Comentarios sobre Heberto Padilla, para que lea Margarita y su rebanno..
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Comentarios sobre Heberto Padilla, para que lea Margarita y su rebanno..
gabrieldelpino | febrero 6, 2012 a las 9:03 am
El Quinquenio Gris no comenzó exactamente con las famosas “Palabras a los Intelectuales” de Fidel. Comenzó con la terrible represión cultural del caso Padilla y su libro de poesías “Fuera de Juego.” De hecho las palabras de Fidel fueron una reacción al caso Padilla.
Todo comenzó con la premiación de “Fuera de Juego” en un concurso de la UNEAC. Maniobraron todo lo que pudieron para evitar que se llevase el premio. Y, en cuanto se hizo inevitable, terminaron por encarcelar a Padilla.
Padilla en su libro de memorias asegura que fue sometido en la cárcel a torturas. Lo cual tiene su credibilidad ya que de la cárcel fue al hospital donde estuvo recluído con el hígado dañado debido a las inyecciones de pentotal de los interrogatorios.
En la cárcel le obligaron a firmar un documento donde se autoinculpaba de un montón de barbaridades. Para ello le amenazaron con someter a su mujer Belkis Cuza Male al mismo calvario al que le sometieron a él.
Después le obligaron a una sesión pública de autoinculpación en la sede de la UNEAC en una habitación cerrada donde reunieron a la flor y nata de los intelectuales cubanos. En esa sesión de autoinculpación también tuvo que acusar a un buen número de compañeros suyos –incluyendo a su propia esposa— que tuvieron que improvisar sus propias autoinculpaciones.
Padilla paso de ser un comunista convencido con altos cargos en el régimen a ser un exiliado en los Estados Unidos. Era una persona con una cultura increíble que hablaba con fluidez seis idiomas.
Padilla es un ejemplo mas de como se desaprovecha el trabajo de un cubano con un talento enorme por motivos políticos.
gabrieldelpino | febrero 6, 2012 a las 4:03 pm
Mira Harold,
El 20 de marzo de 1971 la policía llamó a la puerta de la casa de Heberto Padilla para llevarle a Villa Marista. Vivía con sus esposa, la poetisa Belkis Cuza Malé en la calle O y Humboldt, cerca de La Rampa. Como dato anecdótico en el piso de arriba vivía la actriz Ingrid González que había estado casada con Reinaldo Arenas, que por tanto fue vecino de Padilla.
Llamaron a las siete de la mañana anunciando la llegada de un telegrama y se llevaron a Padilla y a su esposa. En Villa Marista lo desnudaron y lo ficharon como a cualquier preso, acusándole de “atentar contra los poderes del estado.” Entonces le sometieron a una serie interminable de interrogatorios.
Si nos creemos la versión de Padilla en su libro autobiográfico “Mala Memoria,” al cuarto día de detención el interrogador empezó a golpearle en la cabeza con el manuscrito de un libro que estaba preparando con el título “En mi jardín pastan los héroes.” Perdió el conocimiento y se despertó el el hospital mareado y sangrando. Entonces le visitó Fidel Castro en persona y se puso a hablar con él. Lo cuenta escuetamente en su libro:
“(El comandante le dijo) Hoy tengo bastante tiempo para hablar contigo, […] además tenemos bastante de qué hablar. Sí tuvimos tiempo sin duda para hablar, o para que él hablara y se explayara a su gusto, y se cagara en toda la literatura del mundo.”
De vuelta a Villa Marista le mandaron que escribiese un documento detallando “todas sus actividades con el enemigo.” Accedió después de un interrogatorio del teniente Pedro Álvarez Lugo, que mas tarde se haría famoso por su participación en el juicio contra el general Ochoa. Pedro Álvarez le hizo escuchar una grabación con un interrogatorio a su mujer. Entonces Padilla escribió a toda prisa un manuscrito de 30 páginas autoinculpándose de toda clase de barbaridades, bajo la promesa de que soltarían a su esposa.
Después le trasladaron a un gimnasio, y en palabras de Padilla:
“Entonces se lanzaron a una especie de rito macabro: repetían líneas de mis poemas y me levantaban y me tiraban de uno a otro lado. Los golpetazos eran cada vez más continuos contra aquel suelo de madera. La cabeza, la frente, las piernas, mi cuerpo todo se hizo un amasijo de dolor. Lo último que recordé fue un topetazo en la nariz y en las sienes.”
gabrieldelpino | febrero 6, 2012 a las 4:14 pm
El caso es que a Padilla le soltaron a las 12 de la noche del 26 de abril, después de pasar los últimos días de cautiverio en un hospital militar recuperándose del daño renal producido por las inyecciones de pentotal.
Al día siguiente, el martes 27 de abril, le obligaron a ir a la Sala Martínez VIllena de la sede de la UNEAC en La Habana. Allí reunieron a unos 150 intelectuales de lo mas selecto. Los segurosos cerraron las puertas y todo el mundo empezó a escuchar la autoinculpación de Padilla. En la autoinculpación acusó a compañeros suyos como Pablo Armando Fernández, César López, José Yánez, Noberto Fuentes de colaborar con el enemigo. Incluso acusa a miembros del jurado que le dió el premio, tales como Manuel Díaz Martínes y José Lezama Lima. También termina acusando a su propia esposa.
Todos los acusados tuvieron que salir al estrado a realizar sus propias autoinculpaciones.
La catarsis colectiva finalizó con abrazos emotivos de todos los participantes entre sí y con los agentes de la seguridad.
Cuatro días después se celebró el Primer Congreso de Educación y Cultura en los salones del Hotel Habana Libre. Su título original, “Primer Congreso de Educación,” se modificó para poder acomodar las Palabras a los Intelectuales.
gabrieldelpino | febrero 6, 2012 a las 4:19 pm
En ese congreso se emitió un comunicado que incluía:
“Los medios culturales no pueden servir de marco a la proliferacion de falsos intelectuales que pretenden convertir el esnobismo, la extravagancia, el homosexualismo y demas aberraciones sociales, en expresiones del arte revolucionario, alejados de las masas y del espiritu de nuestra Revolucion”.
Además se hicieron referencias muy explícitas al caso Padilla:
“Es insoslayable la revisión de las bases de los concursos literarios nacionales e internacionales que nuestras instituciones culturales promueven, así como el análisis de las condiciones revolucionarias de los integrantes de esos jurados y el criterio mediante el cual se otorgan los premios.”
El congreso se clausuró, tres días después de la autoinculpación de Padilla, con un discurso de Fidel donde se incluía:
“Están en guerra contra nosotros. ¡Qué bueno!¡Qué magnífico! [...] los pseudoizquierdistas descarados que quieren ganar laureles viviendo en París, en Londres, en Roma. Algunos de ellos son latinoamericanos [...] a Cuba no la podrán volver a utilizar jamás, ¡jamás!, ni defendiéndola. [...] ¿concursitos aquí para venir a hacer el papel de jueces?¡No!¡Para hacer el papel de jueces hay que ser aquí revolucionarios de verdad, intelectuales de verdad, combatientes de verdad! Y para volver a recibir un premio [...] tiene que ser revolucionario de verdad.”
Fidel se estaba refiriendo a dos cartas firmadas por destacados intelectuales simpatizantes de la revolución que defendían a Padilla. También atacaba a la inclusión de jueces extranjeros en los concursos cubanos.
Resumiendo: Las palabras a los intelectuales fueron una reacción clara al caso Padilla.
El Quinquenio Gris no comenzó exactamente con las famosas “Palabras a los Intelectuales” de Fidel. Comenzó con la terrible represión cultural del caso Padilla y su libro de poesías “Fuera de Juego.” De hecho las palabras de Fidel fueron una reacción al caso Padilla.
Todo comenzó con la premiación de “Fuera de Juego” en un concurso de la UNEAC. Maniobraron todo lo que pudieron para evitar que se llevase el premio. Y, en cuanto se hizo inevitable, terminaron por encarcelar a Padilla.
Padilla en su libro de memorias asegura que fue sometido en la cárcel a torturas. Lo cual tiene su credibilidad ya que de la cárcel fue al hospital donde estuvo recluído con el hígado dañado debido a las inyecciones de pentotal de los interrogatorios.
En la cárcel le obligaron a firmar un documento donde se autoinculpaba de un montón de barbaridades. Para ello le amenazaron con someter a su mujer Belkis Cuza Male al mismo calvario al que le sometieron a él.
Después le obligaron a una sesión pública de autoinculpación en la sede de la UNEAC en una habitación cerrada donde reunieron a la flor y nata de los intelectuales cubanos. En esa sesión de autoinculpación también tuvo que acusar a un buen número de compañeros suyos –incluyendo a su propia esposa— que tuvieron que improvisar sus propias autoinculpaciones.
Padilla paso de ser un comunista convencido con altos cargos en el régimen a ser un exiliado en los Estados Unidos. Era una persona con una cultura increíble que hablaba con fluidez seis idiomas.
Padilla es un ejemplo mas de como se desaprovecha el trabajo de un cubano con un talento enorme por motivos políticos.
- Harold Cárdenas Lema | febrero 6, 2012 a las 2:01 pm
El Quinquenio comenzó con el Primer Congreso de Educación y Cultura, si bien lo ocurrido con Padilla fue penoso, fue el Congreso el momento de ruptura… si no fuera por tu ferviente anticomunismo que a ratos me parece irracional, pudiéramos debatir el tema con más soltura.
Saludos.
H - Mercedes | febrero 6, 2012 a las 2:05 pm
Lo que le hicieron (no lo ocurrido, asi, que parece que tropezo con el bordillo, y no) a Padilla fue un crimen (y no simplemente penoso). Fue terrible y si, comparado con el McCartismo. Tener que delatar, culpar, señalar, autoinculparse y pedir perdon por las ideas. Horrible. Y ahi siguen mandando los que mandaban entonces, exactamente los mismos. Y siguen haciendo de las suyas. Reteniendo libros en aduanas, negando permisos de salida, o de entrada, enterrando en vida a musicos que no comulgan con ellos. Lo mismo.
gabrieldelpino | febrero 6, 2012 a las 4:03 pm
Mira Harold,
El 20 de marzo de 1971 la policía llamó a la puerta de la casa de Heberto Padilla para llevarle a Villa Marista. Vivía con sus esposa, la poetisa Belkis Cuza Malé en la calle O y Humboldt, cerca de La Rampa. Como dato anecdótico en el piso de arriba vivía la actriz Ingrid González que había estado casada con Reinaldo Arenas, que por tanto fue vecino de Padilla.
Llamaron a las siete de la mañana anunciando la llegada de un telegrama y se llevaron a Padilla y a su esposa. En Villa Marista lo desnudaron y lo ficharon como a cualquier preso, acusándole de “atentar contra los poderes del estado.” Entonces le sometieron a una serie interminable de interrogatorios.
Si nos creemos la versión de Padilla en su libro autobiográfico “Mala Memoria,” al cuarto día de detención el interrogador empezó a golpearle en la cabeza con el manuscrito de un libro que estaba preparando con el título “En mi jardín pastan los héroes.” Perdió el conocimiento y se despertó el el hospital mareado y sangrando. Entonces le visitó Fidel Castro en persona y se puso a hablar con él. Lo cuenta escuetamente en su libro:
“(El comandante le dijo) Hoy tengo bastante tiempo para hablar contigo, […] además tenemos bastante de qué hablar. Sí tuvimos tiempo sin duda para hablar, o para que él hablara y se explayara a su gusto, y se cagara en toda la literatura del mundo.”
De vuelta a Villa Marista le mandaron que escribiese un documento detallando “todas sus actividades con el enemigo.” Accedió después de un interrogatorio del teniente Pedro Álvarez Lugo, que mas tarde se haría famoso por su participación en el juicio contra el general Ochoa. Pedro Álvarez le hizo escuchar una grabación con un interrogatorio a su mujer. Entonces Padilla escribió a toda prisa un manuscrito de 30 páginas autoinculpándose de toda clase de barbaridades, bajo la promesa de que soltarían a su esposa.
Después le trasladaron a un gimnasio, y en palabras de Padilla:
“Entonces se lanzaron a una especie de rito macabro: repetían líneas de mis poemas y me levantaban y me tiraban de uno a otro lado. Los golpetazos eran cada vez más continuos contra aquel suelo de madera. La cabeza, la frente, las piernas, mi cuerpo todo se hizo un amasijo de dolor. Lo último que recordé fue un topetazo en la nariz y en las sienes.”
El caso es que a Padilla le soltaron a las 12 de la noche del 26 de abril, después de pasar los últimos días de cautiverio en un hospital militar recuperándose del daño renal producido por las inyecciones de pentotal.
Al día siguiente, el martes 27 de abril, le obligaron a ir a la Sala Martínez VIllena de la sede de la UNEAC en La Habana. Allí reunieron a unos 150 intelectuales de lo mas selecto. Los segurosos cerraron las puertas y todo el mundo empezó a escuchar la autoinculpación de Padilla. En la autoinculpación acusó a compañeros suyos como Pablo Armando Fernández, César López, José Yánez, Noberto Fuentes de colaborar con el enemigo. Incluso acusa a miembros del jurado que le dió el premio, tales como Manuel Díaz Martínes y José Lezama Lima. También termina acusando a su propia esposa.
Todos los acusados tuvieron que salir al estrado a realizar sus propias autoinculpaciones.
La catarsis colectiva finalizó con abrazos emotivos de todos los participantes entre sí y con los agentes de la seguridad.
Cuatro días después se celebró el Primer Congreso de Educación y Cultura en los salones del Hotel Habana Libre. Su título original, “Primer Congreso de Educación,” se modificó para poder acomodar las Palabras a los Intelectuales.
En ese congreso se emitió un comunicado que incluía:
“Los medios culturales no pueden servir de marco a la proliferacion de falsos intelectuales que pretenden convertir el esnobismo, la extravagancia, el homosexualismo y demas aberraciones sociales, en expresiones del arte revolucionario, alejados de las masas y del espiritu de nuestra Revolucion”.
Además se hicieron referencias muy explícitas al caso Padilla:
“Es insoslayable la revisión de las bases de los concursos literarios nacionales e internacionales que nuestras instituciones culturales promueven, así como el análisis de las condiciones revolucionarias de los integrantes de esos jurados y el criterio mediante el cual se otorgan los premios.”
El congreso se clausuró, tres días después de la autoinculpación de Padilla, con un discurso de Fidel donde se incluía:
“Están en guerra contra nosotros. ¡Qué bueno!¡Qué magnífico! [...] los pseudoizquierdistas descarados que quieren ganar laureles viviendo en París, en Londres, en Roma. Algunos de ellos son latinoamericanos [...] a Cuba no la podrán volver a utilizar jamás, ¡jamás!, ni defendiéndola. [...] ¿concursitos aquí para venir a hacer el papel de jueces?¡No!¡Para hacer el papel de jueces hay que ser aquí revolucionarios de verdad, intelectuales de verdad, combatientes de verdad! Y para volver a recibir un premio [...] tiene que ser revolucionario de verdad.”
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