MAS SOBRE EL CULTO A LA PERSONALIDAD DEL CAGANDANTE.
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MAS SOBRE EL CULTO A LA PERSONALIDAD DEL CAGANDANTE.
Un monumento a la insolencia
Febrero 17th, 2009
Durante muchos días he estado ocupada en actividades que me han impedido ocuparme de mi pobre bitácora. He extrañado estos furtivos encuentros con los lectores, aunque siempre he tratado de mantenerme informada de lo que sucede y, por supuesto, he continuado participando en nuestro querido Itinerario Blogger. El exceso de trabajo tampoco me ha impedido hojear (u “ojear”) el Granma, tratando como siempre de arrancar alguna noticia de sus crípticos y magros artículos. Fue así que el 7 de febrero me abofeteó un gran cintillo de la página 4 que decía en letras rojas: “A propósito de la declaración de Birán como Monumento Nacional”.
Los lectores extranjeros y algunos cubanos jóvenes pudieran no saber qué quiere decir ese vocablo aborigen, “Birán”, pero –con independencia de su etimología aruaca- para los nativos de la Isla está claro que se trata del nombre de la localidad donde naciera el excelso F. Castro. Y aunque a nadie debería extrañar que en un país donde el culto a la personalidad del Líder emula con el que se practica en Corea del Norte con los tristemente célebres “Kim”, la verdad es que el texto abunda en detalles que rayan en el cinismo. Allí se lee claramente que el señor Ángel Castro –un gallego analfabeto y pobre, responsable genético de la casta brahmánica insular- creó en Birán “un verdadero feudo” consistente en un batey “de 27 instalaciones” (billar y valla de gallos incluidos) y 10 mil hectáreas de tierra que producían caña de azúcar, madera, naranjas y frutos menores. El astuto gallego, “generoso y solidario con sus vasallos”, en menos de 30 años, “fue capaz de convertirse en gran hacendado y terrateniente” y también fue capaz “no solo de sobrevivir sino de prosperar” a pesar del “cerco implacable de las geófagas compañías norteamericanas United Fruit y la Cuban American Sugar” (todo un exitoso luchador contra el protobloqueo norteamericano), además de “fundar una de las comunidades rurales más extraordinarias y singulares de todo el territorio de la República neocolonial”.
Pero lo verdaderamente notorio es que la casa original de los Castro, con sus 513 metros de cubierta, que se quemara accidentalmente hasta sus cimientos en 1954, fue nuevamente levantada en los años 70 tal como se le puede ver hoy y siguiendo los planos originales, por iniciativa de Celia Sánchez, sobre 76 pilotes de madera de caguairán, con sus primorosas paredes, también de madera machihembrada y sus tejas enteritas, sótano y altillo. En el batey se conservan igualmente “la acogedora casa” de la abuela materna y la casa de dos plantas de la hermana mayor de los Castro Ruz, entre otras instalaciones.
En un país donde una de las más acuciantes necesidades es la vivienda, donde el número de familias sin hogar propio se cuentan por centenares de miles, la soberbia de los gobernantes se arroga el lujo (que no el derecho) de sostener con recursos del Estado todo un poblado-museo, “atendido y manejado por un eficiente equipo de trabajo subordinado a las Oficinas de Historia del Consejo de Estado”, especialistas y otros empleados que cobran sus salarios solo por mantener limpias y a salvo las reliquias familiares y la fatuidad de los dueños del poder y con ellas el mito de la génesis de la revolución. Más que soberbia, es una verdadera desfachatez. No puedo menos que recordar, por contraste, la modesta casita de la calle de Paula, en La Habana Vieja, donde en 1853 nació el mejor de todos los cubanos, y que fuera restaurada y mantenida a través de suscripciones y colectas públicas durante el período que los demagogos de hoy llaman despectivamente “seudorrepública”. Mirando la humilde casa natal del Apóstol, su sencillo porte y sus reducidos espacios, comprendemos también por contraste que la grandeza del alma no dimana de la vanidad personal, ni mucho menos de la astucia o ambición de los progenitores.
Ilustración: “El camino del pasado”, obra del pintor cubano Arturo Montoto.
http://desdecuba.com/sin_evasion/?p=142
Febrero 17th, 2009
Durante muchos días he estado ocupada en actividades que me han impedido ocuparme de mi pobre bitácora. He extrañado estos furtivos encuentros con los lectores, aunque siempre he tratado de mantenerme informada de lo que sucede y, por supuesto, he continuado participando en nuestro querido Itinerario Blogger. El exceso de trabajo tampoco me ha impedido hojear (u “ojear”) el Granma, tratando como siempre de arrancar alguna noticia de sus crípticos y magros artículos. Fue así que el 7 de febrero me abofeteó un gran cintillo de la página 4 que decía en letras rojas: “A propósito de la declaración de Birán como Monumento Nacional”.
Los lectores extranjeros y algunos cubanos jóvenes pudieran no saber qué quiere decir ese vocablo aborigen, “Birán”, pero –con independencia de su etimología aruaca- para los nativos de la Isla está claro que se trata del nombre de la localidad donde naciera el excelso F. Castro. Y aunque a nadie debería extrañar que en un país donde el culto a la personalidad del Líder emula con el que se practica en Corea del Norte con los tristemente célebres “Kim”, la verdad es que el texto abunda en detalles que rayan en el cinismo. Allí se lee claramente que el señor Ángel Castro –un gallego analfabeto y pobre, responsable genético de la casta brahmánica insular- creó en Birán “un verdadero feudo” consistente en un batey “de 27 instalaciones” (billar y valla de gallos incluidos) y 10 mil hectáreas de tierra que producían caña de azúcar, madera, naranjas y frutos menores. El astuto gallego, “generoso y solidario con sus vasallos”, en menos de 30 años, “fue capaz de convertirse en gran hacendado y terrateniente” y también fue capaz “no solo de sobrevivir sino de prosperar” a pesar del “cerco implacable de las geófagas compañías norteamericanas United Fruit y la Cuban American Sugar” (todo un exitoso luchador contra el protobloqueo norteamericano), además de “fundar una de las comunidades rurales más extraordinarias y singulares de todo el territorio de la República neocolonial”.
Pero lo verdaderamente notorio es que la casa original de los Castro, con sus 513 metros de cubierta, que se quemara accidentalmente hasta sus cimientos en 1954, fue nuevamente levantada en los años 70 tal como se le puede ver hoy y siguiendo los planos originales, por iniciativa de Celia Sánchez, sobre 76 pilotes de madera de caguairán, con sus primorosas paredes, también de madera machihembrada y sus tejas enteritas, sótano y altillo. En el batey se conservan igualmente “la acogedora casa” de la abuela materna y la casa de dos plantas de la hermana mayor de los Castro Ruz, entre otras instalaciones.
En un país donde una de las más acuciantes necesidades es la vivienda, donde el número de familias sin hogar propio se cuentan por centenares de miles, la soberbia de los gobernantes se arroga el lujo (que no el derecho) de sostener con recursos del Estado todo un poblado-museo, “atendido y manejado por un eficiente equipo de trabajo subordinado a las Oficinas de Historia del Consejo de Estado”, especialistas y otros empleados que cobran sus salarios solo por mantener limpias y a salvo las reliquias familiares y la fatuidad de los dueños del poder y con ellas el mito de la génesis de la revolución. Más que soberbia, es una verdadera desfachatez. No puedo menos que recordar, por contraste, la modesta casita de la calle de Paula, en La Habana Vieja, donde en 1853 nació el mejor de todos los cubanos, y que fuera restaurada y mantenida a través de suscripciones y colectas públicas durante el período que los demagogos de hoy llaman despectivamente “seudorrepública”. Mirando la humilde casa natal del Apóstol, su sencillo porte y sus reducidos espacios, comprendemos también por contraste que la grandeza del alma no dimana de la vanidad personal, ni mucho menos de la astucia o ambición de los progenitores.
Ilustración: “El camino del pasado”, obra del pintor cubano Arturo Montoto.
http://desdecuba.com/sin_evasion/?p=142
Azali- Admin
- Cantidad de envíos : 50978
Fecha de inscripción : 27/10/2008
MAS SOBRE EL CULTO A LA PERSONALIDAD DEL CAGANDANTE.
No es bueno el culto a la personalidad, es lo malo que hay en nuestros pueblos. Los chilenos y muchos derechistas adoraban a Hitler y a Pinochet, y la izquierda erróneamente también cae en la misma maña
Dalton77- Cantidad de envíos : 3837
Fecha de inscripción : 19/02/2009
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» Lo que "se comenta" sobre el cagandante...jijijjajajaj
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