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El Mea Culpa de los Poderosos/ este joven periodista vive en Cuba

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Mensaje por Azali Lun Sep 06, 2010 3:22 pm

El Mea Culpa de los Poderosos



5 Sep



El Mea Culpa de los Poderosos/ este joven periodista vive en Cuba Time



Normalmente, ¿qué sucede cuando un ciudadano común es tomado en falta en una acción de alcance social? Se le hace pagar por su error. De muy diversas maneras, con una amplia gama de sanciones que, en dependencia de la magnitud de su acto, pueden provocarle desde el simple reproche personal, hasta la privación de su libertad.

Ahora bien, en determinados países y bajo ciertos sistemas, los hechos asumidos como “errores” o “equivocaciones” del individuo, tienen un espectro mucho más abarcador que en otros.


En la Kampuchea de Pol Pot, ser intelectual era un “error” que se castigaba con la muerte, o cuando menos, con el trabajo agrícola. En la Alemania fascista, tener una nariz demasiado gruesa era un error que se pagaba prestando los huesos para hacer botones.


En la Cuba de hasta hace muy poco, ser homosexual era un inaceptable error que se expiaba siendo expulsado de los centros laborales, trabajando como recluso en las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), o siendo detenido en un frío calabozo nocturno bajo el pretexto de prácticas vulgares o extravagantes.



Pero bajo estos sistemas semi divinos, justicieros a toda costa y a cualquier costo, ¿quién castiga el error de los infalibles cuando estos milagrosamente se equivocan? ¿Quién les hace responder alguna vez por sus humanas equivocaciones ?





LA HOMOFOBIA REVISITADA

Hace apenas unos días, el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, concedió una interesante entrevista al periódico La Jornada, de México. Ante cuestionamientos de la periodista sobre las prácticas cubanas con respecto a los homosexuales, a la discriminación que estos sufrieron sobre todo a partir de 1965, el Comandante admitió:

“Sí, fueron momentos de una gran injusticia, la haya hecho quien sea. Si la hicimos nosotros, nosotros… Estoy tratando de delimitar mi responsabilidad en todo eso porque, desde luego, personalmente yo no tengo ese tipo de prejuicios. Si alguien es responsable, soy yo. Es cierto que en ese momento no me podía ocupar de ese asunto… Me encontraba inmerso, principalmente en la Crisis de Octubre, en la guerra, en cuestiones políticas… Nosotros no lo supimos valorar. Pero en fin, de todas maneras, si hay que asumir responsabilidad, asumo la mía. Yo no voy a echarle la culpa a otros”.

Demasiadas aristas tiene el tema como para resumirlo en unas pocas frases de consuelo. Demasiadas pruebas hay para dudar de este reconocimiento de culpas, (partiendo, incluso de que la Crisis de Octubre data de 1962, cuando aún no comenzaba siquiera el período más crudo de represión anti-gay).

Entre otras cosas, porque Fidel parece admitir tan solo que no actuó contra la homofobia que surgió espontáneamente en la sociedad. No que esa homofobia fue alentada y orientada por todos los dirigentes de la Revolución, él incluido.

He aquí sus palabras a Lee Lockwood en 1965, publicadas en el libro “Cuba de Castro, Fidel de Cuba”:

“Nunca hemos creído que un homosexual pueda personificar las condiciones y requisitos de conducta que nos permita considerarlo un verdadero revolucionario. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista. Creo que debemos considerar cuidadosamente este problema. Pero seré sincero y diré que los homosexuales no deben ser permitidos en cargos donde puedan influenciar a los jóvenes”.

Este fue su conocido discurso en La Habana de 1963:

“Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, que andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (…) han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre. Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución. Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones. ¿Jovencitos aspirantes a eso? ¡No! ¿Qué opina nuestra juventud fuerte, entusiasta, enérgica, de todas esas lacras?”

Sin embargo, creo redundante centrar mi análisis sobre las contradicciones del discurso fidelista de hace cuarenta años, con el de la actualidad. Sobre el tema – o los temas – hay agudas recopilaciones que prueban aquel galimatías que reza “Donde dije digo, digo Diego”.

Más interesante resulta la actitud de los poderosos que con el paso del tiempo revisitan la historia y redecoran sus actos en función de las necesidades del momento.





NO NOS MAQUILLEN EL PASADO



En el 2007 tuvo lugar en Cuba un incidente que sacudió las raíces de nuestra sociedad. Fundamentalmente en terrenos artísticos e intelectuales.

Dos de los más conocidos verdugos del bautizado Quinquenio Gris (cuando la cacería de brujas contra quienes no encajaban con el concepto de “hombre nuevo” llegó al paroxismo), acababan de ser revisitados por la Televisión Nacional.

Luis Pavón Tamayo y José Serguera, antiguos poderosos de la nomenclatura cultural cubana, censores de dientes afilados y órdenes sin vuelta atrás, fueron entrevistados en dos programas distintos, como dignos funcionarios que habían dejado su impronta feliz en la cultura nacional.


El hecho provocó la indignación de un número importante de intelectuales que, aunque hoy ostenten Premios Nacionales de Literatura, Artes Plásticas o Arquitectura, al parecer no olvidan sus años de tristes parametrados, sin voz ni felicidad.

La protesta fue conocida como “Guerrita de los e-mails”, porque la plataforma digital fue la única en que estos intelectuales pudieron expresar su indignación. (A ver, los lectores de este blog, ¿adivinan hacia dónde miraba la prensa cubana por estos días…?)

El saldo del incidente conformó un ciclo de conferencias sobre el amargo período, y la publicación de un libro con estas conferencias. Nada, absolutamente nada cambió ni en la cultura ni en la vida general de todos los cubanos a raíz de este incidente. Pero, ¿podríamos afirmar que los intelectuales enviaron con esta protesta algún mensaje en concreto a los dirigentes de la nación? Definitivamente.

El mensaje sería este: “No nos toquen la herida, que no ha cerrado a pesar de los premios de desagravio. La herida de la memoria no cicatriza jamás. Nosotros estamos tranquilos hoy, pero no intenten maquillarnos el pasado.”



RECONCILIACIÓN CON “LA PARTE BLANDA”



No puedo desconocer, claro está, que el simple hecho de que Fidel haya asumido su cuota de responsabilidad en esta segregación sexual que padecieron los gays en Cuba, es un acontecimiento positivo y singular.

Sin embargo, luego de conversar con algunos jóvenes homosexuales, o preguntarles su parecer a cincuentones heteros cuyos únicos delitos, por ese entonces, consistían en cabellos por los hombros, o jeans más ajustados de lo común, creo advertir que la reconciliación de ese gran sector poblacional con la dirigencia histórica de la Revolución, pasa por entramados más complejos que una simple Mea Culpa con tintes de justificación.

¿Por qué?, pues porque en el terreno de las experiencias humanas, como decía Ludwig von Mises, no se pueden hacer experimentos de laboratorio. Eso está muy bien para el ámbito individual, para las decisiones de orden personal.

Pero cuando de las ópticas y decisiones de alguien dependen millones de personas, depende un país entero; cuando no se le deja a cada quien el control verdadero de su vida, sino que un Estado, un Gobierno, y a veces un único líder, deciden cómo debe comportarse cada ser, y cuál será su cuota de felicidad dentro de la sociedad, no pueden existir márgenes para el error.

¿Cómo asimila el homosexual otrora expulsado de su trabajo, imposibilitado de una vida plena en una sociedad hostil, que a estas alturas quien llevó las riendas de su país, admita con tamaña naturalidad que por esos tiempos, miraba hacia otras partes?



¿Cómo entienden los recluidos de la UMAP, los maltratados, los despreciados como enfermos o lacras, que aquel a quien el pueblo vitoreaba como su salvador, ahora redima su memoria con un par de argumentos de última hora?



Ya lo sé: muy pocas veces hay sanciones para los errores o las mentiras de los poderosos. A veces, ni siquiera en las democracias. Nadie juzgó a George W. Bush por las inexistentes armas de destrucción masiva iraquíes. Nadie pondrá tras las rejas a los responsables de que la Deepwater Horizon, de British Petroleum, no tuviera suficientes medidas de precaución para desastres, y haya causado un caos ecológico de proporciones espantosas.



Pero en el caso de esta Isla de antiguos hombres nuevos, donde el macho revolucionario debía combatir con energía a los débiles y los degenerados, en lugar de hacer un Mea Culpa justificativo, creo que lo mejor sería guardar un respetuoso silencio por el pasado, y empezar a construir, pero de veras, un país donde los gays, los negros, los intelectuales, los obreros, los librepensantes y los socialistas, puedan coexistir sin que sean necesarios otros cincuenta años para escuchar una confesión de arrepentimiento.



http://elpequenohermano.wordpress.com/2010/09/05/el-mea-culpa-de-los-poderosos/#more-367

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