¡A BAILAR Y A GOZAR CON LA SINFONICA NACIONAL!
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¡A BAILAR Y A GOZAR CON LA SINFONICA NACIONAL!
¡A BAILAR Y A GOZAR CON LA SINFONICA NACIONAL!
Una de las tantas anécdotas con la que se ilustra la incompetencia de ciertos dirigentes del ministerio de cultura de Cuba, cuenta que a la llegada de la “Orquesta Sinfónica Nacional” a un recóndito pueblo, se le recibió con un cartel que incitaba a los pueblerinos “a bailar y a gozar” con sus acordes, como si se tratara de una orquesta bailable, popular o populachera, al estilo, por ejemplo, de “Los Van Van”.
El funcionario, reflexiono yo ahora, no sólo era inculto, sino que sabía que la gozadera anunciada le garantizaba un público numeroso, sin el riesgo, además, de los famosos problemas ideológicos de los que se acusa a lo que se salga de lo normal en todo lo que se piensa, se escribe, se dice, o se difunde en la isla.
Hablando de fiestas, José Martí en su artículo “La Meschianza”, publicado en el periódico Patria, el 1ero de noviembre de 1892, comenta un baile celebrado por los españoles en el Círculo Militar de La Habana.
En dicho baile, según le describe en una carta un amigo, numerosos cubanos y cubanas se daban la mano con los oficiales peninsulares responsables de la represión y la muerte de muchos de sus compatriotas.
Martí califica este acto como: “una prueba de la singular capacidad de olvido del corazón del hombre, de la atracción deslumbrante del deleite, y de la proximidad temible de la ligereza y la infamia”.
Tratando de organizar una básica lección de geopolítica sobre el exilio, le explico a mis alumnos franceses que hay muchos cubanos en Miami porque salieron huyéndole al comunismo, o lo que es lo mismo, a la falta de libertad, al hambre, a las carencias materiales, y al control hasta de las diversiones.
Para ilustrar esto último les cito como ejemplo la desaparición de los carnavales, algo que hasta los esclavos africanos disfrutaban al menos un día al año (los 6 de enero) en la época en que éramos colonia de España.
Esto de los carnavales abolidos tiene mucho éxito si se me ocurre compararlo con lo que significaría para los franceses que les suprimieran el queso y el vino tinto.
En ese momento, de verdad, mis alumnos me miran con el silencio de corderos consternados, y casi los vuelvo anticastristas por la golosina, no de la cebolla, sino de sus placeres por unos minutos evaporados.
Acto seguido, para terminar de aclararles las cosas, les informo que Miami está al lado de Cuba, y que hay sol bueno y mar de espuma y arena fina, y por eso nos vamos ahí, donde nos dan la residencia al ser considerados refugiados políticos.
Parece ser que el 28 de enero, para festejar el cumpleaños de Martí, la orquesta “Los Van Van” vino de Cuba a dar un concierto en la Florida.
Y esto sí que no lo entienden mis alumnos.
Pues resulta que un chico espabilado de la clase dijo haber visto tremendas moloteras en Miami divididas en dos bandos, uno que manifestaba en contra de la orquesta (no sinfónica, cree aclarar, sino de salsa) que venía de La Habana, y otro que había ido a bailar con ellos: ¿cómo entender que hay músicos que salen de Cuba en avión mientras otros para viajar se tiran al mar en balsas o están en la cárcel por hablar?, me pregunta.
Una muchacha tan bonita como polémica –como debe ser toda francesa que se respete– le recuerda a su camarada de clase que el profe dijo que en Cuba no hay más carnavales, que esos músicos se fueron por eso a tocar a Miami.
La aclaración de dudas alcanza una serenidad brevísima cuando el otro le replica que no, que:
– Los Vienen-Vienen (se confunde de verbo de movimiento) de que Vuelven-Vuelven a La Habana, porque no son disidentes ni nada de eso, por eso no comprendo la información que vi por el cable: si salen y entran… deben ser comunistas, ¿no profe?
Y de un golpe me parece estar en el Parque del Dominó de Litte Havana, en Miami.
Me doy cuenta que en medio de la confusión general tengo que intervenir porque sino mis alumnos, que ya sospechan que el exilio me tiene trastornado, ahora además van a pensar que les meto tremendas mentiras en clase:
– Ehhhh, decían a coro, ¿no sólo entran y salen sino que además bailan con ellos los refugiados políticos de Miami?, ahora si no entendemos nada, profe…
Fue entonces cuando eché mano al cuento de la “Orquesta Sinfónica” y, sobre todo, al artículo de Martí.
Les recordé la frase del emperador Julio César, de que al pueblo hay que darle Panem et circenses (Pan y Circo), lo que en lenguaje de la dictadura cubana equivale a: libreta de abastecimiento y gozadera simple. Hasta al punto que sus funcionarios confunden a la “Orquesta Sinfónica” con una de música popular…
Les conté a mis alumnos que Martí, al final de su artículo, consuela al cubano que le escribe de La Habana recordándole que en Filadelfia, en un baile nombrado “La Meschianza”, las personas se precipitaban para ir a bailar con las casacas coloradas, es decir, con los colonizadores ingleses.
Esa misma gente, termina Martí, un tiempo después pedía de favor una entrada para el baile en honor del triunfador George Washington, uno de los fundadores de la nación americana.
Y se ocurre preguntarme, ¿quién va a resistirse a ir al concierto el día en que Gloria Estefan, Willy Chirino, Albita, María Elena Llerena, Amaury Gutiérrez, Adrián Morales, Boris Larramendi, Julio Fowler, y tantos otros artistas cubanos del exilio, puedan, por fin, cantar cuando quieran en Cuba?
Ni el funcionario confuso de la gozadera con la “Sinfónica Nacional”, ni los que bailan en Miami con los músicos llegados de La Habana, aguantarán las ganas.
Ni los mismísimos “Van-Van” se resistirán a esa alegría, porque como en el baile en honor a Washington, ya no habrá casacas coloradas en Cuba.
Par Armando VALDES-ZAMORA
(Notas sobre José Martí y Los Van Van)
Una de las tantas anécdotas con la que se ilustra la incompetencia de ciertos dirigentes del ministerio de cultura de Cuba, cuenta que a la llegada de la “Orquesta Sinfónica Nacional” a un recóndito pueblo, se le recibió con un cartel que incitaba a los pueblerinos “a bailar y a gozar” con sus acordes, como si se tratara de una orquesta bailable, popular o populachera, al estilo, por ejemplo, de “Los Van Van”.
El funcionario, reflexiono yo ahora, no sólo era inculto, sino que sabía que la gozadera anunciada le garantizaba un público numeroso, sin el riesgo, además, de los famosos problemas ideológicos de los que se acusa a lo que se salga de lo normal en todo lo que se piensa, se escribe, se dice, o se difunde en la isla.
Hablando de fiestas, José Martí en su artículo “La Meschianza”, publicado en el periódico Patria, el 1ero de noviembre de 1892, comenta un baile celebrado por los españoles en el Círculo Militar de La Habana.
En dicho baile, según le describe en una carta un amigo, numerosos cubanos y cubanas se daban la mano con los oficiales peninsulares responsables de la represión y la muerte de muchos de sus compatriotas.
Martí califica este acto como: “una prueba de la singular capacidad de olvido del corazón del hombre, de la atracción deslumbrante del deleite, y de la proximidad temible de la ligereza y la infamia”.
Tratando de organizar una básica lección de geopolítica sobre el exilio, le explico a mis alumnos franceses que hay muchos cubanos en Miami porque salieron huyéndole al comunismo, o lo que es lo mismo, a la falta de libertad, al hambre, a las carencias materiales, y al control hasta de las diversiones.
Para ilustrar esto último les cito como ejemplo la desaparición de los carnavales, algo que hasta los esclavos africanos disfrutaban al menos un día al año (los 6 de enero) en la época en que éramos colonia de España.
Esto de los carnavales abolidos tiene mucho éxito si se me ocurre compararlo con lo que significaría para los franceses que les suprimieran el queso y el vino tinto.
En ese momento, de verdad, mis alumnos me miran con el silencio de corderos consternados, y casi los vuelvo anticastristas por la golosina, no de la cebolla, sino de sus placeres por unos minutos evaporados.
Acto seguido, para terminar de aclararles las cosas, les informo que Miami está al lado de Cuba, y que hay sol bueno y mar de espuma y arena fina, y por eso nos vamos ahí, donde nos dan la residencia al ser considerados refugiados políticos.
Parece ser que el 28 de enero, para festejar el cumpleaños de Martí, la orquesta “Los Van Van” vino de Cuba a dar un concierto en la Florida.
Y esto sí que no lo entienden mis alumnos.
Pues resulta que un chico espabilado de la clase dijo haber visto tremendas moloteras en Miami divididas en dos bandos, uno que manifestaba en contra de la orquesta (no sinfónica, cree aclarar, sino de salsa) que venía de La Habana, y otro que había ido a bailar con ellos: ¿cómo entender que hay músicos que salen de Cuba en avión mientras otros para viajar se tiran al mar en balsas o están en la cárcel por hablar?, me pregunta.
Una muchacha tan bonita como polémica –como debe ser toda francesa que se respete– le recuerda a su camarada de clase que el profe dijo que en Cuba no hay más carnavales, que esos músicos se fueron por eso a tocar a Miami.
La aclaración de dudas alcanza una serenidad brevísima cuando el otro le replica que no, que:
– Los Vienen-Vienen (se confunde de verbo de movimiento) de que Vuelven-Vuelven a La Habana, porque no son disidentes ni nada de eso, por eso no comprendo la información que vi por el cable: si salen y entran… deben ser comunistas, ¿no profe?
Y de un golpe me parece estar en el Parque del Dominó de Litte Havana, en Miami.
Me doy cuenta que en medio de la confusión general tengo que intervenir porque sino mis alumnos, que ya sospechan que el exilio me tiene trastornado, ahora además van a pensar que les meto tremendas mentiras en clase:
– Ehhhh, decían a coro, ¿no sólo entran y salen sino que además bailan con ellos los refugiados políticos de Miami?, ahora si no entendemos nada, profe…
Fue entonces cuando eché mano al cuento de la “Orquesta Sinfónica” y, sobre todo, al artículo de Martí.
Les recordé la frase del emperador Julio César, de que al pueblo hay que darle Panem et circenses (Pan y Circo), lo que en lenguaje de la dictadura cubana equivale a: libreta de abastecimiento y gozadera simple. Hasta al punto que sus funcionarios confunden a la “Orquesta Sinfónica” con una de música popular…
Les conté a mis alumnos que Martí, al final de su artículo, consuela al cubano que le escribe de La Habana recordándole que en Filadelfia, en un baile nombrado “La Meschianza”, las personas se precipitaban para ir a bailar con las casacas coloradas, es decir, con los colonizadores ingleses.
Esa misma gente, termina Martí, un tiempo después pedía de favor una entrada para el baile en honor del triunfador George Washington, uno de los fundadores de la nación americana.
Y se ocurre preguntarme, ¿quién va a resistirse a ir al concierto el día en que Gloria Estefan, Willy Chirino, Albita, María Elena Llerena, Amaury Gutiérrez, Adrián Morales, Boris Larramendi, Julio Fowler, y tantos otros artistas cubanos del exilio, puedan, por fin, cantar cuando quieran en Cuba?
Ni el funcionario confuso de la gozadera con la “Sinfónica Nacional”, ni los que bailan en Miami con los músicos llegados de La Habana, aguantarán las ganas.
Ni los mismísimos “Van-Van” se resistirán a esa alegría, porque como en el baile en honor a Washington, ya no habrá casacas coloradas en Cuba.
Par Armando VALDES-ZAMORA
Azali- Admin
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Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: ¡A BAILAR Y A GOZAR CON LA SINFONICA NACIONAL!
A lo mejor pensaban que la Sinfonica iba a tocar rumba ,timba o salsa,y se mandaban pa'alla'. Y si daban algo de comer y habia cerveza o ron,pues mucho mejor ,les daria lo mismo que tocaran la salida de Cecilia Valdes ,la sandunguera de los Van Van con arreglo de Rodrigo Prats,o la Novena Sinfonia de Bethoven a ritmo de conga.
alver.
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Alver- Cantidad de envíos : 6935
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Re: ¡A BAILAR Y A GOZAR CON LA SINFONICA NACIONAL!
Si le dicen que es "musica culta" no van..
Azali- Admin
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Re: ¡A BAILAR Y A GOZAR CON LA SINFONICA NACIONAL!
No van. Aunque depende ,si dan comida o bebidas,yo creo que no les va a importar mucho si toca la sinfonica o si es un concierto de tocadores de latas.
la Sinfonica sola,no van a ir,pero si las sinfonias estan acompañadas
de jama,como dice Panfilo,y de alcohol...le llenan aquello.
alver.
la Sinfonica sola,no van a ir,pero si las sinfonias estan acompañadas
de jama,como dice Panfilo,y de alcohol...le llenan aquello.
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Alver- Cantidad de envíos : 6935
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Re: ¡A BAILAR Y A GOZAR CON LA SINFONICA NACIONAL!
O de la pipa de cerveza o vino espumoso
Azali- Admin
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