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¿Fidel a los altares?

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¿Fidel a los altares? Empty ¿Fidel a los altares?

Mensaje por CalaveraDeFidel Mar Mayo 25, 2010 6:39 am

martes 25 de mayo de 2010









Exclusiva
: La propuesta de Chávez para canonizar a Fidel Castro respondida por
el papa y el cardenal Ortega







Chávez orgulloso en su Twitter escribe :
Su santidad no desestimó mi propuesta para llevar a los altares a Fidel.
Esto es una victoria divina y moral contra la gusanera de Miami, que le
acusan de asesino. Chamos, textualmente me ha dicho : Cirilo de
Alejandría estuvo implicado en la aniquilación de los paganos entre
ellos la gran matemática Hypatia y es santo. Sólo debe usted esperar que
se muera.
Respecto al tema ha dicho el cardenal Ortega :

¿Fidel a los altares? Cardenal-bertone-bn-130x130
"Yo no me atrevería a llamar asesino a Fidel, por la cuenta
que me trae y por la paz de Cuba vale más no hablar de ciertas cosas. Lo
mío es paz y amor, paz y amor. Y si es con vaselina mejor . La vaselina
es fundamental para la suavidad en nuestras relaciones". Al respecto de
la canonización de Fidel...En los primeros siglos de la Iglesia, la
decisión de venerar a un difunto con culto público no dependía de ningún
poder eclesiástico. Los cristianos veneraban espontáneamente a sus
mártires. Y lo mismo se hizo más tarde con las buenas personas que en
una región determinada la gente las tenía por santas. Es decir, a las
santas y santos los proclamaba el pueblo, no el papa. Hay que esperar
hasta el año 993 para que el papa Juan XV declarara santo a san Ulrico.
Pero incluso después, los cristianos de a pie seguían designando como
santos a quienes popularmente se tenían como personas ejemplares. A
partir de 1171, el papa Alejandro III prohibió a los obispos la
designación de santos “sin la autoridad de la Iglesia Romana”. O sea,
hasta el s. XII Roma no se reservó el privilegio de canonizar a los
cristianos. ¿Por qué el papado tomó esa decisión?

Esta historia es compleja. Pero en ella hay cosas que están claras. Un
santo es un difunto. Pero sabemos que no todos los difuntos tienen la
misma consideración. No es igual si el difunto era rico o pobre, si en
vida fue famoso o desconocido, si era de derechas o de izquierdas, si se
murió (sin más) o fue asesinado. Si el asesino era de derechas, es
probable que en la Iglesia se vea al muerto como un “revolucionario”;
pero si el asesino era de izquierdas, entonces tenemos un “mártir”. Y si
el asesino es un terrorista, el muerto es una “víctima”. lo cual puede
ser interesante para los chicos de Kaos en la Red, esos machotes conla
lengua y otra cosa tan larga.

Este desvergonzado uso de los muertos no es cosa de ahora. Por supuesto,
la necesidad de recurrir a Roma para canonizar a un difunto fue
presentada como algo necesario para asegurar la pureza de la fe y el
esplendor del santo en cuestión. Pero en todo esto influyeron otros
motivos. Un santo “bien aprovechado” puede ser una mina: las
peregrinaciones, las reliquias, los milagros, las indulgencias han sido
siempre, y siguen siendo, una fuente importante de ingresos. Por eso ha
pasado lo que ha pasado. Por ejemplo, el decreto de Alejandro III estuvo
motivado por la pretensión de dar culto público a un individuo que
había sido un vicioso (“Decretalium” III, 45, I. Friedberg, II, 650).
Eugenio III canonizó en 1146 al emperador Enrique II de Baviera en un
momento en que a Roma le interesaba proponer un modelo de emperador
piadoso y sumiso a la Santa Sede. Por el contrario, Alejandro III
canonizó en 1173 a Tomás Becket, lo que fue tanto como elevar a los
altares a un obispo rebelde a la autoridad real, cosa que convenía a
Roma. Más significativo es el caso de san Gregorio VII. Este santo murió
en 1085, pero no fue canonizado hasta 1728 por Benedicto XIII, cuando
el papado quería hacer comprender a los galicanos cuál era su opinión
sobre los derechos de la Santa Sede, el rasgo que más distinguió al papa
Gregorio VII.

Pero, si fuertes han sido los intereses políticos en las canonizaciones,
más lo han sido los intereses económicos. En 1966, dos sociólogos
norteamericanos, K. y Ch. George, publicaron en Nueva York un minucioso
estudio según el cual, de 1938 casos examinados de santos canonizados
hasta entonces, el 78 % pertenecieron a la clase alta, el 17 % a la
clase media y sólo el 5 % a la clase baja (“Roman Catholic Sainthood and
Social Status”, en “Bendix and Lipset: Class Status and Power, Social
Stratification in Comparative Perspective”, New York 1966, 394-402).
Quizá en este dato sorprendente pudo influir, en otros tiempos, la
tendencia de los grupos marginales a dar más importancia a los hechos de
los más distinguidos socialmente.

Pero la verdadera causa de un desequilibrio tan escandaloso está en que
hacer un santo cuesta mucho dinero. Y se sabe que los costos de las
beatificaciones y canonizaciones se han disparado en las últimas
décadas. En el pontificado de Pablo VI, la Provincial de unas monjas me
dijo en Roma que estaba escandalizada de lo que les había costado la
canonización de su santa fundadora: la Superiora General tuvo que vender
“varias fincas” para pagar el largo proceso, las ceremonias en Roma,
los festejos, las peregrinaciones y un boato de solemnidades que
hubieran indignado a la santa canonizada.

Hay una Orden Religiosa, los monjes cartujos, que no suelen mover ni un
dedo para conseguir que un difunto de esa Orden llegue al honor de los
altares. Y ellos suelen decir, para explicar esta conducta, que “para
tener un santo cartujo, un cartujo tendría que dejar de ser santo”.
Porque, según parece, las complicadas y costosas gestiones que requiere
una canonización no son el mejor camino para conseguir aquello que se
pretende ensalzar.

En cualquier caso, parece razonable decir que Roma debería replantear
sus criterios y procedimientos en todo este asunto de las
beatificaciones y canonizaciones. Para que en ellas esté más presente el
Evangelio y lo que en el Evangelio está presente: los que sufren, los
excluidos, los pobres, los perseguidos. Sueño con ver un día la plaza de
San Pedro abarrotada de este tipo de gentes celebrando la canonización
de uno de ellos. Sería la fiesta de los “nadies”. Como tenemos el día de
los “santos” o el de los “difuntos”. ¿Veremos algún día una Iglesia en
la que de verdad los “últimos” sean los “primeros”?


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¿Fidel a los altares? Empty Re: ¿Fidel a los altares?

Mensaje por Mar Mar Mayo 25, 2010 9:10 am

Si este perro sube a los altares.....
Yo soy Miss AC Twisted Evil ...... por cojones
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