Los mesías
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Los mesías
Claro que Jesús es Mesías, Mesías de los cristianos, los judíos siguen esperando a su Mesías, lo que hay que esperar quien llega primero si el Mesías judío o el Mesías cristiano en su segunda venida, cosas de locos. Yo como agnóstico que soy, no creo en esas mamadas judías, pues Jesús era judío y los apóstoles también.
Tetro- Cantidad de envíos : 5903
Fecha de inscripción : 08/03/2009
Re: Los mesías
Tetro escribió:Claro que Jesús es Mesías, Mesías de los cristianos, los judíos siguen esperando a su Mesías, lo que hay que esperar quien llega primero si el Mesías judío o el Mesías cristiano en su segunda venida, cosas de locos. Yo como agnóstico que soy, no creo en esas mamadas judías, pues Jesús era judío y los apóstoles también.
Las profecías mesiánicas se referían a un contexto histórico determinado.
Recuerdo cuando en "Creencias" le rebatí sus profecías cristianas al sevillano Lucinio.
luik- Cantidad de envíos : 9436
Fecha de inscripción : 11/07/2011
Edad : 41
Re: Los mesías
UNA PUBLICACIÓN DE Tribuna Israelita
La historia del pueblo judío está marcada por períodos de crisis que fungieron como tierra fértil para el surgimiento de distintos movimientos mesiánicos. En tiempos de persecución, incertidumbre y extrema pobreza, comunidades completas encontraron refugio en expectativas mesiánicas. De hecho, los movimientos mesiánicos se sucedieron unos a otros desde la pérdida de la independencia nacional en 70 e.c. Individuos conocidos como “falsos mesías” cristalizaron en su persona los anhelos de liberación y las esperanzas religiosas de sus adeptos.
Los aspirantes al rol de mesías eran hombres carismáticos que prometían afianzar los ideales de paz y de justicia para Israel y para la humanidad toda. De este modo atraían a diversos sectores del pueblo hebreo que necesitaban de una renovada energía espiritual para subsistir en un mundo plagado de animosidad hacia ellos.
La aparición de los falsos mesías tuvo consecuencias variadas. En ocasiones dio pie al nacimiento de sectas religiosas y en otras simplemente logró catalizar los sentimientos de protesta por los sufrimientos experimentados. El fin de estos hombres siempre fue trágico: sufrían encarcelamiento o muertes violentas.
Pero, a pesar de no concretar los resultados anhelados lograron despertar la imaginación y fervientes expectativas de liberación.
Algunos falsos Mesías en la historia judía
1. Los primeros candidatos a mesías eran militares que querían romper con el yugo de la opresión extranjera e introducir una nueva era de justicia y religiosidad. La saga de los falsos mesías se inicia con la figura de Simón Bar Kojba, jefe militar que encabezó la rebelión judía contra Roma en 133 e.c., después de años de opresión. El injusto sufrimiento fue interpretado por muchos como preámbulo de la llegada del Día del Juicio. Y la creencia mesiánica se convirtió en un factor político de gran importancia.
No se conoce mucho sobre las ideas religiosas de Bar Kojba pero se sabe que quería liberar y glorificar a su pueblo y reconquistar Jerusalem. Rabí Akiba, la máxima autoridad espiritual de la época, lo apoyó como mesías y ésto, aunado a su gran carisma y liderazgo, propició que cientos de miles de judíos se sumaran a su ejército. Las fuerzas de Bar Kojba -con más de 500,000 almas- recuperaron Jerusalem y entre 132 y 134 e.c. derrotaron constantemente a los ejércitos romanos, hasta que Julius Severus tomó el mando y venció a los judíos. La cabeza de Bar Kojba fue llevada ante Adriano, general romano, apagando temporalmente las esperanzas de una redención futura.
2. Las expectativas mesiánicas resurgieron en Grecia en el siglo V e.c. con la figura de Moisés de Creta cuya intención era “llevar a los judíos a la tierra de sus antepasados” cruzando el Mar Mediterráneo. Les prometió dividir las aguas y conducir a sus partidarios hacia Jerusalem. En el día prometido este falso mesías dirigió a toda la población de Creta en una larga procesión hacia el mar, provocando así la muerte de muchos de sus seguidores.
3. Los movimientos mesiánicos abundaron en los siglos XI y XII como resultado de las Cruzadas, pero ninguno fue tan espectacular como el de David Alroy quien apareció en 1147 durante la segunda Cruzada. Originario de Kurdistán, hombre culto con gran carisma, se declaró a si mismo mesías. Con la promesa del regreso a Jerusalem intentó convencer a la población judía de Bagdad de que se rebelara contra el Sultán de Persia. El monarca exigió a los judíos que entregaran a Alroy pues de lo contrario se verían expuestos a una terrible persecución. Existen diversas versiones que pretenden explicar el fin de Alroy pero todas coinciden en afirmar que su influencia persistió aún después de su muerte.
4. La especulación mesiánica continuó durante el siglo XIII con la figura de Abraham ben Samuel Abulafia (1240-1291). Nacido en Zaragoza, España, Abulafia fue un hombre de gran cultura, excéntrico y aventurero. En su búsqueda de la “verdad espiritual” estudió filosofía, ciencia y medicina, pero ninguna de estas disciplinas satisfacía la misión para la cual se sentía destinado. En sus viajes entre España e Italia tuvo contacto con la Cábala o mística judía que lo llevó a componer lo que llamó una “nueva cábala” para llegar a la verdad. Paulatinamente fue adquiriendo adeptos. En 1284 escapó a Sicilia en donde afirmó haberse entrevistado con Dios. Convencido de su misión, Abulafia trató de convertir al judaísmo al papa Nicolás III y sólo la muerte intempestiva del pontífice lo salvó de la hoguera.
5. La expulsión de los judíos de España (1492) y Portugal (1498), y las terribles condiciones económicas imperantes propiciaron que el siglo XVI estuviese lleno de interés mesiánico. Los “marranos”, (forzados a convertirse al cristianismo pero que en privado practicaban su judaísmo), esperaban la llegada del Mesías que los liberaría de su miseria y los llevaría a la Tierra Santa en donde podrían vivir como verdaderos judíos. Las expectativas mesiánicas florecieron con la figura de David Reubeni (1490-1535) quien a pesar de carecer de atractivo físico era un hombre intrépido.
Las inquietudes mesiánicas tomaron un giro político con las actividades de Reubeni. En 1524 apareció misteriosamente en Roma para proponerle al papa Clemente VII una alianza militar entre Alemania y el mundo cristiano para derrotar a los turcos y reconquistar Jerusalem obteniendo la aprobación del pontífice. Poco después Reubeni se recuperó “sorprendentemente” de una grave enfermedad. Las noticias del hombre “extraordinario” que realizaba milagros se transmitieron por toda Europa. Reubeni murió encarcelado en la prisión de la Inquisición en España.
6. A raíz de la expulsión judía de España, el centro de estudios místicos se transfirió a Safed bajo el liderazgo de Isaac Luria (1534-1572). Los cabalistas de Safed opinaban que la actividad política no era esencial ni contribuía a la llegada del Mesías y que ésta se suscitaría únicamente a través del estudio del misticismo, la reclusión y la vida ascética. Aunque nunca se proclamó mesías, sus discípulos le atribuían las características milagrosas de un redentor. Luria murió víctima de una epidemia. Sus obras pavimentaron el camino para los movimientos mesiánicos posteriores y su figura fue venerada por miles de seguidores.
7. A la muerte de Luria, Hayim Vital (1542-1620) ofreció consuelo a sus condiscípulos, convenciéndolos de que había sido designado como sucesor del gran maestro. Vital dirigió a sus estudiantes con mano dura. En 1598 se estableció en Damasco en donde comenzó su obsesión con el mesianismo, lo que lo llevó a reunir material y testimonios que atestiguaran sus cualidades sobrenaturales. Vital representó la Cábala de Luria en su forma más extrema y fanática, pero tuvo limitada influencia en su autoproclamación mesiánica.
8. Las terribles persecuciones y matanzas de judíos en Polonia en la década de 1648 a 1658 intensificaron nuevamente los anhelos mesiánicos, que se hicieron patentes con fuerza arrolladora en todas las comunidades judías. Se centraron en la persona de Shabtai Zvi (1626-1676), quien siguiendo los preceptos de la cábala luriánica, inició desde su adolescencia una vida de estricto ascetismo. El cambio radical en la vida de Zvi fue su encuentro con Nathán Benjamin de Gaza quien se convirtió en su propagandista más activo. Nathán decía poseer el don de discernir los pecados de los hombres y cuando vio a Shabtai lo llamó Mesías y lo convenció de que actuara como tal. Con la ayuda de Nathán la fama del “falso mesías” llegó a todos los rincones del mundo, provocando una histeria religiosa entre sus incontables seguidores.
El furor terminó rápidamente. En 1665 Shabtai Zvi anunció que derrotaría al Sultán de Turquía quien dominaba Jerusalem y prometió llevar a todo el pueblo judío al Monte Sión para establecer allí el reino de Dios. Al llegar a Adrianópolis, Zvi fue encarcelado por los turcos y temeroso de la muerte, negó sus pretensiones mesiánicas y eligió convertirse al islam.
La historia del pueblo judío está marcada por períodos de crisis que fungieron como tierra fértil para el surgimiento de distintos movimientos mesiánicos. En tiempos de persecución, incertidumbre y extrema pobreza, comunidades completas encontraron refugio en expectativas mesiánicas. De hecho, los movimientos mesiánicos se sucedieron unos a otros desde la pérdida de la independencia nacional en 70 e.c. Individuos conocidos como “falsos mesías” cristalizaron en su persona los anhelos de liberación y las esperanzas religiosas de sus adeptos.
Los aspirantes al rol de mesías eran hombres carismáticos que prometían afianzar los ideales de paz y de justicia para Israel y para la humanidad toda. De este modo atraían a diversos sectores del pueblo hebreo que necesitaban de una renovada energía espiritual para subsistir en un mundo plagado de animosidad hacia ellos.
La aparición de los falsos mesías tuvo consecuencias variadas. En ocasiones dio pie al nacimiento de sectas religiosas y en otras simplemente logró catalizar los sentimientos de protesta por los sufrimientos experimentados. El fin de estos hombres siempre fue trágico: sufrían encarcelamiento o muertes violentas.
Pero, a pesar de no concretar los resultados anhelados lograron despertar la imaginación y fervientes expectativas de liberación.
Algunos falsos Mesías en la historia judía
1. Los primeros candidatos a mesías eran militares que querían romper con el yugo de la opresión extranjera e introducir una nueva era de justicia y religiosidad. La saga de los falsos mesías se inicia con la figura de Simón Bar Kojba, jefe militar que encabezó la rebelión judía contra Roma en 133 e.c., después de años de opresión. El injusto sufrimiento fue interpretado por muchos como preámbulo de la llegada del Día del Juicio. Y la creencia mesiánica se convirtió en un factor político de gran importancia.
No se conoce mucho sobre las ideas religiosas de Bar Kojba pero se sabe que quería liberar y glorificar a su pueblo y reconquistar Jerusalem. Rabí Akiba, la máxima autoridad espiritual de la época, lo apoyó como mesías y ésto, aunado a su gran carisma y liderazgo, propició que cientos de miles de judíos se sumaran a su ejército. Las fuerzas de Bar Kojba -con más de 500,000 almas- recuperaron Jerusalem y entre 132 y 134 e.c. derrotaron constantemente a los ejércitos romanos, hasta que Julius Severus tomó el mando y venció a los judíos. La cabeza de Bar Kojba fue llevada ante Adriano, general romano, apagando temporalmente las esperanzas de una redención futura.
2. Las expectativas mesiánicas resurgieron en Grecia en el siglo V e.c. con la figura de Moisés de Creta cuya intención era “llevar a los judíos a la tierra de sus antepasados” cruzando el Mar Mediterráneo. Les prometió dividir las aguas y conducir a sus partidarios hacia Jerusalem. En el día prometido este falso mesías dirigió a toda la población de Creta en una larga procesión hacia el mar, provocando así la muerte de muchos de sus seguidores.
3. Los movimientos mesiánicos abundaron en los siglos XI y XII como resultado de las Cruzadas, pero ninguno fue tan espectacular como el de David Alroy quien apareció en 1147 durante la segunda Cruzada. Originario de Kurdistán, hombre culto con gran carisma, se declaró a si mismo mesías. Con la promesa del regreso a Jerusalem intentó convencer a la población judía de Bagdad de que se rebelara contra el Sultán de Persia. El monarca exigió a los judíos que entregaran a Alroy pues de lo contrario se verían expuestos a una terrible persecución. Existen diversas versiones que pretenden explicar el fin de Alroy pero todas coinciden en afirmar que su influencia persistió aún después de su muerte.
4. La especulación mesiánica continuó durante el siglo XIII con la figura de Abraham ben Samuel Abulafia (1240-1291). Nacido en Zaragoza, España, Abulafia fue un hombre de gran cultura, excéntrico y aventurero. En su búsqueda de la “verdad espiritual” estudió filosofía, ciencia y medicina, pero ninguna de estas disciplinas satisfacía la misión para la cual se sentía destinado. En sus viajes entre España e Italia tuvo contacto con la Cábala o mística judía que lo llevó a componer lo que llamó una “nueva cábala” para llegar a la verdad. Paulatinamente fue adquiriendo adeptos. En 1284 escapó a Sicilia en donde afirmó haberse entrevistado con Dios. Convencido de su misión, Abulafia trató de convertir al judaísmo al papa Nicolás III y sólo la muerte intempestiva del pontífice lo salvó de la hoguera.
5. La expulsión de los judíos de España (1492) y Portugal (1498), y las terribles condiciones económicas imperantes propiciaron que el siglo XVI estuviese lleno de interés mesiánico. Los “marranos”, (forzados a convertirse al cristianismo pero que en privado practicaban su judaísmo), esperaban la llegada del Mesías que los liberaría de su miseria y los llevaría a la Tierra Santa en donde podrían vivir como verdaderos judíos. Las expectativas mesiánicas florecieron con la figura de David Reubeni (1490-1535) quien a pesar de carecer de atractivo físico era un hombre intrépido.
Las inquietudes mesiánicas tomaron un giro político con las actividades de Reubeni. En 1524 apareció misteriosamente en Roma para proponerle al papa Clemente VII una alianza militar entre Alemania y el mundo cristiano para derrotar a los turcos y reconquistar Jerusalem obteniendo la aprobación del pontífice. Poco después Reubeni se recuperó “sorprendentemente” de una grave enfermedad. Las noticias del hombre “extraordinario” que realizaba milagros se transmitieron por toda Europa. Reubeni murió encarcelado en la prisión de la Inquisición en España.
6. A raíz de la expulsión judía de España, el centro de estudios místicos se transfirió a Safed bajo el liderazgo de Isaac Luria (1534-1572). Los cabalistas de Safed opinaban que la actividad política no era esencial ni contribuía a la llegada del Mesías y que ésta se suscitaría únicamente a través del estudio del misticismo, la reclusión y la vida ascética. Aunque nunca se proclamó mesías, sus discípulos le atribuían las características milagrosas de un redentor. Luria murió víctima de una epidemia. Sus obras pavimentaron el camino para los movimientos mesiánicos posteriores y su figura fue venerada por miles de seguidores.
7. A la muerte de Luria, Hayim Vital (1542-1620) ofreció consuelo a sus condiscípulos, convenciéndolos de que había sido designado como sucesor del gran maestro. Vital dirigió a sus estudiantes con mano dura. En 1598 se estableció en Damasco en donde comenzó su obsesión con el mesianismo, lo que lo llevó a reunir material y testimonios que atestiguaran sus cualidades sobrenaturales. Vital representó la Cábala de Luria en su forma más extrema y fanática, pero tuvo limitada influencia en su autoproclamación mesiánica.
8. Las terribles persecuciones y matanzas de judíos en Polonia en la década de 1648 a 1658 intensificaron nuevamente los anhelos mesiánicos, que se hicieron patentes con fuerza arrolladora en todas las comunidades judías. Se centraron en la persona de Shabtai Zvi (1626-1676), quien siguiendo los preceptos de la cábala luriánica, inició desde su adolescencia una vida de estricto ascetismo. El cambio radical en la vida de Zvi fue su encuentro con Nathán Benjamin de Gaza quien se convirtió en su propagandista más activo. Nathán decía poseer el don de discernir los pecados de los hombres y cuando vio a Shabtai lo llamó Mesías y lo convenció de que actuara como tal. Con la ayuda de Nathán la fama del “falso mesías” llegó a todos los rincones del mundo, provocando una histeria religiosa entre sus incontables seguidores.
El furor terminó rápidamente. En 1665 Shabtai Zvi anunció que derrotaría al Sultán de Turquía quien dominaba Jerusalem y prometió llevar a todo el pueblo judío al Monte Sión para establecer allí el reino de Dios. Al llegar a Adrianópolis, Zvi fue encarcelado por los turcos y temeroso de la muerte, negó sus pretensiones mesiánicas y eligió convertirse al islam.
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