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La mentiras de Fidel Castro sobre Libia

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La mentiras de Fidel Castro sobre Libia  Empty La mentiras de Fidel Castro sobre Libia

Mensaje por Azali Miér Jul 06, 2011 1:32 pm

La mentiras de Fidel Castro sobre Libia (updated)


July 6, 2011


La mentiras de Fidel Castro sobre Libia  Gaddafi-Castro-650x453-500x348
Rachel Marsden en Hudson New York: Fidel Castro’s Secret Libya Rants. (Alguien que traduzca esta maravilla al español, por favor).

: Traducción exprés (mejorable) de “Charlie Brown” mejorada revisada:
Las peroratas secretas de Castro sobre Libia

Ahora que la Corte Penal Internacional (CPI) ha emitido una orden de arresto contra el líder libio Muammar Gadafi, por presuntos crímenes contra la humanidad después de aproximadamente 100 días de acciones militares coordinadas de la OTAN, vale la pena examinar los comunicados que el líder cubano Fidel Castro compartió con sus embajadas en todo el mundo.

Las “reflexiones” del 21 y 23 de febrero de 2011, anteriores a las acciones preventivas de la alianza military europea-estadounidense, Castro cataloga toda acción internacional en el terreno “como un crimen contra el pueblo libio”.

Se las arregla así para tratar de hacerle creer al mundo que en el precio de desestabilizar al dictador será la victimización del pueblo libio por una coalición de provocadores. Retrotrayéndose a los añorados viejos tiempos de la revolución libia de 1969, llega incluso a alabar el papel del dictador libio como el líder revolucionario que derrocó a una “monarquía corrupta”; como si la alternativa ulterior hubiese sido significativamente preferible.
Soslayando cualquier posible acción de parte del propio Gaddafi – como las denuncias de violaciones y otras peores, que ahora constituyen las bases de la orden de arresto de la CPI, y que podrían conllevar en última instancia a la salida de Gadafi del poder- Castro prefiere enfocarse en una explicación de índole más económica para cualquier invasión de la OTAN: el petróleo.

“El petróleo se ha convertido en la principal riqueza en manos de las grandes transnacionales yanquis; mediante esta fuente de energía ellos cuentan con un instrumento que ha expandido considerablemente su poder político en el mundo”, escribe. “Fue su principal arma cuando decidieron liquidar fácilmente la Revolución Cubana, tan pronto como las primeras leyes justas y soberanas fueron aprobadas en nuestra patria: privarla del petróleo”.

Castro procede entonces a explicar cómo la riqueza petrolera de Libia ha meritado que sea invadida por la OTAN. Podría ser un argumento plausible, si no fuera porque está fuera del ámbito de la realidad.
El petróleo libio representa menos del 1% de los suministros adquiridos por Estados Unidos – difícilmente una gran “riqueza” para este país. Y, como las “transnacionales yanquis” bajo la la forma de varias compañías estadounidenses, ya están allí y han estado por algún tiempo, Estados Unidos no necesita invadir Libia con sus aliados de la OTAN para echar mano del petróleo libio. Si Castro cree que Estados Unidos realmente está empeñado en invadir países ricos en petróleo sólo para obtener de forma gratuita aquello a lo que ya puede acceder libremente, tal vez debería explicar por qué Estados Unidos aún no ha invadido Canadá —su mayor suministrador de crudo— lo cual valdría mucho más la pena.

La perorata de Castro sobre el saqueo imperialista de petróleo como justificación oculta de la OTAN para su acción militar, omite por conveniencia el ejemplo que ofrecen sus propios camaradas, los rusos.
Olvidando convenientemente denunciar a Putin, Medviediev y la oligarquía rusa por su sometimiento imperialista, político y económico, de estados soberanos como Ucrania, en aras de intereses petroleros, Castro tampoco advierte al parecer que ésta ha sido una estrategia eficazmente utilizada por los rusos. Quizás exceptuando el conflicto con Georgia hace unos años, Rusia ha conseguido con éxito en los últimos años practicar un imperialismo puramente económico. Sin necesidad de acciones militares.

Si Castro en cambio argumentara que Estados Unidos, mediante los esfuerzos de la OTAN, se ha propuesto revolucionar a Libia a fin de sustituir al actual régimen con pro-estadounidenses lamebotas, para su mayor provecho económico, entonces su opinión podría considerarse. Pero su diatriba se concentra exclusivamente en el petróleo, no en posibilidades y oportunidades económicas de carácter más general, y ahí radica el problema con su razonamiento.

Actualmente no existen indicios que sustenten la idea de que, aun si el régimen de Gaddafi fuera sustituido por una dirección totalmente pro-americana, la tajada estadounidense del petróleo libio se incrementaría sustancialmente, o al menos lo suficiente como para justificar una guerra cada vez más impopular, librada por un presidente de Estados Unidos que ha sido laureado con el Premio Nobel de la Paz, y cuya propia popularidad se muestra precaria. Si Gadafi es defenestrado, será por razones de derechos humanos, porque, al igual que Bashar al-Assad en Siria, recurrió a la violencia contra su propio pueblo en el calor de la Primavera Árabe, mientras el pueblo, en todos los demás regímenes opresivos a su alrededor, derrocaba a sus gobernantes.

Un resultado positivo y probable de su derrocamiento, podría ser una economía más abierta al comercio, con un posible incremento del intercambio comercial entre las democracias y los nuevos líderes libios. Pero Castro confunde las causas con los efectos.

Si, como dice, él cree que la gran riqueza de Libia surgió de las ventas de petróleo, entonces debería estar entusiasmado ante su posible potencial para un mayor crecimiento, como resultado de un mercado comercial ampliado post-Gaddafi. En cambio, la idea parece ponerle en extremo sombrío.
Como con todo lo que Fidel Castro dice y hace, su visión de la situación en Libia tiene que ver mucho más que con el mundo real, con sus proyecciones y querellas favoritas.

* Rachel Marsden is an international political and communications strategist, writer and TV/radio commentator based in Paris, France, and teaches in the Graduate Program at the Institut d’Etudes Politique de Paris.

http://www.penultimosdias.com/

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