¡Cuba Libre! 20 de Mayo de 1902
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¡Cuba Libre! 20 de Mayo de 1902
¡Cuba Libre! 20 de Mayo de 1902 | ||||
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El 20 de mayo de 1902 nació la República de Cuba, tras guerras sangrientas y después de una ocupación de Estados Unidos con los gobiernos del general John Brooke y del médico del ejército norteamericano, Leonardo Wood. Durante la ocupación norteamericana el gobierno de Brooke organizó y fortaleció uno de los mejores sistemas de sanidad del mundo. Todo el mundo estaba feliz en Cuba, el 20 de mayo de 1902. Los criollos se abrazaban, se besaban y se felicitaban mutuamente por haber alcanzado la libertad. Todos tenían un hermoso recuerdo del apóstol José Martí, porque la guerra se inició con el grito de Baire culminó con el establecimiento de la República libre y soberana. En ese glorioso 20 de mayo, a las doce del día se efectuó en el Palacio de la Plaza de Armas, la transmisión del mando. Leonardo Wood, que gobernaba la isla hasta aquel momento, leyó los documentos, en representación de los Estados Unidos. Un documento estaba escrito por el propio Mr. Wood, y el otro por el presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt. Los documentos fueron dirigidos al primer presidente cubano, Don Tomás Estrada Palma y al Congreso de la República de Cuba. El cambio de banderas se llevó a cabo en los mismos momentos en que se producía la transmisión de mandos. Mientras esto se realizaba, se escuchaban cañonazos, que daban a conocer al pueblo que Cuba ya era libre. Además de la toma de posesión de Don Tomás Estrada Palma, también se posesionaban de sus cargos los miembros del primer gabinete, formado por las siguientes personas: Carlos de Zaldo, secretario de estado y justicia: Diego Tamayo, Secretario de Gobernación; José María García Montes, secretario de Hacienda; Manuel Luciano Díaz, secretario de Obras Públicas; Emilio Terry, secretario de agricultura; Jorge Alfredo Belt, secretario de la presidencia y José Nicolás Hernández Jefe de despacho de la Presidencia. Estrada Palma, nació en Bayamo, Oriente, el 9 de julio de 1835. Desde muy joven se sumó a la lucha contra el coloniaje español, bajo la jefatura de Carlos Manuel de Céspedes. Fue presidente de Cuba en armas en 1876. Unos años después, los españoles lo hicieron prisionero. Estrada Palma quedó libre, como resultado del Pacto de Zanjón, después de viajes por París, Honduras y Nueva York; se unió a Martí, que lo nombraba su delegado. El Generalísimo Máximo Gómez lo visitó en Central Valley en el estado de New York, convenciéndolo para que aceptara ser candidato a la presidencia. Las primeras elecciones presidenciales cubanas se efectuaron en febrero de 1902. Estrada Palma venció al general Bartolomé Masó. En 1906, Estrada Palma ganó su reelección. No tuvo contrincante porque el general José Miguel Gómez, que era su adversario, se retiró. Estrada Palma se vio forzado a renunciar poco tiempo después. Y lo hizo pidiendo la intervención norteamericana. Le entregó el poder a Charles Magoon. Estrada Palma murió pobre en Santiago de Cuba, el 4 de noviembre de 1908. Revista del Municipio de Santiago de Cuba http://www.libreonline.com/home/index.php?option=com_content&view=article&id=15667:icuba-libre-20-de-mayo-de-1902&catid=19&Itemid=29 |
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Re: ¡Cuba Libre! 20 de Mayo de 1902
POEMA VEINTE DE MAYO
Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Por Alfredo M. Cepero
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A continuación, de su libro “Calendario de la Ausencia”, su poema “20 de Mayo”, escrito y leído por el autor durante un acto en conmemoración de la fecha, organizado por el Centro Patriótico Cubano de Washington y celebrado el 20 de mayo de 1969 en la Universidad de George Washington en la capital norteamericana.
Veinte de mayo de mil novecientos dos:
Júbilo, campanas, promesas y esperanzas.
Veinte de mayo de mil novecientos sesenta y nueve:
Hoja perdida en el calendario de los hombres sin patria.
Y entre ambas fechas, un pueblo sin miedos ni dobleces,
que no teme a tiranos ni se deja encarcelar la palabra.
Esos son los cachorros de Gómez y Maceo,
de Agramonte, Martí y Estrada Palma.
Esos somos nosotros, los del martirio y el camino,
los cubanos de la pluma y de la espada.
Somos los hijos, los nietos, los bisnietos
de los ojos que humedecieron la mañana
cuando en El Morro ondeó por vez primera
la bandera de la estrella solitaria.
Cuando se hicieron más fértiles los surcos
y mas altas se hicieron las montañas,
porque al fín, Cuba era madre que se daba en fruto
para los hijos de su propia entraña.
Atrás habían quedado Mal Tiempo y Palo Seco,
santificados por el halo heróico que deja la metralla.
Maceo era ya savia de un árbol en San Pedro
y Martí era en Dos Ríos piedra angular de la patria.
Los fusiles eran piezas de museo
y la guerra era una historia legendaria,
como una fragua que templó el carácter
o una epopeya que fundió las almas.
Y aquel veinte de mayo, primavera de los campos
que era también primavera de la República recién estrenada,
ya no clamaba por la digna heroicidad de los mambises
sino imploraba la disciplina de las manos solidarias.
Era el tiempo del obrero y del maestro,
del arado y de la mocha, del pico y de la pala.
Era el tiempo de las flores frescas y los soles altos,
del heroísmo silencioso y de las manos honradas.
Había llegado la hora de que los prohombres de la dignidad
pusieran la justicia “tan alta como nuestras palmas”.
Pero la paz no tuvo apóstoles como la guerra,
ni la pluma logró estar a la altura de la espada,
y los campos de batalla fueron camposantos
para la gallardía de la Cuba en Armas.
Era una cosa la libertad ganada
y otra muy distinta la libertad heredada.
El peligro no hace puros a los hombres
pero los levanta por encima de la miseria humana.
Con la última carga, la última bala, la última batalla,
los budas tropicales comenzaron a mirarse la panza.
El ministro y el policía, el embajador y el amanuense,
llegaban con patente de corsario o esgrimiendo el sable del pirata.
¡Todo era lícito! ¡La isla era de corcho! ,
y a bailar La Chambelona con las “vacas gordas” o las “vacas flacas”.
Pero hubo también los laboriosos y los justos,
los que amaban a Cuba sin proclamas,
los que bajo el sol reverberante hacían patria
abonando con su agrio sudor la dulce caña.
Y los maestros, que como profetas cívicos
iniciaban al niño en la Biblia de la Democracia.
Y el intelectual que se quedó sin puesto en el gobierno
porque se atrevió a mantener su dignidad empinada.
Y el estudiante obseso de justicia,
a quien llamaron loco porque puso el pecho para parar las balas.
Fueron todos la palabra inconclusa, la promesa frustrada
y prueba fehaciente de Cuba crucificada.
Y en esta noche de las sesenta y siete angustias,
en el año sesenta y siete de Cuba Republicana,
en que otra vez impera el orden de fusil y fusta,
y una vez mas la libertad anda descalza,
en los pechos cubanos se alza la pregunta,
que es ruego y juramento de la piel al alma:
Patria querida, Cuba del insomnio,
danos la fuerza luminosa de la llama,
y la humildad edificante de los predestinados,
para que como hermanos de la misma casa,
marchemos juntos en vigor y amor
hacia el lecho añorado de tus playas.
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Azali- Admin
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