Maestros… ¿Para qué? ESTO ES DESDE CUBA
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Maestros… ¿Para qué? ESTO ES DESDE CUBA
miércoles 18 de marzo de 2009
Maestros… ¿Para qué?
Foto: Por E.M. (Mural de la secretaría de la facultad de arquitectura de la CUJAE, curso 2007-2008)
Voy en mi guagua habitual y me encuentro con un muchacho de 16 años que conozco del barrio y me da el asiento. Va de uniforme de técnico medio, sé que estudia por la mañana porque nos vemos a veces en el P4, imagino que va para la casa. Pero no, me cuenta que va para la escuela de nuevo: a dar matemáticas. Le pregunto si está difícil (para mí las matemáticas siempre están difíciles) y me dice sonriente que él es el profesor. Por mi cara se da cuenta de que estoy atónita, pero no puedo evitar un: ¡¿Cómo que el profesor?! …Ah, es que no hay profesores ¿no? No quiero ponerme pesada y empezar a sermonear sobre lo que creo de los estudiantes de segundo año de técnico medio que imparten clases (fui una de ellos así que sé perfectamente cuán desastroso es). Además el pobre no tiene la culpa, seguro lo mandaron o lo pusieron entre la espada y la pared: dar clases vs carrera en la universidad y ese tipo de chantaje típico dentro del ministerio de educación.
Le pregunto la edad de los alumnos, imagino que estará ubicado en una secundaria o algo por el estilo. Se ríe, pareciera que soy un extraterrestre por las cosas que pregunto, me responde como a un niño en la edad del “por qué”, con paciencia: Estoy dándole clases a la gente de mi año, por las tardes. Ahí sí que pierdo la tabla, debo parecerle una loca: ¡¿Pero niño, cómo le vas a dar clases a los de tu año si son las mismas clases que recibes tú?! Él sí que no pierde la compostura ¡Bendita adolescencia que todo lo entiende y nada sabe! Me explica, se ve le caigo bien porque otro me hubiera mandado lejos: Yo recibo las clases de matemáticas por las mañanas, del profesor, y después por la tarde vengo y doy la misma clase que él me dio.
El absurdo me supera, hago un comentario al estilo “lo que debes estar pasando” o “pobres alumnos”, no recuerdo bien porque para ese momento estaba tratando de controlarme (A diferencia de lo que opinan algunos intelectuales y periodistas de la oficialidad cubanos, no me parece que la guagua sea un podio para la libertad de expresión, a menos que decidan hacer las próximas asambleas del partido comunista en pleno durante la ruta “Alamar-Calixto García”) pero su respuesta pone punto final a la conversación: no cojas lucha, si a mí me entienden mejor que al profesor.
Pequeña reseña sobre la foto: E.M., que era profesor de la CUJAE en ese momento, me cuenta que la “asignatura” la estaban estrenando, por lo la Universidad de La Habana envió a un profesor para que la impartiera. Pasado un tiempo llegó el G2 a la facultad y se llevaron al maestro en una patrulla: el profesor había tenido problemas políticos y hasta había dado unas “entrevistas subversivas”. Los estudiantes confirmaron que lo que bajaba en las clases era coquito con mortadela (en poco tiempo y a pesar de la materia que le tocó impartir llegó a ser muy popular entre el alumnado). Aunque no tenga su nombre ni sus datos, ha quedado grabado en mi memoria como la versión real-tropical del profesor del “Maestro y Margarita” y lamento no haber disfrutado de alguno de sus turnos.
Maestros… ¿Para qué?
Foto: Por E.M. (Mural de la secretaría de la facultad de arquitectura de la CUJAE, curso 2007-2008)
Voy en mi guagua habitual y me encuentro con un muchacho de 16 años que conozco del barrio y me da el asiento. Va de uniforme de técnico medio, sé que estudia por la mañana porque nos vemos a veces en el P4, imagino que va para la casa. Pero no, me cuenta que va para la escuela de nuevo: a dar matemáticas. Le pregunto si está difícil (para mí las matemáticas siempre están difíciles) y me dice sonriente que él es el profesor. Por mi cara se da cuenta de que estoy atónita, pero no puedo evitar un: ¡¿Cómo que el profesor?! …Ah, es que no hay profesores ¿no? No quiero ponerme pesada y empezar a sermonear sobre lo que creo de los estudiantes de segundo año de técnico medio que imparten clases (fui una de ellos así que sé perfectamente cuán desastroso es). Además el pobre no tiene la culpa, seguro lo mandaron o lo pusieron entre la espada y la pared: dar clases vs carrera en la universidad y ese tipo de chantaje típico dentro del ministerio de educación.
Le pregunto la edad de los alumnos, imagino que estará ubicado en una secundaria o algo por el estilo. Se ríe, pareciera que soy un extraterrestre por las cosas que pregunto, me responde como a un niño en la edad del “por qué”, con paciencia: Estoy dándole clases a la gente de mi año, por las tardes. Ahí sí que pierdo la tabla, debo parecerle una loca: ¡¿Pero niño, cómo le vas a dar clases a los de tu año si son las mismas clases que recibes tú?! Él sí que no pierde la compostura ¡Bendita adolescencia que todo lo entiende y nada sabe! Me explica, se ve le caigo bien porque otro me hubiera mandado lejos: Yo recibo las clases de matemáticas por las mañanas, del profesor, y después por la tarde vengo y doy la misma clase que él me dio.
El absurdo me supera, hago un comentario al estilo “lo que debes estar pasando” o “pobres alumnos”, no recuerdo bien porque para ese momento estaba tratando de controlarme (A diferencia de lo que opinan algunos intelectuales y periodistas de la oficialidad cubanos, no me parece que la guagua sea un podio para la libertad de expresión, a menos que decidan hacer las próximas asambleas del partido comunista en pleno durante la ruta “Alamar-Calixto García”) pero su respuesta pone punto final a la conversación: no cojas lucha, si a mí me entienden mejor que al profesor.
Pequeña reseña sobre la foto: E.M., que era profesor de la CUJAE en ese momento, me cuenta que la “asignatura” la estaban estrenando, por lo la Universidad de La Habana envió a un profesor para que la impartiera. Pasado un tiempo llegó el G2 a la facultad y se llevaron al maestro en una patrulla: el profesor había tenido problemas políticos y hasta había dado unas “entrevistas subversivas”. Los estudiantes confirmaron que lo que bajaba en las clases era coquito con mortadela (en poco tiempo y a pesar de la materia que le tocó impartir llegó a ser muy popular entre el alumnado). Aunque no tenga su nombre ni sus datos, ha quedado grabado en mi memoria como la versión real-tropical del profesor del “Maestro y Margarita” y lamento no haber disfrutado de alguno de sus turnos.
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