Revolución cubana es el fraude más costoso que ha pagado pueblo alguno:Huber Matos
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Revolución cubana es el fraude más costoso que ha pagado pueblo alguno:Huber Matos
Huber Matos
Agencia EFE
Huber Matos, el único de los comandantes históricos de la revolución cubana exiliado, afirmó que Fidel Castro traicionó los principios revolucionarios hasta convertirlos en el fraude más costoso que ha pagado un pueblo en la historia de América.
En vísperas de cumplirse los 50 años de la revolución cubana, Matos, de 90 años, habló en su casa de Miami sobre “la brutal dictadura de Castro, su incapacidad de entender y aceptar el juego democrático y del Estado policial que ha creado en la isla un clima de miedo”.
“Estamos en presencia de un desastre, de un retroceso de medio siglo, de calamidades y miserias materiales y morales. Probablemente unos 200.000 cubanos pasamos por las prisiones y Dios sabe cuántas vidas se perdieron en los paredones, en el mar y de diferentes formas”, dijo Matos sobre los cincuenta años de revolución.
Quien fuera maestro rural y, posteriormente, con el triunfo de la guerrilla, gobernador de la provincia de Camagüey, recordó la promesa fundamental que animaba los principios de la revolución: “restablecer el estado de derecho y el sistema de elecciones libres en Cuba”.
Matos, que se unió a la guerrilla cuatro años después del golpe de Fulgencio Batista en 1952 y llegó a convertirse en uno de los comandantes más carismáticos, destacó la divisa que unía a los rebeldes en Sierra Maestra: “Libertad o muerte” , una consigna que, “a los pocos meses” , dijo, Castro traicionó.
Al cabo de estos cincuenta años de revolución, Matos subraya que Cuba ha dejado de ser una república para convertirse en un “feudo, una finca grande, una cárcel”.
Y al frente de “este fraude” revolucionario de 50 años de historia, de este “engaño al pueblo cubano”, figura Fidel Castro, un “ególatra perverso” , señaló, que “maneja cualquier escenario con una habilidad de artista”
“Fidel Castro traicionó los principios de la revolución cubana, pero lo hizo con una habilidad y astucia extraordinarias” para establecer una “nueva dictadura” y un partido único, dijo Matos, quien estuvo 20 años preso por sus divergencias ideológicas con el líder cubano.
“Fidel nunca pensó en serio en el programa de la Revolución. Su programa era el de un ególatra perverso, frustrado”, señaló.
Retrató a Castro como “un individuo demoníaco”, aunque dotado de una inteligencia excepcional“, capaz de acabar con el mejor compañero, como así hizo, aseguró, con el desaparecido comandante Camilo Cienfuegos.
El 30 de octubre de 1959 el Gobierno cubano anunció que Camilo Cienfuegos había desaparecido cuando viajaba en su avión desde Camagüey a La Habana.
Ellos (los hermanos Fidel y Raúl Castro) mataron a Camilo, y Camilo, el más carismático de los comandantes lo presintió en los últimos días de su vida“, antes de su misteriosa desaparición, afirmó.
Matos evocó sus años de presidio y tortura y aseguró que, en los momentos difíciles, su fundamentación ética y el convencimiento de que tenía que vivir para defender su honor personal fueron los principios donde se cimentó su resistencia.
Ante el tribunal que le juzgaba por traición y sedición, en un consejo de guerra, Matos expuso su trayectoria revolucionaria y rebatió las acusaciones y difamaciones lanzadas contra él por Castro, recordó
“Yo no soy un canalla, soy un hombre de ideales y no me iba a dejar comprar”, afirmó Matos, para asegurar que estaba preparado para encarar el paredón y dar un ejemplo de valentía, antes que traicionar sus principios de lealtad a mi patria en todo momento.
Vale la pena morir aferrado a los ideales y a las convicciones del hombre honesto, sentenció quien fue vicedecano nacional de los maestros cubanos.
Tras sostener que el país ha vivido un proceso de paralización en el que lo único que funciona bien es el aparato represivo y la propaganda, se mostró convencido de que el régimen castrista, librado a un modelo agotado, está llegando a su final.
En la propia estructura del poder existe la convicción de que hay que cambiar. El cambio viene inexorablemente, dijo.
Esperamos - prosiguió- que sea el propio pueblo de Cuba el que resuelva el drama. No creo que demore mucho para que haya un cambio en Cuba y quisiéramos que ese cambio no sólo fuera por reclamación de los presos, sino de las multitudes, hombres y mujeres trabajadores, y que también tuviese el aporte de las Fuerzas Armadas y del propio Ministerio del Interior.
Huber Matos confesó que vive con la ilusión de regresar a una Cuba libre, pero que no ambiciona cargo alguno político en un eventual Gobierno democrático.
Su aspiración, dijo, consiste en poder transmitir sus vivencias personales por radio y televisión a la población cubana y recorrer el país como un predicador.
Revolución cubana es el fraude más costoso que ha pagado pueblo alguno: Matos
Agencia EFE
Huber Matos, el único de los comandantes históricos de la revolución cubana exiliado, afirmó que Fidel Castro traicionó los principios revolucionarios hasta convertirlos en el fraude más costoso que ha pagado un pueblo en la historia de América.
En vísperas de cumplirse los 50 años de la revolución cubana, Matos, de 90 años, habló en su casa de Miami sobre “la brutal dictadura de Castro, su incapacidad de entender y aceptar el juego democrático y del Estado policial que ha creado en la isla un clima de miedo”.
“Estamos en presencia de un desastre, de un retroceso de medio siglo, de calamidades y miserias materiales y morales. Probablemente unos 200.000 cubanos pasamos por las prisiones y Dios sabe cuántas vidas se perdieron en los paredones, en el mar y de diferentes formas”, dijo Matos sobre los cincuenta años de revolución.
Quien fuera maestro rural y, posteriormente, con el triunfo de la guerrilla, gobernador de la provincia de Camagüey, recordó la promesa fundamental que animaba los principios de la revolución: “restablecer el estado de derecho y el sistema de elecciones libres en Cuba”.
Matos, que se unió a la guerrilla cuatro años después del golpe de Fulgencio Batista en 1952 y llegó a convertirse en uno de los comandantes más carismáticos, destacó la divisa que unía a los rebeldes en Sierra Maestra: “Libertad o muerte” , una consigna que, “a los pocos meses” , dijo, Castro traicionó.
Al cabo de estos cincuenta años de revolución, Matos subraya que Cuba ha dejado de ser una república para convertirse en un “feudo, una finca grande, una cárcel”.
Y al frente de “este fraude” revolucionario de 50 años de historia, de este “engaño al pueblo cubano”, figura Fidel Castro, un “ególatra perverso” , señaló, que “maneja cualquier escenario con una habilidad de artista”
“Fidel Castro traicionó los principios de la revolución cubana, pero lo hizo con una habilidad y astucia extraordinarias” para establecer una “nueva dictadura” y un partido único, dijo Matos, quien estuvo 20 años preso por sus divergencias ideológicas con el líder cubano.
“Fidel nunca pensó en serio en el programa de la Revolución. Su programa era el de un ególatra perverso, frustrado”, señaló.
Retrató a Castro como “un individuo demoníaco”, aunque dotado de una inteligencia excepcional“, capaz de acabar con el mejor compañero, como así hizo, aseguró, con el desaparecido comandante Camilo Cienfuegos.
El 30 de octubre de 1959 el Gobierno cubano anunció que Camilo Cienfuegos había desaparecido cuando viajaba en su avión desde Camagüey a La Habana.
Ellos (los hermanos Fidel y Raúl Castro) mataron a Camilo, y Camilo, el más carismático de los comandantes lo presintió en los últimos días de su vida“, antes de su misteriosa desaparición, afirmó.
Matos evocó sus años de presidio y tortura y aseguró que, en los momentos difíciles, su fundamentación ética y el convencimiento de que tenía que vivir para defender su honor personal fueron los principios donde se cimentó su resistencia.
Ante el tribunal que le juzgaba por traición y sedición, en un consejo de guerra, Matos expuso su trayectoria revolucionaria y rebatió las acusaciones y difamaciones lanzadas contra él por Castro, recordó
“Yo no soy un canalla, soy un hombre de ideales y no me iba a dejar comprar”, afirmó Matos, para asegurar que estaba preparado para encarar el paredón y dar un ejemplo de valentía, antes que traicionar sus principios de lealtad a mi patria en todo momento.
Vale la pena morir aferrado a los ideales y a las convicciones del hombre honesto, sentenció quien fue vicedecano nacional de los maestros cubanos.
Tras sostener que el país ha vivido un proceso de paralización en el que lo único que funciona bien es el aparato represivo y la propaganda, se mostró convencido de que el régimen castrista, librado a un modelo agotado, está llegando a su final.
En la propia estructura del poder existe la convicción de que hay que cambiar. El cambio viene inexorablemente, dijo.
Esperamos - prosiguió- que sea el propio pueblo de Cuba el que resuelva el drama. No creo que demore mucho para que haya un cambio en Cuba y quisiéramos que ese cambio no sólo fuera por reclamación de los presos, sino de las multitudes, hombres y mujeres trabajadores, y que también tuviese el aporte de las Fuerzas Armadas y del propio Ministerio del Interior.
Huber Matos confesó que vive con la ilusión de regresar a una Cuba libre, pero que no ambiciona cargo alguno político en un eventual Gobierno democrático.
Su aspiración, dijo, consiste en poder transmitir sus vivencias personales por radio y televisión a la población cubana y recorrer el país como un predicador.
Última edición por Azali el Jue Ago 20, 2009 10:36 am, editado 1 vez
Azali- Admin
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Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: Revolución cubana es el fraude más costoso que ha pagado pueblo alguno:Huber Matos
http://www.elnuevoherald.com/212/story/354590.html
Matos rememora entrada a La Habana
Por LUISA YANEZ
The Miami Herald
Con 90 años y sentimientos encontrados, Huber Matos se identifica a sí mismo en una famosa foto en blanco y negro tomada el 8 de enero de 1959, la mañana en que los triunfantes revolucionarios entraron como héroes en La Habana.
"Ese soy yo'', dice Matos, uno de los cinco comandantes de la revolución y el único que vive en el sur de la Florida. Las fotos muestran una versión barbuda del joven de ojos azules en un camión, junto a Fidel Castro y Camilo Cienfuegos.
Matos recuerda que ese día debía haber sido glorioso para Cuba. Ocho días antes, el dictador Fulgencio Batista había huido, dejando el camino abierto a los rebeldes, creía Matos, para que restauraran la democracia en la isla.
Añade que a pesar de la euforia del momento, ninguno de los fotografiados en el camión sonreía.
Matos dice que al entrar en La Habana aquel día de enero, la conocida paranoia de Fidel Castro estaba a su máximo nivel. "Estaba convencido de que lo mataría un francotirador desde algún techo cuando entrara a La Habana y que se convertiría en un mártir de la revolución. Vivía obsesionado con la idea y me decía: "Huber, hoy podría ser el último día de mi vida. Es mi destino''.
Castro quería que sus dos comandantes se sentaran a su lado a manera de escoltas. Así que a pesar de la alegría en las calles de La Habana, Matos y Cienfuegos iban armados con ametralladoras M3 al entrar a la capital.
"Fidel no paraba de decir: ‘Huber, vigila bien' '' dice Matos.
La camaradería entre los tres compañeros de armas no duró mucho.
Cienfuegos murió en octubre al estrellarse la avioneta en que viajaba en circunstancias misteriosas, sólo una semana después de cumplir las órdenes de Castro de arrestar a Matos por traición. Posteriormente, Matos cumplió 20 años de prisión por rechazar la misma revolución que había ayudado a gestar, al ver que se convirtió en movimiento represivo y comunista.
Lo que llevó a Matos, que era maestro, a convertirse en revolucionario comenzó el 10 de marzo de 1952, el día que Batista depuso en un golpe de Estado al presidente electo, Carlos Prío Socarrás.
"Recuerdo que yo estaba dando una clase y llegó la noticia de que hubo un golpe de Estado, que Batista había usurpado el poder. Para mí eso fue una bofetada colectiva para el pueblo cubano. ¡Cómo se atrevió!
"Yo era maestro, pero les dije a mis alumnos: ‘Tenemos que salir a protestar. Esto no se puede permitir. ¡Cuba es una democracia!' ''
Matos, que entonces tenía treinta y tantos años, abandonó el magisterio y se alzó en armas contra Batista, escondiéndose con otros rebeldes en las montañas. Prontamente adquirió la reputación de ser astuto y temerario en el campo de batalla.
Matos y Castro se conocieron a través de una amiga común, Celia Sánchez, una influyente revolucionara que se rumoró era amante de Castro y su principal defensora.
Matos captó la atención de Castro al conseguir un cargamento de armas en Costa Rica en un momento que las fuerzas rebeldes estaban desesperadas. Sánchez persuadió a Matos para que compartiera las armas.
"Fidel es a quien debemos de seguir'' le aseguró Sánchez a Matos. Después de un cauteloso encuentro entre ambos, Matos se sumó al Movimiento 26 de Julio y se convirtió en comandante de confianza, con la responsabilidad de dirigir la lucha contra las fuerzas de Batista en Santiago, en el oriente de la isla.
"Fuimos cinco los que dirigimos la revolución', dijo Matos. Los otros cuatro eran los hermanos Castro, Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos.
Cuando Batista huyó de Cuba la víspera de Año Nuevo, la isla esperaba que Castro y los demás líderes rebeldes llegaran pronto a La Habana.
Hubo grandes celebraciones en todo el país. Matos fue honrado en Santiago, donde sus hombres habían mostrado un gran valor. Le entregaron una gorra verde olivo con una estrella dorada. "Me emocionó mucho el regalo. Significaba mucho para mí''.
El 6 de enero Matos recibió un mensaje de Castro, que todavía no había llegado a La Habana pero ya estaba haciendo planes para el futuro. El mensaje era que Castro quería que Matos se estableciera en Camagüey y lo convirtiera en ‘‘un segundo bastión revolucionario''. Pero primero quería que Matos volara a Varadero y se reuniera con él el 7 de enero.
"Quiero entrar a La Habana el 8 de enero contigo y con Camilo a mi lado'', dijo Castro en su carta. Aunque Guevara era popular entre los cubanos, Castro siempre le dijo a Matos que Guevara sólo podía llegar hasta un punto: "No es cubano'', afirmaba.
Guevara, que tenía un brazo lesionado, no formó parte de la caravana. Tampoco Raúl Castro, que se quedó en Oriente.
Matos dice que sus relaciones Guevara eran cordiales, pero que con Raúl Castro eran otra cosa. "Era mezquino, celoso de los éxitos ajenos, mentiroso y tramposo. "Una persona desagradable a primera vista''.
Matos dice que cuando llegó a una base naval el 7 de enero con sus capitanes para trasladarse en avión Varadero, se le dijo que el único jet que había estaba en una misión secreta. Así que no pudo reunirse con Fidel Castro. ‘‘Enseguida sospeché de Raúl'', dijo Matos.
Sin alterarse, encontró otro avión y le pidió a un piloto que lo llevara a Varadero. "Llegué, pero tuve que dejar a mis capitanes detrás. Ese día me percaté de quién era Raúl''.
Matos se pasó la noche del 7 de enero en casa de un amigo y después se encontró con Castro por mañana para la entrada triunfal en La Habana, donde las calles estaban repletas de gente. "La procesión iba a ser larga. Ibamos a cruzar La Habana y eso iba a tardar horas.
Recuerda que al principio los felicitó Carlos Prío Socarrás, el presidente depuesto por Batista siete años antes.
"Nos felicitó por nuestra labor'', dijo Matos. "Todo el mundo estaba eufórico aquel día. Había un nivel máximo de patriotismo y algunos pensábamos que el futuro de nuestro país estaba en nuestras manos. No recuerdo un momento en que los cubanos hayan estado tan unidos. Nadie veía lo que estaba por venir. No sabíamos que se iba a traicionar a la revolución.
Lo que más recuerda Matos es agotamiento, molestia y una terrible jaqueca durante el resto de la procesión, a causa de las constantes advertencias de que alguien podría dispararle.
Añadiéndose a su irritación, Matos perdió su bien ganada gorra cuando una multitud intentó tocar a los rebeldes mientras pasaban.
"Todo el mundo se lanzó a la gorra. Era un recuerdo de uno de los rebeldes'', dijo Matos, a quien todavía le molesta haberla perdido. "‘La celebración en Santiago había significado más para mí que la entrada a La Habana".
Al final de la procesión, a Matos todavía le dolía muchísimo la cabeza. Castro iba a dar un discurso y le pidió a Matos que lo acompañara en el estrado.
"Me negué'', dice Matos. "Me senté en un automóvil estacionado allí y escuché todas sus promesas, que resultaron ser mentiras. Castro era un gran actor, un farsante. Nos embaucó a todos''.
lyanez@MiamiHerald.com
Matos rememora entrada a La Habana
Por LUISA YANEZ
The Miami Herald
Con 90 años y sentimientos encontrados, Huber Matos se identifica a sí mismo en una famosa foto en blanco y negro tomada el 8 de enero de 1959, la mañana en que los triunfantes revolucionarios entraron como héroes en La Habana.
"Ese soy yo'', dice Matos, uno de los cinco comandantes de la revolución y el único que vive en el sur de la Florida. Las fotos muestran una versión barbuda del joven de ojos azules en un camión, junto a Fidel Castro y Camilo Cienfuegos.
Matos recuerda que ese día debía haber sido glorioso para Cuba. Ocho días antes, el dictador Fulgencio Batista había huido, dejando el camino abierto a los rebeldes, creía Matos, para que restauraran la democracia en la isla.
Añade que a pesar de la euforia del momento, ninguno de los fotografiados en el camión sonreía.
Matos dice que al entrar en La Habana aquel día de enero, la conocida paranoia de Fidel Castro estaba a su máximo nivel. "Estaba convencido de que lo mataría un francotirador desde algún techo cuando entrara a La Habana y que se convertiría en un mártir de la revolución. Vivía obsesionado con la idea y me decía: "Huber, hoy podría ser el último día de mi vida. Es mi destino''.
Castro quería que sus dos comandantes se sentaran a su lado a manera de escoltas. Así que a pesar de la alegría en las calles de La Habana, Matos y Cienfuegos iban armados con ametralladoras M3 al entrar a la capital.
"Fidel no paraba de decir: ‘Huber, vigila bien' '' dice Matos.
La camaradería entre los tres compañeros de armas no duró mucho.
Cienfuegos murió en octubre al estrellarse la avioneta en que viajaba en circunstancias misteriosas, sólo una semana después de cumplir las órdenes de Castro de arrestar a Matos por traición. Posteriormente, Matos cumplió 20 años de prisión por rechazar la misma revolución que había ayudado a gestar, al ver que se convirtió en movimiento represivo y comunista.
Lo que llevó a Matos, que era maestro, a convertirse en revolucionario comenzó el 10 de marzo de 1952, el día que Batista depuso en un golpe de Estado al presidente electo, Carlos Prío Socarrás.
"Recuerdo que yo estaba dando una clase y llegó la noticia de que hubo un golpe de Estado, que Batista había usurpado el poder. Para mí eso fue una bofetada colectiva para el pueblo cubano. ¡Cómo se atrevió!
"Yo era maestro, pero les dije a mis alumnos: ‘Tenemos que salir a protestar. Esto no se puede permitir. ¡Cuba es una democracia!' ''
Matos, que entonces tenía treinta y tantos años, abandonó el magisterio y se alzó en armas contra Batista, escondiéndose con otros rebeldes en las montañas. Prontamente adquirió la reputación de ser astuto y temerario en el campo de batalla.
Matos y Castro se conocieron a través de una amiga común, Celia Sánchez, una influyente revolucionara que se rumoró era amante de Castro y su principal defensora.
Matos captó la atención de Castro al conseguir un cargamento de armas en Costa Rica en un momento que las fuerzas rebeldes estaban desesperadas. Sánchez persuadió a Matos para que compartiera las armas.
"Fidel es a quien debemos de seguir'' le aseguró Sánchez a Matos. Después de un cauteloso encuentro entre ambos, Matos se sumó al Movimiento 26 de Julio y se convirtió en comandante de confianza, con la responsabilidad de dirigir la lucha contra las fuerzas de Batista en Santiago, en el oriente de la isla.
"Fuimos cinco los que dirigimos la revolución', dijo Matos. Los otros cuatro eran los hermanos Castro, Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos.
Cuando Batista huyó de Cuba la víspera de Año Nuevo, la isla esperaba que Castro y los demás líderes rebeldes llegaran pronto a La Habana.
Hubo grandes celebraciones en todo el país. Matos fue honrado en Santiago, donde sus hombres habían mostrado un gran valor. Le entregaron una gorra verde olivo con una estrella dorada. "Me emocionó mucho el regalo. Significaba mucho para mí''.
El 6 de enero Matos recibió un mensaje de Castro, que todavía no había llegado a La Habana pero ya estaba haciendo planes para el futuro. El mensaje era que Castro quería que Matos se estableciera en Camagüey y lo convirtiera en ‘‘un segundo bastión revolucionario''. Pero primero quería que Matos volara a Varadero y se reuniera con él el 7 de enero.
"Quiero entrar a La Habana el 8 de enero contigo y con Camilo a mi lado'', dijo Castro en su carta. Aunque Guevara era popular entre los cubanos, Castro siempre le dijo a Matos que Guevara sólo podía llegar hasta un punto: "No es cubano'', afirmaba.
Guevara, que tenía un brazo lesionado, no formó parte de la caravana. Tampoco Raúl Castro, que se quedó en Oriente.
Matos dice que sus relaciones Guevara eran cordiales, pero que con Raúl Castro eran otra cosa. "Era mezquino, celoso de los éxitos ajenos, mentiroso y tramposo. "Una persona desagradable a primera vista''.
Matos dice que cuando llegó a una base naval el 7 de enero con sus capitanes para trasladarse en avión Varadero, se le dijo que el único jet que había estaba en una misión secreta. Así que no pudo reunirse con Fidel Castro. ‘‘Enseguida sospeché de Raúl'', dijo Matos.
Sin alterarse, encontró otro avión y le pidió a un piloto que lo llevara a Varadero. "Llegué, pero tuve que dejar a mis capitanes detrás. Ese día me percaté de quién era Raúl''.
Matos se pasó la noche del 7 de enero en casa de un amigo y después se encontró con Castro por mañana para la entrada triunfal en La Habana, donde las calles estaban repletas de gente. "La procesión iba a ser larga. Ibamos a cruzar La Habana y eso iba a tardar horas.
Recuerda que al principio los felicitó Carlos Prío Socarrás, el presidente depuesto por Batista siete años antes.
"Nos felicitó por nuestra labor'', dijo Matos. "Todo el mundo estaba eufórico aquel día. Había un nivel máximo de patriotismo y algunos pensábamos que el futuro de nuestro país estaba en nuestras manos. No recuerdo un momento en que los cubanos hayan estado tan unidos. Nadie veía lo que estaba por venir. No sabíamos que se iba a traicionar a la revolución.
Lo que más recuerda Matos es agotamiento, molestia y una terrible jaqueca durante el resto de la procesión, a causa de las constantes advertencias de que alguien podría dispararle.
Añadiéndose a su irritación, Matos perdió su bien ganada gorra cuando una multitud intentó tocar a los rebeldes mientras pasaban.
"Todo el mundo se lanzó a la gorra. Era un recuerdo de uno de los rebeldes'', dijo Matos, a quien todavía le molesta haberla perdido. "‘La celebración en Santiago había significado más para mí que la entrada a La Habana".
Al final de la procesión, a Matos todavía le dolía muchísimo la cabeza. Castro iba a dar un discurso y le pidió a Matos que lo acompañara en el estrado.
"Me negué'', dice Matos. "Me senté en un automóvil estacionado allí y escuché todas sus promesas, que resultaron ser mentiras. Castro era un gran actor, un farsante. Nos embaucó a todos''.
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