In nomine Fidelis
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In nomine Fidelis
6.09.2010
In nomine Fidelis
Nos han ido arrebatando los nombres. Ya no existen Isla de Pinos, Oriente, Las Villas, La Habana. Aquellos centrales azucareros, con sus respectivas localidades, fueron los primeros en caer bajo el nominalismo castrista y su poca imaginación. Nombres de mujeres cambiados por el santoral de turno; designaciones espontáneas e ingenuas que fueron borradas por decreto revolucionario. Violeta se convirtió en Primero de Enero, Carmita en Luis Arcos Bergnes, Narcisa en Obdulio Morales, Nela en Aracelio Iglesias, San Agustín en Chiquitico Fabregat, Fidencia en Juan Pedro Carbó Serviá, Sofía en Renulfo Leyva, Delicias en Antonio Guiteras, Chaparra en Jesús Menéndez. Lo que fuera Perseverancia terminó siendo Primero de Mayo; de igual modo Constancia se hizo Guillermo Moncada, Providencia asumió el rótulo de Osvaldo Sánchez, Soledad se convirtió en Julio Reyes Cairo y a Fé le endilgaron el José Smith Comas. Otros tuvieron que incorporar palabras y frases supuestamente progresistas, para encarar su nuevo destino: Patria se convirtió en Patria o Muerte, Unidad en Unidad Proletaria, Amistad en Amistad con los Pueblos, América en América Libre...
No es que los nombres de esos patriotas o mártires que cayeron en combate o los de esos infelices que murieron con un petardo entre las manos sean desdeñables. Por ejemplo, ciertos viales agradecen ser bautizados de manera tal que estimulen al paseante o habitante; no es lo mismo El Camino de Las Vacas que Calle Vilma Espín. Como sabemos, el uso diluye la posible mala energía de algunos apellidos. La calle principal de mi pueblo, en la que vivían (viven) muchos chivatos, se llama José Miguel Gómez, y a nadie le molesta cargar con ese apelativo seudorrepublicano.
Yo sé que alguna vez recuperaremos a Las Villas. Y Matanzas tendrá que devolvernos la ciénaga de Zapata, con toda su aparente inutilidad. Jatibonico volverá a Camagüey y Artemisa a Pinar del Río. Quizás Oriente sea demasiado pedir, pero alguien deberá pensar en este tipo de restituciones, en el futuro cercano, antes que se nos olviden los nombres originales.
Si alguien dudase, pues le invito a que repita conmigo: granmense, mayabequense, granmense, mayabequense, granmense...
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Publicado por Manuel Sosa
In nomine Fidelis
Nos han ido arrebatando los nombres. Ya no existen Isla de Pinos, Oriente, Las Villas, La Habana. Aquellos centrales azucareros, con sus respectivas localidades, fueron los primeros en caer bajo el nominalismo castrista y su poca imaginación. Nombres de mujeres cambiados por el santoral de turno; designaciones espontáneas e ingenuas que fueron borradas por decreto revolucionario. Violeta se convirtió en Primero de Enero, Carmita en Luis Arcos Bergnes, Narcisa en Obdulio Morales, Nela en Aracelio Iglesias, San Agustín en Chiquitico Fabregat, Fidencia en Juan Pedro Carbó Serviá, Sofía en Renulfo Leyva, Delicias en Antonio Guiteras, Chaparra en Jesús Menéndez. Lo que fuera Perseverancia terminó siendo Primero de Mayo; de igual modo Constancia se hizo Guillermo Moncada, Providencia asumió el rótulo de Osvaldo Sánchez, Soledad se convirtió en Julio Reyes Cairo y a Fé le endilgaron el José Smith Comas. Otros tuvieron que incorporar palabras y frases supuestamente progresistas, para encarar su nuevo destino: Patria se convirtió en Patria o Muerte, Unidad en Unidad Proletaria, Amistad en Amistad con los Pueblos, América en América Libre...
No es que los nombres de esos patriotas o mártires que cayeron en combate o los de esos infelices que murieron con un petardo entre las manos sean desdeñables. Por ejemplo, ciertos viales agradecen ser bautizados de manera tal que estimulen al paseante o habitante; no es lo mismo El Camino de Las Vacas que Calle Vilma Espín. Como sabemos, el uso diluye la posible mala energía de algunos apellidos. La calle principal de mi pueblo, en la que vivían (viven) muchos chivatos, se llama José Miguel Gómez, y a nadie le molesta cargar con ese apelativo seudorrepublicano.
Yo sé que alguna vez recuperaremos a Las Villas. Y Matanzas tendrá que devolvernos la ciénaga de Zapata, con toda su aparente inutilidad. Jatibonico volverá a Camagüey y Artemisa a Pinar del Río. Quizás Oriente sea demasiado pedir, pero alguien deberá pensar en este tipo de restituciones, en el futuro cercano, antes que se nos olviden los nombres originales.
Si alguien dudase, pues le invito a que repita conmigo: granmense, mayabequense, granmense, mayabequense, granmense...
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