El Dios judeocristiano
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El Dios judeocristiano
La Máxima Mentira Milenaria Sacada a la Luz de la Verdad
Preámbulo: El redescubrimiento del pasado y nuestro acercamiento a la verdad
Hasta las décadas finales del siglo 19 la Biblia hebrea, conocida también como el Antiguo Testamento en los círculos cristianos, gozaba de su estatus privilegiado de ser 'el libro más antiguo jamás conocido', 'un texto único y sin paragón' e incluso 'la misma palabra de Dios'. Durante prácticamente toda la época medieval y hasta sólo un par de siglos atrás, las Sagradas Escrituras eran consideradas el registro original y auténtico de la historia primordial de la humanidad y su cosmovisión judeocristiana monoteísta dominaba todos los aspectos de la sociedad occidental como absoluta e indiscutible. La Iglesia Cristiana disfrutaba de una autoridad privilegiada, su filosofía de la naturaleza caída del hombre prevalecía y la creencia en la deidad hebrea Yahvé como el único dios verdadero era sin rival. Sin embargo, todo eso cambiaría con los nuevos descubrimientos arqueológicos en el Medio Oriente en los albores del siglo 20.
En diciembre del año 1872 la unicidad del Libro de Génesis fue puesta a prueba por primera vez cuando el erudito George Smith presentó los hallazgos más recientes de la naciente asiriología ante la Sociedad Bíblica en Londres. Los asiriólogos habían logrado descifrar la escritura cuneiforme y ya habían empezado a catalogar y traducir muchas tablillas literarias mesopotámicas. Lo más curioso fue que muchos de los manuscritos acadios desenterrados, todos mucho más antiguos que la Biblia hebrea, contenían muchas semejanzas llamativas con la estructura literaria y el contenido del Libro de Génesis (Bottéro, 2000i). Tres décadas más tarde, el renombrado filólogo y asiriólogo alemán Friedrich Delitzsch sacudiría el mundo teológico de su época con su serie de conferencias titulada 'Babilonia y la Biblia' en la cual expuso que las escrituras de la Biblia hebrea eran nada más que copias y refundiciones de la literatura mitológica babilonia más antigua que había sido desenterrada por asiriólogos alemanas en el yacimiento de Ashur entre 1899 y 1903. Los días de la Biblia como un libro único y sin paragón llegaron a su fin y la verdad de que la Biblia no era ninguna obra original sino un mero derivado proveniente de un conjunto de textos mesopotámicos más antiguos fue sacada a la luz (Huffmon, 1983ii). La Biblia ya había perdido su prerrogativa de ser la indiscutible revelación de Dios y el mundo académico se fue enterando de la primicia de los textos mesopotámicos pre-bíblicos. Los estragos que esta revelación le causó a la teología ortodoxa eran tan fuertes que se produjo una gran revuelta en el mundo académico occidental y algunos teólogos buscaron prohibir las conferencias asiriológicas de Delitzsch apelando a la doctrina de la 'revelación divina' de las Sagradas Escrituras y afirmando que el monoteísmo ético de Israel era incontestable (Huffmon, 1983iii). En las décadas siguientes, más hallazgos espeluznantes para la ortodoxia cristiana pondrían en duda la originalidad de la Biblia hebrea cuando una riqueza de tablillas antiguas, esta vez de la literatura sumeria, fue descubierta por arqueólogos en varios yacimientos en Iraq y descifradas por eruditos revelando que todas las culturas literarias del Medio Oriente Antiguo, la hebrea bíblica incluida, tienen su origen en la tradición literaria sumeria antiquísima. El desciframiento de la literatura sumeria otrora perdida en el olvido fue hecho posible por el afortunado descubrimiento de un conjunto de textos sumero-acadios bilingües encontrado por François Lenormant y desde entonces pioneros en la asiriología como Arno Poebel y Samuel Noah Kramer se han dedicado a la traducción de las tablillas contribuyendo a nuestro entendimiento de la religión antigua sobremanera (Hallo, 2010iv).
En este artículo vamos a ver que prácticamente todo lo que las instituciones religiosas nos han enseñado en cuanto al origen de la Biblia es un engaño descarado que se basa en nada más que mentiras piadosas. Primero, voy a demostrar que la Biblia hebrea, el Libro de Génesis incluido, no es realmente un texto muy antiguo de la época en la cual supuestamente vivió el patriarca Moisés sino una fabricación tardía de la época del exilio (597-538 AEC) cuyos autores, la élite religiosa judía, pretendieron presentarla como un libro mucho más antiguo de lo que era realmente. Segundo, voy a demostrar que la religión hebrea original fue nada más que un derivado del politeísmo cananeo antiguo y señalar las evidencias bíblicas que muestran que habían más dioses aparte de Yahvé en la teología veterotestamentaria original. Tercero, voy a refutar la idea de que el contenido de Génesis es una obra hebrea original y revelar que todos sus relatos centrales desde el Huerto del Edén hasta el Diluvio tienen paralelismos exactos en la literatura sumeria mucho más antigua. Vamos a ver que la Biblia hebrea no es de ninguna manera un registro fidedigno de nuestra historia primordial sino más bien una refundición tergiversada de los textos originales.
La Biblia Hebrea: ¿Un libro muy antiguo?
Anterior al nacimiento de la erudición bíblica y la arqueología modernas, se creía que el Pentateuco, los llamados Cinco Libros de Moisés que incluyen el relato de Génesis y constituyen los textos más antiguos y fundamentales de la Biblia hebrea, era el cuerpo de literatura religiosa más antiguo de la historia y los teólogos de la corriente tradicional colocaba su fecha de composición en la época en la que se cree que vivió el patriarca Moisés alrededor del siglo 14 AEC.
Sin embargo, hoy los nuevos hallazgos arqueológicos y históricos ponen en duda dicha fecha tradicional temprana y sugieren una fecha de composición mucho más tardía de lo que se enseñaba en las escuelas teológicas ortodoxas. Actualmente el consenso de la erudición bíblica coloca la fecha de la redacción de la mayoría de los libros de la llamada historia primaria de la Biblia incluyendo el Pentateuco final en una fecha pos-exílica alrededor de 550 AEC (Whybry, 1987v; Akenson, 1998vi). Los más recientes descubrimientos en el campo de la arqueología bíblica demuestran muchas incoherencias irreconciliables con la perspectiva tradicional. Israel Finkelstein de la Universidad de Tel Aviv y Neil Asher Silberman de la Universidad de Massachusetts explican en su libro revolucionario La Biblia Desenterrada que se ha descubierto que muchos de los lugares mencionados en los textos de la historia primaria de la Biblia como el Libro de Josué por ejemplo no empezaron a existir hasta las últimas décadas del séptimo siglo AEC, lo cual significa que la fecha de su composición debe colocarse en un período posterior a partir del siglo 6 AEC (Finkelstein y Silberman, 2001vii).
Las ciudades norteñas de Níneve y Calaj entre otras que son mencionadas como ciudades grandes en la Tabla de las Naciones en Génesis 10 en realidad eran de poca importancia en el segundo milenio AEC. Níneve no se convirtió en una gran capital del Imperio Asirio hasta el siglo 7 bajo el reinado de Senaquerib y Calaj no llegó a ser un lugar significativo hasta el siglo 9 cuando el rey Asurnasirpal II lo convirtió en su capital trasformándolo por completo de una pequeña aldea insignificante a una gran metrópolis en poco tiempo (Finkelstein y Silberman, 2001viii, Grayson, 1992ix). Por lo tanto, es evidente que los redactores del Pentateuco y de los libros de la historia primaria de la Biblia estaban familiarizados con la topografía de su época entre los siglos séptimo y sexto y suponían equivocadamente que las mismas ciudades habían existido en su estado actual desde muchos siglos atrás incluso antes de la supuesta época de la vida de Moisés desconociendo la historia de los reinos extranjeros de modo total. Lo más probable es que el Pentateuco fuera redactado en su forma final durante el período del exilio en Babilonia (587-538 AEC) o en una fecha tardía justo después de dicho suceso.
¿Cuáles son las implicaciones de estos hallazgos? Primero, sabemos que el Pentateuco de la Biblia hebrea no es tan antiguo como antes se creía teniendo una antigüedad de unos 2600 años como mucho. En cambio, los textos acadios como el Poema de Atrahasis se datan del siglo 18 AEC (Lambert y Millard, 1999x; Walton, 1994xi) y los relatos sumerios aún más antiguos en los cuales se basa la literatura acadia se datan de la época neo-sumeria en los siglos postreros del tercer milenio AEC antecediendo la Biblia por casi dos milenios (Kramer, 1963xii; Kramer, 1998xiii). Segundo, queda claro que la gran mayoría de la Biblia hebrea fue inventada por el sacerdocio hebreo en una fecha mucho más tardía de lo enseñado y lo más verosímil es que fuera redactada con un fin socio-político como por ejemplo la justificación del cambio al monoteísmo absoluto o el nacionalismo judío. Los Hebreos en el exilio pretendieron fabricar una historia gloriosa para su pueblo y presentarse como el 'Pueblo Elegido del dios único' y la redacción del Pentateuco fue su medio para alcanzar ese fin. En otras palabras, es evidente que este documento monoteísta conocido hoy como las Sagradas Escrituras es engañoso, pues su contenido polémico fue fabricado para un propósito político y la versión de la historia que presenta es sumamente tergiversada.
El Monoteísmo Hebreo: ¿La religión original?
Durante siglos las instituciones eclesiásticas y los teólogos ortodoxos nos han enseñado que la Biblia es la palabra revelada del único dios verdadero siendo un gran paladín del monoteísmo absoluto. Como resultado muchas personas creen inocentemente que en la Biblia hay un solo dios y no existen otros dioses fuera de Yahvé. Sin embargo, eso no es lo que dicen los textos de la Biblia realmente. La verdad es que los occidentales estamos acostumbrados a leer este libro mediante un lente monoteísta dejándonos llevar por nuestros prejuicios culturales. Pero nosotros no tenemos la culpa; las traducciones bíblicas de nuestra época nos invitan a interpretarlo así. En las Biblias castellanas populares como la Reina Valera y la Nueva Versión Internacional siempre encontramos el nombre del supuesto dios creador bíblico traducido como 'Dios' o 'Señor', pero estas traducciones no son precisas y se puede decir incluso que son un tanto engañosas.
La realidad es que cuando leemos la Biblia hebrea en su idioma original descubrimos que en muchos casos el texto no dice 'Dios' y aún menos 'Señor', sino el nombre sagrado Yahvé o la palabra hebrea Elohim cuyo significado no es dios en singular sino 'dioses' en plural. Existen muchas referencias politeístas sutiles en el Antiguo Testamento que apenas son detectables a menos que tengamos un conocimiento de su lenguaje original. Incluso con las versiones modernas como la Reina Valera podemos encontrar remanentes y reliquias del pensamiento politeísta hebreo si las leemos con un ojo escudriñante. Primero, vamos al mismo principio y echamos un vistazo a los relatos de la creación y de la rebelión en los primeros capítulos de Génesis.
'Entonces dijo Dios (Elohim): Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.' (Génesis 1:26)
'Y dijo Jehová Dios (Elohim): He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.' (Génesis 3:22)
Aquí vemos que Yahvé o Jehová, el dios que decide la creación del hombre, habla con el pronombre plural dirigiéndose a otros seres divinos de su especie y luego, en el momento del desafío de la humanidad, el mismo dios proclama que el hombre es como uno de ellos adquiriendo el conocimiento que anteriormente sólo poseían Yahvé y los demás Elohim.
'Y creó Dios (Elohim) al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.' (Génesis 1:27)
Aquí vemos que en el acto de la creación el hombre es creado a la imagen de Elohim, hecho varón y hembra. Esto significa que este grupo divino estaba compuesto por seres masculinos y seres femeninos siendo un panteón de una pluralidad de dioses y diosas.
Más tarde, en el Libro de Salmos encontramos otro vestigio de este panteón creador politeísta cuando el texto relata una escena sobre un concilio divino compuesto por múltiples dioses.
'Dios está en la reunión de los dioses; En medio de los dioses juzga.' (Salmo 82:1)
'Porque Jehová es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses.' (Salmo 95:3)
En estos versículos vemos de modo claro que existe una pluralidad de dioses de la cual Yahvé, el dios de Israel, es sólo uno de muchos. Luego leemos que Yahvé es elevado al nivel de rey del panteón y empieza a reinar sobre los otros dioses.
Volviendo al Libro de Génesis, justo antes de que Yahvé decida destruir la creación por el diluvio encontramos un episodio extrañísimo en el cual los 'Hijos de Dios' ven que las hijas de los hombres son hermosas y las toman para sí acostándose con ellas y engendrando a los famosos Nefilim.
'Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas' (Génesis 6:2)
Aquí la traducción de 'Hijos de Dios' es errónea o más bien engañosa de modo flagrante puesto que su equivalente en la lengua original es Bene ha Elohim cuyo significado único es 'hijos de los dioses'. Lo cierto es que la palabra Elohim es un plural masculino de El o Eloah que significan 'dios' en Hebreo. Este versículo implica que los seres misteriosos que mantuvieron relaciones sexuales con las mujeres humanas en Génesis 6:2 eran de hecho los vástagos divinos de los dioses y las diosas del escalón más alto del panteón celestial que encontramos en el relato de la creación en los primeros capítulos del mismo libro. En fin, había una pluralidad de deidades en el Génesis original y la religión más temprana de los Hebreos era de hecho un sistema politeísta.
Ya hemos echado un vistazo a algunos de los muchos vestigios del politeísmo hebreo original en la Biblia actual. Ahora voy a demostrar de modo científico que estas referencias a una pluralidad de dioses realmente son reliquias del politeísmo y no solamente cuestiones de traducción o interpretación.
Como vimos en la sección previa, el consenso de la erudición bíblica actual concluye que la mayoría de los libros de la Biblia hebrea desde Génesis hasta los libros de Reyes fue redactada en una fecha tardía en un tiempo pos-exílico alrededor del año 550 AEC. En aquel tiempo los escribas del sacerdocio hebreo compusieron el Pentateuco en su forma final bastante parecido al que tenemos hoy. Sin embargo, eso no quiere decir que no existieran textos hebreos subyacentes antes de dicha fecha. De hecho, la literatura de la lengua hebrea tiene una historia que se remonta hasta el año 1000 AEC. La erudición bíblica sugiere que algunos de los escritos hebreos pre-bíblicos fueron editados y modificados para su incorporación en el Pentateuco posterior. Entre estos textos hebreos primitivos se encuentra el llamado Canto de Moisés cuyo manuscrito fue encontrado entre los Rollos del Mar Muerte en el yacimiento de Qumrán a mediados del siglo 20. El Canto de Moisés forma la base de partes del Libro de Deuteronomio en la Biblia actual siendo un texto subyacente más antiguo que el resto de los manuscritos bíblicos. Este fragmento constituye uno de los pocos textos hebreos pre-exílicos que tenemos a nuestro alcance. Cabe decir que el contenido de este texto reveló algo muy sorprendente para los estudiosos de la época de su descubrimiento.
Este hallazgo arrojó luz sobre la naturaleza de la primera religión de los Hebreos. Se descubrió que los textos pre-exílicos que habían sido incorporados en la Biblia posteriormente durante el exilio contenían numerosas referencias politeístas y éstas habían sido editadas y cambiadas en una fecha tardía para armonizarlos con la nueva corriente monoteísta de la época pos-exílica (Stark, 2011xiv). Un buen ejemplo de estos casos sería el contenido de Deuteronomio 32:8-9 comparado a las tres distintas etapas de su evolución. Hasta muy reciente los únicos manuscritos de esta parte de la Biblia a nuestra disposición eran de la fuente masorética tardía fechada entre los siglos 7 y 9 EC y la Septuaginta, una traducción griega de la Biblia hebrea compuesta alrededor del siglo 3 AEC. Sin embargo, con el descubrimiento de los manuscritos de Qumrán los eruditos lograron recuperar un manuscrito mucho más antiguo que ambos perteneciendo al siglo 8 o al siglo 9 AEC. Comparemos el contenido de los tres manuscritos.
La fuente masorética hebrea (siglos 7-9 EC) que forma la base de las traducciones modernas:
Cuando Elyon (el Altísimo) dividió las naciones,
cuando separó a los hijos de Adán,
estableció las fronteras de las naciones
según el número de los hijos de Israel.
La porción de Yahvé era su pueblo,
Jacob la herencia que le tocó.
La Septuaginta griega más antigua (siglo 3 AEC):
Cuando el Altísimo dividió las naciones,
cuando esparció a los hijos de Adán,
estableció las fronteras de las naciones
según el número de los ángeles de Dios,
y su pueblo Jacob se convirtió en la porción del Señor,
la tierra de Israel su herencia.
El manuscrito 4QDeut aún más antiguo que los previos y de una fecha pre-exílica (siglos 9-8 AEC):
Cuando Elyon (el Altísimo) dividió las naciones,
cuando separó a los hijos de Adán,
estableció las fronteras de las naciones
según el número de los Bene ha Elohim (¡Hijos de los Dioses!).
La porción de Yahvé era su pueblo,
Jacob la herencia que le tocó.
Arriba vemos cómo los escribas judíos monoteístas primero cambiaron 'Hijos de los Dioses' por 'Ángeles de Dios' y luego volvieron a cambiar el texto esta vez sustituyendo 'Ángeles de Dios' por 'Hijos de Israel'. En la versión masorética medieval, al parecer Elyon y Yahvé son tratados como la misma entidad cuyo papel es repartir las naciones entre sus hijos humanos del pueblo de Israel. En la Septuaginta más antigua por siglos Elyon y el Señor son presentados como el mismo dios y éste reparte las naciones entre sus ángeles. En cambio, en el manuscrito 4QDeut perteneciente al cuerpo literario hebreo de la época pre-exílica y por ende mucho más antiguo que los anteriores, vemos que Elyon el altísimo y Yahvé el dios de Israel son dos entidades distintas, los Bene ha Elohim no son ángeles sino literalmente dioses y Yahvé es solamente uno de los muchos que heredaron las naciones del mundo. Esto nos muestra que la religión hebrea original de la Biblia era politeísta reconociendo una pluralidad de dioses hasta que los escribas del sacerdocio inventaron la doctrina del monoteísmo y editaron estas referencias para justificar su nueva teología. Esto explica los muchos vestigios del politeísmo hebreo que aún encontramos en este libro supuestamente monoteísta.
Otro texto del mismo libro describe a Yahvé como un dios guerrero victorioso ganando la admiración de sus compañeros divinos. Deuteronomio 32:43 también tiene tres niveles distintos según la época de su composición. Comparémoslos ahora.
La fuente masorética hebrea:
Alabad, naciones, a su pueblo ... (truncado)
La Septuaginta griega:
Alabad, cielos, a su pueblo.
Alabadlo, ángeles de Dios.
El manuscrito 4QDeut de la época pre-exílica:
Alabad, cielos, a su pueblo.
Postraos delante de él, todos vosotros los dioses.
Aquí queda claro que en la religión hebrea original Yahvé no era considerado el único dios; Yahvé era sólo un miembro de un panteón divino bastante numeroso y según la teología hebrea primitiva él había luchado contra otros dioses por la supremacía y ascendido al trono del cielo gracias a su gran destreza militar (Stark, 2011xv). Gracias a los nuevos hallazgos arqueológicos del siglo 20 tenemos ahora suficientes evidencias para concluir que la primera religión de los Hebreos reconocía una teología politeísta y el monoteísmo absoluto de la época pos-exílica fue un invento teológico posterior dirigido por el sacerdocio hebreo en Babilonia.
La religión hebrea primitiva (pre-exílica): Un subconjunto de la religión cananea politeísta
Desde un punto de vista histórico, no debería ser una sorpresa que la religión primitiva de los Hebreos se basaba en una teología fundamentalmente politeísta. Cuando decimos religión hebrea primitiva nos referimos al Judaísmo de la época pre-exílica antes de que fuera redactado el Pentateuco en su forma actual. Los estudios históricos y arqueológicos han revelado que la cultura hebrea antes del exilio era en realidad nada más que un subconjunto de la cultura cananea y por ende una parte de la cultura semítica levantina general, y por lo tanto el grupo separatista que luego se distinguiría de sus primos cananeos y se llamarían Hebreos heredaron de modo directo la religión politeísta de los Cananeos, los Fenicios y los demás pueblos levantinos cercanos (Tubb, 1998xvi; Smith, 2002xvii).
Los hallazgos de inscripciones literarias en las tierras levantinas a partir del siglo 20 han arrojado mucha luz sobre las religiones de los pueblos semíticos occidentales del segundo milenio AEC. Por ejemplo, los textos ugaríticos encontrados en el norte de Palestina explican que el panteón levantino pre-bíblico estaba compuesto por El, la deidad primigenia del panteón; Asera, su esposa divina; y sus 70 hijos que eran todos dioses. Esta deidad cananea El luego se convertiría en el dios El o Elohim de la Biblia hebrea y adoptaría el epíteto Yahvé (Smith, 2003xviii; Day, 2002xix).
Los 70 hijos de El y Asera eran reconocidos por los primeros Hebreos en su religión original y por lo tanto aparecen en algunas partes de la Biblia como el relato de la creación en el cual los Elohim hablan de su plan de crear al hombre como si estuvieran conviniendo en una reunión (Génesis 1:26), el episodio de los Bene ha Elohim o hijos de los dioses que descienden a la tierra y toman para sí mujeres humanas (Génesis 6:2) y la escena del concilio de los dioses sobre el cual el Altísimo preside (Salmo 82:1). Estos Bene ha Elohim que originalmente eran dioses en las religiones de los Cananeos y los Hebreos pre-exílicos luego serían relegados al nivel de ángeles subordinados a Yahvé en el Pentateuco pos-exílico conforme a la nueva ideología monoteísta de dicho período y los 70 dioses del panteón terminarían siendo convertidos en los 70 ángeles de la literatura apocalíptica (Day, 2002xx).
Además, la evidencia filológica sugiere que este mismo panteón existía no sólo en las tierras levantinas sino también entre los pueblos semíticos mesopotámicos constituyendo una cosmovisión teológica semítica común. Mark Smith de la Universidad de Nueva York, una gran autoridad en los textos semíticos pre-hebreos y la religión cananea, demuestra que las frases bíblicas como Bene Elohim (hijos de los dioses) y la reunión de los dioses en Salmo 82:1 tienen paralelos en la literatura cananea y ugarítica más antigua: en esos textos existen las expresiones bn 'ilm y phr bn 'ilm que significan 'hijos de los dioses' y 'la asamblea de los hijos de los dioses' y tienen su equivalente en la mitología acadia puhru ilāni (Smith, 2003xxi). En las culturas semíticas dichas frases precursoras a Bene Elohim en la Biblia siempre se referían al panteón divino y a las deidades más jóvenes en particular demostrando el origen politeísta de la religión bíblica original (Stark, 2011xxii). La religión hebrea primitiva heredó su teología de las culturas semíticas politeístas mediante los Cananeos.
La religión hebrea: Una refundición posterior de la literatura mesopotámica
Como mencionamos en el preámbulo, en los albores del siglo 20 el renombrado asiriólogo alemán Friedrich Delitzsch comenzó su polémica contra la otrora inigualada Biblia exponiendo que el contenido del Génesis hebreo era nada más que un derivado de una tradición literaria mesopotámica mucho más antigua. A pesar del gran embate que sus oponentes tradicionalistas lanzaron contra su tesis, Delitzsch argumentó con éxito que los Judíos religiosos habían copiado y refundido los textos babilonios más originales para crear su propia religión tergiversada. Ahora sólo se puede decir que Delitzsch era un erudito muy adelantado a su tiempo.
Ya ha transcurrido más de un siglo desde que Delitzsch hizo su discurso revolucionario y ahora en el siglo 21 el hecho de que mucho del contenido de Génesis tenga su origen en los textos sumero-acadios más antiguos está reconocido por el consenso asiriológico. Eruditos como Samuel Noah Kramer y Jean Bottéro han dedicado su vida entera a la traducción y al estudio de la literatura mesopotámica y han demostrado que existen muchos paralelismos bien llamativos y varios episodios casi idénticos entre los relatos sumero-acadios y el Libro de Génesis concluyendo que la Biblia es una refundición de la mitología sumeria. Kramer explica que la literatura religiosa sumeria formaba la base de la literatura mitológica de los grandes pueblos semíticos como los Acadios, los Babilonios y los Asirios y luego llegó a los pueblos semíticos más pequeños incluyendo los Hebreos a través de los Cananeos (Kramer, 1981xxiii, Kramer, 1998xxiv). Vamos a echar un vistazo a algunos de los paralelismos más destacados.
La Biblia empieza con la creación del primer hombre Adán por el barro del suelo y el aliento de vida divino a la imagen y semejanza de los Elohim (dioses) con el propósito de labrar la tierra del Huerto del Edén al este entre los ríos. Los textos sumero-acadios como el Poema de Atrahasis y el Génesis de Eridú, ambos más antiguos que la Biblia por milenios, relatan que el hombre Adamu fue formado por los grandes Anunnaki en la arcilla y animado por el alma de un dios con el propósito de reemplazar a los Igigi o dioses menores en sus tareas agotadoras. Según los textos sumerios, la tierra interfluvial oriental es llamada el Edín.
En Génesis existe el paraíso terrenal llamado el Huerto del Edén y en los relatos sumerios aparece un santuario divino terrenal descrito como un bosquecillo fructífero conocido como Eridú en la tierra del Edín. En los textos sumerios más tempranos encontramos también un paraíso terrenal misterioso llamado Dilmun y ubicado en el este de donde nace el sol. En el santuario de Dilmun la tierra es pura, los árboles son fructíferos, no hay muerte ni matanza, tampoco hay depredación entre animales y no hay dolor en el parto de las diosas, pero sí hay un conjunto de árboles cuyo fruto es venenoso y puede provocar la enfermedad e incluso la muerte. ¿Suena familiar? Según Kramer, este lugar en la mitología sumeria es uno de los precursores del paraíso edénico bíblico (Kramer, 1981xxv).
En Génesis encontramos el Árbol del Conocimiento en medio del Huerto del Edén donde la Serpiente le entrega a Adán su ciencia divina abriendo sus ojos y haciéndolo como uno de los Elohim. En los relatos sumerios como Enki y el Orden del Mundo leemos que en el santuario de Eridú yace el Árbol de los Me, el conocimiento celestial de los dioses, cuyo guardián es el Ushumgal o 'Gran Serpiente', un epíteto de Enki, el gran dios sumerio de la sabiduría, la magia y la benevolencia. En los relatos sumerios los Me son otorgados por Enki a Adapa, el primer hombre civilizado, y esto se hace en contra de la voluntad de Anu, el dios misántropo que preside sobre el panteón como rey del cielo. Anu es el padre de Enki. Jean Bottéro sugiere que el personaje de la Serpiente astuta de Génesis fue basado en Enki, el Ushumgal, el gran dios sabio dueño del Árbol de los Me (Bottéro, 1998xxvi).
En Génesis Adán es denegado el fruto del Árbol de la Vida por Yahvé y sus querubines y queda condenado a morir en la tierra. En la Leyenda de Adapa sumeria, Adapa, el hombre educado e iluminado por el dios Enki, ofende a Anu en su morada celestial y es denegado el pan y el agua de la vida que le otorgarían la inmortalidad de los dioses. Ziolkowski concluye que la Leyenda de Adapa fue refundida por los Hebreos formando la base del relato de Adán, la Serpiente y el desafío contra 'Dios' en Génesis (Ziolkowski, 2000xxvii).
En la Biblia, justo después del episodio en el cual los hijos de los dioses toman para sí las hijas de los hombres y engendran híbridos, Yahvé se arrepiente de haber creado al hombre y envía un diluvio para acabar con la humanidad. Luego le advierte a Noé y le enseña a construir un arca para que él y su familia se salven. En los textos mesopotámicos como el Génesis de Eridú sumerio, el Poema de Atrahasis acadio y la Epopeya de Gilgamesh babilonia, vemos que hay muchos hombres híbridos y semidioses en la tierra y el jaleo de los hombres ofende a Anu y a Enlil, dos dioses irascibles y los dos miembros más poderosos del panteón, y éstos juran producir un diluvio para extinguir a la humanidad. Sin embargo, el dios benévolo Enki le advierte a Ziusudra, un gran rey terrenal y adorador enkista, y salva su linaje a través de un gran barco. Ziusudra en la literatura sumeria es el precursor del Noé bíblico (Kramer, 1981xxviii).
En la Biblia las ciudades de Sodoma y Gomorra son chamuscadas por Yahvé por sus supuestos pecados imperdonables y el patriarca Abraham y la familia de Lot son rescatados por ángeles y evacuados hasta las afueras de la ciudad. Según los textos sumero-acadios como la Epopeya de Erra y las Lamentaciones de Sumeria, las ciudades de los dioses enkitas son quemadas por completo por las siete armas terroríficas bajo la orden de Anu y los dioses enkitas se ven forzados a evacuarse a las montañas y luego se escapan subiendo al cielo como pájaros.
Viendo estos paralelismos casi idénticos y ya comprobados entre Génesis y las tabillas sumerias, es evidente que la Biblia hebrea no es una obra original, sino una mera refundición de la literatura mesopotámica. Ésta es una manera diplomática de decirlo. En realidad, lo que hicieron los sacerdotes judíos en el exilio fue plagiar los relatos antiquísimos de Mesopotamia y tergiversarlos para justificar su propia religión. Lo más asombroso es que anterior al siglo 20 se creía que la Biblia hebrea era un libro único sin paragón, pero ahora se sabe a cierta ciencia que Génesis es simplemente un derivado tardío de una cultura literaria mesopotámica más antigua que la religión hebrea no sólo por siglos, sino por milenios. Ya se ha revelado que muy poco del contenido de Génesis es original y atribuible al pueblo hebreo y casi todos sus relatos centrales tienen su origen en la literatura sumeria del tercer milenio AEC. Ahora que hemos visto que el relato de la creación hebreo se deriva de unas cuantas fuentes mesopotámicas originales, ¿te atrevas a ver la historia desde la otra perspectiva?
Algunas reflexiones arqueológicas sobre los textos
En la época de Delitzsch y sus famosas conferencias 'Babilonia y la Biblia', entre los defensores de la ortodoxia bíblica hubo quienes teorizaron que los relatos hebreos de la Biblia se habían desarrollado independientemente y en realidad sí eran originales, pero hoy dicho argumento queda refutado rotundamente por las muchas nuevas evidencias arqueológicas y podemos demostrar una influencia muy directa de la literatura sumeria antiquísima sobre los relatos de Génesis. Por lo tanto, el consenso asiriológico mantiene que la mayoría del contenido de Génesis es una refundición de los relatos de la religión mesopotámica.
Según Samuel Noah Kramer, uno de los expertos más importantes en la literatura sumeria del siglo 20, la mayoría de los manuscritos sumerios que tenemos actualmente se data de un tiempo alrededor de 2000 AEC aunque lógicamente muchos de los relatos tienen su origen en el período clásico (2600-2400) y en la época neo-sumeria (2200-2000) puesto que la nación sumeria desapareció alrededor del año 2000 AEC (Kramer, 1998xxix). La literatura sumeria sería adoptada de modo directo por los Acadios, Babilonios y Asirios en Mesopotamia, los Elamitas en Persia, los Hititas y Hurritas en Anatolia (Turquía), los Cananeos en la costa levantina y hasta los pueblos de Egipto central (Kramer, 1963xxx). Además, el idioma sumerio continuó usarse como lengua literaria, religiosa, académica y ceremonial en muchas partes del Medio Oriente por los Babilonios, Asirios, Hititas y Cananeos incluso milenios después de la caída de Sumeria (Kramer, 1998xxxi). De hecho, las academias de escribanos en naciones semíticas como Babilonia y Asiria consideraban la lengua y literatura sumerias como su disciplina principal y produjeron una riqueza de textos y diccionarios bilingües (Kramer, 1998xxxii). Por consiguiente, la cultura, literatura, cosmología, teología, ética y educación sumerias se fueron diseminando por muchas regiones del Medio Oriente pasando por Asiria y Ebla y llegando hasta la Anatolia hitita en el norte y hasta Palestina en el oeste (Kramer, 1963xxxiii; Dalley, 1998xxxiv). Además de eso, la lengua acadia se utilizó como una lingua franca entre los pueblos semíticos del segundo milenio AEC incluyendo los habitantes de Palestina y la literatura acadia era leída y apreciada como un aspecto de la cultura alta en todos lados forjando prototipos literarios para las culturas locales (Kramer, 1963xxxv). La literatura acadia era esencialmente la literatura de los Sumerios conservada en el acadio, el idioma semítico más usado en Mesopotamia en el segundo milenio AEC.
Si hablamos de evidencias físicas, sabemos que hasta ahora los arqueólogos han desenterrado textos de la Leyenda de Adapa en Armana (Egipto) y Níneve (Siria) escritos en Acadio datándose de 1400-1200 AEC y tablillas de la misma en Tel Haddad (Iraq) escritas en Sumerio (Kvanvig, 2011xxxvi), una copia de la Epopeya de Gilgamesh en Meggido cerca de Jerusalén (Dalley, 1998xxxvii), un manuscrito del Poema de Atrahasis en Ras Shamra de la costa levantina cuya fecha se coloca alrededor de 1200 AEC (Kvanvig, 2011xxxviii), y un prisma de arcilla con inscripciones trilingües (Sumerio, Acadio y Cananeo) en Tel Aphek cerca de Tel Aviv en Israel (Dalley, 1998xxxix). Cabe decir que todos estos hallazgos pertenecen a los finales siglos del segundo milenio AEC y por lo tanto anteceden el Pentateuco hebreo por siglos.
En resumen, copias de la Leyenda de Adapa, el relato que subyace el episodio del castigo de Adán, han sido descubiertas en Egipto justo al sur de Palestina y en Siria justo a su norte; una copia de la Epopeya de Gilgamesh, el texto que influenció el cuento del diluvio de Noé, ha sido hallada en Meggido cerca del centro de la cultura hebrea Jerusalén; un manuscrito del Poema de Atrahasis, una versión más antigua del diluvio y el texto que subyace algunas partes de Génesis como la creación, ha sido desenterrado en la costa levantina muy cerca de Palestina; y fragmentos de textos y diccionarios sumerios se han encontrado en una provincia norteña de Israel. Así que tenemos mucha evidencia arqueológica material de que la literatura, cosmología y teología sumerias tuvieron mucha influencia directa sobre la cultura cananea y por ende la hebrea en la época justo antes del nacimiento del Judaísmo y de la creación de la Biblia hebrea.
Conclusión
En este artículo hemos visto que las escrituras hebreas del Pentateuco, el Libro de Génesis incluido, no son tan antiguas como se creía antes, la idea de que la Biblia es un libro puramente monoteísta es en realidad falsa, el contenido de Génesis no es nada original sino una mera refundición de varios relatos de la literatura sumero-acadia muchísimo más antigua, el pueblo hebreo nunca fue una cultura especial como los Judeocristianos quieren hacernos creer sino más bien un simple subconjunto de una cultura semítica común, el dios de los Hebreos no era el dios original y las primeras religiones incluyendo la de los Hebreos eran de hecho politeístas reconociendo un panteón de muchos dioses. Además, hemos visto la revelación de que casi todos los relatos en Génesis tienen sus precursores en los textos mesopotámicos más antiguos como el Génesis de Eridú, el Poema de Atrahasis, la Epopeya de Gilgamesh, la Leyenda de Adapa y varios relatos más.
Ahora sabemos que muchas de las tablillas sumerias tienen una antigüedad de más de cuatro milenios y mucha de la literatura derivada en Acadio tiene una antigüedad de más de tres milenios antecediendo el Pentateuco hebreo por milenios y penetrando muchas culturas lindantes. Además, en las últimas décadas muchos nuevos hallazgos arqueológicos han confirmado la influencia que la literatura sumero-acadia ha tenido en la cultura literaria y mitológica de los Hebreos.
Queda claro que el otrora especial y único Génesis bíblico es nada más que una copia refundida y hasta tergiversada de los grandes relatos sumerios antiquísimos. Por lo tanto, el monoteísmo judío también fue un invento engañoso del sacerdocio judío. Cabe decir que en los cuerpos literarios mesopotámicos anteriores en los cuales se basa el primer libro de la Biblia no existe ninguna idea de un 'pueblo elegido' especial de un dios más alto; eso es sólo un invento engañoso del sacerdocio hebreo del período exílico y una fantasía arrogante de las mentes retorcidas de los fanáticos judíos. Nos han podido mentir por tanto tiempo. Sin embargo, ahora no pueden seguir ocultando nuestro pasado, pues estamos en los albores de una era de conocimiento luminoso que brilla cada vez más intensamente, expulsa las tinieblas de la falsedad y va revelando la verdad que fue olvidada.
Durante tantos siglos hemos estado empantanados en el dominio del pensamiento jehovítico de la cosmovisión judeocristiana. Pero ahora mucha más información ha sido sacada a la luz. Ahora tenemos una riqueza de documentos históricos que anteceden la versión judeocristiana convencional. Hemos aceptado la versión jehovítica por tanto tiempo. Ahora es hora de ver la historia desde el punto de vista contrario, la perspectiva de Enki, el punto de vista politeísta, la perspectiva de la Serpiente que tan duramente fue vilipendiada en la tradición bíblica. Atrevámonos a revisar la historia primordial desde el punto de vista sumerio.
http://www.enkiptahsatya.com/12-el-monoteismo-biblico---la-maxima-mentira-sacada-a-la-luz-de-la-verdad.html
Hasta las décadas finales del siglo 19 la Biblia hebrea, conocida también como el Antiguo Testamento en los círculos cristianos, gozaba de su estatus privilegiado de ser 'el libro más antiguo jamás conocido', 'un texto único y sin paragón' e incluso 'la misma palabra de Dios'. Durante prácticamente toda la época medieval y hasta sólo un par de siglos atrás, las Sagradas Escrituras eran consideradas el registro original y auténtico de la historia primordial de la humanidad y su cosmovisión judeocristiana monoteísta dominaba todos los aspectos de la sociedad occidental como absoluta e indiscutible. La Iglesia Cristiana disfrutaba de una autoridad privilegiada, su filosofía de la naturaleza caída del hombre prevalecía y la creencia en la deidad hebrea Yahvé como el único dios verdadero era sin rival. Sin embargo, todo eso cambiaría con los nuevos descubrimientos arqueológicos en el Medio Oriente en los albores del siglo 20.
En diciembre del año 1872 la unicidad del Libro de Génesis fue puesta a prueba por primera vez cuando el erudito George Smith presentó los hallazgos más recientes de la naciente asiriología ante la Sociedad Bíblica en Londres. Los asiriólogos habían logrado descifrar la escritura cuneiforme y ya habían empezado a catalogar y traducir muchas tablillas literarias mesopotámicas. Lo más curioso fue que muchos de los manuscritos acadios desenterrados, todos mucho más antiguos que la Biblia hebrea, contenían muchas semejanzas llamativas con la estructura literaria y el contenido del Libro de Génesis (Bottéro, 2000i). Tres décadas más tarde, el renombrado filólogo y asiriólogo alemán Friedrich Delitzsch sacudiría el mundo teológico de su época con su serie de conferencias titulada 'Babilonia y la Biblia' en la cual expuso que las escrituras de la Biblia hebrea eran nada más que copias y refundiciones de la literatura mitológica babilonia más antigua que había sido desenterrada por asiriólogos alemanas en el yacimiento de Ashur entre 1899 y 1903. Los días de la Biblia como un libro único y sin paragón llegaron a su fin y la verdad de que la Biblia no era ninguna obra original sino un mero derivado proveniente de un conjunto de textos mesopotámicos más antiguos fue sacada a la luz (Huffmon, 1983ii). La Biblia ya había perdido su prerrogativa de ser la indiscutible revelación de Dios y el mundo académico se fue enterando de la primicia de los textos mesopotámicos pre-bíblicos. Los estragos que esta revelación le causó a la teología ortodoxa eran tan fuertes que se produjo una gran revuelta en el mundo académico occidental y algunos teólogos buscaron prohibir las conferencias asiriológicas de Delitzsch apelando a la doctrina de la 'revelación divina' de las Sagradas Escrituras y afirmando que el monoteísmo ético de Israel era incontestable (Huffmon, 1983iii). En las décadas siguientes, más hallazgos espeluznantes para la ortodoxia cristiana pondrían en duda la originalidad de la Biblia hebrea cuando una riqueza de tablillas antiguas, esta vez de la literatura sumeria, fue descubierta por arqueólogos en varios yacimientos en Iraq y descifradas por eruditos revelando que todas las culturas literarias del Medio Oriente Antiguo, la hebrea bíblica incluida, tienen su origen en la tradición literaria sumeria antiquísima. El desciframiento de la literatura sumeria otrora perdida en el olvido fue hecho posible por el afortunado descubrimiento de un conjunto de textos sumero-acadios bilingües encontrado por François Lenormant y desde entonces pioneros en la asiriología como Arno Poebel y Samuel Noah Kramer se han dedicado a la traducción de las tablillas contribuyendo a nuestro entendimiento de la religión antigua sobremanera (Hallo, 2010iv).
En este artículo vamos a ver que prácticamente todo lo que las instituciones religiosas nos han enseñado en cuanto al origen de la Biblia es un engaño descarado que se basa en nada más que mentiras piadosas. Primero, voy a demostrar que la Biblia hebrea, el Libro de Génesis incluido, no es realmente un texto muy antiguo de la época en la cual supuestamente vivió el patriarca Moisés sino una fabricación tardía de la época del exilio (597-538 AEC) cuyos autores, la élite religiosa judía, pretendieron presentarla como un libro mucho más antiguo de lo que era realmente. Segundo, voy a demostrar que la religión hebrea original fue nada más que un derivado del politeísmo cananeo antiguo y señalar las evidencias bíblicas que muestran que habían más dioses aparte de Yahvé en la teología veterotestamentaria original. Tercero, voy a refutar la idea de que el contenido de Génesis es una obra hebrea original y revelar que todos sus relatos centrales desde el Huerto del Edén hasta el Diluvio tienen paralelismos exactos en la literatura sumeria mucho más antigua. Vamos a ver que la Biblia hebrea no es de ninguna manera un registro fidedigno de nuestra historia primordial sino más bien una refundición tergiversada de los textos originales.
La Biblia Hebrea: ¿Un libro muy antiguo?
Anterior al nacimiento de la erudición bíblica y la arqueología modernas, se creía que el Pentateuco, los llamados Cinco Libros de Moisés que incluyen el relato de Génesis y constituyen los textos más antiguos y fundamentales de la Biblia hebrea, era el cuerpo de literatura religiosa más antiguo de la historia y los teólogos de la corriente tradicional colocaba su fecha de composición en la época en la que se cree que vivió el patriarca Moisés alrededor del siglo 14 AEC.
Sin embargo, hoy los nuevos hallazgos arqueológicos y históricos ponen en duda dicha fecha tradicional temprana y sugieren una fecha de composición mucho más tardía de lo que se enseñaba en las escuelas teológicas ortodoxas. Actualmente el consenso de la erudición bíblica coloca la fecha de la redacción de la mayoría de los libros de la llamada historia primaria de la Biblia incluyendo el Pentateuco final en una fecha pos-exílica alrededor de 550 AEC (Whybry, 1987v; Akenson, 1998vi). Los más recientes descubrimientos en el campo de la arqueología bíblica demuestran muchas incoherencias irreconciliables con la perspectiva tradicional. Israel Finkelstein de la Universidad de Tel Aviv y Neil Asher Silberman de la Universidad de Massachusetts explican en su libro revolucionario La Biblia Desenterrada que se ha descubierto que muchos de los lugares mencionados en los textos de la historia primaria de la Biblia como el Libro de Josué por ejemplo no empezaron a existir hasta las últimas décadas del séptimo siglo AEC, lo cual significa que la fecha de su composición debe colocarse en un período posterior a partir del siglo 6 AEC (Finkelstein y Silberman, 2001vii).
Las ciudades norteñas de Níneve y Calaj entre otras que son mencionadas como ciudades grandes en la Tabla de las Naciones en Génesis 10 en realidad eran de poca importancia en el segundo milenio AEC. Níneve no se convirtió en una gran capital del Imperio Asirio hasta el siglo 7 bajo el reinado de Senaquerib y Calaj no llegó a ser un lugar significativo hasta el siglo 9 cuando el rey Asurnasirpal II lo convirtió en su capital trasformándolo por completo de una pequeña aldea insignificante a una gran metrópolis en poco tiempo (Finkelstein y Silberman, 2001viii, Grayson, 1992ix). Por lo tanto, es evidente que los redactores del Pentateuco y de los libros de la historia primaria de la Biblia estaban familiarizados con la topografía de su época entre los siglos séptimo y sexto y suponían equivocadamente que las mismas ciudades habían existido en su estado actual desde muchos siglos atrás incluso antes de la supuesta época de la vida de Moisés desconociendo la historia de los reinos extranjeros de modo total. Lo más probable es que el Pentateuco fuera redactado en su forma final durante el período del exilio en Babilonia (587-538 AEC) o en una fecha tardía justo después de dicho suceso.
¿Cuáles son las implicaciones de estos hallazgos? Primero, sabemos que el Pentateuco de la Biblia hebrea no es tan antiguo como antes se creía teniendo una antigüedad de unos 2600 años como mucho. En cambio, los textos acadios como el Poema de Atrahasis se datan del siglo 18 AEC (Lambert y Millard, 1999x; Walton, 1994xi) y los relatos sumerios aún más antiguos en los cuales se basa la literatura acadia se datan de la época neo-sumeria en los siglos postreros del tercer milenio AEC antecediendo la Biblia por casi dos milenios (Kramer, 1963xii; Kramer, 1998xiii). Segundo, queda claro que la gran mayoría de la Biblia hebrea fue inventada por el sacerdocio hebreo en una fecha mucho más tardía de lo enseñado y lo más verosímil es que fuera redactada con un fin socio-político como por ejemplo la justificación del cambio al monoteísmo absoluto o el nacionalismo judío. Los Hebreos en el exilio pretendieron fabricar una historia gloriosa para su pueblo y presentarse como el 'Pueblo Elegido del dios único' y la redacción del Pentateuco fue su medio para alcanzar ese fin. En otras palabras, es evidente que este documento monoteísta conocido hoy como las Sagradas Escrituras es engañoso, pues su contenido polémico fue fabricado para un propósito político y la versión de la historia que presenta es sumamente tergiversada.
El Monoteísmo Hebreo: ¿La religión original?
Durante siglos las instituciones eclesiásticas y los teólogos ortodoxos nos han enseñado que la Biblia es la palabra revelada del único dios verdadero siendo un gran paladín del monoteísmo absoluto. Como resultado muchas personas creen inocentemente que en la Biblia hay un solo dios y no existen otros dioses fuera de Yahvé. Sin embargo, eso no es lo que dicen los textos de la Biblia realmente. La verdad es que los occidentales estamos acostumbrados a leer este libro mediante un lente monoteísta dejándonos llevar por nuestros prejuicios culturales. Pero nosotros no tenemos la culpa; las traducciones bíblicas de nuestra época nos invitan a interpretarlo así. En las Biblias castellanas populares como la Reina Valera y la Nueva Versión Internacional siempre encontramos el nombre del supuesto dios creador bíblico traducido como 'Dios' o 'Señor', pero estas traducciones no son precisas y se puede decir incluso que son un tanto engañosas.
La realidad es que cuando leemos la Biblia hebrea en su idioma original descubrimos que en muchos casos el texto no dice 'Dios' y aún menos 'Señor', sino el nombre sagrado Yahvé o la palabra hebrea Elohim cuyo significado no es dios en singular sino 'dioses' en plural. Existen muchas referencias politeístas sutiles en el Antiguo Testamento que apenas son detectables a menos que tengamos un conocimiento de su lenguaje original. Incluso con las versiones modernas como la Reina Valera podemos encontrar remanentes y reliquias del pensamiento politeísta hebreo si las leemos con un ojo escudriñante. Primero, vamos al mismo principio y echamos un vistazo a los relatos de la creación y de la rebelión en los primeros capítulos de Génesis.
'Entonces dijo Dios (Elohim): Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.' (Génesis 1:26)
'Y dijo Jehová Dios (Elohim): He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.' (Génesis 3:22)
Aquí vemos que Yahvé o Jehová, el dios que decide la creación del hombre, habla con el pronombre plural dirigiéndose a otros seres divinos de su especie y luego, en el momento del desafío de la humanidad, el mismo dios proclama que el hombre es como uno de ellos adquiriendo el conocimiento que anteriormente sólo poseían Yahvé y los demás Elohim.
'Y creó Dios (Elohim) al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.' (Génesis 1:27)
Aquí vemos que en el acto de la creación el hombre es creado a la imagen de Elohim, hecho varón y hembra. Esto significa que este grupo divino estaba compuesto por seres masculinos y seres femeninos siendo un panteón de una pluralidad de dioses y diosas.
Más tarde, en el Libro de Salmos encontramos otro vestigio de este panteón creador politeísta cuando el texto relata una escena sobre un concilio divino compuesto por múltiples dioses.
'Dios está en la reunión de los dioses; En medio de los dioses juzga.' (Salmo 82:1)
'Porque Jehová es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses.' (Salmo 95:3)
En estos versículos vemos de modo claro que existe una pluralidad de dioses de la cual Yahvé, el dios de Israel, es sólo uno de muchos. Luego leemos que Yahvé es elevado al nivel de rey del panteón y empieza a reinar sobre los otros dioses.
Volviendo al Libro de Génesis, justo antes de que Yahvé decida destruir la creación por el diluvio encontramos un episodio extrañísimo en el cual los 'Hijos de Dios' ven que las hijas de los hombres son hermosas y las toman para sí acostándose con ellas y engendrando a los famosos Nefilim.
'Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas' (Génesis 6:2)
Aquí la traducción de 'Hijos de Dios' es errónea o más bien engañosa de modo flagrante puesto que su equivalente en la lengua original es Bene ha Elohim cuyo significado único es 'hijos de los dioses'. Lo cierto es que la palabra Elohim es un plural masculino de El o Eloah que significan 'dios' en Hebreo. Este versículo implica que los seres misteriosos que mantuvieron relaciones sexuales con las mujeres humanas en Génesis 6:2 eran de hecho los vástagos divinos de los dioses y las diosas del escalón más alto del panteón celestial que encontramos en el relato de la creación en los primeros capítulos del mismo libro. En fin, había una pluralidad de deidades en el Génesis original y la religión más temprana de los Hebreos era de hecho un sistema politeísta.
Ya hemos echado un vistazo a algunos de los muchos vestigios del politeísmo hebreo original en la Biblia actual. Ahora voy a demostrar de modo científico que estas referencias a una pluralidad de dioses realmente son reliquias del politeísmo y no solamente cuestiones de traducción o interpretación.
Como vimos en la sección previa, el consenso de la erudición bíblica actual concluye que la mayoría de los libros de la Biblia hebrea desde Génesis hasta los libros de Reyes fue redactada en una fecha tardía en un tiempo pos-exílico alrededor del año 550 AEC. En aquel tiempo los escribas del sacerdocio hebreo compusieron el Pentateuco en su forma final bastante parecido al que tenemos hoy. Sin embargo, eso no quiere decir que no existieran textos hebreos subyacentes antes de dicha fecha. De hecho, la literatura de la lengua hebrea tiene una historia que se remonta hasta el año 1000 AEC. La erudición bíblica sugiere que algunos de los escritos hebreos pre-bíblicos fueron editados y modificados para su incorporación en el Pentateuco posterior. Entre estos textos hebreos primitivos se encuentra el llamado Canto de Moisés cuyo manuscrito fue encontrado entre los Rollos del Mar Muerte en el yacimiento de Qumrán a mediados del siglo 20. El Canto de Moisés forma la base de partes del Libro de Deuteronomio en la Biblia actual siendo un texto subyacente más antiguo que el resto de los manuscritos bíblicos. Este fragmento constituye uno de los pocos textos hebreos pre-exílicos que tenemos a nuestro alcance. Cabe decir que el contenido de este texto reveló algo muy sorprendente para los estudiosos de la época de su descubrimiento.
Este hallazgo arrojó luz sobre la naturaleza de la primera religión de los Hebreos. Se descubrió que los textos pre-exílicos que habían sido incorporados en la Biblia posteriormente durante el exilio contenían numerosas referencias politeístas y éstas habían sido editadas y cambiadas en una fecha tardía para armonizarlos con la nueva corriente monoteísta de la época pos-exílica (Stark, 2011xiv). Un buen ejemplo de estos casos sería el contenido de Deuteronomio 32:8-9 comparado a las tres distintas etapas de su evolución. Hasta muy reciente los únicos manuscritos de esta parte de la Biblia a nuestra disposición eran de la fuente masorética tardía fechada entre los siglos 7 y 9 EC y la Septuaginta, una traducción griega de la Biblia hebrea compuesta alrededor del siglo 3 AEC. Sin embargo, con el descubrimiento de los manuscritos de Qumrán los eruditos lograron recuperar un manuscrito mucho más antiguo que ambos perteneciendo al siglo 8 o al siglo 9 AEC. Comparemos el contenido de los tres manuscritos.
La fuente masorética hebrea (siglos 7-9 EC) que forma la base de las traducciones modernas:
Cuando Elyon (el Altísimo) dividió las naciones,
cuando separó a los hijos de Adán,
estableció las fronteras de las naciones
según el número de los hijos de Israel.
La porción de Yahvé era su pueblo,
Jacob la herencia que le tocó.
La Septuaginta griega más antigua (siglo 3 AEC):
Cuando el Altísimo dividió las naciones,
cuando esparció a los hijos de Adán,
estableció las fronteras de las naciones
según el número de los ángeles de Dios,
y su pueblo Jacob se convirtió en la porción del Señor,
la tierra de Israel su herencia.
El manuscrito 4QDeut aún más antiguo que los previos y de una fecha pre-exílica (siglos 9-8 AEC):
Cuando Elyon (el Altísimo) dividió las naciones,
cuando separó a los hijos de Adán,
estableció las fronteras de las naciones
según el número de los Bene ha Elohim (¡Hijos de los Dioses!).
La porción de Yahvé era su pueblo,
Jacob la herencia que le tocó.
Arriba vemos cómo los escribas judíos monoteístas primero cambiaron 'Hijos de los Dioses' por 'Ángeles de Dios' y luego volvieron a cambiar el texto esta vez sustituyendo 'Ángeles de Dios' por 'Hijos de Israel'. En la versión masorética medieval, al parecer Elyon y Yahvé son tratados como la misma entidad cuyo papel es repartir las naciones entre sus hijos humanos del pueblo de Israel. En la Septuaginta más antigua por siglos Elyon y el Señor son presentados como el mismo dios y éste reparte las naciones entre sus ángeles. En cambio, en el manuscrito 4QDeut perteneciente al cuerpo literario hebreo de la época pre-exílica y por ende mucho más antiguo que los anteriores, vemos que Elyon el altísimo y Yahvé el dios de Israel son dos entidades distintas, los Bene ha Elohim no son ángeles sino literalmente dioses y Yahvé es solamente uno de los muchos que heredaron las naciones del mundo. Esto nos muestra que la religión hebrea original de la Biblia era politeísta reconociendo una pluralidad de dioses hasta que los escribas del sacerdocio inventaron la doctrina del monoteísmo y editaron estas referencias para justificar su nueva teología. Esto explica los muchos vestigios del politeísmo hebreo que aún encontramos en este libro supuestamente monoteísta.
Otro texto del mismo libro describe a Yahvé como un dios guerrero victorioso ganando la admiración de sus compañeros divinos. Deuteronomio 32:43 también tiene tres niveles distintos según la época de su composición. Comparémoslos ahora.
La fuente masorética hebrea:
Alabad, naciones, a su pueblo ... (truncado)
La Septuaginta griega:
Alabad, cielos, a su pueblo.
Alabadlo, ángeles de Dios.
El manuscrito 4QDeut de la época pre-exílica:
Alabad, cielos, a su pueblo.
Postraos delante de él, todos vosotros los dioses.
Aquí queda claro que en la religión hebrea original Yahvé no era considerado el único dios; Yahvé era sólo un miembro de un panteón divino bastante numeroso y según la teología hebrea primitiva él había luchado contra otros dioses por la supremacía y ascendido al trono del cielo gracias a su gran destreza militar (Stark, 2011xv). Gracias a los nuevos hallazgos arqueológicos del siglo 20 tenemos ahora suficientes evidencias para concluir que la primera religión de los Hebreos reconocía una teología politeísta y el monoteísmo absoluto de la época pos-exílica fue un invento teológico posterior dirigido por el sacerdocio hebreo en Babilonia.
La religión hebrea primitiva (pre-exílica): Un subconjunto de la religión cananea politeísta
Desde un punto de vista histórico, no debería ser una sorpresa que la religión primitiva de los Hebreos se basaba en una teología fundamentalmente politeísta. Cuando decimos religión hebrea primitiva nos referimos al Judaísmo de la época pre-exílica antes de que fuera redactado el Pentateuco en su forma actual. Los estudios históricos y arqueológicos han revelado que la cultura hebrea antes del exilio era en realidad nada más que un subconjunto de la cultura cananea y por ende una parte de la cultura semítica levantina general, y por lo tanto el grupo separatista que luego se distinguiría de sus primos cananeos y se llamarían Hebreos heredaron de modo directo la religión politeísta de los Cananeos, los Fenicios y los demás pueblos levantinos cercanos (Tubb, 1998xvi; Smith, 2002xvii).
Los hallazgos de inscripciones literarias en las tierras levantinas a partir del siglo 20 han arrojado mucha luz sobre las religiones de los pueblos semíticos occidentales del segundo milenio AEC. Por ejemplo, los textos ugaríticos encontrados en el norte de Palestina explican que el panteón levantino pre-bíblico estaba compuesto por El, la deidad primigenia del panteón; Asera, su esposa divina; y sus 70 hijos que eran todos dioses. Esta deidad cananea El luego se convertiría en el dios El o Elohim de la Biblia hebrea y adoptaría el epíteto Yahvé (Smith, 2003xviii; Day, 2002xix).
Los 70 hijos de El y Asera eran reconocidos por los primeros Hebreos en su religión original y por lo tanto aparecen en algunas partes de la Biblia como el relato de la creación en el cual los Elohim hablan de su plan de crear al hombre como si estuvieran conviniendo en una reunión (Génesis 1:26), el episodio de los Bene ha Elohim o hijos de los dioses que descienden a la tierra y toman para sí mujeres humanas (Génesis 6:2) y la escena del concilio de los dioses sobre el cual el Altísimo preside (Salmo 82:1). Estos Bene ha Elohim que originalmente eran dioses en las religiones de los Cananeos y los Hebreos pre-exílicos luego serían relegados al nivel de ángeles subordinados a Yahvé en el Pentateuco pos-exílico conforme a la nueva ideología monoteísta de dicho período y los 70 dioses del panteón terminarían siendo convertidos en los 70 ángeles de la literatura apocalíptica (Day, 2002xx).
Además, la evidencia filológica sugiere que este mismo panteón existía no sólo en las tierras levantinas sino también entre los pueblos semíticos mesopotámicos constituyendo una cosmovisión teológica semítica común. Mark Smith de la Universidad de Nueva York, una gran autoridad en los textos semíticos pre-hebreos y la religión cananea, demuestra que las frases bíblicas como Bene Elohim (hijos de los dioses) y la reunión de los dioses en Salmo 82:1 tienen paralelos en la literatura cananea y ugarítica más antigua: en esos textos existen las expresiones bn 'ilm y phr bn 'ilm que significan 'hijos de los dioses' y 'la asamblea de los hijos de los dioses' y tienen su equivalente en la mitología acadia puhru ilāni (Smith, 2003xxi). En las culturas semíticas dichas frases precursoras a Bene Elohim en la Biblia siempre se referían al panteón divino y a las deidades más jóvenes en particular demostrando el origen politeísta de la religión bíblica original (Stark, 2011xxii). La religión hebrea primitiva heredó su teología de las culturas semíticas politeístas mediante los Cananeos.
La religión hebrea: Una refundición posterior de la literatura mesopotámica
Como mencionamos en el preámbulo, en los albores del siglo 20 el renombrado asiriólogo alemán Friedrich Delitzsch comenzó su polémica contra la otrora inigualada Biblia exponiendo que el contenido del Génesis hebreo era nada más que un derivado de una tradición literaria mesopotámica mucho más antigua. A pesar del gran embate que sus oponentes tradicionalistas lanzaron contra su tesis, Delitzsch argumentó con éxito que los Judíos religiosos habían copiado y refundido los textos babilonios más originales para crear su propia religión tergiversada. Ahora sólo se puede decir que Delitzsch era un erudito muy adelantado a su tiempo.
Ya ha transcurrido más de un siglo desde que Delitzsch hizo su discurso revolucionario y ahora en el siglo 21 el hecho de que mucho del contenido de Génesis tenga su origen en los textos sumero-acadios más antiguos está reconocido por el consenso asiriológico. Eruditos como Samuel Noah Kramer y Jean Bottéro han dedicado su vida entera a la traducción y al estudio de la literatura mesopotámica y han demostrado que existen muchos paralelismos bien llamativos y varios episodios casi idénticos entre los relatos sumero-acadios y el Libro de Génesis concluyendo que la Biblia es una refundición de la mitología sumeria. Kramer explica que la literatura religiosa sumeria formaba la base de la literatura mitológica de los grandes pueblos semíticos como los Acadios, los Babilonios y los Asirios y luego llegó a los pueblos semíticos más pequeños incluyendo los Hebreos a través de los Cananeos (Kramer, 1981xxiii, Kramer, 1998xxiv). Vamos a echar un vistazo a algunos de los paralelismos más destacados.
La Biblia empieza con la creación del primer hombre Adán por el barro del suelo y el aliento de vida divino a la imagen y semejanza de los Elohim (dioses) con el propósito de labrar la tierra del Huerto del Edén al este entre los ríos. Los textos sumero-acadios como el Poema de Atrahasis y el Génesis de Eridú, ambos más antiguos que la Biblia por milenios, relatan que el hombre Adamu fue formado por los grandes Anunnaki en la arcilla y animado por el alma de un dios con el propósito de reemplazar a los Igigi o dioses menores en sus tareas agotadoras. Según los textos sumerios, la tierra interfluvial oriental es llamada el Edín.
En Génesis existe el paraíso terrenal llamado el Huerto del Edén y en los relatos sumerios aparece un santuario divino terrenal descrito como un bosquecillo fructífero conocido como Eridú en la tierra del Edín. En los textos sumerios más tempranos encontramos también un paraíso terrenal misterioso llamado Dilmun y ubicado en el este de donde nace el sol. En el santuario de Dilmun la tierra es pura, los árboles son fructíferos, no hay muerte ni matanza, tampoco hay depredación entre animales y no hay dolor en el parto de las diosas, pero sí hay un conjunto de árboles cuyo fruto es venenoso y puede provocar la enfermedad e incluso la muerte. ¿Suena familiar? Según Kramer, este lugar en la mitología sumeria es uno de los precursores del paraíso edénico bíblico (Kramer, 1981xxv).
En Génesis encontramos el Árbol del Conocimiento en medio del Huerto del Edén donde la Serpiente le entrega a Adán su ciencia divina abriendo sus ojos y haciéndolo como uno de los Elohim. En los relatos sumerios como Enki y el Orden del Mundo leemos que en el santuario de Eridú yace el Árbol de los Me, el conocimiento celestial de los dioses, cuyo guardián es el Ushumgal o 'Gran Serpiente', un epíteto de Enki, el gran dios sumerio de la sabiduría, la magia y la benevolencia. En los relatos sumerios los Me son otorgados por Enki a Adapa, el primer hombre civilizado, y esto se hace en contra de la voluntad de Anu, el dios misántropo que preside sobre el panteón como rey del cielo. Anu es el padre de Enki. Jean Bottéro sugiere que el personaje de la Serpiente astuta de Génesis fue basado en Enki, el Ushumgal, el gran dios sabio dueño del Árbol de los Me (Bottéro, 1998xxvi).
En Génesis Adán es denegado el fruto del Árbol de la Vida por Yahvé y sus querubines y queda condenado a morir en la tierra. En la Leyenda de Adapa sumeria, Adapa, el hombre educado e iluminado por el dios Enki, ofende a Anu en su morada celestial y es denegado el pan y el agua de la vida que le otorgarían la inmortalidad de los dioses. Ziolkowski concluye que la Leyenda de Adapa fue refundida por los Hebreos formando la base del relato de Adán, la Serpiente y el desafío contra 'Dios' en Génesis (Ziolkowski, 2000xxvii).
En la Biblia, justo después del episodio en el cual los hijos de los dioses toman para sí las hijas de los hombres y engendran híbridos, Yahvé se arrepiente de haber creado al hombre y envía un diluvio para acabar con la humanidad. Luego le advierte a Noé y le enseña a construir un arca para que él y su familia se salven. En los textos mesopotámicos como el Génesis de Eridú sumerio, el Poema de Atrahasis acadio y la Epopeya de Gilgamesh babilonia, vemos que hay muchos hombres híbridos y semidioses en la tierra y el jaleo de los hombres ofende a Anu y a Enlil, dos dioses irascibles y los dos miembros más poderosos del panteón, y éstos juran producir un diluvio para extinguir a la humanidad. Sin embargo, el dios benévolo Enki le advierte a Ziusudra, un gran rey terrenal y adorador enkista, y salva su linaje a través de un gran barco. Ziusudra en la literatura sumeria es el precursor del Noé bíblico (Kramer, 1981xxviii).
En la Biblia las ciudades de Sodoma y Gomorra son chamuscadas por Yahvé por sus supuestos pecados imperdonables y el patriarca Abraham y la familia de Lot son rescatados por ángeles y evacuados hasta las afueras de la ciudad. Según los textos sumero-acadios como la Epopeya de Erra y las Lamentaciones de Sumeria, las ciudades de los dioses enkitas son quemadas por completo por las siete armas terroríficas bajo la orden de Anu y los dioses enkitas se ven forzados a evacuarse a las montañas y luego se escapan subiendo al cielo como pájaros.
Viendo estos paralelismos casi idénticos y ya comprobados entre Génesis y las tabillas sumerias, es evidente que la Biblia hebrea no es una obra original, sino una mera refundición de la literatura mesopotámica. Ésta es una manera diplomática de decirlo. En realidad, lo que hicieron los sacerdotes judíos en el exilio fue plagiar los relatos antiquísimos de Mesopotamia y tergiversarlos para justificar su propia religión. Lo más asombroso es que anterior al siglo 20 se creía que la Biblia hebrea era un libro único sin paragón, pero ahora se sabe a cierta ciencia que Génesis es simplemente un derivado tardío de una cultura literaria mesopotámica más antigua que la religión hebrea no sólo por siglos, sino por milenios. Ya se ha revelado que muy poco del contenido de Génesis es original y atribuible al pueblo hebreo y casi todos sus relatos centrales tienen su origen en la literatura sumeria del tercer milenio AEC. Ahora que hemos visto que el relato de la creación hebreo se deriva de unas cuantas fuentes mesopotámicas originales, ¿te atrevas a ver la historia desde la otra perspectiva?
Algunas reflexiones arqueológicas sobre los textos
En la época de Delitzsch y sus famosas conferencias 'Babilonia y la Biblia', entre los defensores de la ortodoxia bíblica hubo quienes teorizaron que los relatos hebreos de la Biblia se habían desarrollado independientemente y en realidad sí eran originales, pero hoy dicho argumento queda refutado rotundamente por las muchas nuevas evidencias arqueológicas y podemos demostrar una influencia muy directa de la literatura sumeria antiquísima sobre los relatos de Génesis. Por lo tanto, el consenso asiriológico mantiene que la mayoría del contenido de Génesis es una refundición de los relatos de la religión mesopotámica.
Según Samuel Noah Kramer, uno de los expertos más importantes en la literatura sumeria del siglo 20, la mayoría de los manuscritos sumerios que tenemos actualmente se data de un tiempo alrededor de 2000 AEC aunque lógicamente muchos de los relatos tienen su origen en el período clásico (2600-2400) y en la época neo-sumeria (2200-2000) puesto que la nación sumeria desapareció alrededor del año 2000 AEC (Kramer, 1998xxix). La literatura sumeria sería adoptada de modo directo por los Acadios, Babilonios y Asirios en Mesopotamia, los Elamitas en Persia, los Hititas y Hurritas en Anatolia (Turquía), los Cananeos en la costa levantina y hasta los pueblos de Egipto central (Kramer, 1963xxx). Además, el idioma sumerio continuó usarse como lengua literaria, religiosa, académica y ceremonial en muchas partes del Medio Oriente por los Babilonios, Asirios, Hititas y Cananeos incluso milenios después de la caída de Sumeria (Kramer, 1998xxxi). De hecho, las academias de escribanos en naciones semíticas como Babilonia y Asiria consideraban la lengua y literatura sumerias como su disciplina principal y produjeron una riqueza de textos y diccionarios bilingües (Kramer, 1998xxxii). Por consiguiente, la cultura, literatura, cosmología, teología, ética y educación sumerias se fueron diseminando por muchas regiones del Medio Oriente pasando por Asiria y Ebla y llegando hasta la Anatolia hitita en el norte y hasta Palestina en el oeste (Kramer, 1963xxxiii; Dalley, 1998xxxiv). Además de eso, la lengua acadia se utilizó como una lingua franca entre los pueblos semíticos del segundo milenio AEC incluyendo los habitantes de Palestina y la literatura acadia era leída y apreciada como un aspecto de la cultura alta en todos lados forjando prototipos literarios para las culturas locales (Kramer, 1963xxxv). La literatura acadia era esencialmente la literatura de los Sumerios conservada en el acadio, el idioma semítico más usado en Mesopotamia en el segundo milenio AEC.
Si hablamos de evidencias físicas, sabemos que hasta ahora los arqueólogos han desenterrado textos de la Leyenda de Adapa en Armana (Egipto) y Níneve (Siria) escritos en Acadio datándose de 1400-1200 AEC y tablillas de la misma en Tel Haddad (Iraq) escritas en Sumerio (Kvanvig, 2011xxxvi), una copia de la Epopeya de Gilgamesh en Meggido cerca de Jerusalén (Dalley, 1998xxxvii), un manuscrito del Poema de Atrahasis en Ras Shamra de la costa levantina cuya fecha se coloca alrededor de 1200 AEC (Kvanvig, 2011xxxviii), y un prisma de arcilla con inscripciones trilingües (Sumerio, Acadio y Cananeo) en Tel Aphek cerca de Tel Aviv en Israel (Dalley, 1998xxxix). Cabe decir que todos estos hallazgos pertenecen a los finales siglos del segundo milenio AEC y por lo tanto anteceden el Pentateuco hebreo por siglos.
En resumen, copias de la Leyenda de Adapa, el relato que subyace el episodio del castigo de Adán, han sido descubiertas en Egipto justo al sur de Palestina y en Siria justo a su norte; una copia de la Epopeya de Gilgamesh, el texto que influenció el cuento del diluvio de Noé, ha sido hallada en Meggido cerca del centro de la cultura hebrea Jerusalén; un manuscrito del Poema de Atrahasis, una versión más antigua del diluvio y el texto que subyace algunas partes de Génesis como la creación, ha sido desenterrado en la costa levantina muy cerca de Palestina; y fragmentos de textos y diccionarios sumerios se han encontrado en una provincia norteña de Israel. Así que tenemos mucha evidencia arqueológica material de que la literatura, cosmología y teología sumerias tuvieron mucha influencia directa sobre la cultura cananea y por ende la hebrea en la época justo antes del nacimiento del Judaísmo y de la creación de la Biblia hebrea.
Conclusión
En este artículo hemos visto que las escrituras hebreas del Pentateuco, el Libro de Génesis incluido, no son tan antiguas como se creía antes, la idea de que la Biblia es un libro puramente monoteísta es en realidad falsa, el contenido de Génesis no es nada original sino una mera refundición de varios relatos de la literatura sumero-acadia muchísimo más antigua, el pueblo hebreo nunca fue una cultura especial como los Judeocristianos quieren hacernos creer sino más bien un simple subconjunto de una cultura semítica común, el dios de los Hebreos no era el dios original y las primeras religiones incluyendo la de los Hebreos eran de hecho politeístas reconociendo un panteón de muchos dioses. Además, hemos visto la revelación de que casi todos los relatos en Génesis tienen sus precursores en los textos mesopotámicos más antiguos como el Génesis de Eridú, el Poema de Atrahasis, la Epopeya de Gilgamesh, la Leyenda de Adapa y varios relatos más.
Ahora sabemos que muchas de las tablillas sumerias tienen una antigüedad de más de cuatro milenios y mucha de la literatura derivada en Acadio tiene una antigüedad de más de tres milenios antecediendo el Pentateuco hebreo por milenios y penetrando muchas culturas lindantes. Además, en las últimas décadas muchos nuevos hallazgos arqueológicos han confirmado la influencia que la literatura sumero-acadia ha tenido en la cultura literaria y mitológica de los Hebreos.
Queda claro que el otrora especial y único Génesis bíblico es nada más que una copia refundida y hasta tergiversada de los grandes relatos sumerios antiquísimos. Por lo tanto, el monoteísmo judío también fue un invento engañoso del sacerdocio judío. Cabe decir que en los cuerpos literarios mesopotámicos anteriores en los cuales se basa el primer libro de la Biblia no existe ninguna idea de un 'pueblo elegido' especial de un dios más alto; eso es sólo un invento engañoso del sacerdocio hebreo del período exílico y una fantasía arrogante de las mentes retorcidas de los fanáticos judíos. Nos han podido mentir por tanto tiempo. Sin embargo, ahora no pueden seguir ocultando nuestro pasado, pues estamos en los albores de una era de conocimiento luminoso que brilla cada vez más intensamente, expulsa las tinieblas de la falsedad y va revelando la verdad que fue olvidada.
Durante tantos siglos hemos estado empantanados en el dominio del pensamiento jehovítico de la cosmovisión judeocristiana. Pero ahora mucha más información ha sido sacada a la luz. Ahora tenemos una riqueza de documentos históricos que anteceden la versión judeocristiana convencional. Hemos aceptado la versión jehovítica por tanto tiempo. Ahora es hora de ver la historia desde el punto de vista contrario, la perspectiva de Enki, el punto de vista politeísta, la perspectiva de la Serpiente que tan duramente fue vilipendiada en la tradición bíblica. Atrevámonos a revisar la historia primordial desde el punto de vista sumerio.
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