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Argencretinos son odiados por ser superiores, reconoce argencretino

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Mensaje por CalaveraDeFidel Sáb Mar 26, 2011 9:58 am

Porque odio a los argentinos?El odio a nosotros es por envidia?


Argentinos odiados. Cuando ser superior es peligroso.
Con tan solo decir en una pagina de chat "soy argentino" ya es
suficiente para que todos se unan a putearlo. Si viajás a Chile, pedís
algo de comer y decís que venís de Argentina te escupen el plato. En
Mexico y Colombia pueden llegar a secuestrarte o a cambiarte por 2 kilos
de cocaína. ¿acáso son viejas pugnas regionales que perduran en el
tiempo? ¿será resentimiento por desiciones tomadas por politicos de
antaño? ¿será porque Maradona hizo un gol con la mano y nadie le dijo
nada? Lo cierto es que todos odian a los Argentinos y hoy "el Sodero
Investiga" tratará de analizar este tema que afecta a todos los
habitantes del "culo del mundo". (excepto que no seas argentino. Si sos
uruguayo seguro ni te importa). ¿Como son los argentinos? Muchas
personas de otros paises coinciden en decir que "los argentinos son unos
engreidos de *******". Otros dicen que "son chorros y ventajeros".
¿será por esto que nos odian? Algunos argentinos afirman que "Argentina
es un país de Europa metído en Sudamérica" (con cierto tono xenófobo y/o
racista). Y, en cierta medida esto puede ser cierto: al haber
inmigrantes de Italia, España, Polonia, Ucrania, etc. nuestro país ha
experimentado una gran mezcla de razas que perdura hasta nuestros días.
(si uno observa la gente de Mexico o Perú se ve claramente que
predominan los rasgos indigenas en la población). ¿será por eso que
odian a los argentinos? En Chile, por ejemplo, la gente siente gran
rechazo por "sus hermanos, los argentinos". Esto puede deberse a la
indudable ventaja regional que tiene Argentina con respecto a Chile. Los
chilenos dicen que Argentina se quedó con parte de su región y que le
correspondía. Es por eso que en la guerra de Malvinas no dudaron en
apoyar logisticamente a Gran Bretaña. ¿PERO TODO ESO ES SUFICIENTE PARA
QUE NOS ODIEN? ¿NOS ODIAN PORQUE "TENEMOS LAS CHICAS MAS LINDAS DEL
MUNDO"? ¿O PORQUE GANÁMOS 2 VECES LA COPA MUNDIAL DE FUTBOL? Tal vez
deberíamos hacer una autocritica y reflexionar acerca de como nos
comportamos nosotros con nuestros paises hermanos.
CalaveraDeFidel
CalaveraDeFidel

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Argencretinos son odiados  por ser superiores, reconoce argencretino Empty Re: Argencretinos son odiados por ser superiores, reconoce argencretino

Mensaje por CalaveraDeFidel Sáb Mar 26, 2011 11:40 am

WASHINGTON.-
Se dice de mí… Que soy arrogante. Que soy frívolo.
Que soy inseguro. Que soy un italiano que habla español y se cree
británico. Que desprecio a mis vecinos de América latina por su sangre
indígena y su aspecto mestizo.Que tengo una pelota de fútbol en la
cabeza o la cabeza en una pelota de fútbol. Que gasto fortunas en
cirugías estéticas, ropa y psicoanálisis. Que vengo del país de las
mujeres más bellas, bulímicas y anoréxicas casi todas ellas. Que sonrío
al cielo cuando hay relámpagos, porque pienso que Dios está
fotografiándome. Que duermo poco, fumo mucho y ceno demasiado tarde. Que
podría suicidarme si me arrojara desde lo más alto de mi ego, el
pequeño argentino que todos llevamos dentro.
La fama no es cuento: “En la que se ha denominado, a veces, la ciudad
más neurótica del mundo, tal vez sea lógico que reine Woody Allen
-escribe Anthony Faiola, corresponsal de The Washington Post-. Es
cierto. En la ligeramente paranoica, a menudo hipocondríaca y siempre
atormentada de culpa capital argentina, que ostenta el mayor número de
psicoanalistas per cápita del planeta, el excéntrico actor y director es
lo que Jerry Lewis a los franceses: uno de los pocos norteamericanos
proclamado genio”.
La fama no es nueva: “Durante mucho tiempo, los argentinos estuvieron
orgullosos de su arrogancia, quizá como una manera de ocultar sus
inseguridades acerca de su verdadera identidad -rubrica Calvin Sims,
corresponsal de The New York Times-. Hacen gala de su origen y cultura
europeos ante sus pares latinoamericanos. Pero las reformas sociales y
económicas sugieren que ya no merecen la reputación de altivos”.
La fama cunde: “El mejor negocio del mundo es comprar un argentino
por lo que vale y venderlo por lo que dice que vale -dice un humorista
mexicano-. Sienten que son iguales al resto de los mortales sólo cuando
tienen complejo de inferioridad. A un taxista del Distrito Federal le
tocó llevar a uno, camino a Cuernavaca, que quería comprobar desde la
montaña cómo se veía la ciudad sin él”.
La fama sorprende: “Miran fútbol en plena temporada de basquetbol
-observa Rick Jervis, redactor de El Nuevo Herald, de Miami-. Comen
morcillas, salchichas hechas con sangre. Manejan como el peor chofer,
pero a diez veces la velocidad”.
La fama hostiga, y los argentinos terminan siendo bichos raros. Tan
raros que, en algunos casos, la gente de las provincias trata de no ser
confundida con los porteños, destinatarios no asumidos de las bromas más
frecuentes. Todas ellas están vinculadas con su presunta superioridad:
“Jesús era tan humilde que nació en Belén pudiéndolo hacer en Buenos
Aires”, ponen en boca de ellos.
“Macanudo, che”
A los oídos de los extranjeros, especialmente de
los latinoamericanos, suena extraño el cantito que perciben cuando habla
un argentino, porteño en especial, y el uso de palabras inusuales fuera
de Buenos Aires, como che, pibe, viste (latiguillo con signo de
pregunta) y macanudo.
“Macanudo, che”, justamente, terminó repitiendo en su casa un taxista
puertorriqueño de Nueva York que, por hablar español, fue contratado
durante una semana por una pareja de argentinos: “Mi mujer me decía algo
y yo le respondía macanudo, che -sonríe José González-. Entonces, ella
apagó el televisor, me miró fijo y me preguntó qué quería decir
macanudo, che”.
La pareja de argentinos, según el taxista, compró de todo: ropa,
zapatos, radio, televisor, videocasetera, teléfono, computadora… En el
aeropuerto trabaron una discusión con la empleada de la compañía aérea,
ya que debían pagar 700 dólares por el exceso de carga. Al final, de
puro insistentes, terminaron desembolsando apenas 200.
La pasión, a falta de buen fútbol en los Estados Unidos, son las
compras. El 73 por ciento de los argentinos desembarca en Miami, ya sea
para quedarse o para seguir viaje. A la caza de ellos y de los
brasileños, en particular, están los vendedores de electrodomésticos y
de computadoras. Los carteles anuncian que hablan español (”spanglish”) y
portugués (”portuñol”).
“Les fascina el shopping”, afirma Michael Aller, coordinador de
turismo y convenciones, y jefe de protocolo de la ciudad de Miami Beach.
En los registros del Greater Miami Convention and Visitors Bureau de
1997 figura la visita de 308.691 argentinos que dejaron en las cajas
registradoras 448.837.000 dólares, un 11 por ciento más que en 1996. Son
los quintos en el ranking, después de los canadienses, los brasileños,
los alemanes y los venezolanos (creadores del “déme dos”).
Miami es uno de los pocos lugares de los Estados Unidos en donde el
mate no es visto como una droga peligrosa. Termos y bombillas campean en
las playas. El argentino tipo, 44 años de edad, profesional, ejecutivo o
dueño de una compañía, va de vacaciones con su familia (3,03 personas),
permanece 7,5 noches en hoteles de Miami Beach (ciudad preferida por el
42,10 por ciento) y gasta 1454,64 dólares (sin incluir los pasajes de
avión ni los souvenirs ).
Al ego nuestro de cada día, con la avenida más ancha del mundo (9 de
Julio) y la calle que nunca duerme (Corrientes), contribuyeron
últimamente las relaciones carnales con los Estados Unidos, después de
varios años de antagonismo, con el carnet de socios mayores extra NATO,
exclusivo en el continente, y con la admisión de una cuota anual de
20.000 toneladas de carne made in las pampas , aún magra, tras seis
décadas de veda.
A diferencia de los otros latinoamericanos, los argentinos son los
únicos que no necesitan visa si permanecen 90 días o menos en los
Estados Unidos. Aquellos que ingresan más de tres veces por año pueden
obtener una tarjeta magnética, Inspass, con la que evitan la tediosa
fila de Inmigración. ” Argies , por aquí”, ya dividen las aguas en los
aeropuertos.
Pero todo extranjero se asombra cuando se entera de que Buenos Aires
está casi empatada con Nueva York en el récord mundial de psicólogos y
psiquiátras: 111 cada 100.000 habitantes, según revela Clifford Krauss
en el Times: “Los argentinos hablan en forma tan abierta de ir a su
analista como de ir al mercado. La costosa terapia es parte de la vida
de la clase media, como unas vacaciones en las playas de Mar del Plata o
los boletos para la temporada de ópera en el Teatro Colón”. Es como si
se ufanaran de sus propias neurosis.
Por eso, según el corresponsal Faiola, películas como “Mighty
Aphrodite” (Poderosa Afrodita), “Everyone says I love you” (Todos dicen
te quiero) y “Deconstructing Harry” (Los secretos de Harry), de consumo
más artístico que masivo en su lugar de origen, tienen tanto éxito de
taquilla en la Argentina. Es el tercer mercado de Woody Allen, después
de los Estados Unidos y Francia.
“¿Por qué Woody Allen en la ciudad del tango? -especula Faiola-.
Simple: los argentinos, como el mismo Allen, tienden a creer que tienen
más problemas que el resto del mundo, y adoran analizarse hasta la
muerte.”
El estigma de la arrogancia argentina va de la mano de una educación
que, según admiten todos, supera la media. De ella se nutren desde la
mayor comunidad judía de América latina, afincada en Buenos Aires, hasta
los hijos de los inmigrantes de otros orígenes. Consta también en las
fichas del Departamento de Estado: los argentinos, comparativamente,
gozan un alto estándar de vida, y la mitad de la población se considera a
sí misma de clase media.
En “Los otros americanos”, un libro escolar de español, las autoras,
Nina Lee Weisinger y Marjorie Johnston, hacen decir a Alberto, un
estudiante ficticio: “Buenos Aires se llama el París sudamericano. Para
su tamaño tiene más millonarios que ninguna otra ciudad, y todo el mundo
parece tener dinero. Como Nueva York, es una ciudad cosmopolita y se ve
en sus calles gente de muchas nacionalidades que habla varias lenguas.
Hoy día esta capital dista de Nueva York siete días por aeroplano, y se
dice que dentro de poco sólo distará cuatro días”. Fue editado en 1934.
Por Jorge Elías
Buenos Aires, en la mira de Hollywood
WASHINGTON (De nuestro
corresponsal).- En la película “Independence Day”, el rayo de los
extraterrestres pulveriza la Casa Blanca. En “Mars Attacks!”, los
marcianos invaden ciudades de los Estados Unidos. En “Starship
Troopers”, la cosa cambia: no queda piedra sobre piedra en Buenos Aires.
Y el protagonista de la película, un porteño que habla inglés y visita,
antes de la invasión, la casona en medio de las despobladas pampas en
la que viven sus padres, se venga de los insectos gigantescos que
pretenden destruir la Tierra.
“¿Argentino? Maradona”
Pregunta y respuesta, expresadas por la
misma voz, hablan de la asociación libre con el nombre del país. Antes
era Evita, gracias a Madonna. O Gardel. O El Che. O Borges y Cortázar,
en los círculos intelectuales. O Menem y Cavallo, entre los políticos y
los brokers . O Batistuta.
Pero es como si Maradona hubiera superado a todos, acaso por el
tiempo multimediático en el que le tocó ser ídolo de multitudes. “Ah, la
mano de Dios”, sugieren, aludiendo al gol contra los británicos en
1986. Y una mueca de mal humor cuando la conversación aterriza en las
drogas.
Inquietud por la economía, después del 5000 por ciento de inflación.
Diferencias entre la carne argentina y la norteamericana. El tango.
Algún chiste ingenuo sobre argentinos: “Los perros de allá ladran:
Esteee… ¡Guau!”. Una réplica sobre norteamericanos: “Quienes hablan tres
idiomas son trilingües, quienes hablan dos son bilingües y quienes
hablan uno son americans “.
Guelar: “Somos los más conscientes de nuestra locura”
WASHINGTON
(De nuestro corresponsal).- “Los argentinos somos los más conscientes de
nuestra locura -dice el embajador ante los Estados Unidos, Diego
Guelar-. La ciudad de Buenos Aires es muy especial, como Nueva York o
París, y tiene sus propias ceremonias, como el psicoanálisis. Si al
psicoanálisis puede llamárselo ceremonia, claro. Creo, sin embargo, que
la arrogancia que se le atribuye al porteño es parte de su sentido del
humor.”
Guelar, entrerriano de nacimiento, porteño por adopción, sostiene que
la arrogancia puede ser parte del sentimiento de provinciano exiliado
que arrastran los porteños: “El jefe de gobierno (Fernando de la Rúa) es
cordobés y un ex intendente, como Carlos Grosso, es chaqueño”, abunda
en detalles.
Todas las ciudades grandes, sobre todo aquellas en las que el hombre
suspende los ritos del pago chico, como la siesta, tienen algún
componente de locura, según explica.
“La prepotencia del porteño es algo sí como el orgullo de la
pertenencia -afirma Guelar-. Pienso que va a ayudarnos el nuevo status
de ciudad Estado. Durante muchos años, la Argentina tuvo un problema de
identidad en el que la relación con nuestros vecinos estaba marcada por
una vocación de diferenciarnos, pero, a la vez, mantuvimos una política
de fronteras abiertas.” Y agrega: “Ni en los peores momentos de la
desocupación, con una tasa del 19 por ciento, se levantó una voz
política para expulsar a los chilenos, los bolivianos, los paraguayos o
los uruguayos que viven en el país. Eso puede ser una contradicción con
nuestra arrogancia”.
Moscas blancas
Los argentinos, sin embargo, suelen ser moscas
blancas en reuniones con latinoamericanos, ya que son considerados algo
así como europeos, o intrusos, en un continente al cual no se sienten
integrados.
“Sí, eso molesta un poco, sobre todo por la actitud altiva que tiene
el porteño”, confiesa Santiago Canton, director de Información Pública
de la Organización de Estados Americanos (OEA) y ex director de América
latina del National Democratic Institute (NDI), brazo internacional del
partido de Bill Clinton.
Canton, nacido en Villa Ballester, provincia de Buenos Aires,
radicado aquí desde hace 10 años, todavía se sorprende cuando un
porteño, en un diálogo con norteamericanos o en un taxi, se siente
orgulloso de ser confundido con un italiano o con un francés.
“Yo no creo que Buenos Aires sea una ciudad europea, sino una mezcla
de Europa con América latina -indica-. Evolucionó, nos guste o no, como
las otras capitales del continente, respetando los ciclos políticos y
culturales. Que algunos argentinos se sientan más europeos y marquen la
diferencia es otra cuestión. Ese intento es real. Por eso, nos dicen
arrogantes. Entre los latinoamericanos siempre hay pica entre los
países, pero, habitualmente, la Argentina es el blanco de todos.”
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Mensaje por Alver Sáb Mar 26, 2011 12:15 pm


Muy bueno... Very Happy

Y es verdad que,no se' a que' se debe que tantos argentos o ,se dicen sicologos,o tratan de aparentar que lo son,presumen de cierta manera de "tener conocimientos al respecto" o smplemente denotan "trauma sicologico".

Entre psiquis anda la cosa por alla'...

----------------
Esta parte del texto,habla en relacion al asunto...

Pero todo extranjero se asombra cuando se entera de que Buenos Aires
está casi empatada con Nueva York en el récord mundial de psicólogos y
psiquiátras: 111 cada 100.000 habitantes, según revela Clifford Krauss
en el Times: “Los argentinos hablan en forma tan abierta de ir a su
analista como de ir al mercado. La costosa terapia es parte de la vida
de la clase media, como unas vacaciones en las playas de Mar del Plata o
los boletos para la temporada de ópera en el Teatro Colón”. Es como si
se ufanaran de sus propias neurosis.
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Bueno...

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