Cuba Sí, Dictaduras No <----esto le queda como anillo al dedo a "nuestro" Socrates..
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Cuba Sí, Dictaduras No <----esto le queda como anillo al dedo a "nuestro" Socrates..
Cuba Sí, Dictaduras No
27 abr
Se lo escuché decir recientemente a Carlos Alberto Montaner en una presentación sobre arte y literatura en el exilio, a la cual tuve la fortuna de asistir. Según Montaner, uno de los puntos en los que el régimen cubano ha sido indudablemente astuto, es en la connotación negativa que ha sabido colgarle encima al término anticastrista a ojos globales, mediante una sostenida y efectiva maquinaria propagandística.
Mientras decir en público que se ha sido durante muchos años un intelectual antifascista, por ejemplo, o antipinochetista, arranca inmediatos aplausos de aprobación, no corre con igual suerte quien se pronuncie como un hombre de pensamiento y acción anticastristas.
Si le acompaña la fortuna, su declaración será tomada con un displicente silencio. En otro de los casos, algunas sillas de su auditorio se correrán y el público puede verse reducido notablemente.
Se trata de un complejo puzzle cuya armazón puede resultar inexplicable para quienes, como yo, tenemos a la lógica como herramienta fundamental en la conformación de juicios: muchos de los que han sufrido y combatido tiranías de diverso color y diversa ideología, sostienen con respecto a la cubana una incomprensible posición, a medio camino entre la cobardía y el silencio hipócrita.
Así, por ejemplo, vemos a respetables intelectuales, artistas, hombres influyentes, referirse con términos ácidos al General Franco, que decidió los destinos de la nación española durante cuarenta años, y con respecto al sátrapa insular que timoneó la Isla a su antojo durante cincuenta, hacen mutis o mucho peor: sonríen gustosos.
Y digo un par de nombres, apenas: Miguel Bosé, Luis Eduardo Aute. Españoles de buena raza, que no escatiman en adjetivos hirvientes cuando de remover los huesos de su dictador se trata, pero que cuando toman en sus bocas cantoras el nombre del nuestro, les sale poesía en flor.
Yo les preguntaría, por ejemplo, qué les parece la reciente declaración del Castro mayor, apoyando con palabra escrita la decisión de su hermano con respecto a limitar los mandatos a dos plazos de cinco años.
En lo adelante, creo que no advierto más posibilidades para sus posibles respuestas: o hay que poseer una dosis extra de imbecilidad para desconocer el cinismo tras esa frase, el apoyo de un gobernante vitalicio a la medida que restringe el mandato a los que vengan detrás; o se trata de una hipocresía intelectual demasiado grande para ser tomada en cuenta.
Hace muy poco le pregunté al periodista Max Lesnik qué le pasaría por la cabeza si de repente el gobierno americano le impidiera, luego de salir de Miami, regresar a la que ha sido su ciudad de toda la vida. La respuesta pudieron leerla quienes consultaron mi entrevista, publicada en este mismo blog.
Pues bien: esa misma pregunta me encantaría formulársela a Benicio del Toro, digamos. Tan admirable en su profesión como cuestionable en las causas que abraza. Decirle, por ejemplo: Usted sale y filma su película guevariana. Usted ofrece sus soberanas declaraciones, en Cuba, en lo tocante a embargo e injerencia del gobierno americano, y de repente, cuando va a comprar su pasaje de vuelta a casa, ese gobierno le ha cerrado las puertas de su país para siempre.
¿Entonces qué tal?
Adaptemos un apotegma criollo, y digamos que hay causas que merecen palos. Y que hay silencios que también merecen palos. Y que cada vez que escucho a intelectuales como Eduardo Galeano y Noam Chomsky criticar los desmanes históricos de los gobiernos tiránicos en Latinoamérica, y desconocer que ante sus ojos un país sigue administrándose como la parcela privada de una pequeña familia, me convenzo de que la notoriedad creativa no tiene por qué ir de la mano con la honestidad ideológica.
Cada vez que leo las lacrimógenas peticiones de libertad a favor de los Cinco miembros de la Red Avispa, por parte de artistas como Danny Glover y Danny Rivera, y no escucho sus pronunciamientos sobre los miles de niños separados de sus padres porque estos, médicos de profesión, decidieron escapar del cerco que les imponía el sistema, y ahora pagan con sus hijos como rehenes, no puedo evitar un rechazo esencial, un asombro bien parecido al desprecio.
Al parecer, es bien placentero denunciar a los cuatro vientos las conductas vergonzantes de soldados americanos en Guantánamo, pero cuando se trata de decir una palabra, una sola, con respecto a la treintena de ancianos dementes masacrados en Mazorra, es positivo guardar el más puro silencio.
El escritor cubano Norberto Fuentes, exiliado a la fuerza, rescatado de calabozos patrios por gestión del mecenas García Márquez tras la causa número 1 del ´89, acaba de hablar. Lo ha hecho para el diario El País. Y por respeto a su obra literaria, no deslumbrante pero sí valiosa, creo que debió callar.
Porque decir que un Buró Político cuyo promedio de edad es de 67 años, no le dice que la Isla siga dominada por una gerontocracia militarista, y afirmar que por el contrario, Cuba ya está siendo regida por generaciones jóvenes, es hacer un ridículo monumental cuando se tiene libros tan bien escritos como “Hemingway en Cuba” y “Dulces Guerreros Cubanos”.
O Norberto Fuentes, literato predilecto de la nomenclatura fidelista en el pasado, posee informaciones secretas que el resto desconocemos, o afirmar semejante barbaridad es digna de aplausos: se erigió de repente como un arlequín improvisado.
Peor aún, ha dicho textualmente: “En 1989 se castró la revolución, porque eliminaron a los audaces, a los no domesticados. En ese momento la revolución se jodió. Vino un período de funcionarios grises”.
Quienes conocen de su profunda amistad con Tony de la Guardia y Arnaldo Ochoa, los fusilados más célebres de nuestra historia nacional, saben de qué habla Fuentes. Pero la pregunta que gravita entonces en todo cerebro funcional es: ¿Dónde estaba el literato Norberto Fuentes durante el más acérrimo Quinquenio Gris? ¿Dónde estaba el autor de la “Autobiografía de Fidel Castro”, cuando se apaleaba a homosexuales, o se dormía en celdas policiales por escuchar a los chicos de Liverpool?
La respuesta es clara: andaba de putas en noches de excesos, gozando la miel del mismo poder que luego lo arrojaría desde el acantilado.
Por eso no puede sentir conformidad un autor honorable como Carlos Alberto Montaner, con la connotación parduzca que lleva encima, en muchas partes del mundo, el término anticastrista. Por eso intelectuales eternos como Guillermo Cabrera Infante o Jesús Díaz, que en un momento de sus vidas se pararon a mitad del camino y supieron enfrentar con verticalidad la misma causa que antes habían defendido, jamás pasarán con gusto ante los ojos de académicos izquierdistas para quienes está muy bien haberse enemistado con Leónidas Trujillo, pero no con su colega Fidel Castro.
No se trata de una efectividad sobrenatural de la propaganda oficialista cubana. Se trata –cada día lo dudo menos- de una hipocresía ideológica demasiado generalizada, en tiempos donde decir artista o intelectual, o decir hombre de pensamiento honesto, ya dejó de ser necesariamente sinónimo.
http://elpequenohermano.wordpress.com/2011/04/27/cuba-si-dictaduras-no/#more-1621
27 abr
Se lo escuché decir recientemente a Carlos Alberto Montaner en una presentación sobre arte y literatura en el exilio, a la cual tuve la fortuna de asistir. Según Montaner, uno de los puntos en los que el régimen cubano ha sido indudablemente astuto, es en la connotación negativa que ha sabido colgarle encima al término anticastrista a ojos globales, mediante una sostenida y efectiva maquinaria propagandística.
Mientras decir en público que se ha sido durante muchos años un intelectual antifascista, por ejemplo, o antipinochetista, arranca inmediatos aplausos de aprobación, no corre con igual suerte quien se pronuncie como un hombre de pensamiento y acción anticastristas.
Si le acompaña la fortuna, su declaración será tomada con un displicente silencio. En otro de los casos, algunas sillas de su auditorio se correrán y el público puede verse reducido notablemente.
Se trata de un complejo puzzle cuya armazón puede resultar inexplicable para quienes, como yo, tenemos a la lógica como herramienta fundamental en la conformación de juicios: muchos de los que han sufrido y combatido tiranías de diverso color y diversa ideología, sostienen con respecto a la cubana una incomprensible posición, a medio camino entre la cobardía y el silencio hipócrita.
Así, por ejemplo, vemos a respetables intelectuales, artistas, hombres influyentes, referirse con términos ácidos al General Franco, que decidió los destinos de la nación española durante cuarenta años, y con respecto al sátrapa insular que timoneó la Isla a su antojo durante cincuenta, hacen mutis o mucho peor: sonríen gustosos.
Y digo un par de nombres, apenas: Miguel Bosé, Luis Eduardo Aute. Españoles de buena raza, que no escatiman en adjetivos hirvientes cuando de remover los huesos de su dictador se trata, pero que cuando toman en sus bocas cantoras el nombre del nuestro, les sale poesía en flor.
Yo les preguntaría, por ejemplo, qué les parece la reciente declaración del Castro mayor, apoyando con palabra escrita la decisión de su hermano con respecto a limitar los mandatos a dos plazos de cinco años.
En lo adelante, creo que no advierto más posibilidades para sus posibles respuestas: o hay que poseer una dosis extra de imbecilidad para desconocer el cinismo tras esa frase, el apoyo de un gobernante vitalicio a la medida que restringe el mandato a los que vengan detrás; o se trata de una hipocresía intelectual demasiado grande para ser tomada en cuenta.
Hace muy poco le pregunté al periodista Max Lesnik qué le pasaría por la cabeza si de repente el gobierno americano le impidiera, luego de salir de Miami, regresar a la que ha sido su ciudad de toda la vida. La respuesta pudieron leerla quienes consultaron mi entrevista, publicada en este mismo blog.
Pues bien: esa misma pregunta me encantaría formulársela a Benicio del Toro, digamos. Tan admirable en su profesión como cuestionable en las causas que abraza. Decirle, por ejemplo: Usted sale y filma su película guevariana. Usted ofrece sus soberanas declaraciones, en Cuba, en lo tocante a embargo e injerencia del gobierno americano, y de repente, cuando va a comprar su pasaje de vuelta a casa, ese gobierno le ha cerrado las puertas de su país para siempre.
¿Entonces qué tal?
Adaptemos un apotegma criollo, y digamos que hay causas que merecen palos. Y que hay silencios que también merecen palos. Y que cada vez que escucho a intelectuales como Eduardo Galeano y Noam Chomsky criticar los desmanes históricos de los gobiernos tiránicos en Latinoamérica, y desconocer que ante sus ojos un país sigue administrándose como la parcela privada de una pequeña familia, me convenzo de que la notoriedad creativa no tiene por qué ir de la mano con la honestidad ideológica.
Cada vez que leo las lacrimógenas peticiones de libertad a favor de los Cinco miembros de la Red Avispa, por parte de artistas como Danny Glover y Danny Rivera, y no escucho sus pronunciamientos sobre los miles de niños separados de sus padres porque estos, médicos de profesión, decidieron escapar del cerco que les imponía el sistema, y ahora pagan con sus hijos como rehenes, no puedo evitar un rechazo esencial, un asombro bien parecido al desprecio.
Al parecer, es bien placentero denunciar a los cuatro vientos las conductas vergonzantes de soldados americanos en Guantánamo, pero cuando se trata de decir una palabra, una sola, con respecto a la treintena de ancianos dementes masacrados en Mazorra, es positivo guardar el más puro silencio.
El escritor cubano Norberto Fuentes, exiliado a la fuerza, rescatado de calabozos patrios por gestión del mecenas García Márquez tras la causa número 1 del ´89, acaba de hablar. Lo ha hecho para el diario El País. Y por respeto a su obra literaria, no deslumbrante pero sí valiosa, creo que debió callar.
Porque decir que un Buró Político cuyo promedio de edad es de 67 años, no le dice que la Isla siga dominada por una gerontocracia militarista, y afirmar que por el contrario, Cuba ya está siendo regida por generaciones jóvenes, es hacer un ridículo monumental cuando se tiene libros tan bien escritos como “Hemingway en Cuba” y “Dulces Guerreros Cubanos”.
O Norberto Fuentes, literato predilecto de la nomenclatura fidelista en el pasado, posee informaciones secretas que el resto desconocemos, o afirmar semejante barbaridad es digna de aplausos: se erigió de repente como un arlequín improvisado.
Peor aún, ha dicho textualmente: “En 1989 se castró la revolución, porque eliminaron a los audaces, a los no domesticados. En ese momento la revolución se jodió. Vino un período de funcionarios grises”.
Quienes conocen de su profunda amistad con Tony de la Guardia y Arnaldo Ochoa, los fusilados más célebres de nuestra historia nacional, saben de qué habla Fuentes. Pero la pregunta que gravita entonces en todo cerebro funcional es: ¿Dónde estaba el literato Norberto Fuentes durante el más acérrimo Quinquenio Gris? ¿Dónde estaba el autor de la “Autobiografía de Fidel Castro”, cuando se apaleaba a homosexuales, o se dormía en celdas policiales por escuchar a los chicos de Liverpool?
La respuesta es clara: andaba de putas en noches de excesos, gozando la miel del mismo poder que luego lo arrojaría desde el acantilado.
Por eso no puede sentir conformidad un autor honorable como Carlos Alberto Montaner, con la connotación parduzca que lleva encima, en muchas partes del mundo, el término anticastrista. Por eso intelectuales eternos como Guillermo Cabrera Infante o Jesús Díaz, que en un momento de sus vidas se pararon a mitad del camino y supieron enfrentar con verticalidad la misma causa que antes habían defendido, jamás pasarán con gusto ante los ojos de académicos izquierdistas para quienes está muy bien haberse enemistado con Leónidas Trujillo, pero no con su colega Fidel Castro.
No se trata de una efectividad sobrenatural de la propaganda oficialista cubana. Se trata –cada día lo dudo menos- de una hipocresía ideológica demasiado generalizada, en tiempos donde decir artista o intelectual, o decir hombre de pensamiento honesto, ya dejó de ser necesariamente sinónimo.
http://elpequenohermano.wordpress.com/2011/04/27/cuba-si-dictaduras-no/#more-1621
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Azali- Admin
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Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: Cuba Sí, Dictaduras No <----esto le queda como anillo al dedo a "nuestro" Socrates..
Socrates es un simpatizante de la dictadura cubanocastrista, aunque lo niegue.O quizas su nave viaje en ese rumbo simplemente porque la impulsa el viento antiyankee que le rodea y que no es raro de percibir en algunos españoles.
O podria ser un cubano que vive en España.
Alv.
O podria ser un cubano que vive en España.
Alv.
Alver- Cantidad de envíos : 6935
Fecha de inscripción : 26/02/2009
Re: Cuba Sí, Dictaduras No <----esto le queda como anillo al dedo a "nuestro" Socrates..
Sócrates es rojillo, por lo tanto tiene algo de castrista, hay una gran variedad de rojillos, hay unos que parecen anaranjados y otros parecen guinda, los trotskistas, los stalinistas, los chavistas, los fidelistas, los marxistas, los capitalistas socialistas(chinos)
Total que son mierdas de diferentes variedades
Total que son mierdas de diferentes variedades
Tetro- Cantidad de envíos : 5903
Fecha de inscripción : 08/03/2009
Re: Cuba Sí, Dictaduras No <----esto le queda como anillo al dedo a "nuestro" Socrates..
Socrates es anaranjado?
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Azali- Admin
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