Armas biológicas: tientos y diferencias
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Armas biológicas: tientos y diferencias
Armas biológicas: tientos y diferencias
Enviado por ei en Julio 21, 2010 – 4:38 am
Luis G. Cotton
Al adentrarse Más allá del eje del mal (Fundación Heritage, mayo 6 de 2002), el subsecretario de Estado John Bolton advirtió que Castro llevaba adelante «al menos un limitado trabajo de investigación y desarrollo de armas biológicas». Castro replicó que «las puertas de nuestros centros de investigación están abiertas» (mayo 10) y entró con el ex presidente de los EE. UU. Jimmy Carter, quien salió afirmando (mayo 13) que no había «evidencias» de armas biológicas en Cuba.
El profesor Manuel Cereijo (Universidad Internacional de la Florida) había indicado ya que, para fabricarlas, Castro contaba con el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), el Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN), el Centro de Inmunología Molecular (CIM) y otros bien conocidos. Siempre es bueno saber de qué se está hablando. A mediados de 1999, un microbiólogo recién exiliado, con pleno conocimiento de las plantas fabriles en la Isla, aseguró que «es sumamente ilógico que en las mismas plantas en que se desarrollan curas y medicinas se estén fabricando armamentos bacteriológicos, [porque] los sistemas de filtración y de separación de zonas pudieran contaminarse».
La sospecha se había tornado racional tras desertar (1992) el teniente coronel Kanatjan Alibekov, quien había sido subdirector del programa soviético de armas bacteriológicas. Alibekov contó que «desde 1988 los cubanos estaban detrás de nosotros [y] sospechábamos que esto no era nada industrial ni farmacológico. [Lograron] la capacidad de producir material bacteriológico en un vacío de humedad, algo necesario fundamentalmente para la producción de material militar (…) Los oficiales soviéticos no queríamos entregarles este secreto a los cubanos, pero Brezhnev estaba enamorado de Castro».
Parece lógico que esa capacidad de producción se instalara en lugar jamás mencionado por Cereijo. Luego de exiliarse con visa de refugiado político, el coronel Álvaro Prendes colocó en el punto rojo de su colimador unos laboratorios al este de La Habana, cerca del Hospital Naval Luis Díaz Soto, pero el coronel Roberto Ortega, ex jefe (1984-94) de Servicios Médicos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), puntualizó que correspondían a otro proyecto, más o menos secreto, financiado directamente por Raúl Castro y en el cual participaba el propio Ortega: fabricar polvo de cartílagos de tiburón para tratar el cáncer.
Ortega compareció en «A Mano Limpia» (AmericaTeVe, febrero 28 de 2007) y «Hannity´s America» (Fox News, marzo 18 de 2007) para precisar que Carter había incurrido en la falacia de concreción fuera de lugar, porque Castro produce armas biológicas en la instalación soterrada Labor Uno, junto al Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA) en las afueras de San José de las Lajas, bajo la supervisión del general Guillermo Rodríguez del Pozo, alias Gallo Ronco, abuelo paterno de Raúl Rodríguez Castro, nieto por lado materno y actual edecán del general presidente Raúl Castro.
Ortega emplazó a que los Castro abrieran las puertas de Labor Uno, pero ellos guardaron silencio y el desafío acabó diluyéndose en la farándula mediática que suele acompañar a la cobertura del «problema cubano» por los medios hispanos del sur de la Florida. Sin embargo, Ortega sostiene que, incluso si Labor Uno fue desactivado como consecuencia de otro rejuego político por debajo de la mesa entre Castro y Washington, la instalación misma es prueba crucial, porque no encaja para nada en el CENSA ni puede demolerse sin dejar cráter enorme.
-Foto: CENSA © Radio Camoa (San José de las Lajas). Según el coronel Roberto Ortega, la expresión atribuida a Castro hacia 1998 de que si los EE. UU invaden a Cuba «se envenenarán con la sangre de esta mansa oveja» sería la reformulación, en términos biológicos, de su velada alusión (Santiago de Cuba, julio 26 de 1962) a las armas nucleares que venían en camino: «Se han olvidado de que ese pueblo, que empezó con unos pocos fusilitos, tiene hoy armas de todos tipos; tiene armas modernas, poderosas, para defenderse y para combatir».
http://eichikawa.com/2010/07/armas-biologicas-tientos-y-diferencias.html
Enviado por ei en Julio 21, 2010 – 4:38 am
Luis G. Cotton
Al adentrarse Más allá del eje del mal (Fundación Heritage, mayo 6 de 2002), el subsecretario de Estado John Bolton advirtió que Castro llevaba adelante «al menos un limitado trabajo de investigación y desarrollo de armas biológicas». Castro replicó que «las puertas de nuestros centros de investigación están abiertas» (mayo 10) y entró con el ex presidente de los EE. UU. Jimmy Carter, quien salió afirmando (mayo 13) que no había «evidencias» de armas biológicas en Cuba.
El profesor Manuel Cereijo (Universidad Internacional de la Florida) había indicado ya que, para fabricarlas, Castro contaba con el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), el Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN), el Centro de Inmunología Molecular (CIM) y otros bien conocidos. Siempre es bueno saber de qué se está hablando. A mediados de 1999, un microbiólogo recién exiliado, con pleno conocimiento de las plantas fabriles en la Isla, aseguró que «es sumamente ilógico que en las mismas plantas en que se desarrollan curas y medicinas se estén fabricando armamentos bacteriológicos, [porque] los sistemas de filtración y de separación de zonas pudieran contaminarse».
La sospecha se había tornado racional tras desertar (1992) el teniente coronel Kanatjan Alibekov, quien había sido subdirector del programa soviético de armas bacteriológicas. Alibekov contó que «desde 1988 los cubanos estaban detrás de nosotros [y] sospechábamos que esto no era nada industrial ni farmacológico. [Lograron] la capacidad de producir material bacteriológico en un vacío de humedad, algo necesario fundamentalmente para la producción de material militar (…) Los oficiales soviéticos no queríamos entregarles este secreto a los cubanos, pero Brezhnev estaba enamorado de Castro».
Parece lógico que esa capacidad de producción se instalara en lugar jamás mencionado por Cereijo. Luego de exiliarse con visa de refugiado político, el coronel Álvaro Prendes colocó en el punto rojo de su colimador unos laboratorios al este de La Habana, cerca del Hospital Naval Luis Díaz Soto, pero el coronel Roberto Ortega, ex jefe (1984-94) de Servicios Médicos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), puntualizó que correspondían a otro proyecto, más o menos secreto, financiado directamente por Raúl Castro y en el cual participaba el propio Ortega: fabricar polvo de cartílagos de tiburón para tratar el cáncer.
Ortega compareció en «A Mano Limpia» (AmericaTeVe, febrero 28 de 2007) y «Hannity´s America» (Fox News, marzo 18 de 2007) para precisar que Carter había incurrido en la falacia de concreción fuera de lugar, porque Castro produce armas biológicas en la instalación soterrada Labor Uno, junto al Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA) en las afueras de San José de las Lajas, bajo la supervisión del general Guillermo Rodríguez del Pozo, alias Gallo Ronco, abuelo paterno de Raúl Rodríguez Castro, nieto por lado materno y actual edecán del general presidente Raúl Castro.
Ortega emplazó a que los Castro abrieran las puertas de Labor Uno, pero ellos guardaron silencio y el desafío acabó diluyéndose en la farándula mediática que suele acompañar a la cobertura del «problema cubano» por los medios hispanos del sur de la Florida. Sin embargo, Ortega sostiene que, incluso si Labor Uno fue desactivado como consecuencia de otro rejuego político por debajo de la mesa entre Castro y Washington, la instalación misma es prueba crucial, porque no encaja para nada en el CENSA ni puede demolerse sin dejar cráter enorme.
-Foto: CENSA © Radio Camoa (San José de las Lajas). Según el coronel Roberto Ortega, la expresión atribuida a Castro hacia 1998 de que si los EE. UU invaden a Cuba «se envenenarán con la sangre de esta mansa oveja» sería la reformulación, en términos biológicos, de su velada alusión (Santiago de Cuba, julio 26 de 1962) a las armas nucleares que venían en camino: «Se han olvidado de que ese pueblo, que empezó con unos pocos fusilitos, tiene hoy armas de todos tipos; tiene armas modernas, poderosas, para defenderse y para combatir».
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