Miguel A. Sánchez “El Koreano” entrevistado por Oscar Haza.

Lo revelado en una entrevista como esta entierra en cal viva y con los ojos abiertos y sujetados con esparadrapo a cualquier defensor de la dictadura de Castro, con honores especiales a las alimañas del foro del Gran Papiyo y por supuesto a Margaritiño.

Asi es.

Pero loo oigo y no me parece mejor que ellos, basta con el modo que habla de matar.

Habla como si nada de los asesinados...y raulito y vicentico y perencejito..

Y habla con admiración del ché y de todos esos, o sea, se enorgullece de haber sido su maestro Jedi. Un auténtico gusano moral, que de hecho formó al psicópata Che Guevara.

Hallo relevante una cosa, es elprimer testimonio que oigo de un crímen a sangre fría cometido directamente por Fidel.

Brevísimas observaciones sobre la historia del cinismo y del gansterismo en Cuba.

enero 10, 2012




BREVÍSIMAS OBSERVACIONES SOBRE LA HISTORIA DEL CINISMO Y DEL GANSTERISMO EN CUBA.

Llevo días muy atareada, pero sin abandonar el incesante trabajo de búsqueda de información sobre Cuba. En esas indagaciones andaba cuando descubrí un viejo documental en el que entrevistaban a algunas personas que participaron en el invento del producto de marketing conformado por la revolución castrista y las figuras de zarrapastrosos y gánsteres que tomaron el poder en Cuba en 1959, de forma vitalicia y dinástica. Lo que me sorprendió de esas entrevistas fue que todos coincidían en que conocía de antemano al Sátrapa, sabían no sólo que había sido un gánster universitario, además también se le podían probar crímenes, delitos de sangre, lo que había sido visto, oído, y leído, por todos. No obstante a eso, lo apoyaron y lo condujeron directico al trono o a la tribuna, confabulándose mayoritariamente para quitar al “negro” del poder, o sea a Batista.

Recientemente un lector de este blog me envió un video con el señor Miguel A. Sánchez, más conocido en su época de lucha guerrerista en Corea como El Koreano (entrevistado por Oscar Haza), quien era uno de los que aparecía en el documental del que les hablé al inicio. Confieso que siempre he tenido amistades ancianas, con las que me he llevado estupendamente, una de esas amistades, que me correspondió con un enorme cariño, y yo a ella, fue Dulce María Loynaz, Premio Cervantes; algunas de sus cartas, y de las mías, de nuestra correspondencia habanera, las publiqué en un cuento en mi libro Traficantes de belleza. La sabiduría de las personas mayores me deleita y enriquece no sólo por su contenido, claro está, por su sabiduría, además porque con la historia de sus vidas se aprende enormemente. Cuba tuvo y tiene un glorioso pasado de hombres y mujeres, todos sabios y respetables, pero igualmente se puede jactar de un pasado repleto, desbordante, de una gran cantidad horrorosa de energúmenos. El problema no son los energúmenos inofensivos, sino los peligrosos.

En la categoría de energúmeno peligroso, que ya no aparenta serlo, entraría este señor. Ya no parece ser peligroso, quise decir, a su edad, con su gorrita, y sus chistecitos fuera de lugar, su bestial y tragicómica arrogancia y su cretinismo altanero. La verdad es que yo quisiera respetarlo, como mismo he respetado a las personas mayores con las que mantuve hermosísima amistad hasta su muerte, pero a este señor no puedo considerarlo de igual modo. Este señor forma parte de ese puñado de viejos cañengos que desgraciaron a nuestro país y todavía, casi cincuenta años más tarde (la entrevista es del 2006), lo que hizo se lo toma a bachata y a rigolade. Comprendo que es muy útil poseer la información de primera mano de personajes como ellos, protagonistas reales, que no solo conocieron y convivieron con los criminales castristas, además, en este caso, los entrenó, y les refrescó y animó sus ansias asesinas, pero de ahí a admirarlos y reconocerlos va un tramo largo.

En esa entrevista, Miguel A. Sánchez, cuenta de forma cínica, creería él o le hicieron creer que simpática, pero más bien sangrona, cómo supo desde el principio, desde México, que Fidel Castro era un asesino, desde el primer momento, y de cómo el Che Guevara sólo vivía obcecado por convertirse en un carnicero, como mismo ocurrió cuando se transformó en El Carnicero de La Cabaña, y de cómo Raúl Castro, siendo en apariencia un endeble, también es de los temibles. Y ahí se da banquete dando detalles del cuerpo lampiño de Raulito (como él lo llama), de su “pirulí”, y de sus “apetitosas nalguitas”. Con todos esos términos se expresó este señor en la televisión de Miami, sin que nadie lo parara ni lo criticara. Por encima de sus sarcasmos, si es que lo eran, se podían oír las carcajadas del equipo televisivo, supongo yo, y pudimos observar a un sonriente y complaciente moderador del programa.

Es curioso que no haya habido ninguna reacción virulenta en contra de la manera de hablar y de manifestarse de este señor en la televisión, al menos que nos hayamos enterado. Sin embargo, bastaría media vez que un escritor o un creador cubano hubiera usado cualquier palabra fuera de tono o mala palabra (en el caso de los escritores ninguna palabra es mala ni fuera de tono), y ya habrían visto ustedes el escándalo que se habría armado, lo estaríamos oyendo todavía. Pero a este señor, tal vez por el mero hecho de que fue el entrenador militar de los mayores asesinos que ha dado Cuba, se le permite todo. ¿Pornógrafa yo, loco Cabrera Infante? No, esto sí que es pornografía y de la mala, de la rastrera. No sólo por la forma que usó, además por su contenido. Y es que toda esa historia de la invención del castrismo y de su producto de marketing: La revolución de los Chanchos, da náuseas de lo asquerosa, vil, y puercamente machista que es.

Lo de machista deberíamos estudiarlo más a profundidad, y cuidarnos de no aligerar el término, porque sabido es que detrás de todo gran machista se esconde casi siempre un tapiñado mariconazo de alma, que no de culo, o quién sabe.

Recuerdo que cuando una persona muy allegada a mí cumplió los cinco años lo llevaron a todo tipo de especialistas y psicólogos porque a algunos maestros se les ocurrió que debía ser estudiado por psicólogos y psiquiatras, incluso militares (cuando llegó la hora del Concentrado militar), porque en él se evidenciaba ya un cierto amaneramiento. Esa persona, un niño en la época, creció observado por los psicólogos y psiquiatras del castrismo (y no fue el único, desde luego); en la medida en la que empezó a escribir, detectaron que el muchacho no conseguía hacer los puntos de las íes normales, que en lugar de un punto redondeaba con el lápiz un cero encima de la letra, un pequeño cerito. Y a algunos de esos cerebrazos de la psiquiatría castrista les dio por decir que una de las pruebas de que el niño era homosexual tenía que ver precisamente con esos puntos como ceritos en las íes. Esa jettatura caligráfica lo persiguió hasta la universidad, y cuando lo expulsaron de Matemática Cibernética por el delito de ser homosexual, una de las pruebas que mostraron fue la caligrafía del joven, con esas íes con orondos ceritos sustituyendo a los firmes puntitos.

Así que cuál no sería mi sorpresa al descubrir la firma de Fidel Castro tatuada en el hombro de El Koreano, con el punto en forma de cerito encima de la i de Fidel, y la respuesta del señor, cuando Haza le preguntó por qué razón se había tatuado el nombre de Castro: “Porque quería llevarme algún recuerdo suyo”. Vaya, faltaría más, qué acto tan de supremo remachandango. Eso en mi barrio se llama pasión cundanga, sin más ni más. Mi abuela, que era una irlandesa muy brava, se tatuaba los nombres de sus hijos y nietos en las rodillas, y los de sus amantes encima del pubis, pero claro, eso eran cosas de mujeres, irlandesas para colmo.

Yo, verdaderamente, a este puñado de viejos alardosos, que se vanaglorian todavía de que Fidel Castro los trate con respeto –es como sentirse elogiados porque Hitler los tratara con respeto como a sus antiguos compinches devenidos enemigos-, les guardo, sino igual, casi la misma repugnancia que a los que hundieron esa isla en la maldición eterna, y no me inspiran el más mínimo benevolencia cuando tan desfachatadamente cuentan sus vergonzosas aventuras en contra de un país que no se merecía lo que le impusieron a la fuerza.

Además, en lugar de ponerse a escribir en silencio, modesta y sencillamente sus memorias, para que las experiencias sirvan para algo, para que no sean repetidas en un futuro, por ejemplo; todavía siguen dándose bambolla y gozando el pedacito de haberse codeado y de haber rozado aunque sea con una pestaña o con un pendejo la piel de estos criminales.

Admiro a los que pueden entrevistarlos sin una arcada, sin un vómito. Si esta gente todavía sigue siendo consultada y escuchada, cosa que no ha ocurrido con los cercanos a Batista, con su familia, con gente que no puede compararse siquiera con los castristas, imagínense cómo será posteriormente con los hijos y con los herederos del castrismo cuando podamos por fin vivir en libertad y democracia. Aunque ya algo estamos viendo y leyendo al respecto.

Lo malo de todo esto es que estos viejos bichos, son tan diablos que -¡cómo que no!- se conocen el infierno al dedillo, y en lo único en que este señor no se equivoca es que lo que empezó con sangre, con sangre terminará. Cada día me convenzo más de que no escaparemos a ese horrendo final. Todos los hados conspiran a su favor. O sea, a favor del cinismo y del gansterismo que siempre existió y desgraciadamente existe dentro y fuera de Cuba, en medio de esa autoproclamada élite de machandangos y mujerangas que se creen ser la mismísima chancleta envuelta en huevo.

Sin embargo, resulta curiosa la admiración que todos ellos levantan en ciertos medios intelectuales cubanos, y ninguno de los que atacan a un escritor por una frase escrita en 1959 les reserva críticas en su contra como para ponerse a publicar articulos o libros que los sitúen en la cloaca que les corresponde.

Zoé Valdés.

http://zoevaldes.net/

Esa frase me la copió Zoé mariconazo de alma, que no de culo, pero tiene razón

Recuerden ese video