Abogando por la libertad de Juan Juan , hijo de Juan Almeida.

De otros Juanes.

2009 Noviembre 30


de Zoé Valdés




De otros Juanes.


Juan Almeida fue el símbolo que escogieron los Castro para la cuota de negros en la revolución –bien poca por cierto. Los que lo conocieron coinciden en que no era un hombre inteligente, pero era un tipo sensible, escribía canciones, y demás. Con Juan Almeida, los Castro cumplieron a cabalidad esa frase tan radicalmente racista, la del “token nigger”, pero ya sabemos que el racismo se acentuó con el castrismo, y además llegó a ser el “talking token nigger”.
En épocas de Fulgencio de Batista, presidente al que la burguesía cubana le dio “bola negra”, se luchó por una igualdad racial, el mismo Batista creó clubes donde todo el mundo, del color que fuera, pudiera asistir, la policía era en su mayoría negra, y se abogó porque las empleadas del Encanto también pudieran ser negras. Con Batista entró en El Encanto la primera dependiente negra. Pero eso lo olvidaron los cubanos, o una gran mayoría.

Todo esto lo pensaba esta mañana, mientras bebía mi café, luego del jugo de naranjas importadas de Cuba, que ya les conté en post anterior. Mi café es un café gourmet, aparte del Nespresso, que ya saben que espero que el día que me muera –lo más lejano posible- me entierren con mi cafetera What Else? Pero además del Nespresso bebo otro café en honor a mi madre: el Caracolillo, que hoy en día, en Francia, así como en Japón, es un café gourmet. Existen, que yo sepa, tres cafés en el mundo, en nuestra región, que se encuentran en los primeros puestos del café mundial: El azul de montaña (de Jamaica, sembrado bajo las matas de marihuana), el Caracolillo (de Cuba), y el Santos (de República Dominicana). En Cuba ya no se vende el Caracolillo, en Cuba la gente desde hace décadas bebe chícharos por café. Pero en Cuba, el Caracolillo fue un café protegido, mi madre que limpiaba pisos y que fue dependienta en La Cafetera Nacional, bebía Caracolillo; lo que hoy en Francia es considerado un gourmet a precio de oro, en Cuba se vendía a la población, y para colmo se cuidaba de que ese café no fuera sólo a la exportación, sino que sobre todo el pueblo pudiera consumirlo. ¡Qué mala era la República, qué República era aquella, sí, señor!

Pues mientras me tomaba mi Caracolillo, pensé en Juan Juan Almeida, hijo de Juan Almeida, que salió a la calle a protestar y lo desaparecieron. A Antúnez y a Biscet, y a Darsi los arrestaron. A Juan Juan Almeida lo desaparecieron. Aquí ha habido entonces secuestro y desaparición. Juan Juan Almeida escribió un libro de testimonios, no es un libro de un escritor porque él no lo es, pero es un libro con testimonios muy valiosos. Todos estos libros de testimonios de hijos de pinchos lo son, porque nadie como ellos para contar lo que ha sido el castrismo, del que mamaron desde que nacieron.

Antúnez, Biscet, Ferrer, no poseen esos testimonios, ellos solamente luchan por la libertad, y no cuentan en sus curriculums con ese plus, que a la hora de armar un escándalo internacional a favor de su liberación añada que además fueron hijos de fulanito de tal y que poseen información extra. Y todos sabemos que aquí lo que vale es la información. Hace tiempo, luchaba yo por que le dieran el asilo político a un pobre muchacho, periodista independiente, y la abogada me preguntaba si él tenía algo que aportar, si podía declarar cosas, y yo no entendía nada… El asunto es que para pedir asilo político mientras más involucrado se estuvo en el castrismo se supone que más sabes y que mejor te consideren. Así es.

Yo me sumo a la campaña por la liberación de Juan Juan Almeida, en primer lugar porque, pese a que no me interesa nadie que estuvo y gozó hasta que pudo de la teta directa del castrismo, creo que Juan Juan –por lo que leí- es una víctima doble, del destino y del castrismo, igual digo una bobería, todos somos dobles y triples: Le tocó nacer hijo de su padre, no sólo del comandante castrista, además del considerado por los Castro el “talking token nigger”. Y para colmo, se rebeló contra eso. Es un hombre enfermo, ha tenido el coraje de escribir en contra de Aquel Espanto, y pide reunirse con su familia en Miami, lo que la mayoría en Cuba quiere. Yo me sumo, sin reticencias, aún cuando en su momento escribí que su caso para mí no era una prioridad. Y sigo insistiendo, que para mí, no lo es, mis prioridades son los hombres y las mujeres que luchan dentro de Cuba para liberar su país.

Juan Juan Almeida es hoy un desaparecido, como lo es Antúnez, Ferrer, Biscet, quienes se encuentran encarcelados por defender las ideas en las que creen. Juan Juan Almeida tiene sus propias ideas, no son las mismas que la de los disidentes mencionados, o no han sido expresadas de la misma forma. E igual, si Juan Juan hubiera estado en otro momento de su vida, ni siquiera se hubiera interesado por estos disidentes, los habría tal vez condenado, pero ahora eso son solamente suposiciones. Y eso no es lo que importa en este momento. No voy a interesarme más en él que en los otros, aunque pido su libertad, la merece, y me voy a interesar al igual que me intereso en los otros.

Hoy, es un hombre desaparecido, y estoy segura de que todos los presos políticos cubanos pedirían su libertad, me sumo a esas voces. Como debería sumarse el cantante Juanes, ¿Juan Juan Almeida apoyó o no su concierto por la paz en Cuba? Ahora es el turno del otro Juanes de sacar la cara por su tocayo. Que alguien le envíe este mensaje al colombiano a través de Twitter, por favor, de esa paloma mensajera incrustada en la ciber-pantalla.

Zoé Valdés.