El virus «gemelo» del ébola que la URSS convirtió en arma biológica
Página 1 de 1.
El virus «gemelo» del ébola que la URSS convirtió en arma biológica
El virus «gemelo» del ébola que la URSS convirtió en arma biológica
Isabel Miranda@IsabelMiranda / Madrid
Día 11/08/2014 - 14.37h
La Unión Soviética llegó a tener capacidad para fabricar en masa la variante U del virus de Marburgo, muy letal en su forma aérea
ABC
El virus de Marburgo
—Algo terrible ha ocurrido—dijo a través del teléfono Lev Sandakchiev, jefe del Centro Estatal para la Investigación de Virología y Biotecnología de la URSS.
Al otro lado, Anatjan Alivekov, director adjunto del programa de armas biológicas, ya se temía lo peor.
—¿Un accidente?
—Sí, es Ustinov. Se ha inyectado el virus de Marburgo directamente en el pulgar.
—Espera. Ya sabes cuáles son las normas. Mándame un criptograma. No digas nada más.
Era el 16 de abril de 1988. El experto virólogo Nikolai Ustinov había estado trabajando en su laboratorio y lo hacía, como desde hacía un tiempo, en el programa de armas biológicas de la Unión Soviética, Biopreparat, cuyas instalaciones estaban repartidas a lo largo de todo el territorio de la URSS y en el que trabajaban un total de 60.000 científicos. Ese día, entre las manos enguantadas de Ustinov estaba un virus «gemelo» del Ébola desde el punto de vista clínico, pero aún más letal: el virus de Marburgo.
Cuando Ustinov iba a inyectar en una cobaya una de las cepas obtenidas en laboratorio, un ayudante chocó contra él. La aguja traspasó los guantes y el virólogo sintió como se pinchaba uno de los pulgares. Fue inmediatamente aislado a la espera del desarrollo de la enfermedad, de la que no había tratamiento. Los síntomas que vendrían a continuación no tendrían compasión: fiebre elevada, cefalea intensa, gran malestar...pero también diarrea intensa, dolor y cólicos abdominales, náuseas y vómitos, así como hemorragias de múltiples órganos.
Todo parecía ponerse en contra del científico: aunque no había una cura específica para el virus, algunos médicos habían llegado a la conclusión de que la gamma globulina administrada en las primeras 24 horas a la exposición podía contrarrestar los efectos del virus. Pero no tenían. Tardaron cuatro días en conseguirla. Para ese 20 de abril, Ustinov tenía ya fuertes dolores de cabeza y los ojos rojos, además de pequeñas hemorragias. Reconociendo los síntomas inequívocos de la enfermedad, el virólogo decidió escribir un diario para explicar cómo iba avanzando el virus.
La cepa resultante era especialmente letal en su forma aérea
Aunque el programa de armas biológicas de la URSS estaba envuelto en el mayor de los secretismos, Anatjan Alivekov, científico ruso que llegó a ser primer director adjunto de Biopreparat, huyó en 1992 a EE.UU., se cambió el nombre por Ken Alibek y comenzó relatar los detalles del programa soviético. Concedió innumerables entrevistas e incluso llegó a escribir un libro, «Biohazard: The Chilling True Story of the Largest Covert Biological Weapons Program in the World».
Fue Alibek quien explicó cómo las últimas páginas del diario de Ustinov estaban manchadas de sangre coagulada. Cómo su piel desarrolló hemorragias en forma de estrella y cómo, increíblemente, llegó a sudar sangre directamente a través de los poros, algo que los científicos jamás habían visto hasta ese momento.
La «variante U», en honor a Ustinov
Finalmente, Ustinov murió el 30 de abril. Pero lejos de deshacerse de los restos, los científicos que trataban de convertir el virus de Marburgo en un arma biológica conservaron sus muestras de sangre, el hígado y el bazo. Tras los análisis, la cepa resultante —el virus, tras ser incubado por Ustinov, había mutado— era especialmente letal en su forma aérea, por lo que la mantuvieron viva, replicándose en laboratorio. La llamaron la «variante U», en honor al fallecido.
Según recogía el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional español (Ceseden) en un informe del año 2000, la Unión Soviética tenía en 1991 capacidad para fabricar la variante U del virus de Marburgo. «Bastan cinco partículas microscópicas en los pulmones de un mono para conseguir que el animal muera. Como análisis comparativo, el ántrax convencional necesita 8.000 esporas alojadas en los pulmones para garantizar la infección y la muerte», decía el informe.
«La peculiaridad adicional de dicho virus es que podría ser cargado en las cabezas de los MIRV, con unos sistemas especiales de enfriamiento en cada una de las 10 cabezas cónicas que mantendría el virus con vida durante el calor de la entrada en la atmósfera terrestre», recoge el documento. El plan de la URSS era utilizar la variante U como un arma estratégico-operativa: elegirían un objetivo y, utilizando unos paracaídas, liberarían una nube de biopartículas que se harían rápidamente invisibles y se extenderían entre el enemigo.
Pero aunque la Unión Soviética llegó a ser capaz de fabricarlo en masa, la variante U del virus de Marburgo nunca llegó a formar parte de su arsenal biológico, que sí estaba compuesto por cerca de 20 toneladas de viruela seca de uso bélico y el antrax ruso creado por Alibekov, que era más potente y letal que el convencional. Años después, durante una entrevista para el Center for Nonproliferation Studies, Alibekov reconocía su responsabilidad. «Lamento decir que yo sugerí el virus de Marburgo [como parte de la lista de armas biológicas que podrían ser utilizadas en guerras futuras]».
http://www.abc.es/sociedad/20140811/abci-virus-marburgo-arma-biologica-201408101715.html
Isabel Miranda@IsabelMiranda / Madrid
Día 11/08/2014 - 14.37h
La Unión Soviética llegó a tener capacidad para fabricar en masa la variante U del virus de Marburgo, muy letal en su forma aérea
ABC
El virus de Marburgo
—Algo terrible ha ocurrido—dijo a través del teléfono Lev Sandakchiev, jefe del Centro Estatal para la Investigación de Virología y Biotecnología de la URSS.
Al otro lado, Anatjan Alivekov, director adjunto del programa de armas biológicas, ya se temía lo peor.
—¿Un accidente?
—Sí, es Ustinov. Se ha inyectado el virus de Marburgo directamente en el pulgar.
—Espera. Ya sabes cuáles son las normas. Mándame un criptograma. No digas nada más.
Era el 16 de abril de 1988. El experto virólogo Nikolai Ustinov había estado trabajando en su laboratorio y lo hacía, como desde hacía un tiempo, en el programa de armas biológicas de la Unión Soviética, Biopreparat, cuyas instalaciones estaban repartidas a lo largo de todo el territorio de la URSS y en el que trabajaban un total de 60.000 científicos. Ese día, entre las manos enguantadas de Ustinov estaba un virus «gemelo» del Ébola desde el punto de vista clínico, pero aún más letal: el virus de Marburgo.
Cuando Ustinov iba a inyectar en una cobaya una de las cepas obtenidas en laboratorio, un ayudante chocó contra él. La aguja traspasó los guantes y el virólogo sintió como se pinchaba uno de los pulgares. Fue inmediatamente aislado a la espera del desarrollo de la enfermedad, de la que no había tratamiento. Los síntomas que vendrían a continuación no tendrían compasión: fiebre elevada, cefalea intensa, gran malestar...pero también diarrea intensa, dolor y cólicos abdominales, náuseas y vómitos, así como hemorragias de múltiples órganos.
Todo parecía ponerse en contra del científico: aunque no había una cura específica para el virus, algunos médicos habían llegado a la conclusión de que la gamma globulina administrada en las primeras 24 horas a la exposición podía contrarrestar los efectos del virus. Pero no tenían. Tardaron cuatro días en conseguirla. Para ese 20 de abril, Ustinov tenía ya fuertes dolores de cabeza y los ojos rojos, además de pequeñas hemorragias. Reconociendo los síntomas inequívocos de la enfermedad, el virólogo decidió escribir un diario para explicar cómo iba avanzando el virus.
La cepa resultante era especialmente letal en su forma aérea
Aunque el programa de armas biológicas de la URSS estaba envuelto en el mayor de los secretismos, Anatjan Alivekov, científico ruso que llegó a ser primer director adjunto de Biopreparat, huyó en 1992 a EE.UU., se cambió el nombre por Ken Alibek y comenzó relatar los detalles del programa soviético. Concedió innumerables entrevistas e incluso llegó a escribir un libro, «Biohazard: The Chilling True Story of the Largest Covert Biological Weapons Program in the World».
Fue Alibek quien explicó cómo las últimas páginas del diario de Ustinov estaban manchadas de sangre coagulada. Cómo su piel desarrolló hemorragias en forma de estrella y cómo, increíblemente, llegó a sudar sangre directamente a través de los poros, algo que los científicos jamás habían visto hasta ese momento.
La «variante U», en honor a Ustinov
Finalmente, Ustinov murió el 30 de abril. Pero lejos de deshacerse de los restos, los científicos que trataban de convertir el virus de Marburgo en un arma biológica conservaron sus muestras de sangre, el hígado y el bazo. Tras los análisis, la cepa resultante —el virus, tras ser incubado por Ustinov, había mutado— era especialmente letal en su forma aérea, por lo que la mantuvieron viva, replicándose en laboratorio. La llamaron la «variante U», en honor al fallecido.
Según recogía el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional español (Ceseden) en un informe del año 2000, la Unión Soviética tenía en 1991 capacidad para fabricar la variante U del virus de Marburgo. «Bastan cinco partículas microscópicas en los pulmones de un mono para conseguir que el animal muera. Como análisis comparativo, el ántrax convencional necesita 8.000 esporas alojadas en los pulmones para garantizar la infección y la muerte», decía el informe.
«La peculiaridad adicional de dicho virus es que podría ser cargado en las cabezas de los MIRV, con unos sistemas especiales de enfriamiento en cada una de las 10 cabezas cónicas que mantendría el virus con vida durante el calor de la entrada en la atmósfera terrestre», recoge el documento. El plan de la URSS era utilizar la variante U como un arma estratégico-operativa: elegirían un objetivo y, utilizando unos paracaídas, liberarían una nube de biopartículas que se harían rápidamente invisibles y se extenderían entre el enemigo.
Pero aunque la Unión Soviética llegó a ser capaz de fabricarlo en masa, la variante U del virus de Marburgo nunca llegó a formar parte de su arsenal biológico, que sí estaba compuesto por cerca de 20 toneladas de viruela seca de uso bélico y el antrax ruso creado por Alibekov, que era más potente y letal que el convencional. Años después, durante una entrevista para el Center for Nonproliferation Studies, Alibekov reconocía su responsabilidad. «Lamento decir que yo sugerí el virus de Marburgo [como parte de la lista de armas biológicas que podrían ser utilizadas en guerras futuras]».
http://www.abc.es/sociedad/20140811/abci-virus-marburgo-arma-biologica-201408101715.html
_________________
Azali- Admin
- Cantidad de envíos : 50980
Fecha de inscripción : 27/10/2008
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.