Alfred Nobel recibe el premio Vargas Llosa
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Alfred Nobel recibe el premio Vargas Llosa
Alfred Nobel recibe el premio Vargas Llosa
La Academia Sueca es una pandilla canonizada de dieciocho escribanos nórdicos de nalgas pálidas que se creen los porteros del cielo. Me imagino que esos melancólicos señores se fueron esta noche a la cama muy contentos de sí mismos. Sus razones tenían. Al menos este año no se robaron el millón y medio de dólares del premio como hicieron en 1974, cuando le entregaron el botín a dos compinches que eran parte del jurado, Eyvind Johnson y Harry Martinson, y a los que nadie jamás ha leído. Ni siquiera los ruborizó el detalle de que dos de los favoritos ese año fuesen Graham Greene y Vladimir Nabokov.
Pues bien, resulta que este otoño los príncipes electores de Estocolmo no encontraron un comunista mediocre (Dario Fo) ni un antiimperialista gris (Harold Pinter) a quien encasquetarle el premio y se lo tuvieron que dar a un escritor de verdad. La gente está feliz de que los académicos escandinavos hayan tropezado ayer con la honestidad. Es algo que no sucede a menudo.
Siempre que alguien dice que a Borges no le dieron el Nobel, respondo: "Bueno, a Nobel no le dieron el Borges". Porque lo cierto es que en la conjunción de Nobel y Borges, el argentino no tenía nada que ganar. El mismo caso se repite hoy. La obra de Vargas Llosa es tan jodidamente deslumbrante que nada pueden agregar a ella dieciocho escandinavos miopes. Son ellos, los miembros de la Academia, quienes salen honrados al otorgar el premio a un escritor de semejante estirpe.
Cuando a Borges le mencionaban en las entrevistas que no le habían dado el Nobel, respondía con una sonrisa: "Bueno, che, tampoco se lo dieron a Homero". Y tampoco se lo dieron, podríamos agregar, a Tolstoi ni a Ibsen, ni a Proust ni a Pound, ni a James Joyce nuestro que estás en los cielos. Algunas de esas injusticias parecen haber sido fruto del mal gusto literario, otras fueron mera mezquindad política.
Y es que esos académicos, y el resto del mundo, sabían, por ejemplo, que Borges se merecía más el premio que todos los que lo recibieron durante los últimos veinte o treinta años de su vida. Pero los mismos señores que le dieron el millón de dólares a Neruda —que escribía odas a Stalin en medio del genocidio del 36— y a Sholojov —que escribía las mismas odas y plagiaba novelas mediocres— no pudieron perdonarle a Borges un par de declaraciones políticamente incorrectas.
La obra de Vargas Llosa, por su parte, regala una técnica narrativa que hace ver a los ciegos. Quien se haya asomado al diamante de La ciudad y los perros o a la imposible arquitectura de La guerra del fin del mundo, sabrá que el premio Nobel que se ha anunciado esta mañana es a penas una formalidad. El humor que Vargas Llosa maneja como un escalpelo en Don Pantaleón y las visitadoras, la autopsia de la izquierda latinoamericana que ejecuta en La historia de Mayta o el despiadado autorretrato de La tía Julia y el escribidor, son cuentas de un rosario de obras maestras cuya suma podría hacer feliz a una docena de escritores talentosos.
Por eso, más allá de las injusticias suecas, del mal gusto académico y de las veleidades políticas, hoy es un día feliz, porque uno de los escritores esenciales de nuestra época ha recibido el reconocimiento que desde hace años merecía. Ojalá que Mario Vargas Llosa lo disfrute largamente.
Coda
Con una mezcla de misericordia y tristeza leí hoy la noticia del Nobel de Vargas Llosa en Prensa Latina. La nota exhibe el rencor predecible de una amante despreciada. Hace unos meses, cuando murió Julia Urquidi, escribí aquí un post sobre su relación con Vargas Llosa, y sobre las trampas del desamor en general. La nota de Prensa Latina —el tono de esa nota—, me hizo ver cuánto se parece la relación de Vargas Llosa con la tía Julia a su relación con esa tía avejentada que llaman "la revolución cubana".
Varguitas se enamoró de ambas siendo muy joven. Se amancebó con ellas, se las llevó a la cama, les susurró al oído su pasión eterna, y diez años más tarde las dejó por otra amante más joven y más hermosa. Las tías envejecieron, dejaron de ser hembras apetecibles y se convirtieron en señoras ajadas a las que nadie ya deseaba. Varguitas, entre tanto, iba por la vida escribiendo novelas perfectas y convirtiéndose en una leyenda. Y las tías viejas y olvidadas no se lo pudieron perdonar jamás.
Uno pensaría que, por mero pudor, los escribanos de Prensa Latina se abstendrían de publicar su envidia. Pero uno nunca puede calibrar la rabia de una amante despreciada.
http://tersitesexcathedra.blogspot.com/
La Academia Sueca es una pandilla canonizada de dieciocho escribanos nórdicos de nalgas pálidas que se creen los porteros del cielo. Me imagino que esos melancólicos señores se fueron esta noche a la cama muy contentos de sí mismos. Sus razones tenían. Al menos este año no se robaron el millón y medio de dólares del premio como hicieron en 1974, cuando le entregaron el botín a dos compinches que eran parte del jurado, Eyvind Johnson y Harry Martinson, y a los que nadie jamás ha leído. Ni siquiera los ruborizó el detalle de que dos de los favoritos ese año fuesen Graham Greene y Vladimir Nabokov.
Pues bien, resulta que este otoño los príncipes electores de Estocolmo no encontraron un comunista mediocre (Dario Fo) ni un antiimperialista gris (Harold Pinter) a quien encasquetarle el premio y se lo tuvieron que dar a un escritor de verdad. La gente está feliz de que los académicos escandinavos hayan tropezado ayer con la honestidad. Es algo que no sucede a menudo.
Siempre que alguien dice que a Borges no le dieron el Nobel, respondo: "Bueno, a Nobel no le dieron el Borges". Porque lo cierto es que en la conjunción de Nobel y Borges, el argentino no tenía nada que ganar. El mismo caso se repite hoy. La obra de Vargas Llosa es tan jodidamente deslumbrante que nada pueden agregar a ella dieciocho escandinavos miopes. Son ellos, los miembros de la Academia, quienes salen honrados al otorgar el premio a un escritor de semejante estirpe.
Cuando a Borges le mencionaban en las entrevistas que no le habían dado el Nobel, respondía con una sonrisa: "Bueno, che, tampoco se lo dieron a Homero". Y tampoco se lo dieron, podríamos agregar, a Tolstoi ni a Ibsen, ni a Proust ni a Pound, ni a James Joyce nuestro que estás en los cielos. Algunas de esas injusticias parecen haber sido fruto del mal gusto literario, otras fueron mera mezquindad política.
Y es que esos académicos, y el resto del mundo, sabían, por ejemplo, que Borges se merecía más el premio que todos los que lo recibieron durante los últimos veinte o treinta años de su vida. Pero los mismos señores que le dieron el millón de dólares a Neruda —que escribía odas a Stalin en medio del genocidio del 36— y a Sholojov —que escribía las mismas odas y plagiaba novelas mediocres— no pudieron perdonarle a Borges un par de declaraciones políticamente incorrectas.
La obra de Vargas Llosa, por su parte, regala una técnica narrativa que hace ver a los ciegos. Quien se haya asomado al diamante de La ciudad y los perros o a la imposible arquitectura de La guerra del fin del mundo, sabrá que el premio Nobel que se ha anunciado esta mañana es a penas una formalidad. El humor que Vargas Llosa maneja como un escalpelo en Don Pantaleón y las visitadoras, la autopsia de la izquierda latinoamericana que ejecuta en La historia de Mayta o el despiadado autorretrato de La tía Julia y el escribidor, son cuentas de un rosario de obras maestras cuya suma podría hacer feliz a una docena de escritores talentosos.
Por eso, más allá de las injusticias suecas, del mal gusto académico y de las veleidades políticas, hoy es un día feliz, porque uno de los escritores esenciales de nuestra época ha recibido el reconocimiento que desde hace años merecía. Ojalá que Mario Vargas Llosa lo disfrute largamente.
Coda
Con una mezcla de misericordia y tristeza leí hoy la noticia del Nobel de Vargas Llosa en Prensa Latina. La nota exhibe el rencor predecible de una amante despreciada. Hace unos meses, cuando murió Julia Urquidi, escribí aquí un post sobre su relación con Vargas Llosa, y sobre las trampas del desamor en general. La nota de Prensa Latina —el tono de esa nota—, me hizo ver cuánto se parece la relación de Vargas Llosa con la tía Julia a su relación con esa tía avejentada que llaman "la revolución cubana".
Varguitas se enamoró de ambas siendo muy joven. Se amancebó con ellas, se las llevó a la cama, les susurró al oído su pasión eterna, y diez años más tarde las dejó por otra amante más joven y más hermosa. Las tías envejecieron, dejaron de ser hembras apetecibles y se convirtieron en señoras ajadas a las que nadie ya deseaba. Varguitas, entre tanto, iba por la vida escribiendo novelas perfectas y convirtiéndose en una leyenda. Y las tías viejas y olvidadas no se lo pudieron perdonar jamás.
Uno pensaría que, por mero pudor, los escribanos de Prensa Latina se abstendrían de publicar su envidia. Pero uno nunca puede calibrar la rabia de una amante despreciada.
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Azali- Admin
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Re: Alfred Nobel recibe el premio Vargas Llosa
Se merece este articulo muchos aplausos.
¡Que' bien!
Alvr.
Alver- Cantidad de envíos : 6935
Fecha de inscripción : 26/02/2009
Azali- Admin
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Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: Alfred Nobel recibe el premio Vargas Llosa
Escuche' una entrevista que le hicieron a Vargas Llosa,donde puso al gobierno de Argentina por el piso.Le canto' las cuarenta a la presidenta de ese pais.
Vargas Llosa si es verdad que dice lo que piensa ,aunque no le caiga bien a unos cuantos,sobre todo a los amantes de la izquierda comunista.
Alver.
Vargas Llosa si es verdad que dice lo que piensa ,aunque no le caiga bien a unos cuantos,sobre todo a los amantes de la izquierda comunista.
Alver.
Alver- Cantidad de envíos : 6935
Fecha de inscripción : 26/02/2009
Re: Alfred Nobel recibe el premio Vargas Llosa
Palabras de Carlos Alberto Montaner.
...En esta oportunidad, sin embargo, hay un fenómeno extraliterario que agiganta moralmente la figura de Mario Vargas Llosa. Entre las docenas de mensajes que he recibido abundan los enviados por venezolanos, nicaragüenses, cubanos y chilenos. Todos se muestran agradecidos por la permanente defensa de la libertad que el peruano, junto a su mujer Patricia y su hijo Alvaro, han convertido en un verdadero leitmotiv familiar. Parafraseando a Churchill, ``nunca tantos le han debido tanto a tan pocos''. No hay un tirano latinoamericano que no haya tenido que enfrentar sus críticas. No hay un demócrata perseguido que no haya encontrado su mano amiga cuando ha llamado a su puerta. No hay una protesta pública que no lleve su firma si la causa valía la pena. Incluso, creó y preside la Fundación Internacional para la Libertad, con la colaboración del economista argentino Gerardo Bongiovanni, con el objeto de difundir eficazmente las ideas en las que cree.
Para los latinoamericanos esto es muy importante. Vivimos en una peligrosa tembladera política en la que la libertad y la democracia siempre penden de un hilo. En el pasado, los militares daban un manotazo y se apoderaban del gobierno, pero hoy la amenaza más obvia proviene de mandatarios electos que utilizan su autoridad para desmantelar el Estado de Derecho y convertir el sistema judicial en un instrumento para perpetuarse en el poder y perseguir a sus adversarios, como ocurre en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. Frente a ellos, por la legitimidad de origen que poseen, los gobiernos genuinamente democráticos e instituciones como la OEA permanecen en silencio, y sólo las protestas encabezadas por grandes figuras consiguen abrirse paso hasta los titulares de los medios de comunicación.
Esta firmeza en defensa de la libertad le ha resultado muy costosa a Mario Vargas Llosa. Como siempre sucede, los amigos de las tiranías lo han acusado de haberse vendido a Washington o de agente de la CIA, y no han escatimado los peores agravios y calumnias. Incluso, han puesto en peligro su vida, como sucedió en la ciudad de Rosario, Argentina, hace un par de años, cuando los grupos comunistas más violentos apedrearon e intentaron quemar un autobús en el que viajaba en unión de otros escritores participantes en un seminario organizado por la Fundación Internacional por la Libertad.
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...En esta oportunidad, sin embargo, hay un fenómeno extraliterario que agiganta moralmente la figura de Mario Vargas Llosa. Entre las docenas de mensajes que he recibido abundan los enviados por venezolanos, nicaragüenses, cubanos y chilenos. Todos se muestran agradecidos por la permanente defensa de la libertad que el peruano, junto a su mujer Patricia y su hijo Alvaro, han convertido en un verdadero leitmotiv familiar. Parafraseando a Churchill, ``nunca tantos le han debido tanto a tan pocos''. No hay un tirano latinoamericano que no haya tenido que enfrentar sus críticas. No hay un demócrata perseguido que no haya encontrado su mano amiga cuando ha llamado a su puerta. No hay una protesta pública que no lleve su firma si la causa valía la pena. Incluso, creó y preside la Fundación Internacional para la Libertad, con la colaboración del economista argentino Gerardo Bongiovanni, con el objeto de difundir eficazmente las ideas en las que cree.
Para los latinoamericanos esto es muy importante. Vivimos en una peligrosa tembladera política en la que la libertad y la democracia siempre penden de un hilo. En el pasado, los militares daban un manotazo y se apoderaban del gobierno, pero hoy la amenaza más obvia proviene de mandatarios electos que utilizan su autoridad para desmantelar el Estado de Derecho y convertir el sistema judicial en un instrumento para perpetuarse en el poder y perseguir a sus adversarios, como ocurre en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. Frente a ellos, por la legitimidad de origen que poseen, los gobiernos genuinamente democráticos e instituciones como la OEA permanecen en silencio, y sólo las protestas encabezadas por grandes figuras consiguen abrirse paso hasta los titulares de los medios de comunicación.
Esta firmeza en defensa de la libertad le ha resultado muy costosa a Mario Vargas Llosa. Como siempre sucede, los amigos de las tiranías lo han acusado de haberse vendido a Washington o de agente de la CIA, y no han escatimado los peores agravios y calumnias. Incluso, han puesto en peligro su vida, como sucedió en la ciudad de Rosario, Argentina, hace un par de años, cuando los grupos comunistas más violentos apedrearon e intentaron quemar un autobús en el que viajaba en unión de otros escritores participantes en un seminario organizado por la Fundación Internacional por la Libertad.
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Alver- Cantidad de envíos : 6935
Fecha de inscripción : 26/02/2009
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