¿No hay forma humana de que puedan dejar de chivatear a cada cubano que se relaciona con un extranjero? ¿Cuál es la diferencia?
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¿No hay forma humana de que puedan dejar de chivatear a cada cubano que se relaciona con un extranjero? ¿Cuál es la diferencia?
jueves 25 de junio de 2009
¿Hasta dónde hace falta cooperar?
Foto: Claudio Fuentes Madan
Cuando tienes una licencia para alquilarle a extranjeros en Cuba tu vida cambia radicalmente. Económicamente logras, después de soñarlo durante años, ser independiente: ya no tienes que contar los quilos para pagar la luz, no tienes que preocuparte por no poder pagar el teléfono, puedes arreglar tu casa, comprarte equipos electrodomésticos, tener un aire acondicionado y alquilar películas para verlas en un DVD. Entonces eres “independiente” del Estado, tienes “tu” negocio… ¿Cuál es el precio?
Casi todos los días vienen los inspectores, ellos se encargan de chequear que todos tus papeles estén en orden: que ningún extranjero se haya quedado por menos de 24 horas, que no hayan más de dos personas por cuarto, que todos los datos de todas las personas que han venido a ver a los turistas estén anotados en tu libreta. Además están los agentes de inmigración: MININT, a los cuales hay entregarles religiosamente los nombres y el número de carnet de identidad, así como los detalles de tiempo y frecuencia de las visitas, de cuanto cubano haya tenido contacto en tu casa con el inquilino. Entonces yo me pregunto: ¿Hasta dónde tenemos que llegar? ¿Hay que anotarlo? ¿No hay alguna forma de romper esa regla? Sólo se pueden alquilar dos habitaciones por casa, casi todos los arrendatarios rentan 3 y hasta 4 cuartos, lo cual me parece genial, sin embargo, ¿No hay forma humana de que puedan dejar de chivatear a cada cubano que se relaciona con un extranjero? ¿Cuál es la diferencia?
Recuerdo que hace como dos años estaba en casa de una amiga donde se alquila, ella había salido y yo estaba con su madre. Le había alquilado a un extranjero por unas horas en la noche. El hombre llegó como a las 11 de la noche con una jinetera (en la Habana siempre y cuando tengas licencia puede venir cualquiera) como a las dos horas salieron del cuarto. El tipo caminó hacia el balcón en lo que la madre de mi amiga priorizaba anotar el nombre de la pobre prostituta. Oímos el portazo, nos tomó a las tres como tres segundos darnos cuenta de lo que había pasado: se había ido sin pagarle a nadie.
La dueña de la casa se mandó a correr detrás del hombre, pero por supuesto, no lo alcanzó; la pobre muchacha casi se tira a llorar encima de la mesa, en lo que salía me murmuró algo que no entendí: estaba llorando. Yo me asomé al balcón, pude verla con sus tacones doblar la esquina, vi la patrulla que paró a su lado y que se la llevó.
Recuerdo que hace como dos años estaba en casa de una amiga donde se alquila, ella había salido y yo estaba con su madre. Le había alquilado a un extranjero por unas horas en la noche. El hombre llegó como a las 11 de la noche con una jinetera (en la Habana siempre y cuando tengas licencia puede venir cualquiera) como a las dos horas salieron del cuarto. El tipo caminó hacia el balcón en lo que la madre de mi amiga priorizaba anotar el nombre de la pobre prostituta. Oímos el portazo, nos tomó a las tres como tres segundos darnos cuenta de lo que había pasado: se había ido sin pagarle a nadie.
La dueña de la casa se mandó a correr detrás del hombre, pero por supuesto, no lo alcanzó; la pobre muchacha casi se tira a llorar encima de la mesa, en lo que salía me murmuró algo que no entendí: estaba llorando. Yo me asomé al balcón, pude verla con sus tacones doblar la esquina, vi la patrulla que paró a su lado y que se la llevó.
¿Hasta dónde hace falta cooperar?
Foto: Claudio Fuentes Madan
Cuando tienes una licencia para alquilarle a extranjeros en Cuba tu vida cambia radicalmente. Económicamente logras, después de soñarlo durante años, ser independiente: ya no tienes que contar los quilos para pagar la luz, no tienes que preocuparte por no poder pagar el teléfono, puedes arreglar tu casa, comprarte equipos electrodomésticos, tener un aire acondicionado y alquilar películas para verlas en un DVD. Entonces eres “independiente” del Estado, tienes “tu” negocio… ¿Cuál es el precio?
Casi todos los días vienen los inspectores, ellos se encargan de chequear que todos tus papeles estén en orden: que ningún extranjero se haya quedado por menos de 24 horas, que no hayan más de dos personas por cuarto, que todos los datos de todas las personas que han venido a ver a los turistas estén anotados en tu libreta. Además están los agentes de inmigración: MININT, a los cuales hay entregarles religiosamente los nombres y el número de carnet de identidad, así como los detalles de tiempo y frecuencia de las visitas, de cuanto cubano haya tenido contacto en tu casa con el inquilino. Entonces yo me pregunto: ¿Hasta dónde tenemos que llegar? ¿Hay que anotarlo? ¿No hay alguna forma de romper esa regla? Sólo se pueden alquilar dos habitaciones por casa, casi todos los arrendatarios rentan 3 y hasta 4 cuartos, lo cual me parece genial, sin embargo, ¿No hay forma humana de que puedan dejar de chivatear a cada cubano que se relaciona con un extranjero? ¿Cuál es la diferencia?
Recuerdo que hace como dos años estaba en casa de una amiga donde se alquila, ella había salido y yo estaba con su madre. Le había alquilado a un extranjero por unas horas en la noche. El hombre llegó como a las 11 de la noche con una jinetera (en la Habana siempre y cuando tengas licencia puede venir cualquiera) como a las dos horas salieron del cuarto. El tipo caminó hacia el balcón en lo que la madre de mi amiga priorizaba anotar el nombre de la pobre prostituta. Oímos el portazo, nos tomó a las tres como tres segundos darnos cuenta de lo que había pasado: se había ido sin pagarle a nadie.
La dueña de la casa se mandó a correr detrás del hombre, pero por supuesto, no lo alcanzó; la pobre muchacha casi se tira a llorar encima de la mesa, en lo que salía me murmuró algo que no entendí: estaba llorando. Yo me asomé al balcón, pude verla con sus tacones doblar la esquina, vi la patrulla que paró a su lado y que se la llevó.
Recuerdo que hace como dos años estaba en casa de una amiga donde se alquila, ella había salido y yo estaba con su madre. Le había alquilado a un extranjero por unas horas en la noche. El hombre llegó como a las 11 de la noche con una jinetera (en la Habana siempre y cuando tengas licencia puede venir cualquiera) como a las dos horas salieron del cuarto. El tipo caminó hacia el balcón en lo que la madre de mi amiga priorizaba anotar el nombre de la pobre prostituta. Oímos el portazo, nos tomó a las tres como tres segundos darnos cuenta de lo que había pasado: se había ido sin pagarle a nadie.
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