Adiós al mito de la salud pública cubana

Adiós al mito de la salud pública cubana


August 13, 2010




En el Noticiero Nacional de Televisión de Cuba, todos los días aparecen reportajes acerca de los médicos cubanos que participan en las misiones “Manuela Espejo” y “Moto Méndez”, censando personas discapacitadas en Bolivia, Venezuela y Ecuador, así como sobre médicos cubanos que ayudan en Haití, y en otras geografías. También se hacen Mesas Redondas alabando nuestro sistema de salud. En esos reportajes, estos médicos aparecen regalando colchones anti-escaras, sillas de ruedas o atendiendo a pacientes en hospitales nuevos con equipos nuevos, de alta tecnología; se muestra qué generoso es el gobierno cubano, y cuán preocupado está por los “hermanos” de otras latitudes.

Pero en el recién remozado Hospital Oncológico de La Habana, cada vez que llueve se inundan sus corredores, específicamente en la parte dedicada a la Quimio y la Radioterapia. El agua sale por debajo de una puerta que da a un pequeño patio donde olvidaron que el tubo para el desagüe saca el agua con fuerza. Los pacientes deben convertirse en artistas circences para no mojarse. Un viejo CVP que estaba sentado encima de una mesa, me contó que eso ocurre desde hace 4 ó 5 años, a raíz de la remodelación.

Los análisis que se ordenan de urgencia en el Cuerpo de Guardia —a pacientes que no pueden subir al Laboratorio, del 4to. piso porque están en malas condiciones físicas y el elevador está fuera de servicio—, se demoran una eternidad y cuando se le pregunta al médico de guardia, éste sencillamente responde que él no tiene nada que ver con el laboratorio. Hermosa y solidaria actitud.

Otro médico, que conversa animadamente con un colega, ante el reclamo de un familiar que tome la tension arterial y ausculte a un enfermo visiblemente pálido y sudoroso, responde con altanería: “debe tener la tensión baja”. Es decir, con sólo mirar al paciente, este chamán de la medicina cubana descubre cualquier síntoma. ¿Es esa la actitud de un médico formado con supuestos valores éticos y sociales elevados, acordes con la sociedad en que vive?

Cuando llega la enfermera a hacer análisis de sangre, luego de una larga y angustiosa espera, a modo de disculpa confiesa: “ímagínate tú, es que estoy solita en el Laboratorio”. Y me explica que es ella sola para todas las urgencias que se presentan en el hospital. Increíble, pero cierto.

El enfermero del Cuerpo de Guardia lava los tubos de ensayo que contienen restos de sangre con sus manos descubiertas y con agua de la pila, luego los acomoda como si fueran vasos acabados de fregar en la cocina de su casa. Indago por qué no usa guantes y si no teme contaminarse. Me mira extrañado y me responde: “Hace rato que no nos dan guantes”.

Los pacientes que reciben Quimio y Radioterapia un mismo día, pueden pasarse alrededor de 10 horas en el Hospital, porque o bien el equipo de Radioterapia está en malas condiciones o los sueros de la Quimioterapia no han llegado a tiempo, por razones desconocidas.

Es cierto que la medicina en Cuba es gratis, pero por favor, basta de engaños: también es pésima. Los hospitales se caen a pedazos, sólo hay que ver el mal estado en que se encuentra, por ejemplo, el Hospital Infantil:

Hay médicos que sueñan con una misión fuera de la isla, un viaje que los beneficie económicamente. Al término de la misma, los espera una jugosa cuenta en CUC en el banco, de la que sólo pueden extraer dinero personamente y reciben, además y de por vida, una cuota en CUC mensualmente, que su familia puede cobrar en Cuba, mientras ellos están en el extranjero. El concepto del “internacionalismo” parece haber cambiado, y mucho.

Es cierto que, como repiten profusamente los medios masivos de comunicación, dentro de las gratuidades que ofrece el sistema de salud pública, están los trasplantes de órganos y operaciones complicadas y riesgosas. Pero ¿y la tan cacareada atención primaria de la salud, esa que consiste en ir al médico, hacerse un análisis, o ir al dentista y que te den un turno —para dentro de 6 meses? La mayor parte de las veces, si no se cuenta con un amigo que “resuelva” un turno, hay que armarse de paciencia y esperar infinitamente, o te mueres en el camino.

Hoy hay que llevarle regalos al médico para que te atienda mejor, para que se interese más y mejor por ti. Si bien es verdad que a los médicos se les congratula, ahora, repito, ha cambiado la tónica: el que tiene posibilidades económicas, me refiero, claro está, a el que tiene CUC, colma de “atenciones especiales” a su médico.

Tras la constitución en Cuba de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Médicas, en las consultas médicas te acabas tropezando con esos estudiantes extranjeros, que no son bien vistos entre la población y sin embargo son quienes atienden a los enfermos, porque los médicos cubanos están de misión.

¿Por qué los gobiernos de Venezuela, Bolivia o Ecuador no abren sus propias facultades de Medicina, por qué Cuba tiene que seguir siendo “candil de la calle y oscuridad de su propia casa”? ¿Por qué Cuba tiene que seguir regalando equipos y hospitales, cuando los propios están en condiciones deplorables? ¿Por qué los cubanos tenemos que seguir siendo ciudadanos de segunda? ¿Hasta cuándo tenemos que esperar para ser nosotros los primeros, como rezaba en algunas bolsitas plásticas (hoy desaparecidas): “lo mío primero”?
Solidaridad e internacionalismo se han vuelto sinónimos de abandono y postergación. Son etiquetas para clasificar una actitud gubernamental que relega a los cubanos que desde hace 50 años apostaron por un sistema más justo y que hoy es sólo una mascarada, pura propaganda política.

Any “Kubinsky” Alemany
La Habana
Fotos y video: Inundación en el Hospital Oncológico, el pasado 5 de agosto. (Pinche para ampliar)
Antiguo hospital Infantil Pedro Borrás, hoy en ruinas. (Pinche para ampliar)