La vieja guardia republicana votará por Hillary Clinton
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La vieja guardia republicana votará por Hillary Clinton
La vieja guardia republicana votará por Hillary Clinton
George H.W. Bush, Paul Wolfowitz o Richard Armitage son algunos de los republicanos tradicionales que en estas elecciones cambiarán su voto
21/09/2016 03:02
Los hombres y mujeres que han liderado la política exterior, de defensa, económica y comercial del Partido Republicano no solo no quieren a Donald Trump, sino que están pasándose en masa al bando de Hillary Clinton. El último en dar su apoyo a la demócrata ha sido, precisamente, el hombre cuya derrota frente a Bill Clinton en 1992 abrió el camino a la dinastía política que ahora encabeza Hillary: el cuadragésimo primer presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
La decisión de Bush 'padre' de votar demócrata ha sido divulgada por otra miembro de la 'nobleza' política estadounidense: Kathleen Kennedy Townsend. Los portavoces de la familia Bush han respondido al anuncio de Kennedy -que, encima, fue hecho en Facebook- declarando que el voto del patriarca, que tiene 92 años, "es un asunto privado".
Privado, desde luego, pero también simbólico. George W. Bush representa todo aquello de lo que Donald Trump abjura: diplomacia, internacionalismo, y elitismo. Fue embajador en la ONU y en China, lanzó la negociación del Tratado de Libre Comercio con Canadá y México -que Trump dice que renegociará-, reforzó la legislación de defensa del medio ambiente, y, sobre todo, fue el artífice de una coalición de 34 países que expulsó al Irak de Sadam Husein de Kuwait en 1991.
Pero George H. W. Bush es solo uno más de los republicanos que van a votar por Hillary como mal menor. Algunos de los que se han pasado con armas y bagajes al bando de la candidata demócrata son gente más que simbólica. Acaso el más destacado sea Paul Wolfowitz, el subsecretario de Defensa con George W. Bush entre 2000 y 2004, ideólogo de la invasión de Irak y líder de los llamados 'neoconservadores', es decir, el grupo de intelectuales que opinaban que EEUU debía implantar la democracia a cañonazos en Oriente Medio. William Kristol, director de la revista 'oficiosa' de ese movimiento, The Weekly Standard, no ha dicho por quién va a votar, pero está claro por quién no: Donald Trump.
Wolfowitz dijo hace tres semanas que "la única manera en la que uno se puede encontrar confortable con Trump es pensando que no habla en serio", pero que, mientras llega a esa conclusión, "puede que tenga que votar por Clinton". Muchos de sus colegas en el equipo de Bush 'junior' no han hilado tan fino. Tom Ridge y Michael Chertof -secretarios de Seguridad Interior y, por tanto, máximos responsables de la lucha antiterrorista con el anterior president -, Robert Gates -secretario de Defensa-, Michael Hayden -director de la CIA- se oponen a la campaña de Trump.
Otros han sido más directos. El secretario de Comercio y ex consejero delegado del gigante de la alimentación Kellogg's, Carlos Gutierrez, va a votar por Hillary, igual que el secretario del Tesoro durante la crisis financiera de 2008 y ex presidente y consejero delegado del gigante de Wall Street Goldman Sachs, Hank Paulson, que ha justificado su decisión en un artículo en el Washington Post, en el que declaraba que se trata "de poner al país por encima del partido". Es lo mismo que van a hacer el embajador de EEUU en la OTAN durante la invasión de Irak, Richard Burns, y el 'número dos' del Departamento de Estado en ese periodo, Richard Armitage. Quien quiera la lista completa, puede ir a Wikipedia. Porque son tantos que hasta hay una entrada en la edición inglesa de esa enciclopedia online.
La cuestión, sin embargo, es que la popularidad de esa élite está en general bastante por los suelos, porque muchos de ellos están vinculados a la catástrofe de la invasión de Irak (Wolfowitz, Kristol, Armitage) o a la hecatombe económica de 2008 (Paulson). Por eso, el equipo de Trump ha ignorado la mayor parte de eso abandonos del barco. Solo han ido a por los pocos que mantienen su prestigio intacto, como Robert Gates, al que el candidato ha llamado "payaso". El ex secretario de Defensa ha replicado declarado que Trump "no tiene remedio".
El apoyo de estos ex altos cargos a Clinton es, en el fondo, una muestra de la desintegración del Partido Republicano. Porque ni George H.W. ni Jeb van a votar por Trump, de acuerdo. Pero quien sí va a hacerlo y, además, está pidiendo el voto para el empresario, es el hijo de este último, George P., que es comisario de ordenación del territorio, uno de los cargos políticos más influyentes de Texas. A fin de cuentas, siempre puede argüirse que Kathleen Kennedy Townsend, la Kennedy que dio a conocer la decisión de Bush, es el máximo ejemplo de la decadencia de una dinastía. Su tío fue presidente, y su padre, fiscal general, pero ella no pudo pasar de vicegobernadora del estado de Maryland. Si se trata de élites desacreditadas, no hay mejor ejemplo que imaginar una reunión de los Bush y los Kennedy en Maine para criticar a Donald Trump.
http://www.elmundo.es/internacional/2016/09/21/57e18a8dca4741ea598b45b0.html
George H.W. Bush, Paul Wolfowitz o Richard Armitage son algunos de los republicanos tradicionales que en estas elecciones cambiarán su voto
- PABLO PARDO
- Corresponsal
- Washington
- @PabloPardo1
21/09/2016 03:02
Los hombres y mujeres que han liderado la política exterior, de defensa, económica y comercial del Partido Republicano no solo no quieren a Donald Trump, sino que están pasándose en masa al bando de Hillary Clinton. El último en dar su apoyo a la demócrata ha sido, precisamente, el hombre cuya derrota frente a Bill Clinton en 1992 abrió el camino a la dinastía política que ahora encabeza Hillary: el cuadragésimo primer presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
La decisión de Bush 'padre' de votar demócrata ha sido divulgada por otra miembro de la 'nobleza' política estadounidense: Kathleen Kennedy Townsend. Los portavoces de la familia Bush han respondido al anuncio de Kennedy -que, encima, fue hecho en Facebook- declarando que el voto del patriarca, que tiene 92 años, "es un asunto privado".
Privado, desde luego, pero también simbólico. George W. Bush representa todo aquello de lo que Donald Trump abjura: diplomacia, internacionalismo, y elitismo. Fue embajador en la ONU y en China, lanzó la negociación del Tratado de Libre Comercio con Canadá y México -que Trump dice que renegociará-, reforzó la legislación de defensa del medio ambiente, y, sobre todo, fue el artífice de una coalición de 34 países que expulsó al Irak de Sadam Husein de Kuwait en 1991.
Pero George H. W. Bush es solo uno más de los republicanos que van a votar por Hillary como mal menor. Algunos de los que se han pasado con armas y bagajes al bando de la candidata demócrata son gente más que simbólica. Acaso el más destacado sea Paul Wolfowitz, el subsecretario de Defensa con George W. Bush entre 2000 y 2004, ideólogo de la invasión de Irak y líder de los llamados 'neoconservadores', es decir, el grupo de intelectuales que opinaban que EEUU debía implantar la democracia a cañonazos en Oriente Medio. William Kristol, director de la revista 'oficiosa' de ese movimiento, The Weekly Standard, no ha dicho por quién va a votar, pero está claro por quién no: Donald Trump.
Wolfowitz dijo hace tres semanas que "la única manera en la que uno se puede encontrar confortable con Trump es pensando que no habla en serio", pero que, mientras llega a esa conclusión, "puede que tenga que votar por Clinton". Muchos de sus colegas en el equipo de Bush 'junior' no han hilado tan fino. Tom Ridge y Michael Chertof -secretarios de Seguridad Interior y, por tanto, máximos responsables de la lucha antiterrorista con el anterior president -, Robert Gates -secretario de Defensa-, Michael Hayden -director de la CIA- se oponen a la campaña de Trump.
Otros han sido más directos. El secretario de Comercio y ex consejero delegado del gigante de la alimentación Kellogg's, Carlos Gutierrez, va a votar por Hillary, igual que el secretario del Tesoro durante la crisis financiera de 2008 y ex presidente y consejero delegado del gigante de Wall Street Goldman Sachs, Hank Paulson, que ha justificado su decisión en un artículo en el Washington Post, en el que declaraba que se trata "de poner al país por encima del partido". Es lo mismo que van a hacer el embajador de EEUU en la OTAN durante la invasión de Irak, Richard Burns, y el 'número dos' del Departamento de Estado en ese periodo, Richard Armitage. Quien quiera la lista completa, puede ir a Wikipedia. Porque son tantos que hasta hay una entrada en la edición inglesa de esa enciclopedia online.
La élite republicana, en horas bajas de popularidad
Para muchos, esas deserciones son graves, porque se trata de los 'patriarcas', los 'guardianes de las esencias' del Partido Republicano. Para otros, es bueno, porque esos nombres son los de la 'casta' que hay que borrar del mapa político. Hasta ahora, han sido la élite del que en EEUU se conoce como 'el Gran Viejo Partido', o, por sus siglas en inglés, 'GOP'. Intervencionistas en política exterior, defensores del libre comercio y partidarios de defender el orden internacional nacido tras la Segunda Guerra Mundial, basado en una red de alianzas con EEUU en el centro.La cuestión, sin embargo, es que la popularidad de esa élite está en general bastante por los suelos, porque muchos de ellos están vinculados a la catástrofe de la invasión de Irak (Wolfowitz, Kristol, Armitage) o a la hecatombe económica de 2008 (Paulson). Por eso, el equipo de Trump ha ignorado la mayor parte de eso abandonos del barco. Solo han ido a por los pocos que mantienen su prestigio intacto, como Robert Gates, al que el candidato ha llamado "payaso". El ex secretario de Defensa ha replicado declarado que Trump "no tiene remedio".
El apoyo de estos ex altos cargos a Clinton es, en el fondo, una muestra de la desintegración del Partido Republicano. Porque ni George H.W. ni Jeb van a votar por Trump, de acuerdo. Pero quien sí va a hacerlo y, además, está pidiendo el voto para el empresario, es el hijo de este último, George P., que es comisario de ordenación del territorio, uno de los cargos políticos más influyentes de Texas. A fin de cuentas, siempre puede argüirse que Kathleen Kennedy Townsend, la Kennedy que dio a conocer la decisión de Bush, es el máximo ejemplo de la decadencia de una dinastía. Su tío fue presidente, y su padre, fiscal general, pero ella no pudo pasar de vicegobernadora del estado de Maryland. Si se trata de élites desacreditadas, no hay mejor ejemplo que imaginar una reunión de los Bush y los Kennedy en Maine para criticar a Donald Trump.
http://www.elmundo.es/internacional/2016/09/21/57e18a8dca4741ea598b45b0.html
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