La Nueva Broma Nacional28
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La Nueva Broma Nacional28
La Nueva Broma Nacional
28 Sep
Para aquellos adelantados que perdimos el trabajo sin que todavía el Gobierno anunciara su recorte de plazas, el ajedrez social de esta Isla de los absurdos tiene una connotación distinta. Los últimos eventos no nos sorprenden demasiado.
Yo, que fui pionero en esto de ser prescindible, algún día reclamaré mi diploma y mi condecoración.
Por eso creo que abrí las páginas dobles del diario Granma el viernes último con un estado de ánimo diferente del general, diríase que menos predispuesto. Más “light”. Cuando ya se es desempleado, poco asusta lo que diga un periódico oficial.
Las carcajadas me limpiaron el día. Conseguí inaugurar la mañana con una risa divertida que me hizo ponerme otros lentes para mirar y escribir la realidad.
He vuelto una y otra vez sobre el listado de 178 nuevas ocupaciones que mi Gobierno bienhechor ha creado para el sustento de los ciudadanos, y cada vez se repite la escena: empiezo por la sonrisa contenida, termino riendo con total desparpajo.
Alguien me dijo no hace mucho: “Este es un país loco”. Es decir: no un país de locos, sino una nación que como tal, perdió la cordura. Yo no sé si podría afirmar eso, o si diría más bien, que el humor es nuestro deporte nacional. Esta vez, incluso nuestros dirigentes se han dado a la broma.
Miro el listado, seriamente ordenado por orden alfabético, y de entrada me pregunto si alguno de esos magnos oficios se aviene a mi perfil de escriba desvinculado. Luego de desechar el de “Repasador” por no creerme con aptitudes pedagógicas, comienzo a sortear:
1. Nunca conseguí, siendo adolescente, trepar hasta un cocotero durante mi estadía en el Preuniversitario y arrancarle su fruto. Ni siquiera porque en ello casi me iba la vida: el hambre era tan fiera, que supuestamente debía hacerme escalar el Everest. Bueno, pues ni así.
He tachado el oficio “Desmochador de palmas”. Imagino la fortuna a mi alcance, pero la razón me asiste en mi negativa: si muerto de hambre e inyectado de adrenalina adolescente, no conseguí alcanzar la cima de un cocotero, ya podré quitarle sus pencas a una palma real…
2. En mi casa hay una cotorra hablanchina y una tortuga enana que, a pesar de acercarse a los veinte años de edad, cabe en la palma de la mano. Como la actividad “Alquiler de animales” acaba de ser aprobada, me exprimo el cerebro pensando qué utilidad explotar en las mascotas de mi hogar, y quizás de esta forma reactivar yo también mi inexistente economía.
La cotorra posee un egocentrismo tal, que de todo su repertorio el 99 porciento de las palabras que masculla comienzan con su nombre propio. Es arisca, flemática, y estoy seguro: en el instante en que alguien me la alquile para divertir a su familia, ella enmudecerá por completo hasta el día de la devolución.
La tortuga tiene una de las existencias más aburridas que animal alguno pueda experimentar. Salvo para llenar la casa de suerte con su caminado místico, no le veo otra utilidad por la cual recaudar capital.
3. Como el listado es explícito, aunque yo estuviera entrenado en el arte de tejer no podría ejercer el oficio. No estaría a salvo de las dudas y miradas malintencionadas. Sacar una patente para una actividad que dice, sin margen a las dudas, “Bordadora-Tejedora”, no me haría sentir cómodo.
4. Una de las opciones que sí he marcado con asteriscos, por sugerente, es la de “Cobrador-Pagador”. Me seduce la idea de responder, cuando alguien me pregunte mi profesión: “Bueno, yo me dedico a cobrar y a pagar”. Podría pasar por inversionista u hombre de negocios, aunque mis bolsillos no se enteren. De cualquier forma, un cierto reconocimiento social me asistirá.
5. Todo lo contrario de quienes echen por tierra su status oficiando como “Peluqueros de animales domésticos”. Cierto: se trata de una profesión honorable donde las haya, frecuente en naciones desarrolladas. Pero yo desconfiaría automáticamente del entorno familiar de una chica que acabo de conocer, por ejemplo, y que me confiesa que su padre se gana la vida cortándole el cerquillo a los poodles de su ciudad.
6. Hay algunos oficios de reciente admisión, que van a necesitar de un esclarecimiento público en aras de atajar los malentendidos populares. El punto número 156 dice: “Dandy”, y nadie sabe lo que pueda pasar por la mente de nuestros dirigentes. Por si acaso, algunos de mis amigos más apuestos ya han comenzado a depilarse el pecho, a pulir sus músculos, y a comprarse sombrero y bastón. Quién sabe.
7. Por otra parte, el diario Granma debió colocar debajo de esta compilación de oficios una especie de leyenda donde los más misteriosos e indescifrables tuvieran su explicación. Debo confesar que no duermo en paz pensando a qué diablos se dedica un “Forrador de botones”, o un “Tenedor de libros”. Creo que si mi optimismo llegara a confirmarse, por este último podré sacar adelante a mi familia actual y la futura. Si me van a pagar por tener libros… aleluya.
8. Ni siquiera del universo astral se ha desentendido nuestro Gobierno en su esfuerzo por dotar a cada cubano de sustento y bienestar personal. Ahora la “Cartomántica” podrá leer en paz, patente mediante, el futuro de sus clientes en los juegos de naipes. Incluso adivinar el destino de los inspectores que le soliciten el permiso para su oficio de iluminada.
9. También el “Pelador de frutas tropicales” podrá quitar la cáscara de plátanos y mangos sin la preocupante de ser sorprendido en falta, y por un módico impuesto al Estado tendrá autorización para dedicarse por entero a esta jugosa empresa.
Lo único que no me queda claro es cuándo piensa nuestro periódico burlón publicar la coletilla que lo esclarezca todo. El texto que de por terminada esta broma tan original con que nos han querido obsequiar desde las altas esferas del poder. Para chiste criollo está muy bien, pero ya que todos reímos de buena gana, que comiencen a hablar en serio… ¿Estamos?
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28 Sep
Para aquellos adelantados que perdimos el trabajo sin que todavía el Gobierno anunciara su recorte de plazas, el ajedrez social de esta Isla de los absurdos tiene una connotación distinta. Los últimos eventos no nos sorprenden demasiado.
Yo, que fui pionero en esto de ser prescindible, algún día reclamaré mi diploma y mi condecoración.
Por eso creo que abrí las páginas dobles del diario Granma el viernes último con un estado de ánimo diferente del general, diríase que menos predispuesto. Más “light”. Cuando ya se es desempleado, poco asusta lo que diga un periódico oficial.
Las carcajadas me limpiaron el día. Conseguí inaugurar la mañana con una risa divertida que me hizo ponerme otros lentes para mirar y escribir la realidad.
He vuelto una y otra vez sobre el listado de 178 nuevas ocupaciones que mi Gobierno bienhechor ha creado para el sustento de los ciudadanos, y cada vez se repite la escena: empiezo por la sonrisa contenida, termino riendo con total desparpajo.
Alguien me dijo no hace mucho: “Este es un país loco”. Es decir: no un país de locos, sino una nación que como tal, perdió la cordura. Yo no sé si podría afirmar eso, o si diría más bien, que el humor es nuestro deporte nacional. Esta vez, incluso nuestros dirigentes se han dado a la broma.
Miro el listado, seriamente ordenado por orden alfabético, y de entrada me pregunto si alguno de esos magnos oficios se aviene a mi perfil de escriba desvinculado. Luego de desechar el de “Repasador” por no creerme con aptitudes pedagógicas, comienzo a sortear:
1. Nunca conseguí, siendo adolescente, trepar hasta un cocotero durante mi estadía en el Preuniversitario y arrancarle su fruto. Ni siquiera porque en ello casi me iba la vida: el hambre era tan fiera, que supuestamente debía hacerme escalar el Everest. Bueno, pues ni así.
He tachado el oficio “Desmochador de palmas”. Imagino la fortuna a mi alcance, pero la razón me asiste en mi negativa: si muerto de hambre e inyectado de adrenalina adolescente, no conseguí alcanzar la cima de un cocotero, ya podré quitarle sus pencas a una palma real…
2. En mi casa hay una cotorra hablanchina y una tortuga enana que, a pesar de acercarse a los veinte años de edad, cabe en la palma de la mano. Como la actividad “Alquiler de animales” acaba de ser aprobada, me exprimo el cerebro pensando qué utilidad explotar en las mascotas de mi hogar, y quizás de esta forma reactivar yo también mi inexistente economía.
La cotorra posee un egocentrismo tal, que de todo su repertorio el 99 porciento de las palabras que masculla comienzan con su nombre propio. Es arisca, flemática, y estoy seguro: en el instante en que alguien me la alquile para divertir a su familia, ella enmudecerá por completo hasta el día de la devolución.
La tortuga tiene una de las existencias más aburridas que animal alguno pueda experimentar. Salvo para llenar la casa de suerte con su caminado místico, no le veo otra utilidad por la cual recaudar capital.
3. Como el listado es explícito, aunque yo estuviera entrenado en el arte de tejer no podría ejercer el oficio. No estaría a salvo de las dudas y miradas malintencionadas. Sacar una patente para una actividad que dice, sin margen a las dudas, “Bordadora-Tejedora”, no me haría sentir cómodo.
4. Una de las opciones que sí he marcado con asteriscos, por sugerente, es la de “Cobrador-Pagador”. Me seduce la idea de responder, cuando alguien me pregunte mi profesión: “Bueno, yo me dedico a cobrar y a pagar”. Podría pasar por inversionista u hombre de negocios, aunque mis bolsillos no se enteren. De cualquier forma, un cierto reconocimiento social me asistirá.
5. Todo lo contrario de quienes echen por tierra su status oficiando como “Peluqueros de animales domésticos”. Cierto: se trata de una profesión honorable donde las haya, frecuente en naciones desarrolladas. Pero yo desconfiaría automáticamente del entorno familiar de una chica que acabo de conocer, por ejemplo, y que me confiesa que su padre se gana la vida cortándole el cerquillo a los poodles de su ciudad.
6. Hay algunos oficios de reciente admisión, que van a necesitar de un esclarecimiento público en aras de atajar los malentendidos populares. El punto número 156 dice: “Dandy”, y nadie sabe lo que pueda pasar por la mente de nuestros dirigentes. Por si acaso, algunos de mis amigos más apuestos ya han comenzado a depilarse el pecho, a pulir sus músculos, y a comprarse sombrero y bastón. Quién sabe.
7. Por otra parte, el diario Granma debió colocar debajo de esta compilación de oficios una especie de leyenda donde los más misteriosos e indescifrables tuvieran su explicación. Debo confesar que no duermo en paz pensando a qué diablos se dedica un “Forrador de botones”, o un “Tenedor de libros”. Creo que si mi optimismo llegara a confirmarse, por este último podré sacar adelante a mi familia actual y la futura. Si me van a pagar por tener libros… aleluya.
8. Ni siquiera del universo astral se ha desentendido nuestro Gobierno en su esfuerzo por dotar a cada cubano de sustento y bienestar personal. Ahora la “Cartomántica” podrá leer en paz, patente mediante, el futuro de sus clientes en los juegos de naipes. Incluso adivinar el destino de los inspectores que le soliciten el permiso para su oficio de iluminada.
9. También el “Pelador de frutas tropicales” podrá quitar la cáscara de plátanos y mangos sin la preocupante de ser sorprendido en falta, y por un módico impuesto al Estado tendrá autorización para dedicarse por entero a esta jugosa empresa.
Lo único que no me queda claro es cuándo piensa nuestro periódico burlón publicar la coletilla que lo esclarezca todo. El texto que de por terminada esta broma tan original con que nos han querido obsequiar desde las altas esferas del poder. Para chiste criollo está muy bien, pero ya que todos reímos de buena gana, que comiencen a hablar en serio… ¿Estamos?
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