Libertinaje de prensa
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Libertinaje de prensa
Libertinaje de prensa
Ya nadie escucha sus historias. Obra del pintor cubano Abel Quintero
Cierto que en Cuba no existe libertad de prensa. En cambio, en su lugar se ha desarrollado, fecundo como el marabú y tan espinoso como éste, el libertinaje de prensa. Se trata de una peculiar manera de “informar” que, por disparatada que resulte (o precisamente por ello), es muy coherente con el sistema.
La prensa es uno de los indicadores que con mayor acento evidencia el signo de las transformaciones, una constante que incide incluso en las sociedades como la nuestra, donde rige el secretismo. Los más memoriosos lectores recordarán que durante el período de Castro I asistimos a un periodismo absolutamente triunfalista: todos los hitos económicos de las tres primeras décadas de revolución eran positivos, la producción agrícola y pecuaria crecía cada año; los indicadores de salud, educación, deporte y cultura marcaban una línea ascendente indetenible; las zafras eran mayúsculas; y así ocurría con todos los renglones que anunciaban un esplendor económico siempre tocando a las puertas de cada uno de nosotros, sin que acabara de entrar a nuestras vidas.
Ni siquiera la crisis de los años 90’ pudo destruir el espíritu vibrante de un optimismo completamente enajenado; así que la prensa repitió cada frase inspirada y encendida del Magno Orate, y no tuvimos alimentos, ni ropa, ni calzado, ni combustible…, pero sí “dignidad”. También tuvimos la celebérrima batalla por Elián, una de las más resonantes victorias pírricas que registra la Historia de Cuba en la que se emplearon cuantiosísimos recursos mientras la gente se moría del hambre, y poco después tuvimos “Cinco Héroes”… que algún día “volverán”, surgieron las tribunas abiertas de cada sábado por distintos municipios de toda Cuba, dilapidando lo que no teníamos, y se instauraron las aberrantes Mesas Redondas. La prensa tenía la misión de inflar los globos que fundamentaran el indestructible éxito y la indiscutible superioridad del sistema socialista tropical, pese al desplome de la URSS y la brusca desaparición de los subsidios.
Pero ha sido bajo el período de Castro II que el libertinaje de prensa ha alcanzado su clímax, sobre todo al calor de la “apertura” marcada por las llamadas reformas del gobierno, donde los parámetros económicos signan el pleno apogeo de una novedosa manera de “informar” en virtud de la cual las cosas no son lo que parecen, sino algo completamente diferente.
Eso explica que, por ejemplo, las cifras oficiales reportaban a finales del año 2012 un discreto crecimiento del PIB, y paradójicamente, apenas finalizado el primer trimestre de 2013, sesionó una Reunión Ampliada del Consejo de Ministros en la que se reconocieron males antes inconfesables en la economía cubana: improductividad, ineficiencia, impagos, falta de organización, indisciplina, entre otros, que impidieron el cumplimiento de los planes. Nadie se encargó de explicar esta rara forma de “crecer” siendo improductivos.
Recientemente fueron publicados los indicadores de la marcha de la zafra y la producción azucarera, con resultados paupérrimos, e igualmente se ha reportado un decrecimiento en la llegada de turistas extranjeros en el mes de febrero de 2013 (plena temporada pico del alza turística), en comparación con igual período del año anterior. No obstante, la prensa asegura que se mantiene el plan de inversiones en ese “sector priorizado” y que se espera un aumento de los ingresos por ese importante renglón económico.
La planta niquelífera de Moa cesó su producción, sin embargo, el General-Presidente insiste en “la necesidad de trabajar para garantizar los ingresos externos seguros”, entre ellos los que se derivan de la exportación de níquel y de azúcar, a pesar de que hace años el país se ve obligado a importar azúcar incluso para cubrir la demanda interna. Según sus propias palabras, “avanzamos a buen ritmo a pesar de los obstáculos”. Con tales noticias parece estar claro hacia dónde es el avance, pero no hay dudas de que ese aquelarre informativo dando bandazos entre el caos y el optimismo es el reflejo exacto de la realidad nacional.
En resumen, que la prensa resulta más libertina cuanto más representativa de la “transparencia” al estilo Castro II. Pero no hay de qué extrañarse, según el diccionario de la lengua española algunos sinónimos del vocablo “libertinaje” son: impudicia, obscenidad, indecencia, deshonestidad, desvergüenza, entre otros. Supongo que, conocidos los términos, nadie negará que en Cuba el libertinaje de prensa goza de perfecta salud.
http://www.desdecuba.com/sin_evasion/
Ya nadie escucha sus historias. Obra del pintor cubano Abel Quintero
Cierto que en Cuba no existe libertad de prensa. En cambio, en su lugar se ha desarrollado, fecundo como el marabú y tan espinoso como éste, el libertinaje de prensa. Se trata de una peculiar manera de “informar” que, por disparatada que resulte (o precisamente por ello), es muy coherente con el sistema.
La prensa es uno de los indicadores que con mayor acento evidencia el signo de las transformaciones, una constante que incide incluso en las sociedades como la nuestra, donde rige el secretismo. Los más memoriosos lectores recordarán que durante el período de Castro I asistimos a un periodismo absolutamente triunfalista: todos los hitos económicos de las tres primeras décadas de revolución eran positivos, la producción agrícola y pecuaria crecía cada año; los indicadores de salud, educación, deporte y cultura marcaban una línea ascendente indetenible; las zafras eran mayúsculas; y así ocurría con todos los renglones que anunciaban un esplendor económico siempre tocando a las puertas de cada uno de nosotros, sin que acabara de entrar a nuestras vidas.
Ni siquiera la crisis de los años 90’ pudo destruir el espíritu vibrante de un optimismo completamente enajenado; así que la prensa repitió cada frase inspirada y encendida del Magno Orate, y no tuvimos alimentos, ni ropa, ni calzado, ni combustible…, pero sí “dignidad”. También tuvimos la celebérrima batalla por Elián, una de las más resonantes victorias pírricas que registra la Historia de Cuba en la que se emplearon cuantiosísimos recursos mientras la gente se moría del hambre, y poco después tuvimos “Cinco Héroes”… que algún día “volverán”, surgieron las tribunas abiertas de cada sábado por distintos municipios de toda Cuba, dilapidando lo que no teníamos, y se instauraron las aberrantes Mesas Redondas. La prensa tenía la misión de inflar los globos que fundamentaran el indestructible éxito y la indiscutible superioridad del sistema socialista tropical, pese al desplome de la URSS y la brusca desaparición de los subsidios.
Pero ha sido bajo el período de Castro II que el libertinaje de prensa ha alcanzado su clímax, sobre todo al calor de la “apertura” marcada por las llamadas reformas del gobierno, donde los parámetros económicos signan el pleno apogeo de una novedosa manera de “informar” en virtud de la cual las cosas no son lo que parecen, sino algo completamente diferente.
Eso explica que, por ejemplo, las cifras oficiales reportaban a finales del año 2012 un discreto crecimiento del PIB, y paradójicamente, apenas finalizado el primer trimestre de 2013, sesionó una Reunión Ampliada del Consejo de Ministros en la que se reconocieron males antes inconfesables en la economía cubana: improductividad, ineficiencia, impagos, falta de organización, indisciplina, entre otros, que impidieron el cumplimiento de los planes. Nadie se encargó de explicar esta rara forma de “crecer” siendo improductivos.
Recientemente fueron publicados los indicadores de la marcha de la zafra y la producción azucarera, con resultados paupérrimos, e igualmente se ha reportado un decrecimiento en la llegada de turistas extranjeros en el mes de febrero de 2013 (plena temporada pico del alza turística), en comparación con igual período del año anterior. No obstante, la prensa asegura que se mantiene el plan de inversiones en ese “sector priorizado” y que se espera un aumento de los ingresos por ese importante renglón económico.
La planta niquelífera de Moa cesó su producción, sin embargo, el General-Presidente insiste en “la necesidad de trabajar para garantizar los ingresos externos seguros”, entre ellos los que se derivan de la exportación de níquel y de azúcar, a pesar de que hace años el país se ve obligado a importar azúcar incluso para cubrir la demanda interna. Según sus propias palabras, “avanzamos a buen ritmo a pesar de los obstáculos”. Con tales noticias parece estar claro hacia dónde es el avance, pero no hay dudas de que ese aquelarre informativo dando bandazos entre el caos y el optimismo es el reflejo exacto de la realidad nacional.
En resumen, que la prensa resulta más libertina cuanto más representativa de la “transparencia” al estilo Castro II. Pero no hay de qué extrañarse, según el diccionario de la lengua española algunos sinónimos del vocablo “libertinaje” son: impudicia, obscenidad, indecencia, deshonestidad, desvergüenza, entre otros. Supongo que, conocidos los términos, nadie negará que en Cuba el libertinaje de prensa goza de perfecta salud.
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