Era un central y muele como un trapiche
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Era un central y muele como un trapiche
Era un central y muele como un trapiche
Miércoles 08 de Septiembre de 2010 15:58 Alberto Méndez Castelló
Central Antonio Guiteras, Las Tunas. (GOOGLE)
Un anuncio caminero lo promueve con pompa: "Bienvenido a la empresa azucarera Antonio Guiteras Holmes, mayor productor de azúcar del país". El cartel, recién pintado, está asentado sobre una base de hormigón armado a la entrada del pueblo.
En 1953, el central Delicias produjo 1.383.653 sacos de 325 libras, unas 250.000 toneladas de azúcar parda; pero en la última zafra sólo produjo unas 60.000 toneladas. Con todo, continúa siendo el mayor productor de azúcar de Cuba. El central Uruguay, su más cercano competidor, sólo consiguió 58.000 toneladas.
"No saque más cuentas, todo el mundo sabe que vamos para abajo como el rabo de la vaca", dijo un viejo operador de calderas al ver a este reportero enfrascado con la calculadora.
Propaganda caminera adelante se encuentra la casa sin techo del teniente González, antiguo carcelero del comandante Húber Matos. En su autobiografía titulada Como llegó la noche, Matos se refiere a González como el único de sus guardianes de quien recibió buen trato en sus 20 años de encierro. Pero el teniente no quiere hablar de su pasado, apenas si tiene donde guarecerse, el huracán le llevó el techo y no ha logrado reponerlo. Aunque posee una gran colección de medallas y se ha dirigido hasta al general Raúl Castro, no recibe la pensión que le corresponde como oficial retirado del Ministerio del Interior.
El viejo carcelero hoy tiene 84 años y calza unos zapatos de lona rotos. "Cómo le gustaría a Húber saber de su antiguo carcelero", dijo Elizardo Sánchez, quien había pedido a la Dama de Blanco Melba Santana Ariz, esposa del preso político Alfredo Domínguez Batista, contar de ella y de su pueblo.
Domínguez es uno de los disidentes recientemente excarcelados y enviados a España por el gobierno cubano.
"Delicias, tierra natal de un Premio Nacional de Literatura, carece de un salmista que escriba una plegaria pidiendo la destrucción de lo malvado. ¿Cuándo van a escribir de Delicias? ¿Cuándo va a mostrar al mundo cómo vivimos aquí?", preguntó la Dama de Blanco en declaraciones hechas semanas antes de partir junto a su esposo a España.
"Esto es muy duro, pero tampoco el exilio es fácil. Yo no estoy feliz con abandonar mi país", agregó.
Sabido es que en este pueblo, donde un día sobró el azúcar, hoy hasta el de una colada se importa. Un poco más allá de la casa de Melba está el sitio donde antiguamente se almacenaban aquellos millones de sacos de azúcar de 325 libras.
Hoy el lugar es un taller de maquinado. Parece un gigante con los huesos oxidados al sol. La mayor parte de la techumbre, corroída ya por el tiempo y la desidia, se la llevó el huracán Ike y aún no hay reemplazo… para qué.
Locomotoras desahuciadas y montones de ruedas de carros del ferrocarril se amontonan por doquier. ¿Esto es un taller o un rastro?.
"Lo que usted quiera. ¿Qué le parece a usted que es?", dijo un hombre que pastoreaba una chiva entre la fronda, abonada por las aguas albañales que corrían por la calle.
"¿Cuántos mosquitos cree que ponen sus huevos aquí?", añadió el hombre de la cabra para luego responderse a sí mismo: "si no nos hemos muerto, ha sido por la mano de Dios".
Algo debe haber de cierto en su decir, decenas de casas permanecen sin techo o sencillamente en el suelo, como las dejó el huracán Ike el 9 de septiembre de 2008. No tienen mejor suerte establecimientos comerciales o fabriles, todavía hoy desguasados como al amanecer tras la noche del ciclón.
Entre 1968 y 1970, inversionistas ingleses modernizaron la industria azucarera de Pinar del Río a Santiago de Cuba, y uno se pregunta cómo en un lapso tan relativamente breve un sistema productor como es una fábrica de azúcar llegó a aniquilarse hasta el punto de la hecatombe.
La respuesta nos llegó de forma indirecta de un traductor que trabajó con aquel equipo de ingenieros inversionistas, a quien preguntamos qué creía que estaba haciendo Fidel Castro con sus reapariciones. "Hombre, apuntalando", respondió. "¿Usted no sabe que llevamos 50 años aprendiendo a caminar y al cabo sólo hemos aprendido a apoyarnos?. Nos pasamos años con un rótulo en el bastón que decía URSS, ahora llevamos uno que dice Venezuela, hasta que se nos caiga. ¿Ve cómo está esto por aquí?, pues así lo verá por allá".
http://www.diariodecuba.net/cuba/81-cuba/3131-era-un-central-y-muele-como-un-trapiche.html
Miércoles 08 de Septiembre de 2010 15:58 Alberto Méndez Castelló
Central Antonio Guiteras, Las Tunas. (GOOGLE)
Un anuncio caminero lo promueve con pompa: "Bienvenido a la empresa azucarera Antonio Guiteras Holmes, mayor productor de azúcar del país". El cartel, recién pintado, está asentado sobre una base de hormigón armado a la entrada del pueblo.
En 1953, el central Delicias produjo 1.383.653 sacos de 325 libras, unas 250.000 toneladas de azúcar parda; pero en la última zafra sólo produjo unas 60.000 toneladas. Con todo, continúa siendo el mayor productor de azúcar de Cuba. El central Uruguay, su más cercano competidor, sólo consiguió 58.000 toneladas.
"No saque más cuentas, todo el mundo sabe que vamos para abajo como el rabo de la vaca", dijo un viejo operador de calderas al ver a este reportero enfrascado con la calculadora.
Propaganda caminera adelante se encuentra la casa sin techo del teniente González, antiguo carcelero del comandante Húber Matos. En su autobiografía titulada Como llegó la noche, Matos se refiere a González como el único de sus guardianes de quien recibió buen trato en sus 20 años de encierro. Pero el teniente no quiere hablar de su pasado, apenas si tiene donde guarecerse, el huracán le llevó el techo y no ha logrado reponerlo. Aunque posee una gran colección de medallas y se ha dirigido hasta al general Raúl Castro, no recibe la pensión que le corresponde como oficial retirado del Ministerio del Interior.
El viejo carcelero hoy tiene 84 años y calza unos zapatos de lona rotos. "Cómo le gustaría a Húber saber de su antiguo carcelero", dijo Elizardo Sánchez, quien había pedido a la Dama de Blanco Melba Santana Ariz, esposa del preso político Alfredo Domínguez Batista, contar de ella y de su pueblo.
Domínguez es uno de los disidentes recientemente excarcelados y enviados a España por el gobierno cubano.
"Delicias, tierra natal de un Premio Nacional de Literatura, carece de un salmista que escriba una plegaria pidiendo la destrucción de lo malvado. ¿Cuándo van a escribir de Delicias? ¿Cuándo va a mostrar al mundo cómo vivimos aquí?", preguntó la Dama de Blanco en declaraciones hechas semanas antes de partir junto a su esposo a España.
"Esto es muy duro, pero tampoco el exilio es fácil. Yo no estoy feliz con abandonar mi país", agregó.
Sabido es que en este pueblo, donde un día sobró el azúcar, hoy hasta el de una colada se importa. Un poco más allá de la casa de Melba está el sitio donde antiguamente se almacenaban aquellos millones de sacos de azúcar de 325 libras.
Hoy el lugar es un taller de maquinado. Parece un gigante con los huesos oxidados al sol. La mayor parte de la techumbre, corroída ya por el tiempo y la desidia, se la llevó el huracán Ike y aún no hay reemplazo… para qué.
Locomotoras desahuciadas y montones de ruedas de carros del ferrocarril se amontonan por doquier. ¿Esto es un taller o un rastro?.
"Lo que usted quiera. ¿Qué le parece a usted que es?", dijo un hombre que pastoreaba una chiva entre la fronda, abonada por las aguas albañales que corrían por la calle.
"¿Cuántos mosquitos cree que ponen sus huevos aquí?", añadió el hombre de la cabra para luego responderse a sí mismo: "si no nos hemos muerto, ha sido por la mano de Dios".
Algo debe haber de cierto en su decir, decenas de casas permanecen sin techo o sencillamente en el suelo, como las dejó el huracán Ike el 9 de septiembre de 2008. No tienen mejor suerte establecimientos comerciales o fabriles, todavía hoy desguasados como al amanecer tras la noche del ciclón.
Entre 1968 y 1970, inversionistas ingleses modernizaron la industria azucarera de Pinar del Río a Santiago de Cuba, y uno se pregunta cómo en un lapso tan relativamente breve un sistema productor como es una fábrica de azúcar llegó a aniquilarse hasta el punto de la hecatombe.
La respuesta nos llegó de forma indirecta de un traductor que trabajó con aquel equipo de ingenieros inversionistas, a quien preguntamos qué creía que estaba haciendo Fidel Castro con sus reapariciones. "Hombre, apuntalando", respondió. "¿Usted no sabe que llevamos 50 años aprendiendo a caminar y al cabo sólo hemos aprendido a apoyarnos?. Nos pasamos años con un rótulo en el bastón que decía URSS, ahora llevamos uno que dice Venezuela, hasta que se nos caiga. ¿Ve cómo está esto por aquí?, pues así lo verá por allá".
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