“Pocas horas después de conocerse la muerte del general Franco, el Gobierno revolucionario de Cuba decretó luto oficial por tres días.
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“Pocas horas después de conocerse la muerte del general Franco, el Gobierno revolucionario de Cuba decretó luto oficial por tres días.
Herrero | 05 de junio de 2014
Manuel Fraga y Fidel Castro preparan una queimada en Láncara (Lugo)/ Xurxo Lobato
Tras el fallecimiento de Franco, el corresponsal de la Agencia Efe en La Habana envió un despacho del que se hicieron eco algunos de los más prestigiosos periódicos del mundo y que decía lo siguiente: “Pocas horas después de conocerse la muerte del general Franco, el Gobierno revolucionario de Cuba decretó luto oficial por tres días. Desde el jueves las banderas ondean a media asta en todo el territorio cubano. El Presidente de la República, doctor Osvaldo Dorticós, ha enviado un mensaje de condolencia al presidente del Gobierno español, Carlos Arias Navarro (…)”. Cuando se lee esto da la impresión de que o no se ha entendido bien o hay una errata en el texto. No es así. La Cuba de Fidel Castro homenajeó al dictador como ningún otro país hizo, si bien quiso mantener la comunicación del decreto en niveles privados para quedar bien con España y evitar, a la vez, un escándalo internacional. Este gesto adquirió con el tiempo aún mayor relieve pues al año siguiente murió Mao Tse Tung y el Gobierno de Cuba no tuvo el mismo detalle con el líder comunista chino. Se trataba del último capítulo de una peculiar y chocante relación de dos dictadores en las antípodas ideológicas que decidieron actuar con un ‘subterráneo’ pragmatismo y una complicidad que ha generado un enorme interés entre historiadores y politólogos.
Desde 1959 los acontecimientos fueron forjando un mutuo respeto que acabó llegando a la admiración. El vínculo común a Galicia fue un factor que favoreció esa aproximación. Franco creció, al igual que los militares de su generación, con un sentimiento antiamericano que venía de la derrota contra EE UU en Cuba en 1898. En palabras del propio Fidel, recogidas en Biografía a dos voces de Ignacio Ramonet (Debate), “Franco tiene que haber crecido y haberse educado con aquella amarga experiencia (…). Y lo que hizo la Revolución Cubana, a partir de 1959, resistiendo a Estados Unidos, rebelándose contra el imperio y derrotándolo en Girón, puede haber sido visto por él como una forma de revancha histórica de España. En definitiva, los cubanos, en la forma en que hemos sabido enfrentarnos a Estados Unidos y resistir sus agresiones, hemos reivindicado el sentimiento y el honor de los españoles.” El ‘centinela de Occidente’ intuía que a Castro, en su enfrentamiento con el imperialismo americano, no le movía únicamente la ideología marxista sino que el factor nacionalista y patriótico llegaba a ser incluso más importante. Historiadores como Joaquim Roy (La siempre fiel: Un siglo de relaciones hispanocubanas (1898-1998), Ed. Los Libros de la Catarata) constatan que Franco reclamó informes a sus colaboradores para conocer más a fondo a Castro y otros comunistas célebres como Ho Chi Minh, a causa de la fascinación que despertaban en él.
Castro no desperdició ocasión alguna para criticar en público al régimen franquista, pero no a Franco. Recibió repetidas veces a los dirigentes comunistas españoles en La Habana, haciendo públicos elogios a Dolores Ibárruri, Pasionaria, y se rodeó de militares prestigiosos del ejército republicano como Enrique Líster y Alberto Bayo, instructor del grupo de revolucionarios cubanos que se entrenaron en México antes de embarcarse en el Granma. La infancia y juventud de Fidel aportan información en lo que se refiere a la singular relación de los dos dictadores. Hijo de Ángel Castro, un acaudalado terrateniente gallego nacido en Láncara (Lugo) que emigró a Cuba en 1905, se formó principalmente en escuelas jesuitas de Santiago de Cuba. Sus profesores fueron religiosos españoles partidarios firmes sin excepción de Franco en la Guerra Civil española. En casa el joven Fidel también fue testigo de cómo su padre, persona influyente de su comunidad, se manifestaba sin ambages a favor de su paisano de Ferrol.
España mantuvo con la Cuba de Fulgencio Batista una relación amable, que se mantiene con el triunfo del nuevo gobierno revolucionario en 1959 y Franco no se podía quejar de la gestión de Juan Pablo de Lojendio, el embajador español en La Habana, durante el primer año de la revolución. Los exhaustivos análisis del catedrático Manuel de Paz Sánchez (Zona Rebelde y Zona de Guerra, Librería Universal-CCPC, y otros), experto en las relaciones trasatlánticas de España, explican los movimientos de Lojendio, que neutraliza los intentos de los republicanos españoles para que la nueva Cuba siga los pasos de México, lo que traería la ruptura con la España franquista y el reconocimiento del Gobierno de la II República en el exilio. La persecución a grupos contrarrevolucionarios caldea un ambiente en el que tuvo lugar un incidente diplomático grave e incomprensible en enero de 1960. Castro se encuentra en los estudios de la televisión cubana haciendo declaraciones en directo sobre la actividad opositora y alude al apoyo de la embajada española a esa actividad. Lojendio, arrebatado por su temperamento, irrumpe en los estudios [en la fotografía, un momento del incidente entre el embajador Lojendio y Castro en 1960 captada por Telemundo] ofendido y exige a Castro una rectificación en medio de un tumulto que deja boquiabierta a la audiencia televisiva. La expulsión del embajador es inmediata. Franco es informado del incidente y transmite al ministro de Exteriores Castiella su resolución: “Usted es el ministro. Haga lo que crea oportuno. Con Cuba, cualquier cosa menos romper”.
Efectivamente, Cuba y España superaron la crisis y no rompieron. Se impuso el pragmatismo y las relaciones se mantuvieron desde ese momento al nivel de encargado de negocios, mientras un Franco enfadado con su embajador, decidió lavar los trapos sucios en casa discretamente. Como él mismo afirma en Mis conversaciones privadas con Franco (Planeta), de su primo Francisco Franco Salgado-Araújo, “El acto de Lojendio puede significar que el presidente Castro, que está en plan comunista, no sólo rompa sus relaciones con España sino que reconozca al gobierno rojo en el exilio, (…)“. Lojendio, tras un período de inactividad, fue destinado a un puesto diplomático de segunda categoría en Berna.
La relación hispano-cubana se ve afectada por la entrada en escena de otro actor protagonista. Estados Unidos ve peligrar sus intereses en una zona en la que no tiene costumbre de convencer a sus oponentes con persuasión sino con el palo. La reforma agraria cubana y las expropiaciones a empresas y particulares norteamericanos son respondidas con la ruptura de relaciones diplomáticas y el inicio del famoso embargo económico en el otoño de 1960, que en febrero de 1962 es casi total. Una mayoría de países latinoamericanos rompe relaciones con Cuba y la Europa aliada de EE UU cierra sus puertas a la economía de la isla. La URSS y el bloque comunista acuden veloces a la voz de socorro de Fidel, pero ese embargo va a hacer agua también por otro punto que es España. Poco después de que el presidente Eisenhower de un espaldarazo a Franco con su visita oficial a Madrid, en 1960 se firma un acuerdo comercial entre España y Cuba, que será renovado e implementado en años posteriores.
El Gobierno norteamericano contempla estupefacto la política exterior española que no participa de las represalias contra Cuba y teme que tenga un efecto de contagio al resto de países hispanoamericanos. Solo los momentos de tensión de la crisis de los misiles, en octubre de 1962, detienen el intercambio comercial entre españoles y cubanos, de unas dimensiones opinables pero que tienen un valor moral inestimable para la Cuba asediada por Estados Unidos. Las líneas aéreas de Iberia mantienen a La Habana conectada con Europa, a los niños cubanos no les faltan juguetes españoles y el turrón de Jijona por Navidad o los autobuses Pegaso en las carreteras cubanas son la muestra de la buena voluntad del Gobierno de Franco.
Ernesto 'Che' Guevara asiste a una corrida de toros en Madrid en 1959. / Hermes Pato
Estados Unidos blandió la amenaza del fin de las ayudas económicas a España para que abandonase su postura pero la renegociación de las bases americanas en suelo español en 1963 aparcó la medida. Estados Unidos acabará aceptando la posición española pero el tráfico marítimo se ve afectado por la tensión internacional en el Caribe. Los exiliados cubanos estaban muy enfadados con la política de Franco y grupos anticastristas, pertrechados por la CIA, atacaron en ocasiones a los buques españoles. En septiembre de 1964, el Sierra Aránzazu sufrió el ataque de lanchas anticastristas que descargaron 1.500 balas sobre el mercante, causando la muerte a tres marinos y heridas a seis. Estados Unidos negó cualquier implicación pero la diplomacia española logró que a partir de ese momento los buques españoles fuesen escoltados por la marina de guerra americana.
El Gobierno de Estados Unidos intentó sacar partido de la negativa de Franco a participar en el embargo a Cuba y pensó en utilizar la cercanía de ambas dictaduras para establecer un canal de comunicación secreto con La Habana. Franco aceptó la tarea de mediación y tras la captura y muerte de Ernesto ‘Che’ Guevara en Bolivia en 1967, se creyó por parte americana que había llegado la ocasión propicia. La paradoja que ha envuelto la relación de los dos gallegos, el que fue héroe mítico de los revolucionarios del mundo y el feroz anticomunista,dio lugar a que Adolfo Martín Gamero, el diplomático español encargado de esa labor de mediación, viviese un episodio insólito y que narra Norberto Fuentes, biógrafo de Fidel. El diplomático fue recibido en Cuba por los hermanos Castro, que le llevaron de viaje por la isla. Cuando visitaron su casa familiar en Birán, cuál no sería la sorpresa del enviado español cuando en el dormitorio del padre de Fidel vio un telescopio y… ¡una foto de Franco sobre la mesilla de noche, que allí estaba desde siempre!
La normalidad de las relaciones entre ambos países fue plena desde 1974 en que se produjo el intercambio de embajadores. En 1992 Fidel realizó un viaje oficial a España y a Galicia donde pudo visitar la casa de su padre en Láncara y a sus parientes, acompañado del otrora franquista Manuel Fraga, otro gallego con conexión cubana en su niñez. EL PAÍS entrevistó en 1985 a Castro que hizo estas concluyentes declaraciones: "Franco no se portó mal, hay que reconocerlo. Pese a las presiones que tuvo, no rompió las relaciones diplomáticas y comerciales con nosotros. No tocar a Cuba fue su frase terminante. El gallego supo habérselas. Que se portó bien, caramba".
Hay 15 Comentarios
Creo que la clave hay que buscarla en la última frase de Fidel. Si en los primeros tiempos de la revolución cubana hubo buena relación, además de por tratarse de un país hermano, también hay que tener en cuenta que muchos españoles vivían de sus industrias y propiedades en Cuba. Yo aún recuerdo la casa de una señora que no había pisado Cuba pero recibía de forma periódica los beneficios de sus propiedades en Cuba que le enviaba su administrador. Vivía exclusivamente de esas rentas. En cuanto le incautaron todo se encontró en una situación que debió ser desesperada, pero ella siguió manteniendo gran dignidad y en aquella casa se respiraba el ambiente de un pasado opulento, como si el tiempo no hubiese transcurrido desde que la familia y amistades tuvieron que comenzar a echarle una mano. Abundando en lo dicho por Fidel, Franco se negó a hacer seguidismo del bloqueo norteamericano, y máxime con un país hermano porque quiso dar una lección de lo que no se debe hacer con ningún pueblo, incluso si está regidos por sus mayores enemigos ideológicos. Si los comunistas habían promovido la declaración de 1946 en la ONU con el bloqueo consiguiente y lo que ello conllevó para el pueblo español, el Caudillo pensaba que ningún país, aún uno comunista se merecía que su población pasase por las penalidades que a nosotros nos ocasionó aquel bloqueo promovido por los comunistas.
Publicado por: Bernardo | 05/06/2014 16:42:37
¡Estos gallegos...! Cómo son.
Publicado por: O can de Palleiro | 05/06/2014 16:21:46
LO que unía a Franco y a Fidel Castro era el antinorteamericanismo a ultranza. Uno por fascista y resentido por la derrota nazi, y el otro un marxista alienado. Ambos se beneficiaron de la extraña alianza. Franco mantenía su dictadura alejada de Estados Unidos y de Europa y Castro empezaba su tiranía con la ayuda económica y moral de Franco.
Publicado por: Amadeus | 05/06/2014 16:03:05
Por cierto, Castiella, de Bilbao; Lojendio, de San Sebastián... ¡Que tiempos aquellos en que los vascos eran los más españoles de todos!
Publicado por: JE | 05/06/2014 15:45:56
Franco, Castiella, Lojendio... Esos sí que tenían cojones. Otro gallo le cantaría a España si tuviéramos políticos como ellos.
Publicado por: JE | 05/06/2014 15:43:37
Galicia es tan rara, que cualquier cosa surrealista puede acontecer en ella
Publicado por: florodor | 05/06/2014 15:35:59
No hay unarelato sobre el altercado de Don Pablo d eLogendio cuando increpo a Fidel al este hablar mal de Franco en un programa de television y Logendio penetro en el estudio y reto al dictador quedando este oparalizado
Publicado por: luigi colagrande | 05/06/2014 15:31:59
Sí, la clave de la fascinación recíproca es el nacionalismo. Ignoro si - como indica el artículo - también a Franco le fascinaba Ho Chi Minh, pero aventuro que era por su nacionalismo. Tanto en el caso cubano como en el vietnamita, la pulsión efectiva de sus movimientos de liberación ha sido la independencia nacional, el comunismo ha sido un barniz en el caso asiático y un "hacer de necesidad virtud" en el caso cubano, igualito que para Franco: ser amigo de los yanquis tras haber sido germnófilo es pura adaptación oportunista a sus necesidades de supervivencia política. Curiosa paradoja en un Franco de cultura colonialista el admirar a dos anti-imperialistas. Sugiero otro artículo relatando la visita de Ernesto Guevara a España.
Publicado por: Pep Inus | 05/06/2014 15:23:09
No debe causar sorpresa. En Argentina, el Partido Comunista apoyó a la dictadura genocida de Videla por el hecho de aprobar ventas de cereales a la Urss, mientras en simultáneo, los militantes comunistas eran secuestrados, torturados y desaparecidos. Delicias de los regímenes autoritarios.
Publicado por: Juan | 05/06/2014 15:17:34
No me sorprende en absoluto, los regímenes comunistas son capaces de aliarse con el diablo con tal de tener apoyos para su causa.
Publicado por: Andoni | 05/06/2014 15:09:52
Existe una película gallega sobre el encuentro entre Manuel Fraga y Fidel Castro en Galicia. Es muy interesante:
http://www.ordenpropia.com/FRAGA-Y-FIDEL-SIN-EMBARGO-1
Publicado por: antoni vila | 05/06/2014 15:04:52
Buenas relaciones amistosas por caracter y simpatias nacionales...en ese sentido Franco njunca conspiro contra Castro a pesar que en un inicio Castro ataco a Franco en Naciones Unidas y en la TV cubana...despues Castro fue reciproco...pero no por eso Castro se volvio franquista...en Cuba desde la nacionalizacion de las empresas hay una fabrica de azucar que se llama ESPAÑA REPUBLICANA...en la provincia de Matanzas..escuelas con el nombre de JULIAN GRIMAU..Teatro con el nombre de Federico Garcia Lorca...España es como Cuba...o Cuba es como España...cosas que muchos españoles no saben o no entienden bien
Publicado por: almendarez | 05/06/2014 14:54:02
A este paso Fidel nos va a enterrar a todos.
Publicado por: Santander | 05/06/2014 14:42:27
Franco fue más hábil y tuvo más suerte que otros dictadores más dotados intelectualmente. Fidel pensaba que hasta del enemigo se aprende.
Publicado por: Atticus | 05/06/2014 14:39:52
El nacionalismo lleva siendo la clave de la política exterior (e interior) durante demasiado tiempo. A uno le gustaría ver una época nueva, donde otro tipo de consideraciones fueran más importantes, pero no parece nada seguro.
http://blogs.elpais.com/historias/2014/06/franco-y-fidel-enemigos-cordiales.html
Manuel Fraga y Fidel Castro preparan una queimada en Láncara (Lugo)/ Xurxo Lobato
Tras el fallecimiento de Franco, el corresponsal de la Agencia Efe en La Habana envió un despacho del que se hicieron eco algunos de los más prestigiosos periódicos del mundo y que decía lo siguiente: “Pocas horas después de conocerse la muerte del general Franco, el Gobierno revolucionario de Cuba decretó luto oficial por tres días. Desde el jueves las banderas ondean a media asta en todo el territorio cubano. El Presidente de la República, doctor Osvaldo Dorticós, ha enviado un mensaje de condolencia al presidente del Gobierno español, Carlos Arias Navarro (…)”. Cuando se lee esto da la impresión de que o no se ha entendido bien o hay una errata en el texto. No es así. La Cuba de Fidel Castro homenajeó al dictador como ningún otro país hizo, si bien quiso mantener la comunicación del decreto en niveles privados para quedar bien con España y evitar, a la vez, un escándalo internacional. Este gesto adquirió con el tiempo aún mayor relieve pues al año siguiente murió Mao Tse Tung y el Gobierno de Cuba no tuvo el mismo detalle con el líder comunista chino. Se trataba del último capítulo de una peculiar y chocante relación de dos dictadores en las antípodas ideológicas que decidieron actuar con un ‘subterráneo’ pragmatismo y una complicidad que ha generado un enorme interés entre historiadores y politólogos.
Desde 1959 los acontecimientos fueron forjando un mutuo respeto que acabó llegando a la admiración. El vínculo común a Galicia fue un factor que favoreció esa aproximación. Franco creció, al igual que los militares de su generación, con un sentimiento antiamericano que venía de la derrota contra EE UU en Cuba en 1898. En palabras del propio Fidel, recogidas en Biografía a dos voces de Ignacio Ramonet (Debate), “Franco tiene que haber crecido y haberse educado con aquella amarga experiencia (…). Y lo que hizo la Revolución Cubana, a partir de 1959, resistiendo a Estados Unidos, rebelándose contra el imperio y derrotándolo en Girón, puede haber sido visto por él como una forma de revancha histórica de España. En definitiva, los cubanos, en la forma en que hemos sabido enfrentarnos a Estados Unidos y resistir sus agresiones, hemos reivindicado el sentimiento y el honor de los españoles.” El ‘centinela de Occidente’ intuía que a Castro, en su enfrentamiento con el imperialismo americano, no le movía únicamente la ideología marxista sino que el factor nacionalista y patriótico llegaba a ser incluso más importante. Historiadores como Joaquim Roy (La siempre fiel: Un siglo de relaciones hispanocubanas (1898-1998), Ed. Los Libros de la Catarata) constatan que Franco reclamó informes a sus colaboradores para conocer más a fondo a Castro y otros comunistas célebres como Ho Chi Minh, a causa de la fascinación que despertaban en él.
Castro no desperdició ocasión alguna para criticar en público al régimen franquista, pero no a Franco. Recibió repetidas veces a los dirigentes comunistas españoles en La Habana, haciendo públicos elogios a Dolores Ibárruri, Pasionaria, y se rodeó de militares prestigiosos del ejército republicano como Enrique Líster y Alberto Bayo, instructor del grupo de revolucionarios cubanos que se entrenaron en México antes de embarcarse en el Granma. La infancia y juventud de Fidel aportan información en lo que se refiere a la singular relación de los dos dictadores. Hijo de Ángel Castro, un acaudalado terrateniente gallego nacido en Láncara (Lugo) que emigró a Cuba en 1905, se formó principalmente en escuelas jesuitas de Santiago de Cuba. Sus profesores fueron religiosos españoles partidarios firmes sin excepción de Franco en la Guerra Civil española. En casa el joven Fidel también fue testigo de cómo su padre, persona influyente de su comunidad, se manifestaba sin ambages a favor de su paisano de Ferrol.
España mantuvo con la Cuba de Fulgencio Batista una relación amable, que se mantiene con el triunfo del nuevo gobierno revolucionario en 1959 y Franco no se podía quejar de la gestión de Juan Pablo de Lojendio, el embajador español en La Habana, durante el primer año de la revolución. Los exhaustivos análisis del catedrático Manuel de Paz Sánchez (Zona Rebelde y Zona de Guerra, Librería Universal-CCPC, y otros), experto en las relaciones trasatlánticas de España, explican los movimientos de Lojendio, que neutraliza los intentos de los republicanos españoles para que la nueva Cuba siga los pasos de México, lo que traería la ruptura con la España franquista y el reconocimiento del Gobierno de la II República en el exilio. La persecución a grupos contrarrevolucionarios caldea un ambiente en el que tuvo lugar un incidente diplomático grave e incomprensible en enero de 1960. Castro se encuentra en los estudios de la televisión cubana haciendo declaraciones en directo sobre la actividad opositora y alude al apoyo de la embajada española a esa actividad. Lojendio, arrebatado por su temperamento, irrumpe en los estudios [en la fotografía, un momento del incidente entre el embajador Lojendio y Castro en 1960 captada por Telemundo] ofendido y exige a Castro una rectificación en medio de un tumulto que deja boquiabierta a la audiencia televisiva. La expulsión del embajador es inmediata. Franco es informado del incidente y transmite al ministro de Exteriores Castiella su resolución: “Usted es el ministro. Haga lo que crea oportuno. Con Cuba, cualquier cosa menos romper”.
Efectivamente, Cuba y España superaron la crisis y no rompieron. Se impuso el pragmatismo y las relaciones se mantuvieron desde ese momento al nivel de encargado de negocios, mientras un Franco enfadado con su embajador, decidió lavar los trapos sucios en casa discretamente. Como él mismo afirma en Mis conversaciones privadas con Franco (Planeta), de su primo Francisco Franco Salgado-Araújo, “El acto de Lojendio puede significar que el presidente Castro, que está en plan comunista, no sólo rompa sus relaciones con España sino que reconozca al gobierno rojo en el exilio, (…)“. Lojendio, tras un período de inactividad, fue destinado a un puesto diplomático de segunda categoría en Berna.
La relación hispano-cubana se ve afectada por la entrada en escena de otro actor protagonista. Estados Unidos ve peligrar sus intereses en una zona en la que no tiene costumbre de convencer a sus oponentes con persuasión sino con el palo. La reforma agraria cubana y las expropiaciones a empresas y particulares norteamericanos son respondidas con la ruptura de relaciones diplomáticas y el inicio del famoso embargo económico en el otoño de 1960, que en febrero de 1962 es casi total. Una mayoría de países latinoamericanos rompe relaciones con Cuba y la Europa aliada de EE UU cierra sus puertas a la economía de la isla. La URSS y el bloque comunista acuden veloces a la voz de socorro de Fidel, pero ese embargo va a hacer agua también por otro punto que es España. Poco después de que el presidente Eisenhower de un espaldarazo a Franco con su visita oficial a Madrid, en 1960 se firma un acuerdo comercial entre España y Cuba, que será renovado e implementado en años posteriores.
El Gobierno norteamericano contempla estupefacto la política exterior española que no participa de las represalias contra Cuba y teme que tenga un efecto de contagio al resto de países hispanoamericanos. Solo los momentos de tensión de la crisis de los misiles, en octubre de 1962, detienen el intercambio comercial entre españoles y cubanos, de unas dimensiones opinables pero que tienen un valor moral inestimable para la Cuba asediada por Estados Unidos. Las líneas aéreas de Iberia mantienen a La Habana conectada con Europa, a los niños cubanos no les faltan juguetes españoles y el turrón de Jijona por Navidad o los autobuses Pegaso en las carreteras cubanas son la muestra de la buena voluntad del Gobierno de Franco.
Ernesto 'Che' Guevara asiste a una corrida de toros en Madrid en 1959. / Hermes Pato
Estados Unidos blandió la amenaza del fin de las ayudas económicas a España para que abandonase su postura pero la renegociación de las bases americanas en suelo español en 1963 aparcó la medida. Estados Unidos acabará aceptando la posición española pero el tráfico marítimo se ve afectado por la tensión internacional en el Caribe. Los exiliados cubanos estaban muy enfadados con la política de Franco y grupos anticastristas, pertrechados por la CIA, atacaron en ocasiones a los buques españoles. En septiembre de 1964, el Sierra Aránzazu sufrió el ataque de lanchas anticastristas que descargaron 1.500 balas sobre el mercante, causando la muerte a tres marinos y heridas a seis. Estados Unidos negó cualquier implicación pero la diplomacia española logró que a partir de ese momento los buques españoles fuesen escoltados por la marina de guerra americana.
El Gobierno de Estados Unidos intentó sacar partido de la negativa de Franco a participar en el embargo a Cuba y pensó en utilizar la cercanía de ambas dictaduras para establecer un canal de comunicación secreto con La Habana. Franco aceptó la tarea de mediación y tras la captura y muerte de Ernesto ‘Che’ Guevara en Bolivia en 1967, se creyó por parte americana que había llegado la ocasión propicia. La paradoja que ha envuelto la relación de los dos gallegos, el que fue héroe mítico de los revolucionarios del mundo y el feroz anticomunista,dio lugar a que Adolfo Martín Gamero, el diplomático español encargado de esa labor de mediación, viviese un episodio insólito y que narra Norberto Fuentes, biógrafo de Fidel. El diplomático fue recibido en Cuba por los hermanos Castro, que le llevaron de viaje por la isla. Cuando visitaron su casa familiar en Birán, cuál no sería la sorpresa del enviado español cuando en el dormitorio del padre de Fidel vio un telescopio y… ¡una foto de Franco sobre la mesilla de noche, que allí estaba desde siempre!
La normalidad de las relaciones entre ambos países fue plena desde 1974 en que se produjo el intercambio de embajadores. En 1992 Fidel realizó un viaje oficial a España y a Galicia donde pudo visitar la casa de su padre en Láncara y a sus parientes, acompañado del otrora franquista Manuel Fraga, otro gallego con conexión cubana en su niñez. EL PAÍS entrevistó en 1985 a Castro que hizo estas concluyentes declaraciones: "Franco no se portó mal, hay que reconocerlo. Pese a las presiones que tuvo, no rompió las relaciones diplomáticas y comerciales con nosotros. No tocar a Cuba fue su frase terminante. El gallego supo habérselas. Que se portó bien, caramba".
Hay 15 Comentarios
Creo que la clave hay que buscarla en la última frase de Fidel. Si en los primeros tiempos de la revolución cubana hubo buena relación, además de por tratarse de un país hermano, también hay que tener en cuenta que muchos españoles vivían de sus industrias y propiedades en Cuba. Yo aún recuerdo la casa de una señora que no había pisado Cuba pero recibía de forma periódica los beneficios de sus propiedades en Cuba que le enviaba su administrador. Vivía exclusivamente de esas rentas. En cuanto le incautaron todo se encontró en una situación que debió ser desesperada, pero ella siguió manteniendo gran dignidad y en aquella casa se respiraba el ambiente de un pasado opulento, como si el tiempo no hubiese transcurrido desde que la familia y amistades tuvieron que comenzar a echarle una mano. Abundando en lo dicho por Fidel, Franco se negó a hacer seguidismo del bloqueo norteamericano, y máxime con un país hermano porque quiso dar una lección de lo que no se debe hacer con ningún pueblo, incluso si está regidos por sus mayores enemigos ideológicos. Si los comunistas habían promovido la declaración de 1946 en la ONU con el bloqueo consiguiente y lo que ello conllevó para el pueblo español, el Caudillo pensaba que ningún país, aún uno comunista se merecía que su población pasase por las penalidades que a nosotros nos ocasionó aquel bloqueo promovido por los comunistas.
Publicado por: Bernardo | 05/06/2014 16:42:37
¡Estos gallegos...! Cómo son.
Publicado por: O can de Palleiro | 05/06/2014 16:21:46
LO que unía a Franco y a Fidel Castro era el antinorteamericanismo a ultranza. Uno por fascista y resentido por la derrota nazi, y el otro un marxista alienado. Ambos se beneficiaron de la extraña alianza. Franco mantenía su dictadura alejada de Estados Unidos y de Europa y Castro empezaba su tiranía con la ayuda económica y moral de Franco.
Publicado por: Amadeus | 05/06/2014 16:03:05
Por cierto, Castiella, de Bilbao; Lojendio, de San Sebastián... ¡Que tiempos aquellos en que los vascos eran los más españoles de todos!
Publicado por: JE | 05/06/2014 15:45:56
Franco, Castiella, Lojendio... Esos sí que tenían cojones. Otro gallo le cantaría a España si tuviéramos políticos como ellos.
Publicado por: JE | 05/06/2014 15:43:37
Galicia es tan rara, que cualquier cosa surrealista puede acontecer en ella
Publicado por: florodor | 05/06/2014 15:35:59
No hay unarelato sobre el altercado de Don Pablo d eLogendio cuando increpo a Fidel al este hablar mal de Franco en un programa de television y Logendio penetro en el estudio y reto al dictador quedando este oparalizado
Publicado por: luigi colagrande | 05/06/2014 15:31:59
Sí, la clave de la fascinación recíproca es el nacionalismo. Ignoro si - como indica el artículo - también a Franco le fascinaba Ho Chi Minh, pero aventuro que era por su nacionalismo. Tanto en el caso cubano como en el vietnamita, la pulsión efectiva de sus movimientos de liberación ha sido la independencia nacional, el comunismo ha sido un barniz en el caso asiático y un "hacer de necesidad virtud" en el caso cubano, igualito que para Franco: ser amigo de los yanquis tras haber sido germnófilo es pura adaptación oportunista a sus necesidades de supervivencia política. Curiosa paradoja en un Franco de cultura colonialista el admirar a dos anti-imperialistas. Sugiero otro artículo relatando la visita de Ernesto Guevara a España.
Publicado por: Pep Inus | 05/06/2014 15:23:09
No debe causar sorpresa. En Argentina, el Partido Comunista apoyó a la dictadura genocida de Videla por el hecho de aprobar ventas de cereales a la Urss, mientras en simultáneo, los militantes comunistas eran secuestrados, torturados y desaparecidos. Delicias de los regímenes autoritarios.
Publicado por: Juan | 05/06/2014 15:17:34
No me sorprende en absoluto, los regímenes comunistas son capaces de aliarse con el diablo con tal de tener apoyos para su causa.
Publicado por: Andoni | 05/06/2014 15:09:52
Existe una película gallega sobre el encuentro entre Manuel Fraga y Fidel Castro en Galicia. Es muy interesante:
http://www.ordenpropia.com/FRAGA-Y-FIDEL-SIN-EMBARGO-1
Publicado por: antoni vila | 05/06/2014 15:04:52
Buenas relaciones amistosas por caracter y simpatias nacionales...en ese sentido Franco njunca conspiro contra Castro a pesar que en un inicio Castro ataco a Franco en Naciones Unidas y en la TV cubana...despues Castro fue reciproco...pero no por eso Castro se volvio franquista...en Cuba desde la nacionalizacion de las empresas hay una fabrica de azucar que se llama ESPAÑA REPUBLICANA...en la provincia de Matanzas..escuelas con el nombre de JULIAN GRIMAU..Teatro con el nombre de Federico Garcia Lorca...España es como Cuba...o Cuba es como España...cosas que muchos españoles no saben o no entienden bien
Publicado por: almendarez | 05/06/2014 14:54:02
A este paso Fidel nos va a enterrar a todos.
Publicado por: Santander | 05/06/2014 14:42:27
Franco fue más hábil y tuvo más suerte que otros dictadores más dotados intelectualmente. Fidel pensaba que hasta del enemigo se aprende.
Publicado por: Atticus | 05/06/2014 14:39:52
El nacionalismo lleva siendo la clave de la política exterior (e interior) durante demasiado tiempo. A uno le gustaría ver una época nueva, donde otro tipo de consideraciones fueran más importantes, pero no parece nada seguro.
http://blogs.elpais.com/historias/2014/06/franco-y-fidel-enemigos-cordiales.html
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