Máscaras
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Máscaras
miércoles 16 de marzo de 2011
Máscaras
Españoles en el Mundo, el programa semanal que emite TVE, por fin visita La Habana. Así lo dijo orgullosa la reportera Tirma Pérez, sentada como una estrella del carnaval en las faldas de un Ford descapotable de los años 50.
Ese “por fin” vino a confirmar la sospecha de que algo pasaba con la agenda cubana de estos documentales folclóricos que nos vende cada martes la televisión pública. Se hizo esperar, aun a sabiendas de que los nexos históricos –anteriores y posteriores a la revolución castrista- son suficientemente importantes en la península, por muchas razones sentimentales. La mayor parte del refranero popular cubano nos viene de aquí.
“Más se perdió en la guerra de Cuba”, cuando se rompe un sueño cualquiera.
También no era de extrañar que el periplo habanero fuera una postal costumbrista bañada de pátinas superficiales. En definitiva, viendo otras ciudades por ellos mismos, uno concluye que el objetivo primordial es mostrar lo bien que viven los españoles en cualquier confín del planeta, lo felices que son en su destino elegido por voluntad propia, aunque solo arrancaran con el dinero suficiente para el billete de avión.
Es un programa que no pretende profundizar en nada pero sí dejarnos las ansias del explorador, al menos inyectarnos directamente en vena la duda de si estamos bien situados. Porque lo que sí está claro es que hoy por hoy cualquier español puede largarse de su país sin pedirle permiso a nadie.
Todo lo contrario de esa Cuba alegre y sensual mostrada anoche sin vergüenza, esa isla maniatada a las costumbres de una dictadura cincuentenaria a la que muchas veces no conviene mirar de frente. Porque los españoles entrevistados, que viven allí como reyes del mambo, hacen las concesiones necesarias para poder gozar de esos pequeños privilegios que les ha dado la vida. ¿O es que narraron a la cámara que por emitir un juicio político equivocado se puede terminar en la cárcel y los editores de TVE segaron el material?
De las historias personales de diversa índole que presentó el metraje, me quedo procesando la de Juanita Mateo, aquella peluquera de la high life habanera cuyo nombre siempre sonó asociado a los círculos de poder, y hasta anoche no pude ponerle rostro. Natural de Vilafranca del Penedés, no muy lejos de donde yo vivo ahora, fue contratada hace muchos años para poner estilismo en las vidas de las mujeres de los ministros, viceministros, militares de alto rango y todo ejemplar de compañero y compañera que integraba la élite de la revolución. Por supuesto, se enamoró de La Habana y se llevó a sus hijos para allá.
En el documental, Juanita, con un profundo acento catalán que lucha contra el tiempo, mostró sus fotos con Fidel y además la casona señorial de uno de sus retoños, situada en el otrora lujoso barrio residencial de El Vedado. Quizá fue un mensaje para esta Catalunya trabajadora donde es tan común hacerse de una hipoteca eterna por una vivienda de unos 50 metros cuadrados.
-¡Vean esto. Es posible hacer las Américas en cualquier época y al precio que sea necesario!- pareció entendérsele entre líneas.
Los que venimos de allá, huyendo de la dictadura, sabemos perfectamente lo que hay detrás del telón.
Foto de María García
Un plano como este, del Capitolio de La Habana, mostraba anoche Españoles en el Mundo.
http://queridobob.blogspot.com/2011/03/mascaras.html
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Españoles en el Mundo, el programa semanal que emite TVE, por fin visita La Habana. Así lo dijo orgullosa la reportera Tirma Pérez, sentada como una estrella del carnaval en las faldas de un Ford descapotable de los años 50.
Ese “por fin” vino a confirmar la sospecha de que algo pasaba con la agenda cubana de estos documentales folclóricos que nos vende cada martes la televisión pública. Se hizo esperar, aun a sabiendas de que los nexos históricos –anteriores y posteriores a la revolución castrista- son suficientemente importantes en la península, por muchas razones sentimentales. La mayor parte del refranero popular cubano nos viene de aquí.
“Más se perdió en la guerra de Cuba”, cuando se rompe un sueño cualquiera.
También no era de extrañar que el periplo habanero fuera una postal costumbrista bañada de pátinas superficiales. En definitiva, viendo otras ciudades por ellos mismos, uno concluye que el objetivo primordial es mostrar lo bien que viven los españoles en cualquier confín del planeta, lo felices que son en su destino elegido por voluntad propia, aunque solo arrancaran con el dinero suficiente para el billete de avión.
Es un programa que no pretende profundizar en nada pero sí dejarnos las ansias del explorador, al menos inyectarnos directamente en vena la duda de si estamos bien situados. Porque lo que sí está claro es que hoy por hoy cualquier español puede largarse de su país sin pedirle permiso a nadie.
Todo lo contrario de esa Cuba alegre y sensual mostrada anoche sin vergüenza, esa isla maniatada a las costumbres de una dictadura cincuentenaria a la que muchas veces no conviene mirar de frente. Porque los españoles entrevistados, que viven allí como reyes del mambo, hacen las concesiones necesarias para poder gozar de esos pequeños privilegios que les ha dado la vida. ¿O es que narraron a la cámara que por emitir un juicio político equivocado se puede terminar en la cárcel y los editores de TVE segaron el material?
De las historias personales de diversa índole que presentó el metraje, me quedo procesando la de Juanita Mateo, aquella peluquera de la high life habanera cuyo nombre siempre sonó asociado a los círculos de poder, y hasta anoche no pude ponerle rostro. Natural de Vilafranca del Penedés, no muy lejos de donde yo vivo ahora, fue contratada hace muchos años para poner estilismo en las vidas de las mujeres de los ministros, viceministros, militares de alto rango y todo ejemplar de compañero y compañera que integraba la élite de la revolución. Por supuesto, se enamoró de La Habana y se llevó a sus hijos para allá.
En el documental, Juanita, con un profundo acento catalán que lucha contra el tiempo, mostró sus fotos con Fidel y además la casona señorial de uno de sus retoños, situada en el otrora lujoso barrio residencial de El Vedado. Quizá fue un mensaje para esta Catalunya trabajadora donde es tan común hacerse de una hipoteca eterna por una vivienda de unos 50 metros cuadrados.
-¡Vean esto. Es posible hacer las Américas en cualquier época y al precio que sea necesario!- pareció entendérsele entre líneas.
Los que venimos de allá, huyendo de la dictadura, sabemos perfectamente lo que hay detrás del telón.
Foto de María García
Un plano como este, del Capitolio de La Habana, mostraba anoche Españoles en el Mundo.
http://queridobob.blogspot.com/2011/03/mascaras.html
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