Vivencias y reflexiones de una española en La Habana
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Vivencias y reflexiones de una española en La Habana
Vivencias y reflexiones de una española en La Habana
Por Luz Modrono.
¿Cómo hacer llegar la amarga visión que de la realidad cubana se obtiene en cuanto se traspasa el umbral de los circuitos turísticos y la planificación gozosa de esa bella isla que, para el consumo placentero del turista, ha desarrollado un gobierno infame que humilla, prohíbe, persigue y ha llevado a su pueblo a la condición de meros supervivientes?
Por fin he llegado a Madrid, pero en mi retina, en mis oídos y en mi memoria persiste vivamente la realidad de un país enajenado, olvidado, justificada la barbarie y la pobreza, la humillación permanente en aras de no sé qué principios que nada tienen que ver con las legítimas aspiraciones de una sociedad libre. Sentir la mirada turbia por el miedo y la desconfianza de los cubanos, el ansía de escapar de una isla que ha sido lugar de origen y alumbramiento y que hoy es una cruel cárcel en la que irremisiblemente están atrapados, sin saber ciertamente el tiempo de condena que aún queda por cumplir, es una experiencia que Poe posiblemente no se atreviera a imaginar.
Los cubanos declaraban en mis entrevistas sentir que son "culpables de algo", que han hecho algo mal a lo largo de la historia, y que son castigados por fuerzas incontroladas, sienten que agonizan entre podredumbre y vejaciones. El pueblo en Cuba ha sido desposeído de sus señas identificativas para verse transformado en masa hostigada y con capacidad de supervivencia en la medida en que son obedientes y sumisos a las órdenes transmitidas desde el poder. Un poder autodenominado "revolucionario" y que lleva casi medio siglo entronizado. Y contemplando indiferente, la agonía de su propio país. País en el que la apostasía se paga con largos años de presidio.
La libertad de pensamiento, la independencia de criterios, la expresión crítica del análisis de la realidad son meras falacias contrarrevolucionarias que ponen en peligro la supuesta estabilidad del régimen. Estabilidad en la que -no me cabe duda alguna tras la observación y conversaciones mantenidas con los cubanos de toda índole y condición- no cree ni el propio Fidel. Porque Cuba es hoy una sociedad descompuesta, hambrienta, agonizante. Y de ello son prueba los actos de terror que sistemáticamente la Seguridad del Estado inflige a la población. Y que van desde los impedimentos legales para resolver cualquier trámite administrativo, a la amenaza, la exclusión social, el despido laboral... y que irán in crescendo en la medida en que los integrantes de la masa condicionada por el poder más vayan individualizándose hasta alcanzar los grados de paroxismo colectivo que son los actos de repudio, los avasallamientos y registros domiciliarios, las detenciones injustificadas, los interrogatorios en la tétrica Villa Marista, la suspensión de juicios, las palizas y las torturas, las condenas por delitos que no tienen visos de realidad, porque en Cuba el gobierno niega la prisión por delitos de conciencia.
El pillaje, la mentira, la extorsión, la prostitución... marcan la personalidad de las calles de La Habana. Y la población, en la que los valores morales y éticos ha sufrido una alteración lingüística, denomina a todo ello "estar en la lucha". Está en la lucha el que roba, el que tima, el o la que se prostituye para poder malalimentarse, el que trafica... Está en la lucha el que, en definitiva, se ha visto obligado por la fuerza del hambre y un sistema político decadente a sobrevivir. Es decir, "roban todos, todos lo hacen. Lo único es que hay que tener cuidado con que no te pillen, pues son cinco años de cárcel", declara uno de mis entrevistados, joven de 23 años hijo de médicos fundadores del PCC y hoy sobreviviente que, de vez en cuando, y "cuando me sale" conduce un viejo "almendrón" de su familia y se dedica a traficar con puros habanos.
Es la lucha cotidiana contra un mundo que se derrumba pero que no acaba de hundirse. Cuando habla, Alejandro se lleva un dedo a los labios, baja la voz y mira desconfiado hacia sus cuatro costados.
Porque en Cuba nadie es inocente, para serlo hay que demostrarlo, y el gobierno tiránico de un enajenado lleno de odio y poder se encarga de que no sea así como arma arrojadiza contra los no-ciudadanos, contra el que se atreve a moverse, a no participar en los actos de repudio, a declararse contrario a tanto despropósito.
Para el gobierno cubano y sus agentes esbirros de la Seguridad del Estado, yo tampoco fui inocente. La Seguridad se presentó en la casa en la que me alojaba y mancilló y violentó mis pertenencias, mis escritos, mi intimidad. Ante mi protesta y petición de una orden de registro que les diera la capacidad de avasallar mi rincón, respondieron con un lúgubre "nosotros no la necesitamos".
Ahí comenzó una experiencia que me ayudó mejor a comprender la valentía, la dignidad, el orgullo de un pueblo que no quiere ser masa. Medió la amenaza contra mí y contra los que me rodeaban y con los que me relacionaba. Bajo la acusación de ser "agente extranjero al servicio de la contrarrevolución", dejando claro el significado de esta frase y la amenaza bien de la tenebrosa Villa Marista o la expulsión del país como "persona non grata", se me exhortó a seguir mi estancia en Cuba como turista y visitando los recorridos turísticos preparados por la revolución.
Fue mi castigo y mi penitencia. Tenía que visitar la tarjeta postal para uso y disfrute de los turistas, confeccionada con hilos de mentiras y falsedades. Me convertí en persona non grata por rodearme de amigos que se habían movido de la foto, por gente que no cabía en la tarjeta postal. Aunque en realidad, ningún cubano cabe hoy en ella.
Por hablar e intentar moverme, olvidando que en la tierra del secuestro nada es permisible sin el conocimiento de su excelencia, por tratar de conocer esta isla desde el otro lado del espejo. Y me transformé en una disidente extranjera, en una opositora, pasando a engrosar la larga lista de personas que, violando el principio universal de libre movilidad, no podrán regresar a Cuba y que, anhelantes, esperaremos que la pesadilla termine para regresar y celebrar en la calle, juntos el fin de una larga dictadura. Y poder abrazar a quienes encontramos en un camino lleno de escollos y prohibiciones, pero valientes y dignos y que nos impidieron abrazar. A pesar de Castro y sus secuaces, mi alma quedó en La Habana y dejé mi corazón llorando.
Las páginas que siguen son un retrato de la Cuba fidelista que tuve la suerte, o la desdicha, de conocer. Retrato que no se queda en la descripción de unas calles o unas gentes sino que pretenden ser una crónica y a la vez una reflexión, testimonios de un mundo decadente, que agoniza. Son el resultado de mis andanzas en la isla, de mis contactos y conversaciones no sólo con miembros de la oposición, sindicalistas o periodistas, médicos, profesores o taxistas... son producto también de mis diálogos con gente común, con gente de la calle, anónima, con mujeres, hombres, niños o adolescentes, estudiantes y trabajadores, excluidos o aparentemente adaptados al sistema. Gente pronto dispuesta a ser fotografiada para sentir que su alma escapa de la isla de las mil cárceles y una sola cara pública, gente deseosa de hablar con quien esté dispuesto a escuchar, para que todos sepan que esta tierra es el reino de la mentira, del engaño, de la burla, para gritar al mundo el estado de oprobio y abandono en el que viven, para que los que venimos de países libres, democráticos donde no nos jugamos nuestra libertad por decir lo que pensamos, sepamos que no es posible vivir con 10 ó 15 dólares mensuales sin convertirse en un ladrón, un estafador o un jinetero. Que ésa es la máxima conquista tras una inamovible dictadura que va camino del medio siglo,
Y es también un grito unánime de socorro porque les hemos dejado a su suerte, porque escondido tras un discurso demagógico, mientras el pueblo perecía, esta dictadura ha sabido encontrar apoyos y justificaciones más allá de sus propias fronteras. Cuba llora y parapetada tras un rítmico son, grita solidaridad.
Dos características comunes definen hoy a todo cubano: el permanente miedo en las miradas, en las actitudes corporales, en el dedo índice llevado a la boca rogando bajar el tono de voz hasta hacerlo apenas perceptible. Miedo a ser oído, a ser detenido, a ser expulsado del trabajo, a que les quiten la licencia de cuentapropista, a no poder comer, a ser vistos en compañías no gratas para el régimen... Miedo que se vence a duras penas pero, que al cabo se vence, porque es mayor la fuerza de la libertad ansiada. Y que se traduce en un deseo de ser fotografiados para conseguir escapar aun de forma virtual, atrapados tras una imagen que ellos no verán.
Y "la visa". Materialización del deseo legítimo de salir de un país que les mantiene atrapados. Visado que es la legitimación, la carta blanca que les permitirá la huida de forma legal. Todo cubano ve en cada extranjero el potencial poseedor de su carta blanca, y no importa la diferencia de edad, el lugar de origen, el dominio de la lengua, la comunión de costumbres o culturas... el objetivo es salir, salir y si es posible evitar el riesgo a ser devorado por tiburones o hundida la barca que, en la desesperación, se contempla en muchos casos como última salida tras agotadas todas las posibilidades, se aferrarán a ella. Sólo hace falta valor. Entre tanto, seguirán llorando y ocultando su amargura tras una cerveza nacional o el son de su ritmo.
Muchos me confesaron que van sonriendo por la calle porque se niegan a que si algún miembro del Partido o de la policía les ve, o les toma una imagen, tras ella quede atrapada la imagen real de la desesperación y la amargura. Triste país éste en el que el disimulo y el miedo viven entronizados dándose la mano.
Cuba sobrevive a pesar de sí misma. El escandaloso estado de abandono y ruina, de devastación de casas, calles y espacios públicos -bien escasos, por cierto, ya que apenas existen parques o centros de ocio- es la imagen de la devastación anímica de la mayoría de la población. Cuba resiste a pesar de la incomprensión de una buena parte del mundo exterior, de la insolidaridad mostrada por los que justifican la existencia de un estado psicópata, consumido en el abandono.
Muchos de los que hoy aún siguen defendiendo la dictadura cubana no han recorrido las calles del país, no han traspasado las fronteras de la ausencia de libertad, no han visto ni oído a un pueblo castigado y humillado. Qué fácil es defender utopías cuando se vive en países donde la amenaza, en todas sus formas y en todas sus manifestaciones, no es la moneda de cambio para seguir subsistiendo. Donde el miedo físico y psicológico no se han adueñado de la convivencia y la propia existencia de sus moradores.
La autora es integrante del Grupo Internacional por la Responsabilidad Social en Cuba.
Por Luz Modrono.
¿Cómo hacer llegar la amarga visión que de la realidad cubana se obtiene en cuanto se traspasa el umbral de los circuitos turísticos y la planificación gozosa de esa bella isla que, para el consumo placentero del turista, ha desarrollado un gobierno infame que humilla, prohíbe, persigue y ha llevado a su pueblo a la condición de meros supervivientes?
Por fin he llegado a Madrid, pero en mi retina, en mis oídos y en mi memoria persiste vivamente la realidad de un país enajenado, olvidado, justificada la barbarie y la pobreza, la humillación permanente en aras de no sé qué principios que nada tienen que ver con las legítimas aspiraciones de una sociedad libre. Sentir la mirada turbia por el miedo y la desconfianza de los cubanos, el ansía de escapar de una isla que ha sido lugar de origen y alumbramiento y que hoy es una cruel cárcel en la que irremisiblemente están atrapados, sin saber ciertamente el tiempo de condena que aún queda por cumplir, es una experiencia que Poe posiblemente no se atreviera a imaginar.
Los cubanos declaraban en mis entrevistas sentir que son "culpables de algo", que han hecho algo mal a lo largo de la historia, y que son castigados por fuerzas incontroladas, sienten que agonizan entre podredumbre y vejaciones. El pueblo en Cuba ha sido desposeído de sus señas identificativas para verse transformado en masa hostigada y con capacidad de supervivencia en la medida en que son obedientes y sumisos a las órdenes transmitidas desde el poder. Un poder autodenominado "revolucionario" y que lleva casi medio siglo entronizado. Y contemplando indiferente, la agonía de su propio país. País en el que la apostasía se paga con largos años de presidio.
La libertad de pensamiento, la independencia de criterios, la expresión crítica del análisis de la realidad son meras falacias contrarrevolucionarias que ponen en peligro la supuesta estabilidad del régimen. Estabilidad en la que -no me cabe duda alguna tras la observación y conversaciones mantenidas con los cubanos de toda índole y condición- no cree ni el propio Fidel. Porque Cuba es hoy una sociedad descompuesta, hambrienta, agonizante. Y de ello son prueba los actos de terror que sistemáticamente la Seguridad del Estado inflige a la población. Y que van desde los impedimentos legales para resolver cualquier trámite administrativo, a la amenaza, la exclusión social, el despido laboral... y que irán in crescendo en la medida en que los integrantes de la masa condicionada por el poder más vayan individualizándose hasta alcanzar los grados de paroxismo colectivo que son los actos de repudio, los avasallamientos y registros domiciliarios, las detenciones injustificadas, los interrogatorios en la tétrica Villa Marista, la suspensión de juicios, las palizas y las torturas, las condenas por delitos que no tienen visos de realidad, porque en Cuba el gobierno niega la prisión por delitos de conciencia.
El pillaje, la mentira, la extorsión, la prostitución... marcan la personalidad de las calles de La Habana. Y la población, en la que los valores morales y éticos ha sufrido una alteración lingüística, denomina a todo ello "estar en la lucha". Está en la lucha el que roba, el que tima, el o la que se prostituye para poder malalimentarse, el que trafica... Está en la lucha el que, en definitiva, se ha visto obligado por la fuerza del hambre y un sistema político decadente a sobrevivir. Es decir, "roban todos, todos lo hacen. Lo único es que hay que tener cuidado con que no te pillen, pues son cinco años de cárcel", declara uno de mis entrevistados, joven de 23 años hijo de médicos fundadores del PCC y hoy sobreviviente que, de vez en cuando, y "cuando me sale" conduce un viejo "almendrón" de su familia y se dedica a traficar con puros habanos.
Es la lucha cotidiana contra un mundo que se derrumba pero que no acaba de hundirse. Cuando habla, Alejandro se lleva un dedo a los labios, baja la voz y mira desconfiado hacia sus cuatro costados.
Porque en Cuba nadie es inocente, para serlo hay que demostrarlo, y el gobierno tiránico de un enajenado lleno de odio y poder se encarga de que no sea así como arma arrojadiza contra los no-ciudadanos, contra el que se atreve a moverse, a no participar en los actos de repudio, a declararse contrario a tanto despropósito.
Para el gobierno cubano y sus agentes esbirros de la Seguridad del Estado, yo tampoco fui inocente. La Seguridad se presentó en la casa en la que me alojaba y mancilló y violentó mis pertenencias, mis escritos, mi intimidad. Ante mi protesta y petición de una orden de registro que les diera la capacidad de avasallar mi rincón, respondieron con un lúgubre "nosotros no la necesitamos".
Ahí comenzó una experiencia que me ayudó mejor a comprender la valentía, la dignidad, el orgullo de un pueblo que no quiere ser masa. Medió la amenaza contra mí y contra los que me rodeaban y con los que me relacionaba. Bajo la acusación de ser "agente extranjero al servicio de la contrarrevolución", dejando claro el significado de esta frase y la amenaza bien de la tenebrosa Villa Marista o la expulsión del país como "persona non grata", se me exhortó a seguir mi estancia en Cuba como turista y visitando los recorridos turísticos preparados por la revolución.
Fue mi castigo y mi penitencia. Tenía que visitar la tarjeta postal para uso y disfrute de los turistas, confeccionada con hilos de mentiras y falsedades. Me convertí en persona non grata por rodearme de amigos que se habían movido de la foto, por gente que no cabía en la tarjeta postal. Aunque en realidad, ningún cubano cabe hoy en ella.
Por hablar e intentar moverme, olvidando que en la tierra del secuestro nada es permisible sin el conocimiento de su excelencia, por tratar de conocer esta isla desde el otro lado del espejo. Y me transformé en una disidente extranjera, en una opositora, pasando a engrosar la larga lista de personas que, violando el principio universal de libre movilidad, no podrán regresar a Cuba y que, anhelantes, esperaremos que la pesadilla termine para regresar y celebrar en la calle, juntos el fin de una larga dictadura. Y poder abrazar a quienes encontramos en un camino lleno de escollos y prohibiciones, pero valientes y dignos y que nos impidieron abrazar. A pesar de Castro y sus secuaces, mi alma quedó en La Habana y dejé mi corazón llorando.
Las páginas que siguen son un retrato de la Cuba fidelista que tuve la suerte, o la desdicha, de conocer. Retrato que no se queda en la descripción de unas calles o unas gentes sino que pretenden ser una crónica y a la vez una reflexión, testimonios de un mundo decadente, que agoniza. Son el resultado de mis andanzas en la isla, de mis contactos y conversaciones no sólo con miembros de la oposición, sindicalistas o periodistas, médicos, profesores o taxistas... son producto también de mis diálogos con gente común, con gente de la calle, anónima, con mujeres, hombres, niños o adolescentes, estudiantes y trabajadores, excluidos o aparentemente adaptados al sistema. Gente pronto dispuesta a ser fotografiada para sentir que su alma escapa de la isla de las mil cárceles y una sola cara pública, gente deseosa de hablar con quien esté dispuesto a escuchar, para que todos sepan que esta tierra es el reino de la mentira, del engaño, de la burla, para gritar al mundo el estado de oprobio y abandono en el que viven, para que los que venimos de países libres, democráticos donde no nos jugamos nuestra libertad por decir lo que pensamos, sepamos que no es posible vivir con 10 ó 15 dólares mensuales sin convertirse en un ladrón, un estafador o un jinetero. Que ésa es la máxima conquista tras una inamovible dictadura que va camino del medio siglo,
Y es también un grito unánime de socorro porque les hemos dejado a su suerte, porque escondido tras un discurso demagógico, mientras el pueblo perecía, esta dictadura ha sabido encontrar apoyos y justificaciones más allá de sus propias fronteras. Cuba llora y parapetada tras un rítmico son, grita solidaridad.
Dos características comunes definen hoy a todo cubano: el permanente miedo en las miradas, en las actitudes corporales, en el dedo índice llevado a la boca rogando bajar el tono de voz hasta hacerlo apenas perceptible. Miedo a ser oído, a ser detenido, a ser expulsado del trabajo, a que les quiten la licencia de cuentapropista, a no poder comer, a ser vistos en compañías no gratas para el régimen... Miedo que se vence a duras penas pero, que al cabo se vence, porque es mayor la fuerza de la libertad ansiada. Y que se traduce en un deseo de ser fotografiados para conseguir escapar aun de forma virtual, atrapados tras una imagen que ellos no verán.
Y "la visa". Materialización del deseo legítimo de salir de un país que les mantiene atrapados. Visado que es la legitimación, la carta blanca que les permitirá la huida de forma legal. Todo cubano ve en cada extranjero el potencial poseedor de su carta blanca, y no importa la diferencia de edad, el lugar de origen, el dominio de la lengua, la comunión de costumbres o culturas... el objetivo es salir, salir y si es posible evitar el riesgo a ser devorado por tiburones o hundida la barca que, en la desesperación, se contempla en muchos casos como última salida tras agotadas todas las posibilidades, se aferrarán a ella. Sólo hace falta valor. Entre tanto, seguirán llorando y ocultando su amargura tras una cerveza nacional o el son de su ritmo.
Muchos me confesaron que van sonriendo por la calle porque se niegan a que si algún miembro del Partido o de la policía les ve, o les toma una imagen, tras ella quede atrapada la imagen real de la desesperación y la amargura. Triste país éste en el que el disimulo y el miedo viven entronizados dándose la mano.
Cuba sobrevive a pesar de sí misma. El escandaloso estado de abandono y ruina, de devastación de casas, calles y espacios públicos -bien escasos, por cierto, ya que apenas existen parques o centros de ocio- es la imagen de la devastación anímica de la mayoría de la población. Cuba resiste a pesar de la incomprensión de una buena parte del mundo exterior, de la insolidaridad mostrada por los que justifican la existencia de un estado psicópata, consumido en el abandono.
Muchos de los que hoy aún siguen defendiendo la dictadura cubana no han recorrido las calles del país, no han traspasado las fronteras de la ausencia de libertad, no han visto ni oído a un pueblo castigado y humillado. Qué fácil es defender utopías cuando se vive en países donde la amenaza, en todas sus formas y en todas sus manifestaciones, no es la moneda de cambio para seguir subsistiendo. Donde el miedo físico y psicológico no se han adueñado de la convivencia y la propia existencia de sus moradores.
La autora es integrante del Grupo Internacional por la Responsabilidad Social en Cuba.
Azali- Admin
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Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: Vivencias y reflexiones de una española en La Habana
Española, socialista y activista del movimiento democrático cubano. Entrevista con Luz Modroño
Por Carlos Manuel Estefanía. CubaNuestra, 11 de abril de 2006.
Carlos M. Estefanía: ¿De que parte de España eres?
Luz Modroño: Bueno, en realidad soy un híbrido de catalana y madrileño, pasé mi infancia y adolescencia entre ambas ciudades, lo que ha marcado, sin duda, una forma de ser pues en aquella época la rivalidad entre ambas ciudades era aún más acusada que la actual. Eso te enseña a ser tolerante y a valorar la diversidad, la interculturalidad, el respeto a la diversidad... tan de moda actualmente y que yo aprendí en la práctica en el seno de mi familia.
Sin embargo, sigo con todo echando de menos el mar, el horizonte abierto, la brisa y el rumor de las olas. Son sensaciones que no se olvidan nunca cuando has crecido con ellas. Pero me adapté bien a Madrid, cuando definitivamente me instalé en ella.
Carlos M. Estefanía: ¿Cuáles son tus vínculos personales y familiares (pienso en tu abuelo y las victimas del franquismo) con la izquierda española y aquellas organizaciones que trabajan por los derechos humanos en el mundo?
Luz Modroño: Mi familia ha sido de siempre una familia de izquierdas, abierta y tolerante. Mi abuelo materno era coronel republicano, murió poco antes de estallar la Guerra Civil, el paterno republicano, de las filas de Azaña. Como tantas otras en este país, sufrieron el acoso y la represión franquista terminada la contienda. Tíos que tuvieron que salir al exilio, o se les prohibió seguir ejerciendo sus profesiones -médicos, maestros...- en fin, pertenecían a los vencidos, como tantos y tantos... yo crecí oyendo conversaciones a media voz, y aunque no era consciente de lo que realmente ocurría sí lo era de que había cosas que no podían decirse fuera de casa.
Mis primeras experiencias políticas directas fueron muy tempranas, poco antes de la transición española. Empecé militando en la LCR, -Liga Comunista Revolucionaria, de inspiración troskista- y luego en un grupúsculo que desaparecería poco después, el MCE -Movimiento Comunista de España-. Éramos muy jóvenes, nos creíamos que en los popes rusos estaba la verdad, la emancipación del pueblo... luego la historia demostraría la gran mentira de esas sociedades... fue una convulsión para la sociedad española que había mirado durante los años de la dictadura franquista a esos países y que habían admirado. Pero por entonces aún faltaban algunos años para que todo se derrunbara...
Eran los agitados años de la Universidad, las asambleas que duraban horas -yo era delegada universitaria- las manifestaciones en la calle, las carreras huyendo de balas perdidas, caballos y bombas lacrímogenas... las huelgas en la calle de fábricas y barrios en pie de lucha contra la dictadura. Con los "grises" (policía franquista, así llamados por el color de los uniformes) entre las facultades y el miedo en la mirada de nuestros familiares.
Fue realmente una época apasionante, el advenimiento de la democracia, un grito unánime de la sociedad civil española que había empezado a hacerse fuerte con nuestros padres, a partir de los 60... pero muy peligrosos. Sin embargo, teníamos conciencia de estar empujando la historia y de ser protagonistas de ella. La policía mató a varios de mis compañeros y amigos, y aún recuerdo la larga noche en la que el régimen dio sus últimos coletazos asesinando a cinco personas, dos de ellos amigos míos, tras juicios sumarísimos y fantasmas. Tan vivo es aquel recuerdo, tan infame que hoy, cuando permanente me llegan noticias de lo que pasa en Cuba, temo que pueda ocurrir algo semejante. Los dictadores son fieras que se revuelven contra su propio fin y que dan los últimos coletazos salvajes, despiadados, cuando lo presienten.
Después mis pasos se dirigieron a la militancia en organizaciones ecologistas -soy miembro de Green Peace desde hace más de veinte años- y de derechos humanos, como Amnistía Internacional. A la vez que, primero en Comisiones Obreras, sindicato comunista, del que me fui por la rigidez de sus planteamientos y conductas y luego en la UGT, sindicato socialista mucho más próximo a mis planteamientos. Y en el PSOE, donde sigo militando.
Carlos M. Estefanía: ¿Cómo fue tu despertar sobre la verdad de Cuba, cuáles fueron las experiencias que más influyeron?
Luz Modroño: Bueno, las mentiras de Castro en este país han calado hondo. Para la izquierda española, Cuba suponía el triunfo de las ideas por las que nosotros abogábamos. La falta de información, el maniqueismo y la propaganda de un régimen como el castrista, unido a un cierto antiamericanismo muy extendido entre los españoles, hacía que se sintiera cierta simpatía hacia ese dictador y creaba un ambiente proclive a creer en las inmensas falacias que llegaban. En el 2003, con la detención de los 75, todo empezó a tambalearse. Ya no era posible seguir creyendo en las mentiras de esa dictadura, tildada de izquierdas, pero dictadura cruenta capaz de encarcelar y condenar a largos años de prisión a seres inocentes. No, no era eso por lo que yo luchaba, lo que yo defendía. Las violaciones constantes a los derechos humanos que ocurren en la isla resultaban escandalosas y no tenían ninguna justificación.
Después, el año pasado se organizó en Madrid la 1ª Conferencia por la Responsabilidad Social Corporativa que organizaba el GIRSCC. Fui invitada por un amigo que sabía de mis inquietudes al respecto. Y fui, interesándome mucho por lo que allá se decía y planteaba. En mí seguía pesando con fuerza la necesidad de cambiar el imaginario de los españoles respecto a Cuba, considero que es vital para que, de una vez, Castro deje de contar con España como "aliada", me refiero a la España socialdemócrata, con la izquierda socialista con la que me identifico y en cuyas filas milito. No es posible desde nuestras posiciones ideológicas seguir defendiendo o tratando de explicar lo que ocurre en Cuba, con una dictadura que, por su propaganda, ha envilecido , mancillado y traicionado a la propia izquierda. Así se lo planteé al director del GIRSCC, Joel Brito, que se interesó mucho por lo que le planteaba. A partir de entonces comenzó una estrecha colaboración entre ambos que hoy perdura.
No obstante el mito de la enseñanza y la medicina aún perduraban. Del reparto equitativo de la riqueza, de las consecuencias sobre el país de la política americana, del mesianismo de un dictador... seguían produciendo su efecto que se traducía en la aparición de fuertes contradicciones entre lo real y lo ideal.
La realidad poco a poco iba abriéndome los ojos, el contraste entre lo que habíamos creído y esa realidad descarnada fue un proceso muy doloroso, frustrante, que estalló en toda su cruel virulencia tras mi viaje a Cuba. Allí pude ver ese miedo instalado en las miradas de las gentes, ese bajar la voz y mirar de reojo, la miseria en la que está hundida Cuba, la otrora bella Habana destruida, plagada de edificios construidos muchos por los españoles, roída, calles repletas de escombros y basura en una total desidia que, desde luego, no es debido al tan cacareado embargo sino a un profundo desprecio de los gobernantes por mantener una mínima dignidad, la apropiación de todo un país por un sólo individuo y su camarilla, el estado de los hospitales, la condición de no-ciudadano a la que se ha condenado a los nativos, el contraste entre el país de y para los turistas y el país de los cubanos.. . prohibiciones, prohibiciones para todo lo que no se ajuste fidedignamente a lo que Castro impone, la humillación de todo un pueblo. Y la persecución a la diversidad, a la opinión, a la libertad.
El viaje lo hice acompañada de un amigo, periodista y antiguo director de Le Monde Diplomatique y también viejo socialista, ninguno de los dos podíamos dar crédito a lo que veíamos. A veces -y ambos somos grandes conversadores- nos quedábamos literalmente mudos ante lo que veíamos u oíamos. Fue para mí una experiencia muy traumatizante, muy dolorosa, máxime porque es gratuita, porque no hay justificación alguna. Yo he viajado mucho, he visitado países pobres, tercermundista, castigados y muy estremecedores... pero Cuba me impactó especialmente porque ha sido llevada a tal extremo de miseria por la voluntad de su propio gobernante tras cuarenta y siete años de dictadura. Un país destruido y cuya reconstrucción será muy interesante pero muy costosa.
Carlos M. Estefanía:¿Por qué te detuvieron en Cuba en verano pasado, que sentiste al ser coaccionada por la seguridad del estado cubana?
Luz Modroño: Bueno, yo viajé a Cuba, como lo hago a cualquier país que visito, huyendo de las rutas turísticas, no soy una turista al estilo "clásico", me interesa sobre todo coger el pulso al país, a sus gentes, a sus problemas, a sus sentires... por eso y desde el primer momento tenía claro que no quería saber nada del turismo para consumo de turistas, no me interesa el sol y la playa, me interesa el ser humano. Y desde el primer momento me dediqué a ello, conocí y hablé con disidentes, miembros y dirigentes de partidos políticos, sindicalistas, damas de blanco... y también con el pueblo en general, con taxistas, vendedores, gentes que paseaban o dejaban pasar el tiempo sentados en cualquier acera, con camareros y, en fin, con cuantos podía... todo ello no pareció ser del agrado de la Seguridad del Estado.
Un día sobre las siete de la mañana, prácticamente acababa de acostarme, llamaron a la puerta. Era la dueña de la casa comunicándome que fuera me esperaban "unos amigos míos". Inmediatamente sospeché que no podían ser otros sino la policía. Yo tenía ya muchas fotos, vídeos, entrevistas con damas de blanco y disidentes grabadas, revistas y artículos escritos. Quise deshacerme de lo más comprometedor sobre todo para no complicar la vida de mis amigos.
Luz Modroño en Cuba
Tardé en bajar, cuando lo hice, vi a tres hombres a los que no conocía de nada. Se presentaron como agentes de la Seguridad del Estado. Me preguntaron si yo era de AI, del Psoe, si conocía a éste y aquel... lo negué todo, no encontraba más defensa, ignoraba el alcance de sus preguntas y las consecuencias de mis respuestas. Me preguntaron irónicamente a qué había ido yo a Cuba. Después me dijeron que tenían que subir a mi habitación a registrarme.
Les pedí la orden de registro y me dijeron que la Alta Seguridad del Estado no la necesitaba. Les inquerí diciéndoles que en cualquier país para registrar a un ciudadano era obligatoria. Se rieron. Y me hicieron sacar todas mis pertenencias. Les dije que yo era ciudadana española y europea y me asistían unos derechos que ellos estaban violando. No dijeron nada, me preguntaron si yo era periodista y si había ido como tal a Cuba. Me negué a contestarles y les dije que era una turista, interesada en conocer su país. Sus ironías comenzaron a ser reiterativas cuando me cogieron los artículos que ya tenía escritos, la máquina fotográfica y el vídeo...
Ironías contra mí y las personas que conmigo aparecían y a las que ellos conocían perfectamente pues hasta sus nombres me dijeron. Querían saber quién me enviaba, que hacía yo en la isla, a quiénes había estado viendo, que planes tenía... Yo negaba o callaba, me sentía humillada y violada, es una sensación muy desagradable. Sientes que están violando tu intimidad, no controlas lo que va a pasar al momento siguiente y me dolían sus palabras. Era consciente de que nada anómalo o culpable había hecho, pero también de que ese enfermizo considerar enemigo a cualquiera que no comparte su iniquidad podía caerme encima.
Sin embargo noté que el miedo que antes había sentido había desaparecido y una profunda indignación se adueñaba de mí. Les dije que provenía de un país donde los derechos de los ciudadanos eran respetados... en fin, como seguí negando a contestar a sus preguntas me amenazaron. Me acusaron de ser "agente extranjera al servicio de la contrarrevolución" me parecieron tan absurdas esas palabras que me hicieron reír. Me acusaron igualmente de haber introducido en la isla cantidades muy grandes de dinero para la contrarrevolución. Y me amenazaron con llevarme a Villamarista para seguir el interrogatorio en otro lugar menos confortable que aquel en el que estábamos pero con más seguridad para animarme a contestar a lo que me preguntaban. Les volví a repetir que era una ciudadana española y europea, a lo que me contestaron que ya que yo parecía tan lista y conocedora de mis derechos había de saber también que las acusaciones que recaían sobre mí no me amparaban frente a mi país.
Pensé que no sabía cuánto podría yo resistir las presiones a las que pretendían someterme pero que desde luego iba a comprobar yo misma mi capacidad de aguante y no iba a decir nada antes. Así que les dije que me dejaran darme una ducha y cuando quisieran podíamos salir. El que parecía mandar no dejó un momento de llamar por teléfono. Entre al servicio con mi bolso en el que aún había cintas grabadas que no habían encontrado, allí me deshice de ellas. Cuando volví a salir me hicieron sentarme y me dijeron que, de momento, me dejaban en paz pero que no volviera a ver ni hablar con ninguna de las personas con las que hasta entonces lo había estado haciendo, que pensara en las consecuencias que ello tendría para dichas personas y para mí misma pues o bien sería expulsada del país como persona non grata o harían efectivas mis acusaciones y me llevarían a ese lugar de inocente nombre. Y que, a partir de entonces, me dedicara a comportarme como una turista más, que me dedicara a disfrutar de las cosas lindas que el país ponía al servicio de los turistas, que visitara sus playas, sus rincones y que dejara de escarbar en un país que no era el mío. Me informaron, además, de que iba a estar permanentemente vigilada sin que yo detectara en ningún momento quien me seguía...
Al día siguiente decidí ir sóla a Viñales. En el viaje pude comprobar que, efectivamente debía ser cierto que me vigilaban porque el propio conductor del autobús, al acercarme a hablar con él y tras algunas preguntas que le hice, exclamó "Uf, no, aquí está la candela" y huyó de mí como de la peste con un irresistible miedo en la mirada. No volvió a dirigirme la palabra, pero sí y subrepticiamente, de vez en cuando me sonreía tímidamente. Deduje que, efectivamente, entre los que hacíamos la excursión, todos turistas felices, había infiltrado algún agente de la seguridad. Y él lo sabía.
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Por Carlos Manuel Estefanía. CubaNuestra, 11 de abril de 2006.
Carlos M. Estefanía: ¿De que parte de España eres?
Luz Modroño: Bueno, en realidad soy un híbrido de catalana y madrileño, pasé mi infancia y adolescencia entre ambas ciudades, lo que ha marcado, sin duda, una forma de ser pues en aquella época la rivalidad entre ambas ciudades era aún más acusada que la actual. Eso te enseña a ser tolerante y a valorar la diversidad, la interculturalidad, el respeto a la diversidad... tan de moda actualmente y que yo aprendí en la práctica en el seno de mi familia.
Sin embargo, sigo con todo echando de menos el mar, el horizonte abierto, la brisa y el rumor de las olas. Son sensaciones que no se olvidan nunca cuando has crecido con ellas. Pero me adapté bien a Madrid, cuando definitivamente me instalé en ella.
Carlos M. Estefanía: ¿Cuáles son tus vínculos personales y familiares (pienso en tu abuelo y las victimas del franquismo) con la izquierda española y aquellas organizaciones que trabajan por los derechos humanos en el mundo?
Luz Modroño: Mi familia ha sido de siempre una familia de izquierdas, abierta y tolerante. Mi abuelo materno era coronel republicano, murió poco antes de estallar la Guerra Civil, el paterno republicano, de las filas de Azaña. Como tantas otras en este país, sufrieron el acoso y la represión franquista terminada la contienda. Tíos que tuvieron que salir al exilio, o se les prohibió seguir ejerciendo sus profesiones -médicos, maestros...- en fin, pertenecían a los vencidos, como tantos y tantos... yo crecí oyendo conversaciones a media voz, y aunque no era consciente de lo que realmente ocurría sí lo era de que había cosas que no podían decirse fuera de casa.
Mis primeras experiencias políticas directas fueron muy tempranas, poco antes de la transición española. Empecé militando en la LCR, -Liga Comunista Revolucionaria, de inspiración troskista- y luego en un grupúsculo que desaparecería poco después, el MCE -Movimiento Comunista de España-. Éramos muy jóvenes, nos creíamos que en los popes rusos estaba la verdad, la emancipación del pueblo... luego la historia demostraría la gran mentira de esas sociedades... fue una convulsión para la sociedad española que había mirado durante los años de la dictadura franquista a esos países y que habían admirado. Pero por entonces aún faltaban algunos años para que todo se derrunbara...
Eran los agitados años de la Universidad, las asambleas que duraban horas -yo era delegada universitaria- las manifestaciones en la calle, las carreras huyendo de balas perdidas, caballos y bombas lacrímogenas... las huelgas en la calle de fábricas y barrios en pie de lucha contra la dictadura. Con los "grises" (policía franquista, así llamados por el color de los uniformes) entre las facultades y el miedo en la mirada de nuestros familiares.
Fue realmente una época apasionante, el advenimiento de la democracia, un grito unánime de la sociedad civil española que había empezado a hacerse fuerte con nuestros padres, a partir de los 60... pero muy peligrosos. Sin embargo, teníamos conciencia de estar empujando la historia y de ser protagonistas de ella. La policía mató a varios de mis compañeros y amigos, y aún recuerdo la larga noche en la que el régimen dio sus últimos coletazos asesinando a cinco personas, dos de ellos amigos míos, tras juicios sumarísimos y fantasmas. Tan vivo es aquel recuerdo, tan infame que hoy, cuando permanente me llegan noticias de lo que pasa en Cuba, temo que pueda ocurrir algo semejante. Los dictadores son fieras que se revuelven contra su propio fin y que dan los últimos coletazos salvajes, despiadados, cuando lo presienten.
Después mis pasos se dirigieron a la militancia en organizaciones ecologistas -soy miembro de Green Peace desde hace más de veinte años- y de derechos humanos, como Amnistía Internacional. A la vez que, primero en Comisiones Obreras, sindicato comunista, del que me fui por la rigidez de sus planteamientos y conductas y luego en la UGT, sindicato socialista mucho más próximo a mis planteamientos. Y en el PSOE, donde sigo militando.
Carlos M. Estefanía: ¿Cómo fue tu despertar sobre la verdad de Cuba, cuáles fueron las experiencias que más influyeron?
Luz Modroño: Bueno, las mentiras de Castro en este país han calado hondo. Para la izquierda española, Cuba suponía el triunfo de las ideas por las que nosotros abogábamos. La falta de información, el maniqueismo y la propaganda de un régimen como el castrista, unido a un cierto antiamericanismo muy extendido entre los españoles, hacía que se sintiera cierta simpatía hacia ese dictador y creaba un ambiente proclive a creer en las inmensas falacias que llegaban. En el 2003, con la detención de los 75, todo empezó a tambalearse. Ya no era posible seguir creyendo en las mentiras de esa dictadura, tildada de izquierdas, pero dictadura cruenta capaz de encarcelar y condenar a largos años de prisión a seres inocentes. No, no era eso por lo que yo luchaba, lo que yo defendía. Las violaciones constantes a los derechos humanos que ocurren en la isla resultaban escandalosas y no tenían ninguna justificación.
Después, el año pasado se organizó en Madrid la 1ª Conferencia por la Responsabilidad Social Corporativa que organizaba el GIRSCC. Fui invitada por un amigo que sabía de mis inquietudes al respecto. Y fui, interesándome mucho por lo que allá se decía y planteaba. En mí seguía pesando con fuerza la necesidad de cambiar el imaginario de los españoles respecto a Cuba, considero que es vital para que, de una vez, Castro deje de contar con España como "aliada", me refiero a la España socialdemócrata, con la izquierda socialista con la que me identifico y en cuyas filas milito. No es posible desde nuestras posiciones ideológicas seguir defendiendo o tratando de explicar lo que ocurre en Cuba, con una dictadura que, por su propaganda, ha envilecido , mancillado y traicionado a la propia izquierda. Así se lo planteé al director del GIRSCC, Joel Brito, que se interesó mucho por lo que le planteaba. A partir de entonces comenzó una estrecha colaboración entre ambos que hoy perdura.
No obstante el mito de la enseñanza y la medicina aún perduraban. Del reparto equitativo de la riqueza, de las consecuencias sobre el país de la política americana, del mesianismo de un dictador... seguían produciendo su efecto que se traducía en la aparición de fuertes contradicciones entre lo real y lo ideal.
La realidad poco a poco iba abriéndome los ojos, el contraste entre lo que habíamos creído y esa realidad descarnada fue un proceso muy doloroso, frustrante, que estalló en toda su cruel virulencia tras mi viaje a Cuba. Allí pude ver ese miedo instalado en las miradas de las gentes, ese bajar la voz y mirar de reojo, la miseria en la que está hundida Cuba, la otrora bella Habana destruida, plagada de edificios construidos muchos por los españoles, roída, calles repletas de escombros y basura en una total desidia que, desde luego, no es debido al tan cacareado embargo sino a un profundo desprecio de los gobernantes por mantener una mínima dignidad, la apropiación de todo un país por un sólo individuo y su camarilla, el estado de los hospitales, la condición de no-ciudadano a la que se ha condenado a los nativos, el contraste entre el país de y para los turistas y el país de los cubanos.. . prohibiciones, prohibiciones para todo lo que no se ajuste fidedignamente a lo que Castro impone, la humillación de todo un pueblo. Y la persecución a la diversidad, a la opinión, a la libertad.
El viaje lo hice acompañada de un amigo, periodista y antiguo director de Le Monde Diplomatique y también viejo socialista, ninguno de los dos podíamos dar crédito a lo que veíamos. A veces -y ambos somos grandes conversadores- nos quedábamos literalmente mudos ante lo que veíamos u oíamos. Fue para mí una experiencia muy traumatizante, muy dolorosa, máxime porque es gratuita, porque no hay justificación alguna. Yo he viajado mucho, he visitado países pobres, tercermundista, castigados y muy estremecedores... pero Cuba me impactó especialmente porque ha sido llevada a tal extremo de miseria por la voluntad de su propio gobernante tras cuarenta y siete años de dictadura. Un país destruido y cuya reconstrucción será muy interesante pero muy costosa.
Carlos M. Estefanía:¿Por qué te detuvieron en Cuba en verano pasado, que sentiste al ser coaccionada por la seguridad del estado cubana?
Luz Modroño: Bueno, yo viajé a Cuba, como lo hago a cualquier país que visito, huyendo de las rutas turísticas, no soy una turista al estilo "clásico", me interesa sobre todo coger el pulso al país, a sus gentes, a sus problemas, a sus sentires... por eso y desde el primer momento tenía claro que no quería saber nada del turismo para consumo de turistas, no me interesa el sol y la playa, me interesa el ser humano. Y desde el primer momento me dediqué a ello, conocí y hablé con disidentes, miembros y dirigentes de partidos políticos, sindicalistas, damas de blanco... y también con el pueblo en general, con taxistas, vendedores, gentes que paseaban o dejaban pasar el tiempo sentados en cualquier acera, con camareros y, en fin, con cuantos podía... todo ello no pareció ser del agrado de la Seguridad del Estado.
Un día sobre las siete de la mañana, prácticamente acababa de acostarme, llamaron a la puerta. Era la dueña de la casa comunicándome que fuera me esperaban "unos amigos míos". Inmediatamente sospeché que no podían ser otros sino la policía. Yo tenía ya muchas fotos, vídeos, entrevistas con damas de blanco y disidentes grabadas, revistas y artículos escritos. Quise deshacerme de lo más comprometedor sobre todo para no complicar la vida de mis amigos.
Luz Modroño en Cuba
Tardé en bajar, cuando lo hice, vi a tres hombres a los que no conocía de nada. Se presentaron como agentes de la Seguridad del Estado. Me preguntaron si yo era de AI, del Psoe, si conocía a éste y aquel... lo negué todo, no encontraba más defensa, ignoraba el alcance de sus preguntas y las consecuencias de mis respuestas. Me preguntaron irónicamente a qué había ido yo a Cuba. Después me dijeron que tenían que subir a mi habitación a registrarme.
Les pedí la orden de registro y me dijeron que la Alta Seguridad del Estado no la necesitaba. Les inquerí diciéndoles que en cualquier país para registrar a un ciudadano era obligatoria. Se rieron. Y me hicieron sacar todas mis pertenencias. Les dije que yo era ciudadana española y europea y me asistían unos derechos que ellos estaban violando. No dijeron nada, me preguntaron si yo era periodista y si había ido como tal a Cuba. Me negué a contestarles y les dije que era una turista, interesada en conocer su país. Sus ironías comenzaron a ser reiterativas cuando me cogieron los artículos que ya tenía escritos, la máquina fotográfica y el vídeo...
Ironías contra mí y las personas que conmigo aparecían y a las que ellos conocían perfectamente pues hasta sus nombres me dijeron. Querían saber quién me enviaba, que hacía yo en la isla, a quiénes había estado viendo, que planes tenía... Yo negaba o callaba, me sentía humillada y violada, es una sensación muy desagradable. Sientes que están violando tu intimidad, no controlas lo que va a pasar al momento siguiente y me dolían sus palabras. Era consciente de que nada anómalo o culpable había hecho, pero también de que ese enfermizo considerar enemigo a cualquiera que no comparte su iniquidad podía caerme encima.
Sin embargo noté que el miedo que antes había sentido había desaparecido y una profunda indignación se adueñaba de mí. Les dije que provenía de un país donde los derechos de los ciudadanos eran respetados... en fin, como seguí negando a contestar a sus preguntas me amenazaron. Me acusaron de ser "agente extranjera al servicio de la contrarrevolución" me parecieron tan absurdas esas palabras que me hicieron reír. Me acusaron igualmente de haber introducido en la isla cantidades muy grandes de dinero para la contrarrevolución. Y me amenazaron con llevarme a Villamarista para seguir el interrogatorio en otro lugar menos confortable que aquel en el que estábamos pero con más seguridad para animarme a contestar a lo que me preguntaban. Les volví a repetir que era una ciudadana española y europea, a lo que me contestaron que ya que yo parecía tan lista y conocedora de mis derechos había de saber también que las acusaciones que recaían sobre mí no me amparaban frente a mi país.
Pensé que no sabía cuánto podría yo resistir las presiones a las que pretendían someterme pero que desde luego iba a comprobar yo misma mi capacidad de aguante y no iba a decir nada antes. Así que les dije que me dejaran darme una ducha y cuando quisieran podíamos salir. El que parecía mandar no dejó un momento de llamar por teléfono. Entre al servicio con mi bolso en el que aún había cintas grabadas que no habían encontrado, allí me deshice de ellas. Cuando volví a salir me hicieron sentarme y me dijeron que, de momento, me dejaban en paz pero que no volviera a ver ni hablar con ninguna de las personas con las que hasta entonces lo había estado haciendo, que pensara en las consecuencias que ello tendría para dichas personas y para mí misma pues o bien sería expulsada del país como persona non grata o harían efectivas mis acusaciones y me llevarían a ese lugar de inocente nombre. Y que, a partir de entonces, me dedicara a comportarme como una turista más, que me dedicara a disfrutar de las cosas lindas que el país ponía al servicio de los turistas, que visitara sus playas, sus rincones y que dejara de escarbar en un país que no era el mío. Me informaron, además, de que iba a estar permanentemente vigilada sin que yo detectara en ningún momento quien me seguía...
Al día siguiente decidí ir sóla a Viñales. En el viaje pude comprobar que, efectivamente debía ser cierto que me vigilaban porque el propio conductor del autobús, al acercarme a hablar con él y tras algunas preguntas que le hice, exclamó "Uf, no, aquí está la candela" y huyó de mí como de la peste con un irresistible miedo en la mirada. No volvió a dirigirme la palabra, pero sí y subrepticiamente, de vez en cuando me sonreía tímidamente. Deduje que, efectivamente, entre los que hacíamos la excursión, todos turistas felices, había infiltrado algún agente de la seguridad. Y él lo sabía.
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Azali- Admin
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Re: Vivencias y reflexiones de una española en La Habana
Carlos M. Estefanía: ¿Qué impresión tienes de los disidentes y opositores cubanos?
Luz Modroño: Pues francamente muy positivas. Es gente políticamente preparada, con ilusión y esperanza, con ganas de reconstruir su país, tan maltrecho. Son además gente curtida, valiente, porque hay que ser muy valiente en Cuba para, a pesar de actos de repudio -que la gente por acá no conoce, cuando yo cuento en que consisten, las sorpresas y la incredulidad se debaten con la indignación y el rechazo- de amenazas, de encarcelamientos... seguir en la brecha. Hace pocos días a Vladimiro Roca, presidente del Partido Socialista Cubano y con 69 años volvieron a hacerle otro acto infame de repudio. Y, sin embargo siguen incansables. Les admiro profundamente.
Creo que, si son capaces de sentarse a dialogar y encontrar mínimos puntos de colaboración y arranque, la transición puede ser pacífica. Pero es mucho, mucho, lo que hay que hacer. Y la comunidad internacional debemos estar ahí apoyando, alentando, sin injerencias pero facilitando el camino. Tras tantos años de abandono, es lo menos que podríamos hacer los países democráticos. Confío en que así sea.
Carlos M. Estefanía: ¿A qué se debió y como fue el acto repudio organizado por los comunistas españoles contra ti?
Luz Modroño: Ocurrió a principios de septiembre. Todos los años, el Partido Comunista de España organiza una fiesta que dura varios días. Yo había ido a atender la caseta que Amnistía Internacional había preparado con informes y material. Ese día el PCE junto con la embajada cubana celebraban un acto sobre derechos humanos. Decidí ir. No calculé las consecuencias que mi intervención tendrían, es imposible calibrar reacciones fanáticas como las que ser produjeron. Yo llevaba puesto un pin de mi amigo Carmelo, preso de conciencia del grupo de los 75 de la Primavera Negra, ahora con la extrapenal. Las intervenciones del embajador me parecieron escandalosas, giraron en torno a la defensa de los cinco espías detenidos en EEUU. Al terminar, tomé la palabra, me dirigí al estrado y pedí que, por favor, ya que se hablaba de derechos humanos era necesario tener una visión global del asunto, pregunté cómo era posible hablar de derechos humanos cuando en Cuba existína más de trescientos presos de conciencia, si sabían que 75 fueron detenidos en una sola noche, acusados de escribir o de opinar, de dar información a medios de prensa, de relacionarse con organizaciones de derechos humanos, de tener cámara de fotografiar o vídeos... y condenados a penas entre 16 y 30 años de cárcel. Y pregunté porqué a Amnistía Internacional se le tenía prohibida la entrada desde el año 1988. Ahí ya no me dejaron terminar. La barahunta enloquecida se lanzó sobre mí con insultos, atropellos... el embajador ni ninguno de los que le acompañaban trataron en ningún momento de apaciguar a la gente. Regresé a mi sitio entre abucheos e insultos. Ellos siguieron ehando leña al fuego y cuando el acto terminó, al levantarme para salir comenzaron, entre los insultos que no habían cesado en ningún momento, a empujarme, darme golpes... en fin. Todos se echaron sobre mí, era una turba desenfrenada, violenta... Ya en la calle, intentamos refugiarnos en nuestra caseta pero hasta allá nos siguieron. Pregunté a los que me agredían si eran conocedores de que el gobierno cubano no había refrendado ninguna de los Acuerdo internacionales sobre derechos humanos. Mi sorpresa fue mayúscula cuando comprobé que no lo sabían. Qué terrible es la ignorancia, qué osada!. Algunas de las personas que me habían agredido volvieron al rato y se disculparon, confirmando que, efectivamente, desconocían que Cuba no había refrendado dichos Acuerdos.
Carlos M. Estefanía:¿Qué tratamiento le ha dado a tu nombre los órganos de la prensa oficial cubana?
Luz Modroño: En esos días, yo escribí una carta al secretario general del PCE, Francisco Frutos, informando de lo que había pasado. En solidaridad conmigo también el GIRSCC escribió. Poco después, nunca nos contestaron, la prensa oficial cubana -Prensa Latina, Trabajadores, Granma...- escribieron pestes sobre mí. Un largo artículo en el que se me acusaba de ser un "agente extranjero al servicio de la contrarrevolución, pagada por la CIA, una terrorista que había ido a Cuba a llevar cantidades ingentes de dinero para la contrarrevolución... que era tan peligrosa como Posada Carriles... y que el mejor lugar para mí era desde luego la cárcel. Que yo era un "submarino" infiltrado dentro del PSOE y de AI... en fin, no tenía desperdicio.
En cualquier caso, pude constatar en mi propia piel la contumaz y siempre machaconas falacias con las que acusan a los que no rinden pleitesía a su infamia. Siempre es el mismo discurso, siempre la misma letanía que aburre y asquea. No tienen otro discurso, éste es el único que han sido capaces de repetir hasta la saciedad. Creo que deben ser muy pocos ya los que aún se lo creen y siempre de grupos fanáticos que, seguro, levantarían el grito si fueran ellos las víctimas.
Carlos M. Estefanía: Tú estuviste el 2 de febrero del 2006 en la Presentación en Madrid de los libros "Hombres in rostros" y de "Pasión y razón de Cuba" ¿Qué se dijo en el encuentro en general, cuál fue tu planteamiento?
Luz Modroño: En el acto se habló fundamentalmente de la situación de represión y coacciones contra el pueblo cubano. Se denunciaron las atrocidades cometidas por Castro a lo largo y ancho de su reinado, de cómo Cuba es una inmensa cárcel para todo aquel que no comparte ciegamente el pensamiento castrista o la política que desde hace tanto tiempo invade y gobierna la isla. Hablaron el presidente de Reporteros sin Fronteras y Raúl Castro, uno de los periodistas encarcelados en el 2003 a quien concedieron la excarcelación por enfermedad y que desde abril del pasado año vive entre nosotros. Igualmente habló Esteban Beltrán quien hizo un repaso sobre las violaciones de derechos humanos en Cuba y las dificultades que Amnistía Internacional tiene para investigar lo que sucede dentro de las cárceles cubanas.
Se habló de la figura del autor de "Hombres sin rostro", libro de poesías escrito desde la cárcel por uno de los periodistas de la Primavera Negra, y de "Pasión y Razón de Cuba" de Carlos Estefanía, un conjunto de ensayos muy interesantes y clarificadores sobre la realidad cubana. Yo por entonces no había leído ninguno de los dos libros. Posteriormente lo hice y ambos son tremendos. El primero porque refleja todo el dolor y la desesperación de hombres inocentes condenados al ostracismo, El segundo porque es un lúcido análisis de la realidad cubana.
Carlos M. Estefanía: Ahora trabajas en una campaña contra la no-violencia en Cuba, puedes explicarnos en detalles en que consiste.
Luz Modroño: Es una campaña auspiciada por dos personas a las que tengo en gran aprecio y valía. Uno de ellos es Víctor Manuel Domínguez, periodista independiente y director del Centro de Capacitación Sindical, centro que imparte cursos -ilegales, claro está- a los trabajadores y en el que se abren foros de debate en torno a las legislaciones de la OIT, derecho laboral... y por Cuesta Morúa, presidente de Arco Progresista. La campaña se centra en tratar de crear una corriente de opinión en torno a la necesidad de la no-violencia y de la resolución de los problemas a partir del diálogo. Cuestión tremendamente necesaria en estos momentos en todo el mundo y aún más si cabe en Cuba, donde los actos de repudio y la política en general de represión y odios creadas por el gobierno alcanzan paroxismos. Es un temor serio el día de mañana, la convivencia va a ser difícil, los sicarios del régimen que han colaborado con éste en la denuncia y persecución de la disidencia, empezando por los CDR con denuncias sobre los propios vecinos puede tener un alcance incontrolable. Por ello, esta campaña de sensibilización hacia la tranquilidad, el sosiego y la necesidad de diálogo en estos momentos en los que aún no se ha producido la transición, es muy importante cara al próximo futuro.
Carlos M. Estefanía: Hablemos del Grupo para la Responsabilidad Social Corporativa en Cuba. ¿Cómo nace el GIRSCC?¿ Cuáles son sus objetivos? ¿Quiénes participan en este grupo y que actividades están por hacer?
Luz Modroño: El GIRSCC nace en abril del pasado año, se constituye en Madrid y está integrado por diversas ONGs y sindicatos de Europa, América Latina y EEUU. Nace como respuesta a una necesidad, hoy de gran calado entre los distintos países democráticos, como es el desarrollo de la responsabilidad social y ética de las empresas. Estamos viviendo cambios sociales y económicos de gran relevancia, el mundo de la globalización es un hecho imparable ante el que no cabe cerrar los ojos o mirar hacia otro lado. Es necesario asumir tal realidad que pasa por exigir a las empresas la minimización de los impactos sociales, medioambientales... mediante programas de responsabilidad social. En ellos, la implicación de la sociedad civil es determinante. Porque es precisamente la sociedad civil la que debe exigir dichos programas y compromisos a las empresas. Por otro lado, es un tema muy interesante porque supone no sólo mirar de frente a una realidad ya imparable sino porque en la rsc están implicados tanto los gobiernos como los sindicatos, organizaciones no gubernamentales y el propio tejido empresarial.
Luz Modroño: Sin embargo, en Cuba ni existe sociedad civil organizada porque la propia legislación la prohibe, ni asociaciones de consumidores, ni sindicatos independientes... pero sí existen empresas inversoras con capital extranjero. Ello crea un entramado de indefensión tanto para los trabajadores como para la propia sociedad en su conjunto. Al amparo de la legislación cubana, las empresas no sólo no desarrollan ninguna política sobre rsc sino que se hacen cómplices de la situacíón creada por el gobierno castrista, esto es, cómplices diretos de Castro. Éste incumple sistemáticamente acuerdos internacionales refrendados por ejemplo con la propia OIT y que la propia Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) ha denunciado en varias ocasiones.
Todo ello crea una situación, como comprenderás, de gran perversidad. Las prácticas abusivas, la discriminación, los comportamientos empresariales que recuerdan los inicios de la revolución industrial...El GIRSCC tiene dos grandes objetivos, el primero de ellos es denunciar en cuantos foros sea posible las violaciones laborales del país. Los derechos laborales, económicos, sociales,,, son parte integrante de los derechos humanos, aunque se habla menos que de los derechos tradicionales como lo son el de expresión y asociación y de tan agrande alcance como aquellos. Castro sabe bien esto y como prueba, mantiene entre rejas a varios sindicalistas condenados a altas penas de prisión por el mero hecho de tratar de defender e informar a los trabajadores.
Otro de los grandes objetivos del GIRSCC es el desarrollo de los principio de rsc entre las empresas inversoras. No podemos olvidar que muchas de estas empresas, como por ejemplo la Meliá, tiene planes y departamentos de rsc en sus países de origen pero que en Cuba incumplen abrumadoramente, como ya hemos dicho, amparándose en la legislación cubana. Es una situación inadmisible y estamos intentando transmitir este mensaje a dichas empresas.
Hemos asistido ya a diferentes foros y en mayo celebramos en Madrid la 2ª Conferencia Internacional en la que trataremos todos estos temas. Nuestro trabajo continúa y esperamos que, tras la Conferencia, cobremos nuevos bríos, pues aún nos cuesta llegar a las empresas. Esta claro que, a corto plazo, esta situación les beneficia, pero han de ser conscientes que, tras la inevitable transición, las cosas cambiarán y se les pedirá cuenta de su gestión. Un tema importante de los programas de rsc es que contribuyen a que la marca adquiera mayor prestigio, si esto es ignorado, las consecuencias a medio y largo plazo no serán precisamente positivas.
El GIRSCC es la única organización dentro y fuera de Cuba que desarrolla y se ocupa de estos temas. De ahí su importancia y significatividad, pues como he dicho anteriormente se denuncian constantemente todas las violaciones en materia de derechos humanos tradicionales pero menos las económica y laborales.
Carlos M. Estefanía: ¿Cuál es la respuesta que han tenido de sindicatos y empresarios hasta el momento?
Luz Modroño: Por parte de ONGs y otras organizaciones muy buenas, cada vez es mayor el conocimiento que existe de nuestra labor y más el interés que despierta. Pero entre los empresarios ya he dicho anteriormente que menos de lo que quisiéramos. Por parte de los sindicatos, depende del país. En Sucia, por ejemplo, creo que mayor que en España. A mi regreso de Cuba el pasado verano me dirijí por escrito en varias ocasiones tanto a UGT como a CCOO, los sindicatos socialistas y comunistas respectivamente, pero no he obtenido ninguna respuesta de ellos. Aún no sé si a la Conferencia vendrá algún representante de cualquiera de ellos. Sin embargo, la CIOSL sí se ha pronunciado en varias ocasiones y emitido informes sobre la situación del sindicalismo independiente cubano y la violación de los derechos laborales, el último hace pocos meses. He de añadir que tanto UGT como CCOO están en la CIOSL pero...
Carlos M. Estefanía: Para terminar; ¿cuál sería tu recomendación a la izquierda europea con relación a Cuba?
Luz Modroño: Pues, un mensaje muy claro: que dejen de mirar hacia otro lado, que vean que el gobierno castrista no nos representa, que es una grave mancha en los ideales y principios sociales y politicos de la izquierda, que Castro es una gran estafa cuyas primeras víctimas hemos sido nosotros mismos, que no es posible seguir con paños calientes ante una dictadura que persigue y encarcela a sus ciudadanos y que viola de tal manera cualquier derecho... que no es esa la izquierda socialdemócrata por la que abogamos, que nada tiene que ver esa dictadura con el respeto a las libertades individuales ni colectivas. Y que debemos apoyar sin condiciones a la socialdemocracia cubana, víctima de atropellos, de violencias y de represión... y que, será la que mejor pueda hacer por cambiar las cosas en Cuba hacia un futuro más esperanzador que los cubanos se han ganado a pulso.
Carlos M. Estefanía: Gracias
http://www.cubasindical.org/grscc/news/04120601.htm
Luz Modroño: Pues francamente muy positivas. Es gente políticamente preparada, con ilusión y esperanza, con ganas de reconstruir su país, tan maltrecho. Son además gente curtida, valiente, porque hay que ser muy valiente en Cuba para, a pesar de actos de repudio -que la gente por acá no conoce, cuando yo cuento en que consisten, las sorpresas y la incredulidad se debaten con la indignación y el rechazo- de amenazas, de encarcelamientos... seguir en la brecha. Hace pocos días a Vladimiro Roca, presidente del Partido Socialista Cubano y con 69 años volvieron a hacerle otro acto infame de repudio. Y, sin embargo siguen incansables. Les admiro profundamente.
Creo que, si son capaces de sentarse a dialogar y encontrar mínimos puntos de colaboración y arranque, la transición puede ser pacífica. Pero es mucho, mucho, lo que hay que hacer. Y la comunidad internacional debemos estar ahí apoyando, alentando, sin injerencias pero facilitando el camino. Tras tantos años de abandono, es lo menos que podríamos hacer los países democráticos. Confío en que así sea.
Carlos M. Estefanía: ¿A qué se debió y como fue el acto repudio organizado por los comunistas españoles contra ti?
Luz Modroño: Ocurrió a principios de septiembre. Todos los años, el Partido Comunista de España organiza una fiesta que dura varios días. Yo había ido a atender la caseta que Amnistía Internacional había preparado con informes y material. Ese día el PCE junto con la embajada cubana celebraban un acto sobre derechos humanos. Decidí ir. No calculé las consecuencias que mi intervención tendrían, es imposible calibrar reacciones fanáticas como las que ser produjeron. Yo llevaba puesto un pin de mi amigo Carmelo, preso de conciencia del grupo de los 75 de la Primavera Negra, ahora con la extrapenal. Las intervenciones del embajador me parecieron escandalosas, giraron en torno a la defensa de los cinco espías detenidos en EEUU. Al terminar, tomé la palabra, me dirigí al estrado y pedí que, por favor, ya que se hablaba de derechos humanos era necesario tener una visión global del asunto, pregunté cómo era posible hablar de derechos humanos cuando en Cuba existína más de trescientos presos de conciencia, si sabían que 75 fueron detenidos en una sola noche, acusados de escribir o de opinar, de dar información a medios de prensa, de relacionarse con organizaciones de derechos humanos, de tener cámara de fotografiar o vídeos... y condenados a penas entre 16 y 30 años de cárcel. Y pregunté porqué a Amnistía Internacional se le tenía prohibida la entrada desde el año 1988. Ahí ya no me dejaron terminar. La barahunta enloquecida se lanzó sobre mí con insultos, atropellos... el embajador ni ninguno de los que le acompañaban trataron en ningún momento de apaciguar a la gente. Regresé a mi sitio entre abucheos e insultos. Ellos siguieron ehando leña al fuego y cuando el acto terminó, al levantarme para salir comenzaron, entre los insultos que no habían cesado en ningún momento, a empujarme, darme golpes... en fin. Todos se echaron sobre mí, era una turba desenfrenada, violenta... Ya en la calle, intentamos refugiarnos en nuestra caseta pero hasta allá nos siguieron. Pregunté a los que me agredían si eran conocedores de que el gobierno cubano no había refrendado ninguna de los Acuerdo internacionales sobre derechos humanos. Mi sorpresa fue mayúscula cuando comprobé que no lo sabían. Qué terrible es la ignorancia, qué osada!. Algunas de las personas que me habían agredido volvieron al rato y se disculparon, confirmando que, efectivamente, desconocían que Cuba no había refrendado dichos Acuerdos.
Carlos M. Estefanía:¿Qué tratamiento le ha dado a tu nombre los órganos de la prensa oficial cubana?
Luz Modroño: En esos días, yo escribí una carta al secretario general del PCE, Francisco Frutos, informando de lo que había pasado. En solidaridad conmigo también el GIRSCC escribió. Poco después, nunca nos contestaron, la prensa oficial cubana -Prensa Latina, Trabajadores, Granma...- escribieron pestes sobre mí. Un largo artículo en el que se me acusaba de ser un "agente extranjero al servicio de la contrarrevolución, pagada por la CIA, una terrorista que había ido a Cuba a llevar cantidades ingentes de dinero para la contrarrevolución... que era tan peligrosa como Posada Carriles... y que el mejor lugar para mí era desde luego la cárcel. Que yo era un "submarino" infiltrado dentro del PSOE y de AI... en fin, no tenía desperdicio.
En cualquier caso, pude constatar en mi propia piel la contumaz y siempre machaconas falacias con las que acusan a los que no rinden pleitesía a su infamia. Siempre es el mismo discurso, siempre la misma letanía que aburre y asquea. No tienen otro discurso, éste es el único que han sido capaces de repetir hasta la saciedad. Creo que deben ser muy pocos ya los que aún se lo creen y siempre de grupos fanáticos que, seguro, levantarían el grito si fueran ellos las víctimas.
Carlos M. Estefanía: Tú estuviste el 2 de febrero del 2006 en la Presentación en Madrid de los libros "Hombres in rostros" y de "Pasión y razón de Cuba" ¿Qué se dijo en el encuentro en general, cuál fue tu planteamiento?
Luz Modroño: En el acto se habló fundamentalmente de la situación de represión y coacciones contra el pueblo cubano. Se denunciaron las atrocidades cometidas por Castro a lo largo y ancho de su reinado, de cómo Cuba es una inmensa cárcel para todo aquel que no comparte ciegamente el pensamiento castrista o la política que desde hace tanto tiempo invade y gobierna la isla. Hablaron el presidente de Reporteros sin Fronteras y Raúl Castro, uno de los periodistas encarcelados en el 2003 a quien concedieron la excarcelación por enfermedad y que desde abril del pasado año vive entre nosotros. Igualmente habló Esteban Beltrán quien hizo un repaso sobre las violaciones de derechos humanos en Cuba y las dificultades que Amnistía Internacional tiene para investigar lo que sucede dentro de las cárceles cubanas.
Se habló de la figura del autor de "Hombres sin rostro", libro de poesías escrito desde la cárcel por uno de los periodistas de la Primavera Negra, y de "Pasión y Razón de Cuba" de Carlos Estefanía, un conjunto de ensayos muy interesantes y clarificadores sobre la realidad cubana. Yo por entonces no había leído ninguno de los dos libros. Posteriormente lo hice y ambos son tremendos. El primero porque refleja todo el dolor y la desesperación de hombres inocentes condenados al ostracismo, El segundo porque es un lúcido análisis de la realidad cubana.
Carlos M. Estefanía: Ahora trabajas en una campaña contra la no-violencia en Cuba, puedes explicarnos en detalles en que consiste.
Luz Modroño: Es una campaña auspiciada por dos personas a las que tengo en gran aprecio y valía. Uno de ellos es Víctor Manuel Domínguez, periodista independiente y director del Centro de Capacitación Sindical, centro que imparte cursos -ilegales, claro está- a los trabajadores y en el que se abren foros de debate en torno a las legislaciones de la OIT, derecho laboral... y por Cuesta Morúa, presidente de Arco Progresista. La campaña se centra en tratar de crear una corriente de opinión en torno a la necesidad de la no-violencia y de la resolución de los problemas a partir del diálogo. Cuestión tremendamente necesaria en estos momentos en todo el mundo y aún más si cabe en Cuba, donde los actos de repudio y la política en general de represión y odios creadas por el gobierno alcanzan paroxismos. Es un temor serio el día de mañana, la convivencia va a ser difícil, los sicarios del régimen que han colaborado con éste en la denuncia y persecución de la disidencia, empezando por los CDR con denuncias sobre los propios vecinos puede tener un alcance incontrolable. Por ello, esta campaña de sensibilización hacia la tranquilidad, el sosiego y la necesidad de diálogo en estos momentos en los que aún no se ha producido la transición, es muy importante cara al próximo futuro.
Carlos M. Estefanía: Hablemos del Grupo para la Responsabilidad Social Corporativa en Cuba. ¿Cómo nace el GIRSCC?¿ Cuáles son sus objetivos? ¿Quiénes participan en este grupo y que actividades están por hacer?
Luz Modroño: El GIRSCC nace en abril del pasado año, se constituye en Madrid y está integrado por diversas ONGs y sindicatos de Europa, América Latina y EEUU. Nace como respuesta a una necesidad, hoy de gran calado entre los distintos países democráticos, como es el desarrollo de la responsabilidad social y ética de las empresas. Estamos viviendo cambios sociales y económicos de gran relevancia, el mundo de la globalización es un hecho imparable ante el que no cabe cerrar los ojos o mirar hacia otro lado. Es necesario asumir tal realidad que pasa por exigir a las empresas la minimización de los impactos sociales, medioambientales... mediante programas de responsabilidad social. En ellos, la implicación de la sociedad civil es determinante. Porque es precisamente la sociedad civil la que debe exigir dichos programas y compromisos a las empresas. Por otro lado, es un tema muy interesante porque supone no sólo mirar de frente a una realidad ya imparable sino porque en la rsc están implicados tanto los gobiernos como los sindicatos, organizaciones no gubernamentales y el propio tejido empresarial.
Luz Modroño: Sin embargo, en Cuba ni existe sociedad civil organizada porque la propia legislación la prohibe, ni asociaciones de consumidores, ni sindicatos independientes... pero sí existen empresas inversoras con capital extranjero. Ello crea un entramado de indefensión tanto para los trabajadores como para la propia sociedad en su conjunto. Al amparo de la legislación cubana, las empresas no sólo no desarrollan ninguna política sobre rsc sino que se hacen cómplices de la situacíón creada por el gobierno castrista, esto es, cómplices diretos de Castro. Éste incumple sistemáticamente acuerdos internacionales refrendados por ejemplo con la propia OIT y que la propia Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) ha denunciado en varias ocasiones.
Todo ello crea una situación, como comprenderás, de gran perversidad. Las prácticas abusivas, la discriminación, los comportamientos empresariales que recuerdan los inicios de la revolución industrial...El GIRSCC tiene dos grandes objetivos, el primero de ellos es denunciar en cuantos foros sea posible las violaciones laborales del país. Los derechos laborales, económicos, sociales,,, son parte integrante de los derechos humanos, aunque se habla menos que de los derechos tradicionales como lo son el de expresión y asociación y de tan agrande alcance como aquellos. Castro sabe bien esto y como prueba, mantiene entre rejas a varios sindicalistas condenados a altas penas de prisión por el mero hecho de tratar de defender e informar a los trabajadores.
Otro de los grandes objetivos del GIRSCC es el desarrollo de los principio de rsc entre las empresas inversoras. No podemos olvidar que muchas de estas empresas, como por ejemplo la Meliá, tiene planes y departamentos de rsc en sus países de origen pero que en Cuba incumplen abrumadoramente, como ya hemos dicho, amparándose en la legislación cubana. Es una situación inadmisible y estamos intentando transmitir este mensaje a dichas empresas.
Hemos asistido ya a diferentes foros y en mayo celebramos en Madrid la 2ª Conferencia Internacional en la que trataremos todos estos temas. Nuestro trabajo continúa y esperamos que, tras la Conferencia, cobremos nuevos bríos, pues aún nos cuesta llegar a las empresas. Esta claro que, a corto plazo, esta situación les beneficia, pero han de ser conscientes que, tras la inevitable transición, las cosas cambiarán y se les pedirá cuenta de su gestión. Un tema importante de los programas de rsc es que contribuyen a que la marca adquiera mayor prestigio, si esto es ignorado, las consecuencias a medio y largo plazo no serán precisamente positivas.
El GIRSCC es la única organización dentro y fuera de Cuba que desarrolla y se ocupa de estos temas. De ahí su importancia y significatividad, pues como he dicho anteriormente se denuncian constantemente todas las violaciones en materia de derechos humanos tradicionales pero menos las económica y laborales.
Carlos M. Estefanía: ¿Cuál es la respuesta que han tenido de sindicatos y empresarios hasta el momento?
Luz Modroño: Por parte de ONGs y otras organizaciones muy buenas, cada vez es mayor el conocimiento que existe de nuestra labor y más el interés que despierta. Pero entre los empresarios ya he dicho anteriormente que menos de lo que quisiéramos. Por parte de los sindicatos, depende del país. En Sucia, por ejemplo, creo que mayor que en España. A mi regreso de Cuba el pasado verano me dirijí por escrito en varias ocasiones tanto a UGT como a CCOO, los sindicatos socialistas y comunistas respectivamente, pero no he obtenido ninguna respuesta de ellos. Aún no sé si a la Conferencia vendrá algún representante de cualquiera de ellos. Sin embargo, la CIOSL sí se ha pronunciado en varias ocasiones y emitido informes sobre la situación del sindicalismo independiente cubano y la violación de los derechos laborales, el último hace pocos meses. He de añadir que tanto UGT como CCOO están en la CIOSL pero...
Carlos M. Estefanía: Para terminar; ¿cuál sería tu recomendación a la izquierda europea con relación a Cuba?
Luz Modroño: Pues, un mensaje muy claro: que dejen de mirar hacia otro lado, que vean que el gobierno castrista no nos representa, que es una grave mancha en los ideales y principios sociales y politicos de la izquierda, que Castro es una gran estafa cuyas primeras víctimas hemos sido nosotros mismos, que no es posible seguir con paños calientes ante una dictadura que persigue y encarcela a sus ciudadanos y que viola de tal manera cualquier derecho... que no es esa la izquierda socialdemócrata por la que abogamos, que nada tiene que ver esa dictadura con el respeto a las libertades individuales ni colectivas. Y que debemos apoyar sin condiciones a la socialdemocracia cubana, víctima de atropellos, de violencias y de represión... y que, será la que mejor pueda hacer por cambiar las cosas en Cuba hacia un futuro más esperanzador que los cubanos se han ganado a pulso.
Carlos M. Estefanía: Gracias
http://www.cubasindical.org/grscc/news/04120601.htm
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