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Tercera respuesta de Montaner a Sibilino.

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Tercera respuesta de Montaner a Sibilino. Empty Tercera respuesta de Montaner a Sibilino.

Mensaje por CalaveraDeFidel Mar Abr 13, 2010 5:57 am

Tomado de http://www.diariodecuba.net

Tercera respuesta a Silvio Rodríguez


Por
Carlos Alberto Montaner


Madrid, 13 de abril de 2010

Estimado
Silvio Rodríguez:

Celebro que mantengamos este intercambio
epistolar. No creo, como afirmó el profesor Emilio Ichikawa con humor,
que es un diálogo imposible porque yo no canto y tú no piensas. Es
verdad que yo no canto, pero es evidente que tú piensas. Sé que para ti
esta polémica tiene un costo en fricciones y presiones. Conozco el paño.
Pero esto sí va siendo una batalla de ideas y no esos aburridos
monólogos propagandísticos a que nos tienen acostumbrados los medios de
comunicación cubanos. Ya les he pedido a todos los websites a los que
estoy vinculado y con los que tengo buenas relaciones que reproduzcan
tus textos completos. Si entras en www.carlosalbertomontaner.com o en
www.firmaspress.com podrás confirmarlo. Les he solicitado a los diarios
que publican mi columna que no olviden incluir tus escritos. Espero que
tú hagas lo mismo con Granma, Juventud Rebelde, Trabajadores y el resto
de los sitios de Internet vinculados al régimen cubano y a su aparato de
información.

Silvio:

Como te veo tan firme en tu deseo de
comunicar tus ideas y de informarte sin obstáculos ni censuras, creo
que debes pedir pública y enérgicamente esos mismos derechos para el
resto de nuestros compatriotas. Eso es lo honorable. Debes encabezar esa
protesta para que Yoani y los periodistas independientes puedan
divulgar sus textos sin ser encarcelados, golpeados o amenazados por la
policía. Tras leer lo que escribes, estoy seguro de que te parece
repugnante que la policía política se dedique a impedir que los cubanos
oigan estaciones de onda corta, vean por cable los canales de la
televisión extranjera y se vincTercera respuesta de Montaner a Sibilino. CarlosAlbertoMontanerySilvioulen a
Internet. No es justo que sólo tú, Amaury Pérez y otros pocos
privilegiados tengan acceso a esas fuentes de información. Eso debes
denunciarlo. Es un escandaloso agravio comparativo.

Silvio:

Por
supuesto, es importante —luego explico por qué— que conozcas las
críticas de José Martí a Marx y al socialismo. Cuando murió el pensador
alemán en 1883, Martí, que no ignoraba su obra, escribió una frase
perfecta para precisar su juicio crítico: "Como se puso del lado de los
débiles, merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño y arde en
ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando
al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres”.

Es
decir, Martí, como cualquier persona compasiva, admiraba las
intenciones de Marx, pero como cualquier persona sensata y conocedora de
la naturaleza humana, censuraba sus métodos violentos. Razonamiento que
reitera años más tarde en una carta a su amigo Fermín Valdés Domínguez:
“Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las
lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y
rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo
empiezan por fingirse, para tener hombros en los que alzarse,
frenéticos defensores de los desamparados…”.

Silvio:

Como
has dedicado una de tus más bellas canciones al Mayor General Ignacio
Agramonte, tan admirado por Martí, el gran héroe militar y civil de la
Guerra de 1868, te transcribo un párrafo de lo que Agramonte, y
probablemente muchos de los jefes insurrectos más educados, pensaban del
centralismo y del comunismo: “La centralización hace desaparecer ese
individualismo, cuya conservación hemos sostenido como necesaria a la
sociedad. De allí al comunismo no hay más que un paso; se comienza por
declarar impotente al individuo y se concluye por justificar la
intervención de la sociedad en su acción destruyendo su libertad,
sujetando a reglamento sus deseos, sus pensamientos, sus más íntimas
afecciones, sus necesidades, sus acciones todas”.

Hay otros
pasajes muy reveladores que muestran el rechazo del Apóstol al
colectivismo (como la reseña que Martí le hace a La futura esclavitud de
Herbert Spencer), pero a estas alturas discutir lo que Martí pensaba de
Marx y del socialismo sería un ejercicio académico casi inútil, si no
fuera porque Fidel Castro ha montado la legitimación histórica de su
dictadura sobre la falsificación del pensamiento de Martí.

Silvio:

El
absurdo silogismo que Fidel les ha impuesto a los cubanos, y que espero
que tú, como persona inteligente, no suscribas, tiene la siguiente
secuencia: la revolución tomó el curso marxista porque ésa, o muy
cercana a ésa, era la ideología de Martí; quienes gobernaron la
República, entre 1902 y 1958, traicionaron el ideario martiano; los
revolucionarios que derrotaron a Fulgencio Batista, y desde entonces
controlan el país, son los verdaderos herederos del espíritu de Martí y
de los mambises que pelearon contra España por la independencia.

El
colofón de esta disparatada fantasía histórica, absolutamente alejada
de la verdad, es que la autoridad moral para mandar a los cubanos la
tiene Fidel Castro con carácter permanente porque él es el descendiente
directo de Martí, una figura por la que los cubanos tenemos una devoción
especial, ergo su estirpe moral, la de Fidel, es la de los luchadores
independentistas del siglo XIX.

Silvio:

No es cierto: las
raíces del régimen cubano están en las supersticiones del
marxismo-leninismo, en el modelo de gobierno calcado de la Unión
Soviética, y en las prácticas de control político aprendidas del KGB.
Martí, que era un demócrata liberal convencido de las virtudes
republicanas, creyente en la existencia de los derechos naturales, no
tiene la menor responsabilidad en este engendro. Fueron Fidel, Raúl y el
Che los que traicionaron un movimiento insurreccional que prometía
elecciones democráticas, libertades y la vuelta a la Constitución de
1940. Lejos de venir de Martí, la dictadura de los Castro traicionó el
ideario martiano. ¿Recuerdas cuando Fidel, al principio, juraba una y
otra vez que ni él ni la Revolución eran comunistas?

Silvio:

Es
verdad que muchos cubanos no tenían casa propia. La nuestra, la que
visitaba Fidel para conversar con mi padre, su amigo, en la calle
Tejadillo, y a donde alguna vez acudió junto a mi tío Pepe Jesús
Ginjaume Montaner, jefe de Fidel en la violenta organización llamada
Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR), también era alquilada. ¿Y
qué? Celebro que hayas podido comprar una casa con el fruto de tus
éxitos. Pero, ¿la puedes vender? ¿Puedes disponer de ella como en los
países libres disponemos de las propiedades? Si es así, gozas de un raro
privilegio. En cambio, si te sucede como al resto de los cubanos, no
has comprado una casa, sino el precario derecho a usar una vivienda en
las condiciones que el gobierno dispone. Cuba, además, debe ser el único
país de Occidente en el que un buen profesional, trabajador, prudente y
ahorrativo, no puede adquirir propiedades con el fruto de su esfuerzo
porque el gobierno lo impide. No todos tienen tu suerte.

Silvio:

Los
cubanos quieren tener propiedades realmente. Quieren poder venderlas y
comprarlas sin que el Estado los persiga. Quieren abrir sus propios
negocios, como hacen los extranjeros. Quieren retomar el control de sus
vidas, secuestradas por los burócratas del Partido bajo la vigilancia de
la policía política. Quieren generar riqueza y disfrutarla. ¿Por qué
los jugadores de béisbol o los boxeadores no pueden explotar su talento
en el extranjero en su propio beneficio sin ser tratados como traidores
por el gobierno? ¿Por qué para poder vivir bien tienen que arriesgarse a
navegar en una balsa hasta la Florida o "desertar" en un viaje al
extranjero? ¿Cómo se puede defender un régimen que declara que el
cerebro de la Dra. Hilda Molina (entre mil ejemplos) le pertenece a la
revolución y la deja retenida en Cuba durante más de una década sin
poder usar ni su cerebro ni sus hábiles manos de neurocirujana? ¿No te
resulta eso un atropello abominable contra el derecho de las personas a
definir y buscar su propia felicidad?

Silvio:

Supongo que
una parte importante de tus ingresos deriva de los dólares o euros que
recibes en calidad de derechos de autor. Eso me parece muy bien, pero
¿qué pasa con ese 99.99% de cubanos a los que solamente les pagan en
pesos? Oficialmente, el peso y el CUC, que es la divisa convertible
cubana, valen aproximadamente lo mismo. El salario promedio de los
cubanos es de unos 300 pesos. Sin embargo, en el mercado paralelo, que
es oficial y es el de verdad, el que cuenta, el cambio es de 20 a 1. Los
cubanos ganan, realmente, unos cincuenta centavos de dólar al día. Es
la estafa perfecta, Silvio. El gobierno, como los peores tahúres, maneja
dos monedas: a los obreros cubanos les pagan por su trabajo con la
moneda mala, pero les venden los productos apetecibles en la buena.

Silvio:

Dices
que has señalado lo que te parece criticable del proceso. No me consta.
Ojalá. Como soy admirador de tu obra conozco varias de tus canciones,
pero no todas. No sé si alguna vez alzaste tu voz en el parlamento
contra la represión y la censura, o si escribiste alguna canción en
defensa del proletariado esquilmado y sin derechos, pero, si ocurrió, yo
no tuve noticias. Ignoro si alguna vez te inspiraste en los miles de
balseros ahogados tratando de alcanzar la libertad. No recuerdo una sola
línea tuya en defensa de los héroes de la revolución fusilados o
encarcelados por la dictadura. Ojalá existan esos testimonios.

Silvio:

No
estoy hablando de los militares de Batista, que fueron, por cierto,
condenados a muerte o a largas penas en juicios sumarios sin garantías,
sino de Huber Matos, Comandante de la Revolución, que pasó 20 años en la
cárcel por escribirle a Fidel una carta privada en la que renunciaba al
Ejército Rebelde por no estar de acuerdo con el comunismo. Me refiero a
Mario Chanes, que acompañó a Fidel y a Raúl en el asalto al Moncada y
luego en la expedición del Granma, y cumplió 30 años de presidio
injusto. Me refiero a los cientos de dirigentes y militantes de la
revolución a los que la dictadura mató o trituró en las cárceles.
Supongo, Silvio, en que concuerdas conmigo en que esa crueldad era
criticable. ¿La denunciaste?

Silvio:

Afirmas que no te
molesta padecer un "gobierno de ancianos" y me adviertes que yo también
formé mis juicios morales, mi percepción de la realidad y de los
conflictos sociales hace medio siglo. Pero hay una diferencia, Silvio:
el rasgo más evidente y lamentable de los hermanos Castro es la
incapacidad para aprender y cambiar. Estos señores, tras medio siglo de
fracasos, y tras haber devastado a Cuba con los caprichos más
inverosímiles (desde fabulosas vacas lecheras hasta dulces vaquitas
enanas y caseras; desde gallineros domésticos hasta hortalizas
hidropónicas en el cuarto de baño), continúan aferrados al disparate del
colectivismo como objetivo de la sociedad y al palo y a la represión
para alcanzarlo.

Silvio:

Estos hermanos son incapaces de
aprender. Son autistas políticos indiferentes a la realidad. Confunden
la terquedad con los principios. ¿No escuchaste a Raúl, muy ufano, decir
recientemente que primero desaparecería la Isla antes que cambiar? Y
Fidel lo felicitó al día siguiente, lo que era una forma de felicitarse a
sí mismo, porque lleva décadas insistiendo en esa barbaridad, como si
la vida de millones de compatriotas les importara un rábano.

Silvio:

Y
es que les importa un rábano. ¿Recuerdas —Raúl aludió a aquel episodio
muy orgulloso— durante la peligrosísima Crisis de los Misiles de 1962,
cuando el mundo estuvo al borde de la destrucción, el mensaje de Fidel a
Kruschev pidiéndole que atacara preventivamente a Estados Unidos y
desatara la Tercera Guerra mundial, a sabiendas de que en la represalia
morirían todos los cubanos? Pero lo terrible no es que entonces aquellos
jóvenes desbordantes de testosterona revolucionaria hayan incurrido en
esa petición irresponsable y asesina, sino que, medio siglo más tarde,
ya ancianos y llenos de nietos, reinciden en la misma imprudencia
criminal. Eso es lo grave: no cambian.

Silvio:

Como me
comparas con los Castro, porque también a los 67 años ya soy viejo, te
explico la diferencia entre los Castro y la mayor parte de los adultos.
El problema no está en la edad. Hay viejos como Adenauer, Churchill, De
Gaulle o Reagan que sirvieron a sus países en la ancianidad. Como soy un
hombre normal, abierto a las influencias exteriores, siempre dispuesto a
aprender de la experiencia y a pedir perdón cuando me he equivocado o a
revocar decisiones erróneas, he cambiado mucho a lo largo de mi vida y,
creo, para bien.

Silvio:

Comencé siendo, como tantos
cubanitos ignorantes de hace medio siglo, un "revolucionario" radical
confiado en que la justicia y el buen gobierno llegarían a mi país de la
mano de un grupo de barbudos bienintencionados. Luego, cuando me
desengañé, a base de paredón y calabozo, pasé a ser un socialdemócrata
confiado en el papel redistribuidor de un estado justiciero. Más tarde,
por las lecturas y la experiencia, me transformé en un liberal
convencido de la superioridad moral y práctica de las ideas de la
libertad para lograr sociedades más prósperas, libres y habitables. En
suma, mientras millones de cubanos, y yo entre ellos, hemos cambiado,
estos empedernidos hermanos Castro continúan anclados en el lugar de
origen, repitiendo e insistiendo en las tonterías que aprendieron en las
conversaciones de café cuando eran unos mozalbetes escasamente
instruidos. Eso es gravísimo.

Silvio:

Esa incapacidad para
rectificar que tienen estos dos señores (y otros de su entorno) es lo
que explica uno de los fenómenos más asombrosos de cuantos ha generado
la revolución cubana: el intenso fracaso material que ha provocado. Por
primera vez, en los cientos de años que tiene Cuba de historia
occidental, tres generaciones sucesivas de cubanos han padecido la
extraña experiencia del empobrecimiento progresivo. Mañana siempre es
peor que hoy. En Cuba, hasta la llegada de la revolución, la norma era
que los padres vivían mejor que los abuelos y los hijos mejor que sus
padres. Pero esa tradición terminó cuando estos caballeros tomaron el
timón del país y los cubanos aprendieron la amarga lección de que Tercera respuesta de Montaner a Sibilino. SilvioRodriguezyCarlosAMontanerla
vida, lejos de mejorar, empeoraba. Hasta Raúl Castro lo ha admitido
públicamente, desesperado, cuando manifestó que ni siquiera hay leche
para los niños cubanos cuando pasan de los siete años. ¿Te imaginas? Ni
un miserable vaso de leche.

Silvio:

Ese es el gobierno más
ineficiente que hemos padecido los cubanos en toda nuestra atormentada
historia. La calidad material mínima de cualquier sociedad se mide por
seis elementos básicos: la alimentación, la vivienda, la
electrificación, el transporte, las comunicaciones y el acceso al agua
potable. En los seis, la revolución ha transformado la convivencia en
una pesadilla. La comida escasea, está racionada, es muy pobre o es
inalcanzable para el sueldo miserable de los trabajadores. Hay un
déficit de viviendas que excede al millón de unidades, mientras más de
la mitad de los hogares están en condiciones deplorables. Cuando falta
el subsidio petrolero de Hugo Chávez, como cuando desapareció el que
proporcionaba la URSS, cortan la luz intermitentemente. El acceso a
teléfonos o correo es de los peores de América Latina, y no digamos
Internet, que se obstruye por razones políticas. Las calles, carreteras y
transporte público son un castigo demoniaco contra el pueblo. Los
acueductos, infectos y rotos, pierden el 60% del agua disponible y la
que llega es poca y esporádica. ¿Si en medio siglo de gestión, sin
ninguna obstrucción parlamentaria, lejos de solucionar estos problemas
esenciales, ese gobierno, minuciosamente torpe, los ha agravado, quién
puede creer que, con el mismo sistema, con los mismos métodos y con la
misma gerencia, algún día los resultados van a ser diferentes?

Silvio:

Celebro
que estemos de acuerdo en que hay que abolir la pena de muerte. Pero no
es cierto que esa medida cruel se deba al acoso de la CIA. Tú sabes
perfectamente que mucho antes de que el gobierno de Estados Unidos
intentara derrocar la dictadura comunista, la revolución, desde su
inicio mismo, había fusilado a miles de personas. Tú no ignoras que,
incluso antes de triunfar, ya los rebeldes fusilaban sin miramientos en
la Sierra Maestra. Los Castro no conocen mejor escarmiento ni mejor
forma de intimidación que el paredón. Matan, sencillamente, porque para
ellos la vida de los otros no vale nada. Ni siquiera la del general
Arnaldo Ochoa y el coronel Tony de la Guardia, sus mejores oficiales.

Silvio:

He
oído antes el argumento de que los demócratas de la oposición carecen
del apoyo del pueblo. Lo escuché en la España del franquismo donde, en
efecto, el Partido Socialista apenas tenía un centenar de miembros
activos antes de la desaparición del Caudillo. Lo escuché en
Checoslovaquia, cuando se burlaban de la Carta 77 que encabezó mi
admirado Vaclav Havel, porque la oposición contra la dictadura comunista
apenas llegaba a dos docenas de valientes. ¿Y qué ocurrió cuando se
abrieron los cauces de participación y los oprimidos pudieron decir su
verdad? Ocurrió que los demócratas instantáneamente se multiplicaron por
millones y los partidos oficialistas se encogieron hasta casi
desvanecerse en medio de la vergüenza. Ocurrió que el pueblo pudo
estrenar su verdadero rostro y manifestar sus creencias reales. En Cuba
no será diferente.

Silvio:

Tú opinas que en las cárceles
cubanas se trata bien a los prisioneros. ¿Qué es para ti encerrar
durante años en un calabozo tapiado, sin luz, en medio de alimañas, casi
sin alimentos ni agua, a numerosos presos políticos? ¿Qué son para ti
las golpizas a las que los someten? Pero más importante que tu opinión o
la mía es la de Amnistía Internacional, la de Human Rigths Watch, la de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. ¿Por qué no deja Cuba
que una misión imparcial de la Cruz Roja recorra las prisiones y hable
sin testigos con los prisioneros? Hay varios libros estremecedores que
describen la vida cotidiana en el presidio político cubano de hombres y
mujeres: los escribieron, entre otros, Huber Matos, Jorge Valls, Reinol
González, Armando Valladares, Alejandro González Raga y Ana Lázara
Rodríguez. Son testimonios terribles e irrefutables.

Silvio:

No
te parece honesto que los disidentes y las Damas de Blanco reciban
ayuda de otros gobiernos. Sin embargo, sabes que el artículo duodécimo
de la Constitución cubana de 1976 dice lo siguiente: "[Cuba] reconoce la
legitimidad de las guerras de liberación nacional, así como la
resistencia armada a la agresión y a la conquista, y considera su
derecho y su deber internacionalista ayudar al agredido y a los pueblos
que luchan por su liberación". Y no ignoras que el régimen cubano ha
practicado intensamente ese internacionalismo revolucionario,
contribuyendo con adiestramiento, recursos económicos, hombres, armas y
explosivos a grupos y movimientos insurreccionales de diversos países
del mundo.

Silvio:

Si crees en ese derecho que el gobierno
cubano se arroga a practicar el internacionalismo revolucionario y
ayudar a sus aliados y correligionarios, por un mínimo de decoro
intelectual admitirás el derecho de los países libres a practicar el
internacionalismo democrático y a ayudar a los suyos, aunque en el caso
cubano apenas se trate de darles a los disidentes pequeñas computadoras,
acceso a Internet, material de lectura, teléfonos celulares, algún
dinero para sostener a las familias de los presos políticos y apoyo
diplomático, porque hace varias décadas que nadie recurre en Cuba a la
violencia política. Te recuerdo, además, lo importante que fue la ayuda
de la Internacional Socialista y de las Fundaciones alemanas para el
establecimiento de la democracia en España tras la muerte de Franco y en
Chile durante el referéndum que le puso fin al gobierno de Pinochet.
Esa solidaridad no sólo es muy común: es muy conveniente para la
libertad de Cuba.

Silvio:

Lo decente es que las fuerzas
democráticas del mundo libre ayuden a sobrevivir a las Damas de Blanco y
a todos los demócratas de la oposición, al menos hasta que se vacíen
las cárceles, puedan organizarse públicamente, participen en la vida
pública, formen parte del parlamento y defiendan sus ideas sin el riesgo
de ser exterminados. Lo natural es ayudar a las víctimas. Al fin y al
cabo, el tejido ideológico de estos disidentes es el mismo que
encuentras en el Parlamento Europeo y en la arena política de todos los
países libres: democristianos, socialdemócratas, liberales y
conservadores. Tenderles una mano solidaria a los disidentes perseguidos
dentro de Cuba no sólo es legal, es lo moralmente justificable.

Silvio:

¿Por
qué crees que el Parlamento Europeo condenó al gobierno cubano por 509
votos procedentes de todo el arco democrático contra 30 de los
comunistas? Lo hizo por solidaridad con sus pares cubanos. Por supuesto
que lo ético es que nos ayuden en esta etapa trágica de nuestra
historia. A todas estas fuerzas internacionales, convocadas en nuestro
auxilio por la oposición democrática cubana del interior y del exterior,
les irrita la burla del gobierno de los Castro, capaz de firmar en la
Cumbre iberoamericana de Viña del Mar en 1996 su adhesión a los
comportamientos democráticos, para luego pisotear ese compromiso, de la
misma manera que más tarde ignoró el acuerdo firmado con la ONU en el
2008 de respetar los derechos humanos. Ya se agotó la paciencia
internacional con un régimen que no cumple nada de lo que promete.

Silvio:

Dices
no estar de acuerdo con los actos de repudio, y te creo, pero no es
cierto que ocurran porque "otros cubanos", espontáneamente, se indignan
contra personas como las Dama de Blanco y las agreden. Esos actos están
orquestados por la policía política y el Partido Comunista, como puede
comprobar cualquiera que entre en el blog de penúltimosdías.com y vea el
facsímil de la planilla con las instrucciones para los matones de las
turbas conocidas como "Brigadas de respuesta rápida". Deben llevar
"palos, cabillas y cables" para golpear a cualquiera que se manifieste.
Son operaciones parapoliciacas y ni siquiera son novedosas: en todas las
dictaduras comunistas y fascistas han existido variantes de este
procedimiento de control social. No me detengo a refutar la equivalencia
que haces con las manifestaciones anticastristas de los cubanos de
Miami porque me parece una broma. Las diferencias son abismales.

Silvio:

Y
llegamos al tema del bloqueo, tu plato fuerte. Me pides que me
manifieste contra el bloqueo. Por supuesto que lo haré. Yo también
quiero que se elimine, pero antes tenemos que dejar aclarados varios
aspectos de este asunto. En primer término, como los cubanos sabemos muy
bien, Estados Unidos es el principal vendedor de alimentos a Cuba,
mientras las remesas de los exiliados constituyen una de las primeras
fuentes de ingreso de la Isla. Asimismo, Estados Unidos es el único país
que alivia las presiones migratorias que sufre el gobierno cubano
otorgándole nada menos que 20,000 visas todos los años. En esas
condiciones, hablar de un embargo, y mucho menos de un bloqueo, es una
exageración. De los siete mil millones de personas que pueblan el
planeta, Cuba puede comerciar, y comercia, con seis mil setecientos. De
los dos centenares de estados organizados que existen en el mundo, Cuba
puede comerciar, y comercia, con 199 que representan el 75% del PIB
planetario.

Silvio:

Ninguna persona informada pone en duda
que el desastre económico cubano se debe, fundamentalmente, a la
inherente improductividad de los sistemas colectivistas de corte
marxista-leninista, sumada, en este caso, a la caprichosa e incompetente
gerencia revolucionaria. No es el bloqueo. Como se ha probado hasta la
saciedad, el colectivismo autoritario es un modelo económico fallido.
Basta con comparar a las dos Corea o las dos Alemania para comprobarlo.

Silvio:

En
todo caso, hay dos maneras de enfrentarse al embargo. Una es puramente
propagandística, encaminada a culpar a Estados Unidos del horror de la
pobreza cubana, pero sin el deseo real de que sea eliminado. Es en ésa
en la que se entretiene el gobierno de La Habana y en la que invierte un
notable caudal de recursos y energía. El otro camino, el serio, el de
quienes queremos que realmente se levante, es el que te describo a
continuación.

Silvio:

Para levantar el embargo, el
gobierno cubano no puede saltarse a la oposición democrática. Tiene que
pactar. Es el eficiente lobby de los cubanoamericanos y son las hábiles
maniobras de los legisladores de este origen lo que mantiene vigente
esas medidas en la administración norteamericana. Si la dictadura
realmente desea que se levante el embargo, sólo tiene que hacer cuatro
concesiones totalmente razonables que le ganarán el aplauso universal:

* Amnistiar a los presos políticos.
* Concederles a los cubanos el
derecho de libre asociación.
* Permitirles que se expresen
libremente.
* Acabar con el embargo interior y dejar que los cubanos
libremente entren en Cuba o salgan de ella.

Silvio:

Me
dirás que estás de acuerdo con esas medidas, pero que te parece abusivo
que se le exija a Cuba lo que no se le exige a China. A lo que te
respondo que las transacciones políticas no se dan en el marco abstracto
de la filosofía, sino en el de las realidades, y es una necedad ignorar
esta verdad. ¿El gobierno cubano quiere realmente que se levante el
embargo o todo lo que pretende es jugar con la propaganda?

Silvio:

Como
consecuencia de la larga dictadura de los Castro, el 20 por ciento de
los cubanos han tenido que emigrar a Estados Unidos durante medio siglo y
allí han adquirido poder y han aprendido a usarlo, como hacen los
judíos con relación a Israel y los afroamericanos con respecto a África.
El régimen cubano no ha podido ni podrá vencer ese obstáculo, a menos
que decida hablar con su propio pueblo. No es cuestión de dar gritos,
insultar a sus oponentes y montar campañas estridentes, sino de
conversar con serenidad.

Silvio:

Lo sensato, para terminar
con el embargo y para solucionar los problemas del país, es que
gobierno y oposición se sienten de buena fe a hablar civilizadamente con
un temario abierto. Estoy seguro de que en un plazo corto una relación
de ese tipo rendirá sus frutos, se levantará el embargo y estaremos en
el camino de la concordia. Me imagino que muchos reformistas dentro del
régimen estarán de acuerdo conmigo y deseosos de que comience cuanto
antes ese proceso.

Silvio:

Te propongo, con la mejor buena
fe, que creemos los dos un comité para luchar conjunta y
simultáneamente contra el embargo norteamericano, a favor de conceder la
amnistía a los presos políticos, a favor de otorgar el derecho a la
libertad de asociación y expresión, a favor de que los cubanos puedan
entrar y salir libremente de Cuba. Ese comité pudiera ser el comienzo de
la reconciliación, la paz y el progreso para nuestro país que los dos
deseamos. Conquistemos juntos un futuro mejor para nuestros hijos.

Espero
tu respuesta con mucho interés. Va un abrazo cívico y cordial,

Carlos Alberto Montaner
CalaveraDeFidel
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Tercera respuesta de Montaner a Sibilino. Empty Re: Tercera respuesta de Montaner a Sibilino.

Mensaje por CalaveraDeFidel Mar Abr 13, 2010 6:22 am

Lo que ocurre en Cuba se llama los hermanos Castro, y eso no
se resuelve con este diálogo intelectualoide, y perdón por el -oide burlesco y
crítico, pero no puedo aplicarlo al verbo resolver ni al sustantivo resolución…Montaner
piensa que sus razonamientos llevarán a
Silvio al punto cero, es decir, a pedir la dimisión de Raul y su hermano , pero
el punto cero verdadero en el otro problema. Me molesta pues el tono del traje
y hasta su ocasión, porque nada tiene que ver el socialismo con el
atrincheramiento de los hermanos castro en su propia finca Columbia. La
consigna es abajo Punto Cero, que el pueblo la invada y se coma todo lo que hay
en la nevera y pisotee sus atrios; que toda la población del Fanguito vea en el
cielo con rayo laser proyectado sobre una capa de nubes lo que ocurre en Punto
Cerro. Impriman miles de pegatinas para pegar con plancha con la consigna Abajo
Punto Cero y láncelas sobre la isla. Déjense ya de tanta “vuecencia” y hablen
de la mínima decencia.
CalaveraDeFidel
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Mensaje por Azali Mar Abr 13, 2010 8:35 am

Informacion , de esa es la que carece el pueblo cubano, estan a expensas de lo que sale en el gramna lo que dice radio reloj y lo que dicen los eternos duen~os del poder, si el pueblo viera en la realidad en que viven los mahajara del poder cubano, sus robos, su vida burguesa, entonces si que habria un cambio rapido.
En Cuba te hacen unos cuentos que a fuerza de que te lo repitan hasta en la sopa , pues los vas creyendo, y no es que te los creas, es que tienes que aceptarlo como realidad, pues no hay camino que te lleve a otra cosa, los demas caminos te llevan a la carcel.

Fidel y raul no aceptaran un cambio, pues eso seria ponerse una soga al cuello.

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