Japón lleva 15 años atrapado en un proceso deflacionario (el IPC interanual está en torno al -0,2%) causado por el estallido de una burbuja inmobiliaria. Sucesivos gobiernos han intentado todo tipo de soluciones ortodoxas y no han conseguido nada. Da la impresión de que el país está cautivo en la famosa «trampa de liquidez» que describió Lord Keynes. Esta consiste, de manera simplificada, en que cuando los tipos de interés con que se remunera el ahorro son muy bajos, las personas prefieren conservar el dinero en vez de invertirlo y la política monetaria pierde eficacia. En Japón, los tipos llevan años cerca del 0%. Y nada pasa.
Cuando ya has agotado las medicinas tradicionales, mucha gente cree que no se pierde nada con intentar una herejía. Y es lo que ha hecho Kuroda con la complicidad del primer ministro, Shinzo Abe.
Ahora, pueden pasar varias cosas. Una, que el plan salga bien y que con un poco de inflación, Japón recupere la senda del crecimiento rompiendo una maldición que ha durado tres lustros. Dos, que la emisión inorgánica de dinero (que se produce cuando el banco central imprime billetes que no tienen un verdadero respaldo en el PIB del país, que es lo que sucede en este caso) se vea neutralizada y no cause ningún efecto.
¿Neutralizada por qué? Por ejemplo, si el nuevo dinero se dedica a la adquisición de deuda extranjera, la emisión queda neutralizada («esterilizada», dicen los expertos) al cambiar de moneda. Si los bancos retienen el dinero -para fortalecer sus balances por ejemplo-, y otros agentes económicos lo hacen porque sienten desconfianza, también podría suceder algo parecido.
Y tres, que Kuroda y Abe hayan puesto en marcha un proceso que conduzca a una serie de aberraciones económicas que precipiten a Japón y a sus socios en un maelstrom que se los trague a todos.
La expectación también se debe a que, poco a poco, las distintas sensibilidades económicas comienzan a aceptar la idea de que un poco de inflación, entre un 4% y un 6%, provocada por la impresión de dinero, no le vendría mal a la economía. Esta subida de precios licuaría las deudas, lo que vendría muy bien a economías superendeudadas como la española. De hecho, de la gran mayoría de los procesos de endeudamiento de la Historia se ha salido con inflación o guerras.
Los únicos que realmente rechazan de plano esta estrategia son amplios sectores de la escuela monetarista y los seguidores de la escuela austriaca. Porque la inflación no sólo reduce las deudas, es que también se come el poder adquisitivo de las rentas y de los ahorros.
El experimento japonés hay que seguirlo de cerca. Bajar los tipos de interés no les sirvió de nada según su experiencia. EEUU, por su parte, ha visto que con los Quantitative Easing casi ha duplicado su masa monetaria y no hay una inflación desbocada. Pero el dólar es moneda de reserva mundial, claro. Ahora veremos qué pasa con el yen, y sobre todo con su economía.
john.muller@elmundo.es
http://rsocial.elmundo.orbyt.es/epaper/xml_epaper/El%20Mundo/10_04_2013/pla_11014_Madrid/xml_arts/art_14231972.xml?SHARE=6C23C0F29C6C4F158F7CA6264B486305BBAFA6996A8205011E698C47DF3660287FE2B8C54F773FB845111C1CBCAA53870BC1E9D9731F86B45839BFCBA00DA1ECAC9E18F50A1F723A54E0A7F5A5DD1B33DA67F9767C0FC17B5018CFE59A4D0196
_________________
Azali- Admin
- Cantidad de envíos : 50980
Fecha de inscripción : 27/10/2008
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.