Las reformas ‘estructurales’ de Raúl Castro
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Las reformas ‘estructurales’ de Raúl Castro
Las reformas ‘estructurales’ de Raúl Castro
CARMELO MESA-LAGO
[email=Especial/El%20Nuevo%20Herald]ESPECIAL/EL NUEVO HERALD[/email]
En su discurso del 26 de julio de 2007, Raúl Castro anunció “reformas estructurales”. A esto siguió un debate sobre los cambios, el más extenso y profundo bajo la revolución, con un alto consenso respecto a las propuestas. La lucha contra la corrupción, una reforma no estructural, se inició en 2006 (cuando Raúl recibió el mando por la enfermedad de Fidel) y al menos 300 funcionarios y administradores de empresas han sido juzgados y muchos encarcelados.
En 2007 y 2008 siguieron otras reformas, como el acceso de cubanos a hoteles y restaurantes antes reservados para turistas extranjeros; el pago de deudas a campesinos y el aumento en los precios del acopio; el transporte privado de carga y pasajeros; la eliminación del tope de salario y su pago parcial en divisas, y la reforma de las pensiones.
Las reformas estructurales modifican de alguna forma el modelo económico, la llamada “actualización del modelo”. En 2011 el Congreso del Partido acuñó ese término, y tomó dos años para que el Consejo de Estado designase un equipo encargado de precisarlo. Sin embargo, el Congreso acordó que el plan central prevaleciese sobre el mercado así como la empresa estatal sobre la privada. Esta fórmula, ensayada en Hungría, Polonia y Yugoslavia antes del colapso de la URSS no tuvo éxito, ni tampoco el experimento cubano similar en 1975-1985.
Otra reforma peliaguda es el fin del racionamiento. Poco a poco se han sacado artículos de la libreta que se venden a precios tres o cuatro veces mayores al de racionamiento; la eliminación total enfrenta fuerte oposición por grupos de bajo ingreso y los que no reciben remesas externas, para los cuales las magras raciones son vitales.
Entre 2008 y 2013 se introdujeron reformas estructurales importantes: la entrega en usufructo de tierras estatales ociosas; el despido de empleados estatales innecesarios y la creación de trabajos no estatales (primero por cuenta propia y después en nuevas cooperativas de producción no agrícola y de servicios) a fin de dar empleo a los despedidos; el mercado al por mayor para vender insumos a los trabajadores no estatales; la eliminación de gratuidades (como las cafeterías subsidiadas en centros de trabajo); el recorte en los gastos de los servicios sociales; la restauración de la compraventa de viviendas y autos; la reforma tributaria, y la flexibilización en la emigración.
Aún pendientes hay varias reformas estructurales clave como la transformación de las empresas estatales. El mes pasado, Marino Murillo anunció la de-regulación de las empresas de petróleo y níquel durante el resto de 2013 y en 2014. Estas empresas podrán retener hasta 50% de sus utilidades para reinversión y mejoras salariales, y aquellas que arrojen pérdidas serán cerradas. Estas medidas también se intentaron en Cuba en 1975-1985 y no cuajaron.
Falta una ley de inversiones extranjeras que flexibilice la vigente de 1995, muy restringida. Murillo dijo que la inversión extranjera será un suplemento a la estatal, pero debe contribuir tecnología, financiamiento, empleo y mercados. Pero los economistas cubanos concuerdan que se necesita de dicha inversión en virtualmente todos los sectores de la economía.
Además hay que terminar con la dualidad monetaria: la circulación paralela del peso nacional y el peso convertible, que crea enormes distorsiones en la economía; hay unanimidad sobre esta medida, pero no cómo y cuándo hacerla. Finalmente, se necesita una reforma general de precios, acordada por el Congreso del Partido pero no discutida después.
Las reformas estructurales son las más importantes bajo la revolución, tanto en número como innovación, son positivas y han logrado ciertas mejoras, pero son obstruccionadas por excesiva regulación y control estatal, resistencia burocrática, muchos y altos impuestos, un ritmo lento, y la ausencia de las reformas clave ya indicadas. Sigue un ejemplo importante sobre esto.
La agricultura es el Talón de Aquiles de la revolución: en 2012 la inmensa mayoría de la producción agrícola era muy inferior a la de 1989, lo que obliga a importar $1,600 millones en alimentos. La entrega de tierras en usufructo intenta resolver este problema a través de leyes promulgadas en 2008 y 2012; la segunda, más flexible que la primera, introdujo varias mejoras: duplicó el tamaño de la parcela; autorizó la construcción de viviendas y un establo; estipuló que el Estado tase y reembolse la inversión del usufructuario si termina su contrato; concedió a los trabajadores familiares el derecho de heredar el usufructo y la inversión, y concedió microcrédito y la apertura de cuentas bancarias.
No obstante, los obstáculos remanentes son notables: el contrato es sólo por 10 años (aunque prorrogable) comparado con 25 años para entidades estatales y cooperativas; se termina si el usufructuario no cumple sus obligaciones o por interés público; el “marabú” cubre 50% de la tierra y hay que limpiarlo sin usar crédito estatal; el Estado fija el precio del acopio por debajo del precio de mercado; la inversión se limita al 0.67% del tamaño de la parcela; hay fuertes restricciones para contratar trabajadores no familiares; los micro-créditos estatales son insuficientes; y las normas para solicitar usufructo, firmar y extender el contrato, y aprobar la inversión son muy complejas. Las otras reformas enfrentan obstáculos similares.
Debido a los problemas explicados, las reformas estructurales no han logrado hasta ahora resultados substanciales. Por ejemplo, a pesar de la distribución de 1.5 millones de hectáreas de tierras estatales a 180,000 usufructuarios, según cifras oficiales, la producción agrícola cayó 5% en 2010 y 1.2% en 2012.
En conclusión, las reformas estructurales de Raúl son positivas y bien orientadas, pero parciales, lentas y lastradas por obstáculos que frenan el avance necesario. Hasta ahora son inadecuadas para solventar los problemas socio-económicos acrecentados en medio siglo de socialismo estatal centralizado. Es esencial acelerar y profundizar las reformas a fin de lograr efectos que se requieren con urgencia.
Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2013/09/02/v-fullstory/1556567/las-reformas-estructurales-de.html#storylink=cpy
CARMELO MESA-LAGO
[email=Especial/El%20Nuevo%20Herald]ESPECIAL/EL NUEVO HERALD[/email]
En su discurso del 26 de julio de 2007, Raúl Castro anunció “reformas estructurales”. A esto siguió un debate sobre los cambios, el más extenso y profundo bajo la revolución, con un alto consenso respecto a las propuestas. La lucha contra la corrupción, una reforma no estructural, se inició en 2006 (cuando Raúl recibió el mando por la enfermedad de Fidel) y al menos 300 funcionarios y administradores de empresas han sido juzgados y muchos encarcelados.
En 2007 y 2008 siguieron otras reformas, como el acceso de cubanos a hoteles y restaurantes antes reservados para turistas extranjeros; el pago de deudas a campesinos y el aumento en los precios del acopio; el transporte privado de carga y pasajeros; la eliminación del tope de salario y su pago parcial en divisas, y la reforma de las pensiones.
Las reformas estructurales modifican de alguna forma el modelo económico, la llamada “actualización del modelo”. En 2011 el Congreso del Partido acuñó ese término, y tomó dos años para que el Consejo de Estado designase un equipo encargado de precisarlo. Sin embargo, el Congreso acordó que el plan central prevaleciese sobre el mercado así como la empresa estatal sobre la privada. Esta fórmula, ensayada en Hungría, Polonia y Yugoslavia antes del colapso de la URSS no tuvo éxito, ni tampoco el experimento cubano similar en 1975-1985.
Otra reforma peliaguda es el fin del racionamiento. Poco a poco se han sacado artículos de la libreta que se venden a precios tres o cuatro veces mayores al de racionamiento; la eliminación total enfrenta fuerte oposición por grupos de bajo ingreso y los que no reciben remesas externas, para los cuales las magras raciones son vitales.
Entre 2008 y 2013 se introdujeron reformas estructurales importantes: la entrega en usufructo de tierras estatales ociosas; el despido de empleados estatales innecesarios y la creación de trabajos no estatales (primero por cuenta propia y después en nuevas cooperativas de producción no agrícola y de servicios) a fin de dar empleo a los despedidos; el mercado al por mayor para vender insumos a los trabajadores no estatales; la eliminación de gratuidades (como las cafeterías subsidiadas en centros de trabajo); el recorte en los gastos de los servicios sociales; la restauración de la compraventa de viviendas y autos; la reforma tributaria, y la flexibilización en la emigración.
Aún pendientes hay varias reformas estructurales clave como la transformación de las empresas estatales. El mes pasado, Marino Murillo anunció la de-regulación de las empresas de petróleo y níquel durante el resto de 2013 y en 2014. Estas empresas podrán retener hasta 50% de sus utilidades para reinversión y mejoras salariales, y aquellas que arrojen pérdidas serán cerradas. Estas medidas también se intentaron en Cuba en 1975-1985 y no cuajaron.
Falta una ley de inversiones extranjeras que flexibilice la vigente de 1995, muy restringida. Murillo dijo que la inversión extranjera será un suplemento a la estatal, pero debe contribuir tecnología, financiamiento, empleo y mercados. Pero los economistas cubanos concuerdan que se necesita de dicha inversión en virtualmente todos los sectores de la economía.
Además hay que terminar con la dualidad monetaria: la circulación paralela del peso nacional y el peso convertible, que crea enormes distorsiones en la economía; hay unanimidad sobre esta medida, pero no cómo y cuándo hacerla. Finalmente, se necesita una reforma general de precios, acordada por el Congreso del Partido pero no discutida después.
Las reformas estructurales son las más importantes bajo la revolución, tanto en número como innovación, son positivas y han logrado ciertas mejoras, pero son obstruccionadas por excesiva regulación y control estatal, resistencia burocrática, muchos y altos impuestos, un ritmo lento, y la ausencia de las reformas clave ya indicadas. Sigue un ejemplo importante sobre esto.
La agricultura es el Talón de Aquiles de la revolución: en 2012 la inmensa mayoría de la producción agrícola era muy inferior a la de 1989, lo que obliga a importar $1,600 millones en alimentos. La entrega de tierras en usufructo intenta resolver este problema a través de leyes promulgadas en 2008 y 2012; la segunda, más flexible que la primera, introdujo varias mejoras: duplicó el tamaño de la parcela; autorizó la construcción de viviendas y un establo; estipuló que el Estado tase y reembolse la inversión del usufructuario si termina su contrato; concedió a los trabajadores familiares el derecho de heredar el usufructo y la inversión, y concedió microcrédito y la apertura de cuentas bancarias.
No obstante, los obstáculos remanentes son notables: el contrato es sólo por 10 años (aunque prorrogable) comparado con 25 años para entidades estatales y cooperativas; se termina si el usufructuario no cumple sus obligaciones o por interés público; el “marabú” cubre 50% de la tierra y hay que limpiarlo sin usar crédito estatal; el Estado fija el precio del acopio por debajo del precio de mercado; la inversión se limita al 0.67% del tamaño de la parcela; hay fuertes restricciones para contratar trabajadores no familiares; los micro-créditos estatales son insuficientes; y las normas para solicitar usufructo, firmar y extender el contrato, y aprobar la inversión son muy complejas. Las otras reformas enfrentan obstáculos similares.
Debido a los problemas explicados, las reformas estructurales no han logrado hasta ahora resultados substanciales. Por ejemplo, a pesar de la distribución de 1.5 millones de hectáreas de tierras estatales a 180,000 usufructuarios, según cifras oficiales, la producción agrícola cayó 5% en 2010 y 1.2% en 2012.
En conclusión, las reformas estructurales de Raúl son positivas y bien orientadas, pero parciales, lentas y lastradas por obstáculos que frenan el avance necesario. Hasta ahora son inadecuadas para solventar los problemas socio-económicos acrecentados en medio siglo de socialismo estatal centralizado. Es esencial acelerar y profundizar las reformas a fin de lograr efectos que se requieren con urgencia.
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