Pura diversión por Claudia Cadelo
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Pura diversión por Claudia Cadelo
martes 18 de mayo de 2010
Pura diversión
Foto: Penúltimos Días
Un grupo de conocidos conversábamos sobre los mítines de repudio. Había de todo: los radicales, los moderados y los “ingenuos”, yo estaba –de más está decirlo- en el piquete de los primeros. Una muchacha contaba que cuando ella iba a las marchas se sentaba estilo pique-nique en el primer césped que encontraba, y que jamás había gritado ni media consigna. Otra relataba cómo decía en su CDR que el primero de mayo desfilaría con sus compañeros de trabajo mientras que a éstos últimos les decía justo lo contrario. Un muchacho contó como dejó a su ex-novia: ella lo había llamado porque no podría verlo esa tarde, había sido convocada para un mitin de repudio contra las Damas de Blanco y no podía faltar. Discutieron y la relación terminó antes que la llamada telefónica. Otra, más sutil, amateur del montaje de fotos digitales, entregaba en su sindicato una “perfecta” prueba de su presencia en la marcha de turno.
En ese momento una de las presentes confesó haber participado en un extraño mitin de repudio contra la embajada Checa. Enumeró algunas de las consignas gritadas, “Que se vayan los lacayos”, entre otras y concluyó: -Si ellos supieran lo poco que a nosotros nos interesan las razones del mitin, estamos allí porque no nos queda otro remedio y entre la conguita y el ritmo nos divertimos.
Casi me desmayo ante tamaña barbaridad. ¿Cómo puede ser una persona tan inconsciente? ¿Resulta que ahora la víctima del mitin -aquel al que le gritan improperios, obscenidades y en el mejor de los casos consignas políticas -tiene que “imaginar” que los alaridos no son lo que parecen, sino una fiesta popular de estudiantes con la materia gris flotando en el vacío?
El tema se cortó de cuajo, durante unos segundos todos la miramos anonadados y alguien atinó a preguntar: -¿A quién le importa que te diviertas a costa de la vergüenza del otro? Pero la muchacha no entendía: -No sé, ¿Tú crees que a la gente de la embajada le molestó?
Todos encontramos una excusa para irnos. Yo no le dije nada, quizás comience a analizar las cosas el día en que el grito se le ahogue en el momento de echármelo a mí en la cara.
Publicado por Claudia
Pura diversión
Foto: Penúltimos Días
Un grupo de conocidos conversábamos sobre los mítines de repudio. Había de todo: los radicales, los moderados y los “ingenuos”, yo estaba –de más está decirlo- en el piquete de los primeros. Una muchacha contaba que cuando ella iba a las marchas se sentaba estilo pique-nique en el primer césped que encontraba, y que jamás había gritado ni media consigna. Otra relataba cómo decía en su CDR que el primero de mayo desfilaría con sus compañeros de trabajo mientras que a éstos últimos les decía justo lo contrario. Un muchacho contó como dejó a su ex-novia: ella lo había llamado porque no podría verlo esa tarde, había sido convocada para un mitin de repudio contra las Damas de Blanco y no podía faltar. Discutieron y la relación terminó antes que la llamada telefónica. Otra, más sutil, amateur del montaje de fotos digitales, entregaba en su sindicato una “perfecta” prueba de su presencia en la marcha de turno.
En ese momento una de las presentes confesó haber participado en un extraño mitin de repudio contra la embajada Checa. Enumeró algunas de las consignas gritadas, “Que se vayan los lacayos”, entre otras y concluyó: -Si ellos supieran lo poco que a nosotros nos interesan las razones del mitin, estamos allí porque no nos queda otro remedio y entre la conguita y el ritmo nos divertimos.
Casi me desmayo ante tamaña barbaridad. ¿Cómo puede ser una persona tan inconsciente? ¿Resulta que ahora la víctima del mitin -aquel al que le gritan improperios, obscenidades y en el mejor de los casos consignas políticas -tiene que “imaginar” que los alaridos no son lo que parecen, sino una fiesta popular de estudiantes con la materia gris flotando en el vacío?
El tema se cortó de cuajo, durante unos segundos todos la miramos anonadados y alguien atinó a preguntar: -¿A quién le importa que te diviertas a costa de la vergüenza del otro? Pero la muchacha no entendía: -No sé, ¿Tú crees que a la gente de la embajada le molestó?
Todos encontramos una excusa para irnos. Yo no le dije nada, quizás comience a analizar las cosas el día en que el grito se le ahogue en el momento de echármelo a mí en la cara.
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