El crimen de Barbados: resumen de noticias
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El crimen de Barbados: resumen de noticias
El crimen de Barbados: resumen de noticias (I)
Enviado por ei en octubre 3, 2011 – 14:34 pm
Arnaldo M Fernández
Hace 35 años el vuelo 455 de Cubana de Aviación se interrumpió (octubre 6, 1976) a poco de haber despegado el DC-8-43 (CU-T1201) del aeropuerto Seawell (Barbados) rumbo a La Habana vía Kingston (Jamaica). El avión explotó a más de 10 mil pies de altura y se precipitó al mar, a unas cinco millas de la costa. Las 73 personas a bordo perecieron: 5 norcoreanos, 11 guyaneses y 57 cubanos.
La guardia costera de Barbados comenzó a recoger unos pocos cadáveres, equipajes y partes del fuselaje que salieron a flote. Cuatro barcos pesqueros cubanos se sumaron (octubre 9) con sus redes a la búsqueda, pero los restos de la aeronave serían localizados, a 300 brazas de profundidad, sólo tras el arribo (octubre 23) de la fragata británica H.M.S. Tartar (F 133) equipada con alta tecnología. No obstante, el gobierno de Cuba consideró incosteable recuperarlos y aun innecesario, porque tenían ya pruebas suficientes para resolver el caso.
Al otro día de la voladura, el oficial de la Seguridad del Estado Mario Martínez estaba en la escena del crimen con un médico forense, dos buzos y otros especialistas. Enseguida llegó el grupo de Averías, Explosiones e Incendios (AVEXI) del Ministerio del Interior (MININT). Entretanto el gobierno de Barbados había contratado a Eric Newton, experto británico en accidentes aéreos, quien trabajó (octubre 10-16) junto con el perito venezolano Carlos Fabbri y voló de regreso con material probatorio para someterlo a análisis de laboratorio en Real Oficina de Investigación y Desarrollo de Armamento (RARDE, por sus siglas en inglés).
La policía de Barbados y Trinidad-Tobago se lanzó de inmediato sobre los 18 pasajeros que habían bajado en Seawell y dos de ellos, los venezolanos Hernan Ricardo y Freddy Lugo, habían regresado en vuelo de la aerolínea BWIA al aeropuerto internacional de Piarco (Trinidad), donde abordaron el avión de Cubana. Se hospedaron sin equipaje en el hotel Holiday Inn del downtown de Puerto España (Trinidad) y fueron detenidos al salir del hotel casi a medianoche.
Como las autoridades de Barbados habían alegado que el avión cayó fuera de sus aguas jurisdiccionales, el comisario de policía de Trinidad-Tobago, Dennis Elliot Ramdawar, voló a Caracas con las confesiones de Ricardo y Lugo, que condujeron al arresto de Orlando Bosch y del detective venezolano de origen cubano Luis Posada-Carriles, quienes negaron los cargos, pero fueron acusados formalmente (noviembre 2, 1976) junto con Ricardo y Lugo por la voladura del avión. Ya Castro había largado en los funerales de las víctimas (octubre 15) que «detrás de estos hechos está la CIA, [que] inventó ahora el tenebroso recurso de hacer estallar aviones civiles en pleno vuelo».
Castro puntualizó que fuentes bien informadas en Venezuela señalaron a Ricardo como agente de la CIA y el propio Ricardo dijo (octubre 17, 1976) al comisario Ramdawar que había sido reclutado por la CIA en 1970-71. Sin embargo, la certificación de nacimiento (diciembre 9, 1954) de Ricardo concita la duda de que la CIA se haya atrevido a reclutar a un venezolano menor de edad. La propia CIA notificó (octubre 13, 1976) al FBI: We have no CIA traces of Hernan Ricardo and Freddy Lugo. De paso admitió su relación con Posada-Carriles, que dio por terminada amigablemente en julio de 1967.
La maquinaria judicial venezolana se tomó una década para resolver el caso con sentencias (julio 21, 1986) absolutoria para Bosch, por falta de pruebas, y condenatorias a 20 años de cárcel para Ricardo y Lugo. Posada-Carriles quedó pendiente porque había escapado de prisión, al tercer intento (agosto 18, 1985).
Al filo del diferendo Cuba-USA, este complejo y complicado expediente judicial se redujo a un simple cuerpo del delito libre de contradicciones y adornado con documentos desclasificados de la CIA y del FBI que cada bandería interpreta a su manera. Por ejemplo, unos 70 académicos estadounidenses esgrimieron un cable (octubre 14, 1976) de la CIA sobre un informante que escuchó decir a Posada: «Orlando tiene los detalles» del golpe previsto contra un avión cubano. Se pasa por alto que el cable no sólo aclara que el informante desconoce quién era ese Orlando a secas, sino que también se refiere a Orlando García-Vázquez, de origen cubano, quien se desempeñaba entonces como consejero de seguridad e inteligencia del presidente venezolano Carlos Andrés Pérez.
Ilustración: Edward Munch, El grito (1893)
http://eichikawa.com/2011/10/el-crimen-de-barbados-resumen-de-noticias-i.html
Enviado por ei en octubre 3, 2011 – 14:34 pm
Arnaldo M Fernández
Hace 35 años el vuelo 455 de Cubana de Aviación se interrumpió (octubre 6, 1976) a poco de haber despegado el DC-8-43 (CU-T1201) del aeropuerto Seawell (Barbados) rumbo a La Habana vía Kingston (Jamaica). El avión explotó a más de 10 mil pies de altura y se precipitó al mar, a unas cinco millas de la costa. Las 73 personas a bordo perecieron: 5 norcoreanos, 11 guyaneses y 57 cubanos.
La guardia costera de Barbados comenzó a recoger unos pocos cadáveres, equipajes y partes del fuselaje que salieron a flote. Cuatro barcos pesqueros cubanos se sumaron (octubre 9) con sus redes a la búsqueda, pero los restos de la aeronave serían localizados, a 300 brazas de profundidad, sólo tras el arribo (octubre 23) de la fragata británica H.M.S. Tartar (F 133) equipada con alta tecnología. No obstante, el gobierno de Cuba consideró incosteable recuperarlos y aun innecesario, porque tenían ya pruebas suficientes para resolver el caso.
Al otro día de la voladura, el oficial de la Seguridad del Estado Mario Martínez estaba en la escena del crimen con un médico forense, dos buzos y otros especialistas. Enseguida llegó el grupo de Averías, Explosiones e Incendios (AVEXI) del Ministerio del Interior (MININT). Entretanto el gobierno de Barbados había contratado a Eric Newton, experto británico en accidentes aéreos, quien trabajó (octubre 10-16) junto con el perito venezolano Carlos Fabbri y voló de regreso con material probatorio para someterlo a análisis de laboratorio en Real Oficina de Investigación y Desarrollo de Armamento (RARDE, por sus siglas en inglés).
La policía de Barbados y Trinidad-Tobago se lanzó de inmediato sobre los 18 pasajeros que habían bajado en Seawell y dos de ellos, los venezolanos Hernan Ricardo y Freddy Lugo, habían regresado en vuelo de la aerolínea BWIA al aeropuerto internacional de Piarco (Trinidad), donde abordaron el avión de Cubana. Se hospedaron sin equipaje en el hotel Holiday Inn del downtown de Puerto España (Trinidad) y fueron detenidos al salir del hotel casi a medianoche.
Como las autoridades de Barbados habían alegado que el avión cayó fuera de sus aguas jurisdiccionales, el comisario de policía de Trinidad-Tobago, Dennis Elliot Ramdawar, voló a Caracas con las confesiones de Ricardo y Lugo, que condujeron al arresto de Orlando Bosch y del detective venezolano de origen cubano Luis Posada-Carriles, quienes negaron los cargos, pero fueron acusados formalmente (noviembre 2, 1976) junto con Ricardo y Lugo por la voladura del avión. Ya Castro había largado en los funerales de las víctimas (octubre 15) que «detrás de estos hechos está la CIA, [que] inventó ahora el tenebroso recurso de hacer estallar aviones civiles en pleno vuelo».
Castro puntualizó que fuentes bien informadas en Venezuela señalaron a Ricardo como agente de la CIA y el propio Ricardo dijo (octubre 17, 1976) al comisario Ramdawar que había sido reclutado por la CIA en 1970-71. Sin embargo, la certificación de nacimiento (diciembre 9, 1954) de Ricardo concita la duda de que la CIA se haya atrevido a reclutar a un venezolano menor de edad. La propia CIA notificó (octubre 13, 1976) al FBI: We have no CIA traces of Hernan Ricardo and Freddy Lugo. De paso admitió su relación con Posada-Carriles, que dio por terminada amigablemente en julio de 1967.
La maquinaria judicial venezolana se tomó una década para resolver el caso con sentencias (julio 21, 1986) absolutoria para Bosch, por falta de pruebas, y condenatorias a 20 años de cárcel para Ricardo y Lugo. Posada-Carriles quedó pendiente porque había escapado de prisión, al tercer intento (agosto 18, 1985).
Al filo del diferendo Cuba-USA, este complejo y complicado expediente judicial se redujo a un simple cuerpo del delito libre de contradicciones y adornado con documentos desclasificados de la CIA y del FBI que cada bandería interpreta a su manera. Por ejemplo, unos 70 académicos estadounidenses esgrimieron un cable (octubre 14, 1976) de la CIA sobre un informante que escuchó decir a Posada: «Orlando tiene los detalles» del golpe previsto contra un avión cubano. Se pasa por alto que el cable no sólo aclara que el informante desconoce quién era ese Orlando a secas, sino que también se refiere a Orlando García-Vázquez, de origen cubano, quien se desempeñaba entonces como consejero de seguridad e inteligencia del presidente venezolano Carlos Andrés Pérez.
Ilustración: Edward Munch, El grito (1893)
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Re: El crimen de Barbados: resumen de noticias
El crimen de Barbados: resumen de noticias (II de 4)
Enviado por ei en octubre 4, 2011 – 12:33 pm
Arnaldo M. Fernández
Mientras los cuatro sospechosos de la voladura del avión cubano eran procesados en Venezuela, en Barbados una comisión presidida por el juez Denise Williams investigaba (del 23 de octubre al 4 de diciembre de 1976) el crimen. Newton regresó de RARDE con dossier de 31 páginas, 48 fotos y 7 hallazgos clave:
1. Los daños en las maletas del comportamiento trasero de equipajes indicaban una explosión y los análisis de laboratorio arrojaron trazas de nitroglicerina.
2. Algunos fragmentos de un cojín de asiento de pasajero se incrustaron tanto en la balsa de goma ubicada en el techo del avión como en el compartimiento de equipajes.
3. Según el número de serie, la balsa se hallaba en la parte trasera del avión encima del compartimiento de equipajes.
4. Algunas fibras amarillas del aislante bajo el piso del avión y específicamente alrededor del compartimiento trasero de equipajes se incrustaron en la parte inferior del forro de un cojín de asiento de pasajero.
5. La cubierta blanca del material amarillo aislante mostraba huellas de explosión y de calor generado por explosión.
6. Las pruebas de laboratorio determinaron que las fibras no se incrustaban así en caso de explosión a más de medio metro de distancia.
7. Algunos pedazos de fibra de vidrio del compartimiento trasero de equipaje estaban incrustados en el bolso de un pasajero.
Newton concluyó que una explosión había tenido lugar en el compartimiento trasero de equipajes debajo del piso del avión. El explosivo era dinamita comercial (nitroglicerina) sin que constaran trazas de C-4 u otro explosivo plástico. El oficial cubano Mario Martinez se insultó, porque esta conclusión exoneraba de culpabilidad a los cuatro sospechosos: ni Ricardo ni Lugo habían abordado el avión ya sólo con equipaje de mano.
La agencia UPI notició (diciembre 16, 1976) que las pruebas recogidas por la comisión, entre ellas el dictamen de los peritos cubanos, se remitieron a la jueza venezolana Delia Estaba Moreno en Caracas. Ella recibió un expediente de 1,807 páginas en inglés y fue encarada por férrea defensa en español. No en balde terminó por inhibirse (agosto 13, 1977) a favor de la jurisdicción militar, que principió el juicio (julio 28, 1980). Al comparecer los peritos Newton y Carlos Fabbri saltó la liebre de que el dictamen pericial de RARDE no se había incorporado al expediente. La policía venezolana y la embajada británica proveyeron copias auténticas y Newton descartó que la voladura trajera otra causa que una explosión en el compartimiento trasero de equipajes.
El secretario del tribunal tecleó 865 páginas para explicar la absolución (septiembre 26, 1980) de los cuatro acusados. Según este fallo, sólo se probó que una bomba de nitroglicerina estalló en el compartimiento trasero de equipajes y provocó la caída del avión cubano al mar. Las demás interrogantes: quiénes y por qué, dónde y cuándo colocaron la bomba, quedaron sin respuesta.
-El crimen de Barbados (I)
-Ilustración: Mark Langan, El grito (2010)
http://eichikawa.com/2011/10/el-crimen-de-barbados-resumen-de-noticias-ii.html
Enviado por ei en octubre 4, 2011 – 12:33 pm
Arnaldo M. Fernández
Mientras los cuatro sospechosos de la voladura del avión cubano eran procesados en Venezuela, en Barbados una comisión presidida por el juez Denise Williams investigaba (del 23 de octubre al 4 de diciembre de 1976) el crimen. Newton regresó de RARDE con dossier de 31 páginas, 48 fotos y 7 hallazgos clave:
1. Los daños en las maletas del comportamiento trasero de equipajes indicaban una explosión y los análisis de laboratorio arrojaron trazas de nitroglicerina.
2. Algunos fragmentos de un cojín de asiento de pasajero se incrustaron tanto en la balsa de goma ubicada en el techo del avión como en el compartimiento de equipajes.
3. Según el número de serie, la balsa se hallaba en la parte trasera del avión encima del compartimiento de equipajes.
4. Algunas fibras amarillas del aislante bajo el piso del avión y específicamente alrededor del compartimiento trasero de equipajes se incrustaron en la parte inferior del forro de un cojín de asiento de pasajero.
5. La cubierta blanca del material amarillo aislante mostraba huellas de explosión y de calor generado por explosión.
6. Las pruebas de laboratorio determinaron que las fibras no se incrustaban así en caso de explosión a más de medio metro de distancia.
7. Algunos pedazos de fibra de vidrio del compartimiento trasero de equipaje estaban incrustados en el bolso de un pasajero.
Newton concluyó que una explosión había tenido lugar en el compartimiento trasero de equipajes debajo del piso del avión. El explosivo era dinamita comercial (nitroglicerina) sin que constaran trazas de C-4 u otro explosivo plástico. El oficial cubano Mario Martinez se insultó, porque esta conclusión exoneraba de culpabilidad a los cuatro sospechosos: ni Ricardo ni Lugo habían abordado el avión ya sólo con equipaje de mano.
La agencia UPI notició (diciembre 16, 1976) que las pruebas recogidas por la comisión, entre ellas el dictamen de los peritos cubanos, se remitieron a la jueza venezolana Delia Estaba Moreno en Caracas. Ella recibió un expediente de 1,807 páginas en inglés y fue encarada por férrea defensa en español. No en balde terminó por inhibirse (agosto 13, 1977) a favor de la jurisdicción militar, que principió el juicio (julio 28, 1980). Al comparecer los peritos Newton y Carlos Fabbri saltó la liebre de que el dictamen pericial de RARDE no se había incorporado al expediente. La policía venezolana y la embajada británica proveyeron copias auténticas y Newton descartó que la voladura trajera otra causa que una explosión en el compartimiento trasero de equipajes.
El secretario del tribunal tecleó 865 páginas para explicar la absolución (septiembre 26, 1980) de los cuatro acusados. Según este fallo, sólo se probó que una bomba de nitroglicerina estalló en el compartimiento trasero de equipajes y provocó la caída del avión cubano al mar. Las demás interrogantes: quiénes y por qué, dónde y cuándo colocaron la bomba, quedaron sin respuesta.
-El crimen de Barbados (I)
-Ilustración: Mark Langan, El grito (2010)
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Re: El crimen de Barbados: resumen de noticias
El crimen de Barbados: resumen de noticias (III de 4)
Enviado por ei en octubre 5, 2011 – 0:33 am
Arnaldo M Fernández
Al sobrevenir el fallo judicial en Venezuela sobre la voladura del avión cubano en Barbados, Castro guardaba todavía un as mediático en la manga. Alicia Herrera, editora de la revista Kena (Caracas), reapareció en Ciudad México (septiembre 29, 1980) para decir a dos periodistas que el presidente venezolano Luis Herrera Campins manipuló el proceso penal para absolver a «cuatro criminales convictos y confesos».
No había convicción alguna, pero Herrera declaró que Bosch le había confesado su participación en la voladura del avión cubano. Herrera se habló por última vez (abril 19, 1980) con Bosch en la cárcel. Aquí había empezado por visitar a Lugo —ex compañero suyo de trabajo— y terminó trabando amistas con Bosch y su esposa, Adriana Delgado.
Herrera dijo también que, según Lugo, Hernán Ricardo había gritado en el patio de la prisión de La Planta (Caracas): «Pusimos la bomba, ¿y qué?». Esta frase sería el título del libro de Herrera (La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1981, 210 páginas) sobre el crimen de Barbados. Aquí se lee que el avión cayó cuando «la explosión terminaba de hacer sus estragos», pero Herrera afirmaría en Mesa Redonda de la TV cubana (mayo 27, 2005) que los acusados «siempre le hablaron de una bomba puesta en el baño, así como de una que era llevada dentro de una cámara fotográfica». Esta otra bomba no aparece por ninguna parte en su libro; y se atiene mejor al dictamen de los peritos cubanos.
La última sesión (diciembre 4, 1976) de la comisión investigadora en Barbados terminó con el jefe de la delegación cubana, Mario Martínez, insistiendo en que detrás de estos hechos está la CIA, y el funcionario del Departamento de Estado (EE. UU.) Frank Willis recriminando a los cubanos por abrumar con «consignas y declaraciones tan alocadas como maliciosas». Al experto británico Eric Newton le presentaron unas 20 preguntas y el especialista principal de AVEXI, Julio Lara, sostuvo que habían ocurrido dos explosiones: una cerca de la séptima fila de asientos de la clase turista y otra en uno de los baños traseros. Lara fallecería (agosto 18, 1986) antes de ver la luz su libro La verdad irrebatible sobre el crimen de Barbados (La Habana, Editora Política, 1986, 330 páginas), que desliza tres resultados fundamentales para acreditar el perjuicio latente en considerar tal o cual verdad forense como definitiva.
1. La fuerza letal de la primera explosión se acredita con las envolturas de caramelos incrustadas casi hasta el hueso en el muslo de un pasajero norcoreano. Todos los cadáveres recuperados fueron víctimas de esta explosión en la cabina de pasajeros.
2. Un perno incrustado en puerta interior revela que hubo explosión dentro del baño a baja altura. Esta segunda explosión dañó el sistema de control de la aeronave y provocó su caída al mar.
3. El Laboratorio Central de Criminalística (MININT) detectó trazas del explosivo plástico C-4 en los restos de un asiento de pasajeros.
Las grabaciones de la torre de control del aeropuerto de Seawell acreditan que el piloto del avión cubano, Wilfredo Pérez, notificó una explosión y fuego a bordo al solicitar autorización para aterrizaje de emergencia. El contacto por radio se mantuvo desde la 1:24 pm hasta la 1:28 pm. A la 1:31 p.m. desapareció la aeronave en la pantalla del radar del aeropuerto. No se informó de segunda explosión.
Los dictámenes periciales cubano y británico colisionan sin remedio. Newton pasó el tamiz de la Journal of the Forensic Science Society con su artículo “A Review of Explosives Sabotage and its Investigation in Civil Aircraft” (Volumen 18, Números 3-4, julio de 1978, páginas 137-160), que incluye su experticia en la voladura del avión cubano. Y Lara rindió informe con las demás pruebas que vinculan a los cuatro sospechosos con el crimen.
Ricardo y Lugo fueron deportados (octubre 23, 1976) a Venezuela y aquí confirmaron sus confesiones previas a Ramdawar. Ambos habían sido empleados de Posada-Carriles en su compañía de seguridad (Caracas), donde fueron ocupados documentos y equipos asociados a la voladura del avión. Castro tenía de donde agarrarse para revocar la absolución y la judicatura militar venezolana recurrió a devolver las actuaciones (enero 1, 1983) a la jurisdicción ordinaria, que ya sumaban 25,000 páginas. Mientras Bosch iba de una huelga de hambre en otra, Posada-Carriles optó por fugarse. Tras fallar dos veces en el intento con Ricardo, logró escaparse solito de la prisión de máxima seguridad de San Juan de los Morros.
-Parte I
-Parte II
-Ilustración: Dave Kinsey, El grito (2010)
http://eichikawa.com/
Enviado por ei en octubre 5, 2011 – 0:33 am
Arnaldo M Fernández
Al sobrevenir el fallo judicial en Venezuela sobre la voladura del avión cubano en Barbados, Castro guardaba todavía un as mediático en la manga. Alicia Herrera, editora de la revista Kena (Caracas), reapareció en Ciudad México (septiembre 29, 1980) para decir a dos periodistas que el presidente venezolano Luis Herrera Campins manipuló el proceso penal para absolver a «cuatro criminales convictos y confesos».
No había convicción alguna, pero Herrera declaró que Bosch le había confesado su participación en la voladura del avión cubano. Herrera se habló por última vez (abril 19, 1980) con Bosch en la cárcel. Aquí había empezado por visitar a Lugo —ex compañero suyo de trabajo— y terminó trabando amistas con Bosch y su esposa, Adriana Delgado.
Herrera dijo también que, según Lugo, Hernán Ricardo había gritado en el patio de la prisión de La Planta (Caracas): «Pusimos la bomba, ¿y qué?». Esta frase sería el título del libro de Herrera (La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1981, 210 páginas) sobre el crimen de Barbados. Aquí se lee que el avión cayó cuando «la explosión terminaba de hacer sus estragos», pero Herrera afirmaría en Mesa Redonda de la TV cubana (mayo 27, 2005) que los acusados «siempre le hablaron de una bomba puesta en el baño, así como de una que era llevada dentro de una cámara fotográfica». Esta otra bomba no aparece por ninguna parte en su libro; y se atiene mejor al dictamen de los peritos cubanos.
La última sesión (diciembre 4, 1976) de la comisión investigadora en Barbados terminó con el jefe de la delegación cubana, Mario Martínez, insistiendo en que detrás de estos hechos está la CIA, y el funcionario del Departamento de Estado (EE. UU.) Frank Willis recriminando a los cubanos por abrumar con «consignas y declaraciones tan alocadas como maliciosas». Al experto británico Eric Newton le presentaron unas 20 preguntas y el especialista principal de AVEXI, Julio Lara, sostuvo que habían ocurrido dos explosiones: una cerca de la séptima fila de asientos de la clase turista y otra en uno de los baños traseros. Lara fallecería (agosto 18, 1986) antes de ver la luz su libro La verdad irrebatible sobre el crimen de Barbados (La Habana, Editora Política, 1986, 330 páginas), que desliza tres resultados fundamentales para acreditar el perjuicio latente en considerar tal o cual verdad forense como definitiva.
1. La fuerza letal de la primera explosión se acredita con las envolturas de caramelos incrustadas casi hasta el hueso en el muslo de un pasajero norcoreano. Todos los cadáveres recuperados fueron víctimas de esta explosión en la cabina de pasajeros.
2. Un perno incrustado en puerta interior revela que hubo explosión dentro del baño a baja altura. Esta segunda explosión dañó el sistema de control de la aeronave y provocó su caída al mar.
3. El Laboratorio Central de Criminalística (MININT) detectó trazas del explosivo plástico C-4 en los restos de un asiento de pasajeros.
Las grabaciones de la torre de control del aeropuerto de Seawell acreditan que el piloto del avión cubano, Wilfredo Pérez, notificó una explosión y fuego a bordo al solicitar autorización para aterrizaje de emergencia. El contacto por radio se mantuvo desde la 1:24 pm hasta la 1:28 pm. A la 1:31 p.m. desapareció la aeronave en la pantalla del radar del aeropuerto. No se informó de segunda explosión.
Los dictámenes periciales cubano y británico colisionan sin remedio. Newton pasó el tamiz de la Journal of the Forensic Science Society con su artículo “A Review of Explosives Sabotage and its Investigation in Civil Aircraft” (Volumen 18, Números 3-4, julio de 1978, páginas 137-160), que incluye su experticia en la voladura del avión cubano. Y Lara rindió informe con las demás pruebas que vinculan a los cuatro sospechosos con el crimen.
Ricardo y Lugo fueron deportados (octubre 23, 1976) a Venezuela y aquí confirmaron sus confesiones previas a Ramdawar. Ambos habían sido empleados de Posada-Carriles en su compañía de seguridad (Caracas), donde fueron ocupados documentos y equipos asociados a la voladura del avión. Castro tenía de donde agarrarse para revocar la absolución y la judicatura militar venezolana recurrió a devolver las actuaciones (enero 1, 1983) a la jurisdicción ordinaria, que ya sumaban 25,000 páginas. Mientras Bosch iba de una huelga de hambre en otra, Posada-Carriles optó por fugarse. Tras fallar dos veces en el intento con Ricardo, logró escaparse solito de la prisión de máxima seguridad de San Juan de los Morros.
-Parte I
-Parte II
-Ilustración: Dave Kinsey, El grito (2010)
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