Tramposos, hipócritas y mentirosos
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Tramposos, hipócritas y mentirosos
Estamos acostumbrados a que los políticos nos mientan. O que nos digan
una cosa y hagan otra. En algunos países los gobernantes no parecen
incurrir en mayores costes cuando mienten, o cuando prometen lo que
todos saben que no se cumplirá o describen la realidad de maneras que
nada tienen que ver con lo que de verdad sucede. Estas son tendencias
universales y son excepcionales los países en los cuales esto no
ocurre. Pero es peligroso acostumbrarse tanto. Esta tolerancia ha hecho
que en algunos países la complacencia del público con las flagrantes
mentiras de los gobernantes o con la hipocresía de los políticos
alcanza niveles insólitos. Nos hemos acostumbrado tanto a que nos
mientan que ya no nos importa; es parte de un juego en el que todos
participamos. Los gobernantes mentirosos saben que sabemos que nos
están mintiendo y que, o no nos importa, o no hay nada que podamos
hacer al respecto. Cuentan también con el hecho de que la mayor parte
de la población no presta mucha atención a lo que dicen, y que quienes
sí prestan atención tiene la memoria corta.
En todo esto juegan un rol crítico los medios de comunicación y la
buena noticia es que las nuevas tecnologías como Google o YouTube
facilitan el recuento de las promesas incumplidas, las mentiras y las
contradictorias posiciones de gobernantes y políticos. Siempre y
cuando, claro está, esos líderes no tengan el control de los medios,
incluyendo Internet. O que a la población le importe que le mientan.Los
ejemplos sobran y en cada país -y continente- se pueden hacer largas
listas de las mentiras gubernamentales o de los políticos que engañan
haciendo trampas con el idioma. América Latina, por ejemplo, es una
fuente inagotable de hipocresía gubernamental.Hace poco, en
Cancún, los presidentes latinoamericanos crearon una nueva organización
que quizás se llame Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Sus integrantes son todos los países del hemisferio menos Estados
Unidos, Canadá y... Honduras. ¿Por qué no Honduras? Porque su nuevo
Gobierno, elegido en un proceso que nadie objeta, es el sucesor de un
Gobierno que derrocó a un presidente democráticamente electo. Pequeño
detalle: Cuba, ese bastión de la democracia, es miembro de la nueva
Comunidad de Estados Latinoamericanos. Cuba sí; Honduras, no. ¿No les
da vergüenza? Otro pequeño detalle: esa reunión, convocada con el
nombre de la Cumbre de la Unidad (¿será por eso que no se invitó a
Estados Unidos?) incluyó violentos intercambios de insultos entre los
presidentes de Colombia y Venezuela y mostró claramente que hay más
unidad entre muchos países de la región con Estados Unidos que entre
ellos mismos.La nueva organización incluye entre sus principios
fundacionales "promover el respeto al derecho internacional". Este
sagrado principio fue aclamado por los mismos presidentes que no
dijeron absolutamente nada cuando uno de ellos, Hugo Chávez, un día
decidió prohibir, arbitraria y unilateralmente y en contra de todas las
normas del derecho internacional, el comercio entre su país y Colombia.
El embargo aún se mantiene y las empresas brasileñas lo han aprovechado
para quitarle el mercado venezolano a los exportadores colombianos.
¡Viva la unidad!En las reuniones del Grupo de los 20, la
presidenta Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, truena contra las
manipulaciones y la falta de transparencia del sistema financiero
internacional. Tiene razón. Pero que esto venga de una presidenta cuyo
país ha caído al foso de la lista de los países más corruptos del mundo
compilada por la organización Transparencia Internacional es una
deliciosa ironía que no parece importarle. Para ella esta contradicción
no tiene consecuencias."No se puede juzgar a un país o la
actitud de un gobernante en función de la actitud de un ciudadano que
decide empezar una huelga de hambre", dijo el presidente brasileño Lula
da Silva minimizando la muerte del cubano Orlando Zapata, fallecido en
la cárcel después de un prolongado ayuno en protesta contra las
torturas y maltratos que allí sufrió. Lula aceptó que en su época de
líder sindical había hecho huelgas de hambre, pero que "jamás" lo
volvería a hacer. Sobre esto último estoy seguro de que es
absolutamente sincero.Sobre el tema de la sinceridad vale la
pena recordar a George Orwell: "La gran enemiga de la claridad en el
lenguaje es la insinceridad... El lenguaje político está diseñado para
hacer que las mentiras parezcan verdades y que el asesinato parezca
respetable...".
¿No describe esto la actitud de Matilda y San Mierdeco?
una cosa y hagan otra. En algunos países los gobernantes no parecen
incurrir en mayores costes cuando mienten, o cuando prometen lo que
todos saben que no se cumplirá o describen la realidad de maneras que
nada tienen que ver con lo que de verdad sucede. Estas son tendencias
universales y son excepcionales los países en los cuales esto no
ocurre. Pero es peligroso acostumbrarse tanto. Esta tolerancia ha hecho
que en algunos países la complacencia del público con las flagrantes
mentiras de los gobernantes o con la hipocresía de los políticos
alcanza niveles insólitos. Nos hemos acostumbrado tanto a que nos
mientan que ya no nos importa; es parte de un juego en el que todos
participamos. Los gobernantes mentirosos saben que sabemos que nos
están mintiendo y que, o no nos importa, o no hay nada que podamos
hacer al respecto. Cuentan también con el hecho de que la mayor parte
de la población no presta mucha atención a lo que dicen, y que quienes
sí prestan atención tiene la memoria corta.
En todo esto juegan un rol crítico los medios de comunicación y la
buena noticia es que las nuevas tecnologías como Google o YouTube
facilitan el recuento de las promesas incumplidas, las mentiras y las
contradictorias posiciones de gobernantes y políticos. Siempre y
cuando, claro está, esos líderes no tengan el control de los medios,
incluyendo Internet. O que a la población le importe que le mientan.Los
ejemplos sobran y en cada país -y continente- se pueden hacer largas
listas de las mentiras gubernamentales o de los políticos que engañan
haciendo trampas con el idioma. América Latina, por ejemplo, es una
fuente inagotable de hipocresía gubernamental.Hace poco, en
Cancún, los presidentes latinoamericanos crearon una nueva organización
que quizás se llame Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Sus integrantes son todos los países del hemisferio menos Estados
Unidos, Canadá y... Honduras. ¿Por qué no Honduras? Porque su nuevo
Gobierno, elegido en un proceso que nadie objeta, es el sucesor de un
Gobierno que derrocó a un presidente democráticamente electo. Pequeño
detalle: Cuba, ese bastión de la democracia, es miembro de la nueva
Comunidad de Estados Latinoamericanos. Cuba sí; Honduras, no. ¿No les
da vergüenza? Otro pequeño detalle: esa reunión, convocada con el
nombre de la Cumbre de la Unidad (¿será por eso que no se invitó a
Estados Unidos?) incluyó violentos intercambios de insultos entre los
presidentes de Colombia y Venezuela y mostró claramente que hay más
unidad entre muchos países de la región con Estados Unidos que entre
ellos mismos.La nueva organización incluye entre sus principios
fundacionales "promover el respeto al derecho internacional". Este
sagrado principio fue aclamado por los mismos presidentes que no
dijeron absolutamente nada cuando uno de ellos, Hugo Chávez, un día
decidió prohibir, arbitraria y unilateralmente y en contra de todas las
normas del derecho internacional, el comercio entre su país y Colombia.
El embargo aún se mantiene y las empresas brasileñas lo han aprovechado
para quitarle el mercado venezolano a los exportadores colombianos.
¡Viva la unidad!En las reuniones del Grupo de los 20, la
presidenta Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, truena contra las
manipulaciones y la falta de transparencia del sistema financiero
internacional. Tiene razón. Pero que esto venga de una presidenta cuyo
país ha caído al foso de la lista de los países más corruptos del mundo
compilada por la organización Transparencia Internacional es una
deliciosa ironía que no parece importarle. Para ella esta contradicción
no tiene consecuencias."No se puede juzgar a un país o la
actitud de un gobernante en función de la actitud de un ciudadano que
decide empezar una huelga de hambre", dijo el presidente brasileño Lula
da Silva minimizando la muerte del cubano Orlando Zapata, fallecido en
la cárcel después de un prolongado ayuno en protesta contra las
torturas y maltratos que allí sufrió. Lula aceptó que en su época de
líder sindical había hecho huelgas de hambre, pero que "jamás" lo
volvería a hacer. Sobre esto último estoy seguro de que es
absolutamente sincero.Sobre el tema de la sinceridad vale la
pena recordar a George Orwell: "La gran enemiga de la claridad en el
lenguaje es la insinceridad... El lenguaje político está diseñado para
hacer que las mentiras parezcan verdades y que el asesinato parezca
respetable...".
¿No describe esto la actitud de Matilda y San Mierdeco?
CalaveraDeFidel- Cantidad de envíos : 19144
Fecha de inscripción : 21/02/2009
Re: Tramposos, hipócritas y mentirosos
Si, los describe, son complices voluntarios de toda esa podedumbre.
Azali- Admin
- Cantidad de envíos : 50978
Fecha de inscripción : 27/10/2008
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