EDUARDO MARTINEZ ALONSO, EL SCHINDLER DEL MIÑO.
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EDUARDO MARTINEZ ALONSO, EL SCHINDLER DEL MIÑO.
Eduardo Martínez Alonso, el Schindler del Miño
por Wolfgang Kreutz » 20 May 2010, 13:08
Eduardo Martínez Alonso nació en Vigo en 1903. De madre cubana y de padre uruguayo, ambos descendientes de emigrantes gallegos adinerados, se desenvolvía igual de bien con el español que con el inglés. Los destinos de su padre -como cónsul general de Uruguay en Glasgow y Liverpool- le permitieron criarse a la británica.
Durante la Guerra Civil Española, consiguió participar indistintamente en los dos bandos, como médico de campaña al servicio de la Cruz Roja, y salir indemne. Acabada la contienda, decidió olvidar y dedicarse a vivir la vida. Aparentemente. En el desbarajuste posbélico, la mejor seña de identidad era la clasificación social, y él encajaba fácilmente en esa España conservadora y extremadamente clasista de posguerra. Porque Eduardo, “Lalo”, era un señorito. Mal que bien, se podría definir como un burgués que ejercía la medicina en Madrid sin vínculos dudosos con las izquierdas o la Segunda República.
LA RED "EMBASSY"
En 1939, cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, España apoya al bando alemán de forma mayoritaria. Pero hay un numeroso reducto de anglófilos, entre los que se cuenta Eduardo Martínez. Medico titular de la embajada británica, en donde las legaciones diplomáticas de los países aliados se refunden en una sola, se ofrece a colaborar con el servicio secreto.
Liderados por Allan Hillgarth, agregado naval de la legación, y primer oficial de la inteligencia británica en España, formó equipo con Elizabeth y Michael Creswell, responsables del MI9 (Servicio de Escape y Evasión), con el veterano brigadier Torr; Alan Lubbok; David Babington-Smith, todos diplomáticos británicos, y el encargado de Pasaportes, David Thompson. Con este reducido grupo se formó la base esencial de la ayuda humanitaria del Servicio de Inteligencia británico en España durante la Segunda Guerra Mundial.
Madrid era un hervidero de falangistas, estraperlistas, agentes del MI6 y la Gestapo que actuaban en el mismo perímetro. Los alemanes tenían su tapadera principal de operaciones en el Ritz.
El Embassy en el Madrid de la época.
El selecto salón de té Embassy, ubicado en el Paseo de la Castellana de Madrid (y que aún existe hoy día), era el punto de reunión de la sociedad más chic, pero también lugar de encuentro de agentes y colaboradores secretos de los servicios de inteligencia británicos. Una tapadera a la que llegaban refugiados procedentes del campo de Miranda de Ebro o de los Pirineos, y tras bajar al escondite secreto y con documentos falsificados, salían como un cliente más al portal donde esperaba un coche que los llevaba a Galicia o Gibraltar. El propio doctor acogía a muchos refugiados en su propio piso de soltero antes de que pudieran salir de Madrid.
LA RUTA DE ESCAPE GALLEGA
Martínez Alonso fue uno de los principales organizadores las redes de evasión humanitaria organizadas por el servicio secreto británico; una ruta que empezaba en los Pirineos, siguiendo por Jaca, Miranda de Ebro, Madrid, Vigo, Redondela, Tuy y terminaba en Portugal para huír a Inglaterra por mar. Miles de europeos fueron evacuados por esa ruta: judíos (sobre todo polacos y checos), refugiados, exiliados, purgados, perseguidos, ilegales, aviadores y paracaidistas aliados.
Los capuchinos que escondían a refugiados en su convento de Jaca
La Resistencia francesa colaboraba en el paso de montañas y fronteras. El capuchino Francisco Lazcano, capellán de la Cruz Roja en la que sirve “Lalo” durante la Guerra Civil, daba cobijo a los necesitados en el convento de Jaca. Luego de pasar por la tapadera del Embassy en Madrid, llegaban al piso de Martínez Alonso en Vigo, o a su residencia de verano en Redondela. De allí a Tuy, donde de noche y por los intricados caminos rurales gallegos hacían pasar a los refugiados al otro lado del Miño, mientras los “gardinhas” de aduanas portugueses miraban para otro lado. También solían cruzar la frontera con un taxista implicado en la red y sobornando a los guardias de frontera portugueses, o usando las barcas (dornas) de los “mariñeiros” gallegos (sobre todo los hermanos Moncho y Faustino Otero) que, en noches nubladas o de luna menguante, se jugaban el tipo para llegar hasta donde fondeaban barcos de la Royal Navy.
"Dorna" gallega de la época
La red humanitaria reclutada en Galicia por Eduardo Martínez y compuesta por “mariñeiros” de Redondela, contrabandistas, estraperlistas, taxistas y aduaneros portugueses, funcionaba con gran precisión.
Mapa de escape por el Miño dibujado por el propio Eduardo Martínez
Pero a principios de 1942 la Gestapo comenzaba a cerrar el cerco en torno a la figura de Martínez Alonso; temiendo incluso por su vida, el MI6 decide que ha llegado la hora de evacuar a su doctor español. Nada más casarse el 3 de enero del 42, tiene que huír de España con su reciente esposa, Ramona de Vicente “Moncha”. La luna de miel en Lisboa encubría el verdadero destino: Londres.
Lalo y Moncha, pareja feliz.
EXILIO Y REGRESO
Aún en el exilio inglés, “Lalo” sigue colaborando con su red en España. Las rutas clandestinas que creara y supervisaba fueron vitales hasta 1945. Según un informe de la Cruz Roja británica de posguerra, a partir de 1942 llegaban a nuestro país unos 200 refugiados diarios, que aunque muchos eran encarcelados por las autoridades españolas, unas 500 salían del país cada semana. De ellos, los cálculos respecto a la ruta de evasión por Galicia de 30.000 personas no parecen exagerados.
Acabada la guerra, los Martínez de Vicente regresaron con su hija recién nacida a España. Volvieron a Madrid, a las fiestas, a los toros, a su vida frívola. Él siguió siendo médico de la Cruz Roja hasta su fallecimiento (1972) y jamás habló de su trabajo secreto. Todo un canto a la vida y al amor al prójimo.
La familia Martínez de regreso a España
El Gobierno británico concedió al doctor Eduardo Martínez Alonso la Medalla al Valor en 1945, y en el año 2007 fue propuesto para el título de Justo entre las Naciones por ayudar a escapar del Holocausto a miles de judíos, un galardón que tan sólo tienen cuatro españoles.
Medalla al Valor británica
EL EXPEDIENTE Nº 22666/A
Eduardo Martínez Alonso jamás desveló su colaboración con la inteligencia británica, pero la desclasificación de algunos documentos en 2005 le permitió a su hija, Patricia Martínez de Vicente, acceder a su expediente, a la carpeta nº 22666/A.
Entre los documentos del expediente, se hallaba el Secret's Act (Acta Oficial Secreta), firmado por Eduardo Martínez. Su número operativo secreto era el 055A.
A partir de ese expediente y otros documentos, recavando en las memorias de su madre y otros testimonios, la hija publica el libro “La Clave Embassy”, donde relata la aventura de su padre.
Fuentes:
http://www.lavozdegalicia.es
http://www.elmundo.es
http://www.elcorreogallego.es
http://luzdevigo.blogspot.com
http://tudensia.blogspot.com
http://www.fes.ea.com
http://www.lasegundaguerra.com/viewtopic.php?f=6&t=6610
por Wolfgang Kreutz » 20 May 2010, 13:08
EDUARDO MARTINEZ ALONSO, EL SCHINDLER DEL MIÑO.
Eduardo Martínez Alonso nació en Vigo en 1903. De madre cubana y de padre uruguayo, ambos descendientes de emigrantes gallegos adinerados, se desenvolvía igual de bien con el español que con el inglés. Los destinos de su padre -como cónsul general de Uruguay en Glasgow y Liverpool- le permitieron criarse a la británica.
Durante la Guerra Civil Española, consiguió participar indistintamente en los dos bandos, como médico de campaña al servicio de la Cruz Roja, y salir indemne. Acabada la contienda, decidió olvidar y dedicarse a vivir la vida. Aparentemente. En el desbarajuste posbélico, la mejor seña de identidad era la clasificación social, y él encajaba fácilmente en esa España conservadora y extremadamente clasista de posguerra. Porque Eduardo, “Lalo”, era un señorito. Mal que bien, se podría definir como un burgués que ejercía la medicina en Madrid sin vínculos dudosos con las izquierdas o la Segunda República.
LA RED "EMBASSY"
En 1939, cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, España apoya al bando alemán de forma mayoritaria. Pero hay un numeroso reducto de anglófilos, entre los que se cuenta Eduardo Martínez. Medico titular de la embajada británica, en donde las legaciones diplomáticas de los países aliados se refunden en una sola, se ofrece a colaborar con el servicio secreto.
Liderados por Allan Hillgarth, agregado naval de la legación, y primer oficial de la inteligencia británica en España, formó equipo con Elizabeth y Michael Creswell, responsables del MI9 (Servicio de Escape y Evasión), con el veterano brigadier Torr; Alan Lubbok; David Babington-Smith, todos diplomáticos británicos, y el encargado de Pasaportes, David Thompson. Con este reducido grupo se formó la base esencial de la ayuda humanitaria del Servicio de Inteligencia británico en España durante la Segunda Guerra Mundial.
Madrid era un hervidero de falangistas, estraperlistas, agentes del MI6 y la Gestapo que actuaban en el mismo perímetro. Los alemanes tenían su tapadera principal de operaciones en el Ritz.
El Embassy en el Madrid de la época.
El selecto salón de té Embassy, ubicado en el Paseo de la Castellana de Madrid (y que aún existe hoy día), era el punto de reunión de la sociedad más chic, pero también lugar de encuentro de agentes y colaboradores secretos de los servicios de inteligencia británicos. Una tapadera a la que llegaban refugiados procedentes del campo de Miranda de Ebro o de los Pirineos, y tras bajar al escondite secreto y con documentos falsificados, salían como un cliente más al portal donde esperaba un coche que los llevaba a Galicia o Gibraltar. El propio doctor acogía a muchos refugiados en su propio piso de soltero antes de que pudieran salir de Madrid.
LA RUTA DE ESCAPE GALLEGA
Martínez Alonso fue uno de los principales organizadores las redes de evasión humanitaria organizadas por el servicio secreto británico; una ruta que empezaba en los Pirineos, siguiendo por Jaca, Miranda de Ebro, Madrid, Vigo, Redondela, Tuy y terminaba en Portugal para huír a Inglaterra por mar. Miles de europeos fueron evacuados por esa ruta: judíos (sobre todo polacos y checos), refugiados, exiliados, purgados, perseguidos, ilegales, aviadores y paracaidistas aliados.
Los capuchinos que escondían a refugiados en su convento de Jaca
La Resistencia francesa colaboraba en el paso de montañas y fronteras. El capuchino Francisco Lazcano, capellán de la Cruz Roja en la que sirve “Lalo” durante la Guerra Civil, daba cobijo a los necesitados en el convento de Jaca. Luego de pasar por la tapadera del Embassy en Madrid, llegaban al piso de Martínez Alonso en Vigo, o a su residencia de verano en Redondela. De allí a Tuy, donde de noche y por los intricados caminos rurales gallegos hacían pasar a los refugiados al otro lado del Miño, mientras los “gardinhas” de aduanas portugueses miraban para otro lado. También solían cruzar la frontera con un taxista implicado en la red y sobornando a los guardias de frontera portugueses, o usando las barcas (dornas) de los “mariñeiros” gallegos (sobre todo los hermanos Moncho y Faustino Otero) que, en noches nubladas o de luna menguante, se jugaban el tipo para llegar hasta donde fondeaban barcos de la Royal Navy.
"Dorna" gallega de la época
La red humanitaria reclutada en Galicia por Eduardo Martínez y compuesta por “mariñeiros” de Redondela, contrabandistas, estraperlistas, taxistas y aduaneros portugueses, funcionaba con gran precisión.
Mapa de escape por el Miño dibujado por el propio Eduardo Martínez
Pero a principios de 1942 la Gestapo comenzaba a cerrar el cerco en torno a la figura de Martínez Alonso; temiendo incluso por su vida, el MI6 decide que ha llegado la hora de evacuar a su doctor español. Nada más casarse el 3 de enero del 42, tiene que huír de España con su reciente esposa, Ramona de Vicente “Moncha”. La luna de miel en Lisboa encubría el verdadero destino: Londres.
Lalo y Moncha, pareja feliz.
EXILIO Y REGRESO
Aún en el exilio inglés, “Lalo” sigue colaborando con su red en España. Las rutas clandestinas que creara y supervisaba fueron vitales hasta 1945. Según un informe de la Cruz Roja británica de posguerra, a partir de 1942 llegaban a nuestro país unos 200 refugiados diarios, que aunque muchos eran encarcelados por las autoridades españolas, unas 500 salían del país cada semana. De ellos, los cálculos respecto a la ruta de evasión por Galicia de 30.000 personas no parecen exagerados.
Acabada la guerra, los Martínez de Vicente regresaron con su hija recién nacida a España. Volvieron a Madrid, a las fiestas, a los toros, a su vida frívola. Él siguió siendo médico de la Cruz Roja hasta su fallecimiento (1972) y jamás habló de su trabajo secreto. Todo un canto a la vida y al amor al prójimo.
La familia Martínez de regreso a España
El Gobierno británico concedió al doctor Eduardo Martínez Alonso la Medalla al Valor en 1945, y en el año 2007 fue propuesto para el título de Justo entre las Naciones por ayudar a escapar del Holocausto a miles de judíos, un galardón que tan sólo tienen cuatro españoles.
Medalla al Valor británica
EL EXPEDIENTE Nº 22666/A
Eduardo Martínez Alonso jamás desveló su colaboración con la inteligencia británica, pero la desclasificación de algunos documentos en 2005 le permitió a su hija, Patricia Martínez de Vicente, acceder a su expediente, a la carpeta nº 22666/A.
Entre los documentos del expediente, se hallaba el Secret's Act (Acta Oficial Secreta), firmado por Eduardo Martínez. Su número operativo secreto era el 055A.
A partir de ese expediente y otros documentos, recavando en las memorias de su madre y otros testimonios, la hija publica el libro “La Clave Embassy”, donde relata la aventura de su padre.
Fuentes:
http://www.lavozdegalicia.es
http://www.elmundo.es
http://www.elcorreogallego.es
http://luzdevigo.blogspot.com
http://tudensia.blogspot.com
http://www.fes.ea.com
http://www.lasegundaguerra.com/viewtopic.php?f=6&t=6610
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