Ángeles sin cielo

Ángeles sin cielo

Mientras aquí el domingo celebramos el Día de los Niños, millones de pequeños del mundo crecen de golpe hacia una madurez para la cual aún no están preparados, mendigan hambreados por las calles ante muchas miradas indiferentes

Dagmara BARBIERI LÓPEZ (dagmara@enet.cu)

(19/07/2008) 12:18 p.m.

A inicios de julio celebramos el Día Internacional de la Infancia y un comentario del periodista Julio Martínez Molina nos hacía reflexionar sobre la dura realidad de la niñez en el mundo.
"También hay niños felices" le replicaron y lejos de exaltar a los que en esta pequeña isla crecen en el asidero de contar con el denuedo de quienes le alimentamos el alma, se refirió a los que mal sobreviven en la cruda realidad de la desesperanza.
Y es que las noticias que a diario leemos son espeluznantes. Si revisamos los datos de la UNICEF sobre el Estado Mundial de Infancia 2008, vemos los desafíos a los que aún se enfrenta el mundo para lograr el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo del Milenio, referido a la supervivencia infantil.
Conquistar la meta significa reducir el número de defunciones infantiles de 9,7 millones que se produjeron en 2006, a aproximadamente 4 millones en 2015.
Así mismo hay que revisar las estrategias que tratan de beneficiar a las poblaciones marginadas y entre ellos a los más pobres entre los pobres: los niños.
El informe sobre el Estado Mundial de la Infancia 2008 de UNICEF comienza con una pregunta: "¿Cuánto vale una vida?" y pensamos que la directora ejecutiva de esa entidad, Ann M. Veneman, no avizora contestación ante los casi 10 millones de muertes infantiles que sufre el mundo anualmente.
Fríos datos oficiales sobre la realidad social nos indican que durante los dos últimos años se duplicó la cantidad de niños y adolescentes que pasan el día mendigando, trabajando o perdiendo el irrecuperable tiempo de su niñez en la calle.
En Cuba, desde 1976, cada tercer domingo de julio celebramos el Día de los Niños. La iniciativa del General de Ejército Raúl Castro surgida en el Campamento de Pioneros de Tarará es cada año una alegoría a los esfuerzos aquí por garantizar una vida sana a los más pequeños.
Mucho podemos adicionar los cubanos a las Metas del Milenio, si tenemos en cuenta que la última edición del informe anual de UNICEF está orientado a analizar la situación de los avances en supervivencia infantil en el mundo y analiza los progresos realizados para reducir las cifras de mortalidad infantil.
Esa instancia se ha visto obligada a proporcionar atención primaria integrada a hogares pobres de África subsahariana, impulsar una campaña mundial que desde 2000 ha contribuido a reducir las muertes causadas por el sarampión en un 68% en todo el mundo y en un 90% en África.
El adagio de "cada niño viene al mundo con pan debajo del brazo" se desacredita con la aseveración de que la desnutrición contribuye hasta al 50% de las muertes infantiles.
El agua insalubre, la higiene deficiente y las condiciones inadecuadas de saneamiento no solo explican la alta incidencia de las enfermedades diarreicas, sino que contribuyen de manera importante a la mortalidad de los niños menores de cinco años por neumonía y complicaciones neonatales.
Claro que el contexto es desgarrador y tuvo que llevar a mi colega y a todos, casi a tatarear la melodía alusiva a que hay más religiones que niños felices.