Desempolvando historia de Cuba en Londres
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Desempolvando historia de Cuba en Londres
oles 16 de septiembre de 2009
Desempolvando historia de Cuba en Londres (I)
El Archivo Nacional británico me ofreció ayer la oportunidad de hojear algunos documentos originales de la historia de Cuba que revelan detalles poco conocidos de la toma de La Habana por los ingleses en el siglo XVIII y de un episodio poco feliz de la primera guerra de los cubanos contra España ocurrido en 1869.
Las cartas del comandante de la expedición británica, el conde de Albemarle, al conde de Egremont, Secretario de Estado del Departamento Sur* (con las responsabilidades de un actual ministro de Relaciones Exteriores y un ministro del Interior) muestran lo difícil que fue la captura de La Habana y las molestias que le causó el entonces obispo de la ciudad, Pedro Morell de Santa Cruz, por no querer someterse a sus exigencias.
Los ingleses desembarcaron en Cuba el 6 de junio de 1762. Cuarenta y siete días más tarde, el conde de Albemarle escribió al ministro:
Al llegar a Cuba, Albemarle había publicado una proclama dirigida a las autoridades españolas y a la población de la Isla.
El bando, en español de la época, conmina a la capitulación con una clara amenaza:
La única oposición a la dominación inglesa que preocupó a Albemarle vino del obispo Morell de Santa Cruz. El religioso se negó a ceder uno de los templos de la ciudad para el culto protestante, pagar tributos de guerra y entregar una lista de clérigos.
Tanto incomodó el obispo a Albemarle que este lo desterró a la Florida. El gobernador inglés no oculta su satisfacción con la medida en una carta al ministro Egremont con fecha de 4 de noviembre de 1762.
Dos meses más tarde, se ponían en práctica los términos del Tratado de París en cuanto a Cuba. Los ingleses devolvieron la parte occidental de la isla a España que, a su vez, cedió la Florida a Inglaterra.
Al regresar a su patria, el gobernador W. Keppel lleva consigo, entre otros documentos, el comunicado oficial del rey Jorge III sobre el fin de la dominación inglesa en Cuba, que también se conserva en las bóvedas del Archivo Nacional.
En una próxima entrada escribiré sobre los documentos que dan cuenta de un revés de los cubanos en la lucha por la independencia en el que los británicos se vieron involucrados.
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* El Secretario de Estado del Departamento Sur se encargaba de los asuntos de gobierno en el sur de Inglaterra, Gales, Irlanda, las colonias de América y de las relaciones con los países de religión católica y musulmana de Europa.
Posted by Fernán González at miércoles, septiembre 16, 2009
Desempolvando historia de Cuba en Londres (I)
El Archivo Nacional británico me ofreció ayer la oportunidad de hojear algunos documentos originales de la historia de Cuba que revelan detalles poco conocidos de la toma de La Habana por los ingleses en el siglo XVIII y de un episodio poco feliz de la primera guerra de los cubanos contra España ocurrido en 1869.
Las cartas del comandante de la expedición británica, el conde de Albemarle, al conde de Egremont, Secretario de Estado del Departamento Sur* (con las responsabilidades de un actual ministro de Relaciones Exteriores y un ministro del Interior) muestran lo difícil que fue la captura de La Habana y las molestias que le causó el entonces obispo de la ciudad, Pedro Morell de Santa Cruz, por no querer someterse a sus exigencias.
Los ingleses desembarcaron en Cuba el 6 de junio de 1762. Cuarenta y siete días más tarde, el conde de Albemarle escribió al ministro:
Conducimos el asedio del Fuerte del Morro con el mayor vigor que una sucesión de dificultades y contrariedades no han disminuido y que solamente menciono para dar al Ejército y la Marina el mérito que merecen al enfrentarlas y vencerlas.La misiva de George Keppel, que tal era el nombre del conde de Albemarle, manifiesta el deseo de un funcionario que trata de quedar lo mejor posible ante sus superiores en caso de un fracaso de su misión:
Las crecientes enfermedades de los soldados, el calor intenso del clima y la proximidad de la estación de lluvias son circunstancias que me impiden ser demasiado optimista sobre nuestro futuro éxito en tomar la ciudad, particularmente cuando no tememos noticias de los refuerzos americanos...Ese mismo día, el 13 de julio, Albemarle pone su firma a una lista de muertos, heridos y desaparecidos, clasificados por oficiales, tamborileros y soldados. Hasta esa fecha, habían muerto 191 británicos, 370 habían sido heridos y se desconocía el paradero de otros 120.
Al llegar a Cuba, Albemarle había publicado una proclama dirigida a las autoridades españolas y a la población de la Isla.
El bando, en español de la época, conmina a la capitulación con una clara amenaza:
Por Quanto Haviendo venido de orden del Rey Mi Amo con las Fuerzas que son constantes sufficientes no solamente a la Conquista expresada: mas á Paises mucho mas fuertes y llegado con las mayor Felicidad a estas Partes de mañera que me hallo en estado de ampararme por la Fuerzas de las Armas de la Ciud. de la Havana y de destruir y arruinar todo este Pais mas siguiendo el Magnanimo y Piadoso Corazon del Rey mi Amo qui no quiere hazer infelizes los Innocentes y que no los mira como sus Enemigos, si no se se arman contra sus Tropas, antes bien los quiere tratar con el mismo Amor y Protección que a sus mismos Vasallos. Hago notorio a Todos los estantes y habitantes de la Ciud. de la Havana y su Jurisdicción lo expresado y en esta Inteligencia les ofresco dexarles en la entera Posecion de todos sus Bienes Raizez, Muebles de (ilegible) y en la Libre Exercicio de su Relixion Publicamente como lo han acostumbrado siempre que el Governador no me oblige con una Temeraria Defenza a tomar medidas tan fuertes que me sea Posible suxetar el ardor de la Tropa Venzedora ni escusar el PillaxeEl gobernador al que se refería Albemarle era Juan de Prado, el capitán general español, que no tuvo otro remedio que rendirse a pesar de la tenaz resistencia del capitán de la guarnición de la fortaleza del Morro, Luis de Velasco, y los milicianos cubanos de Pepe Antonio en el poblado de Guanabacoa.
La única oposición a la dominación inglesa que preocupó a Albemarle vino del obispo Morell de Santa Cruz. El religioso se negó a ceder uno de los templos de la ciudad para el culto protestante, pagar tributos de guerra y entregar una lista de clérigos.
Tanto incomodó el obispo a Albemarle que este lo desterró a la Florida. El gobernador inglés no oculta su satisfacción con la medida en una carta al ministro Egremont con fecha de 4 de noviembre de 1762.
El Obispo de Cuba me dio al fin una buena Excusa para sacarlo de esta Isla y del Gobierno de la Iglesia, un Hecho que hace mucho tiempo deseaba porque lo consideraba un hombre muy peligroso aquí.El obispo regresó a Cuba en mayo de 1763, después de que Albemarle dejara La Habana en manos de su hermano William Keppel, quien escuchó los pedidos de clemencia de los habitantes de la ciudad.
Ha aprovechado cualquier oportunidad para ser problemático e impertinentemente litigioso en cada asunto que tuve que tratar con él.
Dos meses más tarde, se ponían en práctica los términos del Tratado de París en cuanto a Cuba. Los ingleses devolvieron la parte occidental de la isla a España que, a su vez, cedió la Florida a Inglaterra.
Al regresar a su patria, el gobernador W. Keppel lleva consigo, entre otros documentos, el comunicado oficial del rey Jorge III sobre el fin de la dominación inglesa en Cuba, que también se conserva en las bóvedas del Archivo Nacional.
En una próxima entrada escribiré sobre los documentos que dan cuenta de un revés de los cubanos en la lucha por la independencia en el que los británicos se vieron involucrados.
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* El Secretario de Estado del Departamento Sur se encargaba de los asuntos de gobierno en el sur de Inglaterra, Gales, Irlanda, las colonias de América y de las relaciones con los países de religión católica y musulmana de Europa.
Posted by Fernán González at miércoles, septiembre 16, 2009
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Re: Desempolvando historia de Cuba en Londres
miércoles 7 de octubre de 2009
Desempolvando historia de Cuba en Londres (II)
El pasado 16 de septiembre (hacer click aquí) anuncié que escribiría sobre un revés para la causa de la independencia de Cuba, bien documentado en el Archivo Nacional británico. Es deuda que cumplo hoy.
Los hechos ocurrieron un año después de que Carlos Manuel de Céspedes diera comienzo a la primera guerra de los cubanos contra España. En octubre de 1869 las autoridades de las Bahamas, por entonces una colonia de la corona inglesa, frustraron un intento de llevar ayuda en armas y municiones a los insurrectos en la Isla. Celoso cumplidor de sus leyes coloniales, el gobernador del archipiélago ordenó la incautación de los pertrechos y del barco que los llevaba a Cuba.
Los documentos que se conservan en Londres muestran las difíciles circunstancias en que se vieron los responsables de la expedición y las maniobras de los representantes de la república en armas para impedir su fracaso.
La historia comenzó cuando el vapor Lilian, rebautizado como Céspedes por los cubanos, se acercó a un cayo de las Bahamas procedente de Estados Unidos para recoger hombres y armamento y aprovisionarse del carbón necesario para seguir la travesía.
Al enterarse de la proximidad del Céspedes, el gobernador británico Sir James Walker despachó un barco de patrullaje para que le advirtiera que violaba las leyes del territorio. Al mismo tiempo, los representantes cubanos en Nassau, Loynaz y Turnell, solicitaron a Walker que autorizara la partida de un cargamento de carbón con destino "a Santo Domingo". El plan era proveer a la nave de combustible en alta mar.
Walker, quien sospechaba de los cubanos, denegó la solicitud y ordenó la detención del Céspedes por presuntamente infringir las leyes de la colonia, llevar documentación falsa y no llevar bandera reconocida. No valió que el capitán Francisco Harris se identificara a sí mismo y a su tripulación como ciudadanos de la república de Cuba.
Tras examinar las acusaciones, el Fiscal General de las islas dictaminó que el Céspedes no había violado ninguna ley. Poco después, Walker decidió dejarle ir a condición de que no tuviera comunicación con tierra. Al mismo tiempo, Turnell y Loynaz solicitaron al gobernador que les permitiera poner 200 toneladas de carbón a bordo y llevar hombres que estaban en la costa a los que identificaron como oficiales. El permiso fue denegado.
Ante la rotunda negativa del gobernador británico, el capitán Harris tuvo que utilizar la madera de las paredes de los camarotes como combustible para seguir viaje. Los cubanos, dispuestos a cumplir su misión, intentaron reabastecerse de carbón no muy lejos de las costas de las Bahamas.
Los representantes de la república en Nassau finalmente habían logrado que se autorizara la salida del cargamento del combustible para La Española en el barco Tryphena. El plan era transferir el carbón al Céspedes en alta mar. Cuando estaban a punto de hacerlo, aparecieron dos barcos de guerra enviados por el gobernador Walker. El vapor Céspedes fue detenido. Para evitar cualquier intento de fuga, el gobernador ordenó que se retiraran piezas de la maquinaria de la nave.
Los cubanos y simpatizantes de otras nacionalidades que los acompañaban en la expedición, unos 336 en total, fueron desarmados. El capitán Harris y otros oficiales debieron esperar para que terminara el proceso legal contra ellos que no concluyó en condenas de cárcel. A otros de los hombres se les permitió regresar sin demora a Estados Unidos.
El destino del Céspedes se decidió en subasta pública en 1870. Una persona identificada en los documentos del caso como el agente cubano "Sr Castillo", ofreció 1041 libras esterlinas, 13 chelines y 4 peniques (el equivalente a casi 76 mil dólares estadounidenses en la actualidad). Sin embargo, la oferta quedó muy debajo de las 3000 libras ( 217 mil 860 dólares) que ofreció el cónsul español A. Costa.
Muchos de los pormenores de este desafortunado capítulo de la Guerra de los Diez Años se encuentran en una carta que escribió el gobernador Walker al cónsul británico en funciones en La Habana, John Crawford, el 31 de octubre de 1869.
El alto funcionario no esconde su desprecio por los detenidos. "Mi gran dificultad está ahora, por supuesto, en deshacerme de estas personas...No puedo tener la responsabilidad de enviarlos a otro lugar a inflijir el mal que quiero eliminar en esta colonia...", dice en su correspondencia al diplomático británico en Cuba, a quien pide que informe en detalle al Capitán General Antonio Caballero Fernández de Rodas.
El expediente del caso "Lilian alias Cespedes" guarda también las cartas del capitán Harris al gobernador, la constancia escrita de una protesta de los oficiales, soldados e infantes de marina por haberse arriado la bandera cubana en el barco, una proclama y billetes de 1, 10 y 50 pesos de la república en armas.
Posted by Fernán González at miércoles, octubre 07, 2009
Desempolvando historia de Cuba en Londres (II)
Los hechos ocurrieron un año después de que Carlos Manuel de Céspedes diera comienzo a la primera guerra de los cubanos contra España. En octubre de 1869 las autoridades de las Bahamas, por entonces una colonia de la corona inglesa, frustraron un intento de llevar ayuda en armas y municiones a los insurrectos en la Isla. Celoso cumplidor de sus leyes coloniales, el gobernador del archipiélago ordenó la incautación de los pertrechos y del barco que los llevaba a Cuba.
Los documentos que se conservan en Londres muestran las difíciles circunstancias en que se vieron los responsables de la expedición y las maniobras de los representantes de la república en armas para impedir su fracaso.
La historia comenzó cuando el vapor Lilian, rebautizado como Céspedes por los cubanos, se acercó a un cayo de las Bahamas procedente de Estados Unidos para recoger hombres y armamento y aprovisionarse del carbón necesario para seguir la travesía.
Al enterarse de la proximidad del Céspedes, el gobernador británico Sir James Walker despachó un barco de patrullaje para que le advirtiera que violaba las leyes del territorio. Al mismo tiempo, los representantes cubanos en Nassau, Loynaz y Turnell, solicitaron a Walker que autorizara la partida de un cargamento de carbón con destino "a Santo Domingo". El plan era proveer a la nave de combustible en alta mar.
Walker, quien sospechaba de los cubanos, denegó la solicitud y ordenó la detención del Céspedes por presuntamente infringir las leyes de la colonia, llevar documentación falsa y no llevar bandera reconocida. No valió que el capitán Francisco Harris se identificara a sí mismo y a su tripulación como ciudadanos de la república de Cuba.
Tras examinar las acusaciones, el Fiscal General de las islas dictaminó que el Céspedes no había violado ninguna ley. Poco después, Walker decidió dejarle ir a condición de que no tuviera comunicación con tierra. Al mismo tiempo, Turnell y Loynaz solicitaron al gobernador que les permitiera poner 200 toneladas de carbón a bordo y llevar hombres que estaban en la costa a los que identificaron como oficiales. El permiso fue denegado.
Ante la rotunda negativa del gobernador británico, el capitán Harris tuvo que utilizar la madera de las paredes de los camarotes como combustible para seguir viaje. Los cubanos, dispuestos a cumplir su misión, intentaron reabastecerse de carbón no muy lejos de las costas de las Bahamas.
Los representantes de la república en Nassau finalmente habían logrado que se autorizara la salida del cargamento del combustible para La Española en el barco Tryphena. El plan era transferir el carbón al Céspedes en alta mar. Cuando estaban a punto de hacerlo, aparecieron dos barcos de guerra enviados por el gobernador Walker. El vapor Céspedes fue detenido. Para evitar cualquier intento de fuga, el gobernador ordenó que se retiraran piezas de la maquinaria de la nave.
Los cubanos y simpatizantes de otras nacionalidades que los acompañaban en la expedición, unos 336 en total, fueron desarmados. El capitán Harris y otros oficiales debieron esperar para que terminara el proceso legal contra ellos que no concluyó en condenas de cárcel. A otros de los hombres se les permitió regresar sin demora a Estados Unidos.
El destino del Céspedes se decidió en subasta pública en 1870. Una persona identificada en los documentos del caso como el agente cubano "Sr Castillo", ofreció 1041 libras esterlinas, 13 chelines y 4 peniques (el equivalente a casi 76 mil dólares estadounidenses en la actualidad). Sin embargo, la oferta quedó muy debajo de las 3000 libras ( 217 mil 860 dólares) que ofreció el cónsul español A. Costa.
Muchos de los pormenores de este desafortunado capítulo de la Guerra de los Diez Años se encuentran en una carta que escribió el gobernador Walker al cónsul británico en funciones en La Habana, John Crawford, el 31 de octubre de 1869.
El alto funcionario no esconde su desprecio por los detenidos. "Mi gran dificultad está ahora, por supuesto, en deshacerme de estas personas...No puedo tener la responsabilidad de enviarlos a otro lugar a inflijir el mal que quiero eliminar en esta colonia...", dice en su correspondencia al diplomático británico en Cuba, a quien pide que informe en detalle al Capitán General Antonio Caballero Fernández de Rodas.
El expediente del caso "Lilian alias Cespedes" guarda también las cartas del capitán Harris al gobernador, la constancia escrita de una protesta de los oficiales, soldados e infantes de marina por haberse arriado la bandera cubana en el barco, una proclama y billetes de 1, 10 y 50 pesos de la república en armas.
Posted by Fernán González at miércoles, octubre 07, 2009
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